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lunes, 31 de mayo de 2021

Fear of the dark

Hace poco descubrí gracias a Raúl un juego de escaramuzas muy tentador. Se llama Fear of the dark. Sólo con eso ya deberías tener alguna pista para saber por dónde van los tiros. Al menos, para deducir que la cosa va de terror e intriga. Y sí, está basado en el universo Lovecraft. Todos estos ingredientes llamaron poderosamente mi atención y le pedí que me contara más.

Nunca antes había jugado a este tipo de juegos, aunque mi hermano siempre fue muy fan y a Raúl también le gustan, aunque no haya desarrollado esta afición (el bolsillo no da para más). El tema que este juego se basa en unas sencillas reglas del juego de escaramuzas y del sistema de juega tu propia aventura para desarrollar una partida en modo solitario o cooperativo sobre un escenario y reutilizando las figuras que tengamos de otros juegos basados en Lovecraft. Sonaba demasiado bien como para no probarlo.

Tiene una Demo gratuita para una partida de prueba, pero Raúl ya se había hecho con el Reglamento (cuesta 10 euros), así que preparó una de las partidas que se incluyen. Como no somos jugadores de wargames de escaramuzas no teníamos escenarios, pero sí un montón de figuras chulísimas a las que mi marido les dio una capa de pintura este verano, con una pequeña ayuda de los peques.

También tenemos mucho material para montar partidas roleras. En esta ocasión, Raúl eligió Fantasy World Creator para montar el escenario. No queda tan bien como los escenarios de la leche que se monta el autor del juego, pero vale para jugar las aventuras y pasarlo de miedo.

La cosa comienza cuando te presentan un caso, que por cierto Marta Las 1001 aficiones clava la presentación de la aventura que jugamos. ¡No veas que tutoriales más chulos tiene en su canal para montar escenografías flipantes! Y no como la nuestra... ejem ejem.


Pero bueno, el caso es que Raúl montó el primer escenario y leyó la presentación. Justo en ese momento se nos unió el más peque de la casa con ojillos brillantes, así que le dejé que manejara mis investigadores (uno principal y otro de apoyo). Más felices que unas perdices nos inventamos sus nombres, repartimos los puntos entre las habilidades, escogimos un arma para cada uno y seleccionamos las figuritas que los iban a representar. 

Preparados para la acción nos bajamos del coche y comenzamos a buscar pistas sobre lo el caso que investigamos, pero muy pronto se lió la cosa y hubo que usar la fuerza. Nuestras decisiones nos llevaron a otro escenario escalofriante en el que nos las tuvimos que ver con fuerzas sobrenaturales que nos pusieron los pelos de punta y que casi acaban con nosotros, per, finalmente, logramos alzarnos con la victoria y exponer nuestras teorías sobre el misterio.

Luego leímos la solución y la verdad es que se acercaba mucho a nuestras conclusiones. Nos hizo mucha ilusión y nos sentimos excelentes investigadores. Aunque perdimos a uno de nuestros colegas por el camino (los dados no fueron benignos). El resto subió experiencia y los tenemos listos para la próxima aventura, que seguro jugaremos pronto porque nos ha gustado mucho.

Nos ha gustado mucho la mecánica del juego, que lo hace apto para que los peques se diviertan luchando contra horrores innombrables e investigando terroríficos misterios.

En un post de Ociofrik os cuento más sobre la mecánica, Fear of the Dark, escaramuzas y terror lovecraftiano, por si os interesa.

Y si os engancháis al juego os recomiendo que os unáis a su comunidad de Facebook. Son gente majísima.

viernes, 28 de mayo de 2021

La abeja Maya y el orbe dorado

Me llegué una gran alegría cuando gané cuatro entradas para el pre estreno de la abeja Maya y el orbe dorado gracias al sorteo de Con niños en la mochila. Hacía muchísimo tiempo que con esto de la pandemia no íbamos al cine y me hacía ilusión ir con toda la familia. 

Pero me pegué el primer tortazo antes incluso de comenzar la aventura. Mi pre adolescente me miró como si me hubiera vuelto más loca de lo que piensa ya que estoy y me dejó bien clarito que no iba a ver una peli de peques para que luego se enteraran sus amigos y se estuvieran riendo de él hasta el día del juicio final por mucha ilusión que me hiciera.

