Cómo estaba el día nublado, decidí dejar la piscina para otro día y me llevé a Danielito de vuelta al parque infantil, en el que ya había estado esa mañana.
Esta vez el escenario era muy diferente ya que suelo ir tan temprano para aprovechar que la temperatura es más amable que no hay ni un solo niño en los columpios. En cambio a esas horas de la tarde estaba lleno.
En cuanto avistaron a Daniel gritaron: "¡Un bebéeee!, ¡Un bebé en el parque infantil!". La verdad es que fuera del recinto vallado hay un cartel que pone que es para niños de entre tres y seis años, pero sirven perfectamente para mi niño, que se lo pasa pipa.
Entre los niños, todos mayores, hubo un pequeño revuelo y no se hicieron esperar las reacciones. Uno de ellos opinaba que Daniel era demasiado pequeño para estar allí, tres los seguían a todas partes para jugar con él y el resto, simplemente lo ignoraron la mayor parte del tiempo. El enano se lo pasó genial. Cómo siempre que va al parque de juegos.
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