A Las Palmas de gran Canaria por los pelos

El viaje para reunirme con mi familia en Las Palmas de G.C. peligró hasta el último segundo. Todos los implicados estábamos resignados a aceptar lo que pudiera pasar. Habíamos comprado los billetes hacía meses para que nos salieran más baratos y el repunte de casos de COVID a medida que se acercaba la fecha nos hizo pensar que nos habíamos precipitado y mucho.

Aún con todo envié a mis hijos al colegio hasta el penúltimos día. Entre mis prioridades están antes su educación que otros aspectos de mi vida por mucho que me hubiera dolido no poder ver a mi madre estas navidades. El último día no fueron porque avisaron a los alumnos que iban a ser más bien lúdicos y que podían elegir quedarse en casa. Si les das a elegir, está bien claro lo que las fieras van a escoger. Suerte tiene que teletrabajamos y nos podemos permitir tenerlos en casa.

El caso es que todos los astros se alinearon y pudimos montarnos en el avión sin problemas ni sospecha de contagios. Fuimos con el modelo de mascarilla más seguro del mercado y extremando precauciones. Nos íbamos a meter en casa de mi madre y lo último que queríamos era llevarle el virus.

El reencuentro fue de lo más emotivo. Mi madre estaba encantada de que por fin coincidieran todos sus hijos en la misma ciudad. Llevábamos años que si no fallaba uno, fallaba el otro por una u otra razón.

Aunque no sé si le ganaba a entusiasmo mi pequeño sobri que estaba ilusionadísimo con las llegada de sus "pimos". 

Menos mal que al final todo salió bien, pudimos reunirnos y no tuvimos nada que lamentar. Aunque el temor siempre está ahí desde que empezó la pandemia. además, ha sido el año que menos se ha discutido, debe ser porque nos hemos cogido con ganas :)