En cambio, mi dulce Iván (aunque a veces más espinoso que un erizo), sí que me siguió la corriente. Es más pequeño y todavía no ha sido tocado por la maldición del "ya soy mayor y no puedo hacer lo que quiera libremente para pasármelo bien como hacía cuando era un niño, es decir, AYER o poco más". En fin, que el más peque sí que se apuntó sin dudarlo. Cine, palomitas, papá y mamá para él sólo, al ausencia de su "indeseable" hermano y una peli de bichillos monos, la cosa prometía para él y mucho.

Así que el día D nos fuimos al pre estreno con un niño muy feliz. Nada más llegar le surtí de palomitas y nos encaminamos a la sala de cine más felices que una perdices. 

La película empezó puntual y muy pronto nos sumergimos en la historia de las aventuras y desventuras de Maya, la abejita más loca e impulsiva del Prado. la verdad es que a mí me pareció una historia muy plana, con ninguna sorpresa, sobresalto o giro interesante, pero al peque le entretuvo y salió muy contento con lo que acababa de ver. La música, las imágenes coloridas y las escenas de acción que se sucedían ante nuestros hijos son mucha lógica solidez argumental le valieron perfectamente para pasar un rato divertido con sus padres y atracarse a palomitas.

No puedo decir lo mismo de Raúl, que se aburrió soberanamente. Los chistes eran demasiado infantiles y la doble lectura orientada al entretenimiento adulto demasiado típica y simple. Todos los guiños se dirigían a la paternidad y a la maternidad, buscando la complicidad de los acompañantes de los peques, pero estaban encajados malamente y no acababa de cuajar. Al final les hacía más gracia a los chiquillos que a sus padres.

Lo cierto, es que creo que Iván agradeció una peli en la que no tuviera que cerrar los ojos o que no le hiciera sudar de la tensión. Tampoco tuvo problemas en pillar el argumento, ya que era muy sencillo y con todos los elementos típicos en una historia para niños pequeños: En la gran pantalla se plasmaba un mundo multicolor lleno de blancos y negros, sin dobles sentidos ni intenciones dudosas. Todo muy blandito, mono y, sobre todo, simple. Las ideas que se expresan, la construcción de los personajes, los dilemas morales... todo se cuenta desde la sencillez que puede entender con alegría su público objetivo: los niños.

A mí me entretuvo porque me lo pasé genial comentando con mi niño y robándole las palomitas cuando no miraba, pero admito que para los acompañantes puede hacerse un poco cuesta arriba si no se va con la actitud adecuada. 

Al salir de la sala nos topamos de frente con los mismísimos protagonistas de Onward, Ian y Barley Lightfood, y no perdimos la oportunidad de hacernos una foto con ellos. Me encanta esa película.

Por cierto, en el sorteo también gané dos peluchines encantadores de Maya y Willy y unas mascarillas infantiles chulísimas. ¡¡Qué suerte tuve!!

Si queréis podéis leer también la experiencia que tuvimos en la primera película de la Abeja Maya, los juegos de la miel hace unos tres años. Mis peques eran más chiquitines y la disfrutaron muchísimo. 



miércoles, 26 de mayo de 2021

Hospital para Monstruos

La editorial Anaya acaba de publicar al primera entrega de una saga desternillante, original y monstruosamente divertida: Hospital para Monstruos, de John Kelly. He de confesar que se me ha escapado alguna carcajada leyendo las aventuras y desventuras del joven y normal Ozzy cuando un suceso fortuito y extremadamente extraño le lleva nada y nada menos que hasta las puertas de un hospital en el que, paradójicamente, lo que peligra es su salud.

En realidad, los monstruos no son malos, ni buenos. Son bastante humanos en sus emociones, aunque sean enormemente peculiares y, a veces, hasta letales. En realidad, cada uno es único en sí mismo. Los hay muy amables, educados, con malas pulgas, curiosos, despistados, revoltosos... pero todos y cada uno de ellos coinciden en una cosa: ellos también se ponen malos como nosotros (bueno, de una forma más rara), pueden llegar a tener fiebre o caérseles alguna parte de su cuerpo... o todas. 

¡Oye! Imagina que eres un zombi. La no muerte sienta fatal al cuerpo. Seguro que tú también necesitarías la habilidad de la doctora de monstruos con la aguja. Aunque en realidad los zombis no son monstruos en sí, pero eso ya te lo explicará la doctora si eso...

El caso es que estas criaturas espeluznantes necesitan atención médica igual que nosotr... Errr... bueeeeno, igual igual que nosotros no, pero el caso es que ¡necesitan un médico de vez en cuando!

