Me encanta la cara que ponen los niños para expresar que eso no va con ellos. Se quedan mirando al infinito embobados, mientras tu los vistes, bañas o intentas interactuar de cualquier manera con ellos. Es una expresión despistada muy graciosa. Estoy segura de que al principio lo hacen de forma inconsciente, pero que, a medida que pasa el tiempo y comprueban que funciona, la acaban poniendo a posta. Últimamente, Daniel acompaña esta expresión con un "uh" o un "eh" que termina de rematar el efecto.
Otra cosa que no me hace tanta gracia es la sonrisa de oreja a oreja que pone Daniel cuando le estás diciendo que "no" a algo. "¡No golpees la tele!" Se gira, te sonríe y sigue a lo suyo hasta que le levantas y los sacas a rastras de donde esté haciendo sus diabluras con la consiguiente pataleta. Parece cómo si te estuviera tomando el pelo.
Cuando llega la edad de los pulsos entre los padres y los hijos hay que tener mucha paciencia, porque si ahora que tiene un año es agotador, no me quiero imaginar más adelante.
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