Al final Daniel se ponía nervioso en cuanto veía que teníamos la intención de sentarlo en la maxi-cosi. El pobre casi no cabía ya. Y eso que la compramnos de hasta 13 kilos de niño. No quedó más remedio que comprarle una silla más adecuada a sus centímetros y masa corporal. ¡Que cambio! Ya se podía estirar a sus anchas. Aunque aún lloriqueaba si veía que no llegábamos aún a nuestro destino. Me temo que en esto a salido a mi que no me gusta nada viajar en coche.
viernes, 27 de agosto de 2010
Paliza en el coche
Este verano el niño ha tenido que pasar mucho tiempo en el coche y eso es algo que no me ha gustado mucho. Ni a él tampoco. Pero no ha quedado más remedio. Para empezar, el chiquillo se ha tenido que tragar mucho kilómetros para llegar a los pueblos. Además, en Elda como estábamos en el campo de mis abuelo y teníamos que ir al pueblo, entre otros lugares, la mayoría de los trayectos los hacíamos motorizados. Sin contar con las excursiones.
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