Y Ozzy puede ser un humano normal, pero nada aprensivo y sí muy servicial y voluntarioso, así que, sin comerlo ni beberlo, encontrará el trabajo de verano por el que suspiraban sus padres (también muy serviciales y voluntariosos). Y ahí empiezan las aventuras y follones de verdad. Y el desfile de personajes, cada cual más estrambótico y original, y situaciones desternillantes a la par que emocionantes.

Para completar un cóctel, ya de por sí muy adictivo, la historia va acompañada de divertidas ilustraciones cada una más chocante que la anterior y que se integran perfectamente con la sucesión de acontecimientos. 

Ni en un millón de años adivinarías lo que te espera en este hospital. Tienes que leerlo para poder sorprenderte tanto como nosotros.



lunes, 24 de mayo de 2021

Daniel nos hace la cena

Tras currar un poco de trabajo atrasado, me metí en la cocina dispuesta a seguir trabajando por la familia y hacerles la cena. Esa noche no me iba a complicar nada: pasta a la carbonara y tirando. De todas formas, este tipo de comidas son las que más triunfan entre los churumbeles... Iba a cerrar la puerta tras de mí y sumergirme en esta peligrosa aventura (en la que siempre salgo herida: si no es una quemadura es un golpe y si no un corte), cuando el mayor de las fieras se coló dentro con una ancha sonrisa.

"Mami, ¿me dejas cocinar a mí hoy?" me propuso con sus más genuinos ojos de Bambi. Empecé a poner excusas varias porque estaba muy cansada y lo que quería era acabar pronto, no alargar la jornada dirigiendo a un peque y gastando mis casi inexistentes ya reservas de paciencia... pero al final me rendí ante la ilusión y entusiasmo del peque.

Pero le puse una condición: lo iba a hacer todo él solito porque yo estaba muy cansada. Eso sí, me senté en la cocina con un libro. Mi instinto de madre gallina no me permitía alejarme más. Evidentemente, también quise meter mano en los momentos más peligrosos como el de echar la pasta en el agua hirviendo o cuando llegó la hora de usar la sartén, pero Daniel no me lo permitió. "Tranquila mami. Tu lee que yo lo tengo todo controlado". 

Alguna indicación le di mientras fingía leer mi libro, pero muy pocas. Él solito puso el agua a hervir, cortó las cebollas (llorando bastante), echó la pasta, puso la sartén con aceite en la inducción, agregó la cebolla, luego el beicon y, por último, la nata. Luego la removió para que se redujera y espesara obteniendo una deliciosa salsa carbonara. 

No hizo lo de poner huevo batido a la pasta y dejar que cuaje porque ya llevamos mucho esta semana y se nos va a poner el colesterol por las nubes. Finalmente, coló la pasta, le agregó la salsa y ¡tachaaaaan! la cena estaba lista. Eso sí, con un montón de nata que se le había caído fuera de la sartén, pizcos de cebolla por todas partes y alguna pasta rebelde donde no debiera, pero hecha al fin y al cabo. Y no por mí.

Pusimos la mesa y el peque presentó sus platos al resto de la familia con gran bombo y platillo. La verdad es que el resultado nos gustó a todos muchísimo. 

Ahora quiere hacer un concurso estilo masterchef en el que todos los miembros de la familia cocinemos algo con lo que encontramos por casa y a ver a quien se le ocurre lo más rico y original. le he dicho que eso mejor en verano cuando no tenga clase... ¡y puedan luego limpiar lo que ensucien! Muahahahaha

domingo, 23 de mayo de 2021

Hanami en Covarrubias

El fin de semana pasado nos dimos el salto a Covarrubias, que hacía muchísimo que no pisábamos, y aprovechamos para hacer una poco de Hanami.

¿Qué qué es Hanami? Yo tampoco lo sabía hasta hace muy poco y fue a través de la Embajada de Japón en España como llegó a mis oídos esta práctica que en realidad llevamos mucho tiempo desarrollando en España. Sobre todo, desde que existe Instagram (por lo menos en mi caso). En definitiva, es la tradición japonesa basada en la observación de la belleza de las flores y, normalmente, se asocia a la época en la que florecen los cerezos. Es decir, poesía primaveral a través de imágenes. 

La embajada de Japón, ha puesto en marcha una iniciativa, que acaba a finales de este mes de marzo, por la cual publica las fotos Hanami que les queramos mandar al correo hanami.pcj@zinkingon.es. Yo me enteré bastante tarde, pero he mandado fotos con mucho entusiasmo. ¡Llevaba muchos años haciendo Hanami en Instagram sin enterarme que seguía la estela de una tradición japonesa! Al correo de la embajada también hay que indicar el nombre del autor de la foto, el lugar en el que se ha hecho y un título poético. Me encanta esta iniciativa.

