Casi toda mi familia vive en Gran Canaria, así que las oportunidades de que Daniel les vea son bastante limitadas: unos días en verano y una semana en Navidad. Cómo es tan pequeño, a mi me da la sensación de que se olvida de ellos de una vez para otra.
El verano pasado tenía encima una mamitis tremenda y quiso saber poco de sus tíos y abuelos, aunque, aún así les prestó bastante atención. Pero este año los ha disf5rutado a tope. Ha jugado con todos ellos y les ha regalado momentos desternillantes con su media lengua y sus ideas de peón caminero.
Mi hermana Silvia estaba encantada. Aseguraba que sin la mamitis extrema lo estaba disfrutando mucho más ese año. Incluso se quedaba con ella y dejaba que su mamá respirase de vez en cuando. A su tío Jose (el novio de mi hermana) le profesó un cariño arrebatador. Con su tío Fernando hizo el bruto todo lo que quiso y más, se fue de exploración y aprendió nuevas técnicas para causar dolor ("gracias Fernando") que luego fue perfeccionando en su madre.
Su primita Natalia se comportó como yo creo que lo haría una hermana. Hubo besos, lloros, peleas, mimitos... Se perseguían mutuamente a la vez que se hacían la puñeta... Jugaban tranquilamente y al segundo siguiente alguno de los dos ponía la voz en grito como si lo estuvieran matando... Daba gusto verles. La hija de mi hermano estaba encantada de tener un primito pequeño al que cuidar y Daniel una primita mayor a la que seguir. Incluso, un día, durmieron la siesta juntos. Y eso que ninguno de los dos son muy fanáticos de dormir a medio día.
Poco despoués de que llegara Silvia al campo el chiquillo la vió y exclamó "¡tía!". Las dos nos quedamos de piedra ¿La había recocnocido desde la última vez que la vió? "Tía, tía", volvió a exclamar mi chiquitín. Mi hermana empezaba a emocionarse "Sabe quien soy, por fin". El niño nos miraba copn una sonrisa de oreja a oreja y consciente de la sensación que estaba causante volvió a repetir "Tía, tia". "¿Sabes quien soy?" le preguntó Silvia que no cabía en sí de gozo. El crío asintió vehementemente y gritó "¡¡Ana!!". ¡Vaya jarro de agua fría! Resulta que todas las tías son Ana, todos los tíos son Luis y todas las abuelas Paca. Cómo son nombres muy fáciles de pronunciar el chiquillo no se toma la molestia de aprender nuevos, con los nombres de los parientes de Madrid le bastaba para llamar a todo el mundo. El único que se sabía muy bien era el de su prima Natalia. Mi hermana se pegó el resto de las vacaciones repitiéndole "Soy tía Silvia, Sil- via".
El nombre de mi madre se lo aprendió rápido, aunque lo pronunciaba mal. En vez de Matilde sonada algo así como "M'tile". Con ellas hizo buenas migas rápido porque son tal para cual. No sé quien es más bruto de los dos. Me zarandeaba al chiquillo sin contemplaciones y éste se moría de la risa. Se puede decir que era una relación parecida a la que tenía con Natalia: Ahora me parto de la risa, ahora me pongo a llorar.
La verdad es que me alegró mucho de que se llevara tan bien con mi madre, hermanos y sobrina. Eso me permitió momentos de tranquilidad que el verano pasado no tuve. Qué pena que mi cuñada Mariángeles no pudiera pasarse por el pueblo en esta ocasión. Son gajes de la escasa "conciliación familiar". Mi hermano y ella tuvieron que turnarse para que Natalia disfrutara del máximo posible de días de vacaciones. ¡Ya me tocará a mi!