Por fin. Parecía que no iba a llegar este momento, pero... ¡Sí!
Mañana es mi último día de trabajo y parto rumbo a mi familia. A apretar y besar a Danielito, y a Raúl... Bueno, también lo apretaremos y besaremos un poquito.
¡Que ganas después de una semana sin mi niño! Se me ha hecho larguísima. Seguro que diré lo mismo de las vacaciones cuando estén terminando. Probablemente clame porque abran las puertas de la guardería y seré la primera en llegar a las seis de la mañana con un pequeñajo asalvajado destrozando el carrito. Pero por ahora estoy muy feliz con la idea del reencuentro. Pienso llevarle al río y de excursión. Jugaremos en el patio cuando no haga calor. En mi pueblo tiraremos piedrecitas como hacía yo de pequeña, la liará con la manguera y nos acercaremos a la playa para disfrute del más pequeño.
En otro momento de mi vida me hubiera faltado algo. Todos los años Raúl y yo hacíamos un viaje maravilloso los dos solos: La Selva Negra, Rumanía, París, Roma, un crucero por el mar báltico... Pero eso era antes del chiquitín. Ahora creo que Daniel se lo va a pasar mejor en los pueblos de cada uno que por ahí de picos pardos. Además de que no nos iba a dejar hacer el turismo intensivo al que estamos acostumbrados. Mientras estuvo en mi barriguita se recorrió Viena, Florencia , Nueva York y miles de lugares maravillosos de Portugal. Fue un embarazo muy movido. Así ha salido el niño. Surgieron oportunidades únicas de viajar y allá que nos fuimos los tres, Danielito dentro de mi barriga aún, a recorrer mundo.
Ahora que ha nacido creo que podemos aparcar nuestras ansias viajeras al menos un par de años. Primero porque el niño ni se entera de que está en otro sitio y segundo, porque lo que nos gastábamos en el viaje es menos que lo que nos gastamos ahora en el niño, con lo cual no se puede decir que nos sobre el dinero.
A pesar de todo estamos muy contentos con el primer verano de Daniel en perspectiva. A mí me apetece hacer mil cosas con el pequeñajo y a la familia de sus papis les apetece disfrutar del enano. La mía no le ve casi nada porque viven lejos, así que no ven el día en que le puedan coger de nuevo. No le van a reconocer. La última vez que vió a mi madre, hermanos, tíos, primos y abuelos fue cuando tenía cuatro meses. Ahora tiene más peso, más pelo y más pilas.
¡Ale! A recoger todo y a hacer la maleta que me voy de vacaciones.
Mañana es mi último día de trabajo y parto rumbo a mi familia. A apretar y besar a Danielito, y a Raúl... Bueno, también lo apretaremos y besaremos un poquito.
¡Que ganas después de una semana sin mi niño! Se me ha hecho larguísima. Seguro que diré lo mismo de las vacaciones cuando estén terminando. Probablemente clame porque abran las puertas de la guardería y seré la primera en llegar a las seis de la mañana con un pequeñajo asalvajado destrozando el carrito. Pero por ahora estoy muy feliz con la idea del reencuentro. Pienso llevarle al río y de excursión. Jugaremos en el patio cuando no haga calor. En mi pueblo tiraremos piedrecitas como hacía yo de pequeña, la liará con la manguera y nos acercaremos a la playa para disfrute del más pequeño.
En otro momento de mi vida me hubiera faltado algo. Todos los años Raúl y yo hacíamos un viaje maravilloso los dos solos: La Selva Negra, Rumanía, París, Roma, un crucero por el mar báltico... Pero eso era antes del chiquitín. Ahora creo que Daniel se lo va a pasar mejor en los pueblos de cada uno que por ahí de picos pardos. Además de que no nos iba a dejar hacer el turismo intensivo al que estamos acostumbrados. Mientras estuvo en mi barriguita se recorrió Viena, Florencia , Nueva York y miles de lugares maravillosos de Portugal. Fue un embarazo muy movido. Así ha salido el niño. Surgieron oportunidades únicas de viajar y allá que nos fuimos los tres, Danielito dentro de mi barriga aún, a recorrer mundo.
Ahora que ha nacido creo que podemos aparcar nuestras ansias viajeras al menos un par de años. Primero porque el niño ni se entera de que está en otro sitio y segundo, porque lo que nos gastábamos en el viaje es menos que lo que nos gastamos ahora en el niño, con lo cual no se puede decir que nos sobre el dinero.
A pesar de todo estamos muy contentos con el primer verano de Daniel en perspectiva. A mí me apetece hacer mil cosas con el pequeñajo y a la familia de sus papis les apetece disfrutar del enano. La mía no le ve casi nada porque viven lejos, así que no ven el día en que le puedan coger de nuevo. No le van a reconocer. La última vez que vió a mi madre, hermanos, tíos, primos y abuelos fue cuando tenía cuatro meses. Ahora tiene más peso, más pelo y más pilas.
¡Ale! A recoger todo y a hacer la maleta que me voy de vacaciones.
Y no te olvides de la luna de miel en Portugal. :)
ResponderEliminarYa lo he añadido. Ha sido un error imperdonable, pero es que escribo las entradas tan rápido...
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