Lo malo es que llegué tarde para las fotos de los cerezos en flor (con los cierres de fronteras entre Comunidades autónomas con motivo de la pandemia tampoco hubiera podido hacer esas fotos este año), pero, de todas formas, mandé fotos antiguas porque las tenemos a porrillo, como es natural, ya que los cerezos en primavera son demasiado bonitos como para no fotografiarlos desde todos los ángulos posibles. Menos mal que no han pedido que las fotos sean recientes, pueden ser antiguas, aunque lo divertido es echarte al campo o a las calles para capturar el momento florido que más nos impresiones.


En Covarrubias encontré muchísimo material para fotografiar. La verdad es que es una actividad muy divertida, que disfrutamos muchísimo y seguramente seguiremos con ella, aunque se acabe el plazo del certamen. 

jueves, 20 de mayo de 2021

El maldito tubo

Poco nos podíamos esperar la bomba que iba a caer en casa el día que vino Daniel pidiéndome un tubo gigante para una manualidad que iban a hacer en música. Me encanta que les enseñen de forma manipulativa y experimental, así que me pareció genial. Más pancha que pancha saqué unos títulos de su tubo y se lo entregué. Espero que los títulos aguanten bien sin su protección.

Pero al poco volvió diciendo que el tubo no valía porque era muy pequeño. ¡Y encima lo había perdido! Pero que no me preocupara que un compañero había traído tubos de sobra y le había dado uno. ¡Ah! bueno. Que no cunda el pánico. El peque tiene material. No hay problema.

Como dos semanas después, Daniel se lamentaba porque el tubo había desaparecido y necesitaba otro. Además la manualidad se había trasladado a deberes para casa porque no daba tiempo a hacerlo en clase. Teníamos que bajarnos una app y afinar el tubo. A mí esto me sonaba a chino, pero por el churumbel lo que sea. Me tiré a la calle a por el dichoso tubito y resulta que la zona estaba arrasada por padres desesperados. Me costó bastante, peeero me volví a casa con ¡dos tubos! Muahahahaha lo que no se proponga una madre...

Y ahí fue cuando comenzó el verdadero infierno...

Cada vez que golpeábamos el tubo con la mano daba ¡una nota diferente! Cómo demonios lo vamos a afinar, si no se pone de acuerdo con la nota que tiene que salir cuando no hemos ni empezado a cortar. 

Entonces el peque se acordó que había que hacer como una baqueta para golpear con cartón y gomaeva. Le ayudé a hacerlo porque pegar la gomaeva no es tan fácil. Lo que mejor funciona es la cinta adhesiva de dos caras. Me preguntaba si el resto de los padres sabría esto o se estaban peleando con el pegamento de barra. El caso es que con el estrés me equivoqué y puse una capa dónde no era antes de que el pobre Daniel pudiera darme la voz de alto. Soy muy rapidina.

El chiquillo me consoló como pudo quitándole importancia a que hubieran tres capas por un lado y una por otra en vez de dos por cada sitio, pero a mí me aterraba que esto pudiera afectar a la nota. En fin, el mal ya estaba hecho y el peque no quería empezar de nuevo que eso ya lo había hecho de mala gana.

A esas alturas yo ya había pedido ayuda a Miguel Chumillas, un maestro de Música de Primaria que hace cosas muy chulas. Además tiene una web alucinante: Game of music. Gracias a él me enteré que lo que quería hacer Daniel era un boomwhacker y que la cosa no era tan fácil como pensábamos. A través del tuit se puso en contacto conmigo Guillermo y me mando un link  a su blog Entre pitos y flautas de lo más interesante, pero aún así no me enteraba de nada. Una que es analfabeta musical, qué le vamos a hacer. 

A todo esto, el padre se lió a cortar el tubo con una sierra y dar con la cosa esa de gomaeva y cartón. Que digo yo que no le dejo una sierra a mi fiera de once años ni harta de vino, así que al final llegué a la conclusión de que los deberes eran para los padres y que la actividad era imposible hacerla en clase desde el principio. Porque imaginaros las caras de los padres cuando nuestros hijos imberbes nos pidieran unos serruchillos de nada para llevar a clase.

Finalmente, Guillermo volvió a escribirme con la medida exacta que pensaba que era la de la esquiva nota Fa y a partir de eso se puso a trabajar el pater de familia. Sólo hubo un diferencia de tres centímetros entre la medida que nos dio nuestro salvador. Finalmente salió mal que bien la nota Fa con un tubo de 43,3 centímetros, que en un principio medía más de metro y medio. Si lo hubiéramos hecho con el sistema de prueba y error podríamos haber tardado la vida entera.

Por supuesto, el dato fue chivado por whatsapp para aliviar un poco la desesperación de otros padres. Lo siento por aquellos a los que les tocó otra nota, porque ni idea de las medidas. Incluso el Fa no es que salga perfecto, pero para sexto de primaria espero que valga.

Lo peor es que a mitad de camino el que debía estar más implicado perdió todo el interés. "A ver, mamá. Si esta actividad es un miseria de la nota final. No vale la pena tanto esfuerzo", me dijo. 

Conclusión: He desarrollado una fobia tremenda a los tubos de cartón grandes. No puedo ni verlos.

Pero al menos conseguimos el final feliz porque el peque llevó el tubo de las narices a clase y... salió la nota Fa. ¡Yujuuuuu! ¡¡Yupiiii!! ¡Saquemos el champán!

Pero no podía ser tan bonito y el niño volvió a casa con el objeto de mis desdichas... ¡para pintarlo! Y no de cualquier color... ¡De verde vivo! Y eso ¿por qué no pueden hacerlo en clase? ¿Eh? ¿Eh?

miércoles, 19 de mayo de 2021

Magia para padres

¿Queréis que vuestros churumbeles alucinen? Unos pases mágicos por aquí, unas risas por allá, todo aderezado con una actuación divertida y ¡magia! Tienes a los peques encandilados. ¿Cómo lo logramos? Pues mira por dónde, he dado con el manual de instrucciones que te hará brillar como un superhéroe con grandes poderes ante sus ilusionados ojos: Magia para padres, una maravilla escrita por, como no, ¡un mago! con muchíiiiisima experiencia en magia de cerca y en enseñanza mágica, Borja Montón. No, no es profesor de Hogwarts, sino de otra academia más flipante, porque ésta existe de verdad: El Instituto de Magia, un lugar online en el que formarte en esta fascinante profesión. Si te registras tienes acceso a todos los vídeos de los trucos del libro gratis.

Además puedes adentrarte en su canal de youtube Domina la magia, para seguir aprendiendo y flipando con sus actuaciones. Aquí te dejo el directo que hizo para presentar el libro.


Pero voy a centrarme. ¿Qué quiero? Sorprender a mis hijos. Dejarles con la boca abierta. Alucinados. Y ahora tengo material suficiente para muuuuuchas sorpresas. En Magia para padres vamos a encontrar un montón de trucos sencillos para seguir alimentando la ilusión de todos los que nos rodean, ya sean nuestros hijos, sobrinos, alumnos, padres, amigos... para disfrutar de la magia no hay edades recomendadas, sólo se necesitan ganas de pasarlo bien y capacidad de asombro.

El libro están perfectamente organizado en capítulos según el ambiente donde nos encontremos: la hora de comer, un cumpleaños, reuniones familiares, viajes en coche... incluso para distender una sesión de estudio. Además incluye datos curiosos, consejos la mar de útiles, ejemplos de presentación, fotos explicativas... Completísimo.

Para encontrar con más facilidad lo que nos interese, cada capítulo es fácilmente reconocible por colores que se reflejan desde el dorso. Y cuenta con una introducción en la que nos explica, de forma muy amena, cómo debemos utilizar el libro; como sabremos que trucos se pueden explicar y cuales son mejores que permanezcan dentro de la ilusión mágica; cómo debe ser la actitud de un mago y cómo pasarlo de miedo haciendo magia.

Mira que yo soy torpe, pero siguiendo las instrucciones de Magia para padres he conseguido pasar unos momentos en familia que valen oro. El único problema es que las fieras ya me han robado el libro para aprender ellos y con eso he roto la primera regla. Conservar su ilusión a toda costa. Los muy pillos aprovecharon cuando estaba despistada y lo sustrajeron de mi habitación. Fijo que pronto a la que dejan alucinada es a mí.

Suscribo el consejo de Borja de practicar, practicar, practicar. Os dejo el vídeo del primer truco que les hice y, a pesar de haber practicado un millón de veces, no me salió a la primera. Pero, tranquilos, que si los niños tienen ganas de pasarlo bien, te darán una y mil oportunidades. Otra cosa, la mar de importante, y que nos salva mucho los fallos en vivo y en directo a los magos torpones como yo, es la puesta en escena. Si te ríes de las meteduras de pata y sueltas algunos chascarrillos, los niños siguen felices y atentos. Desde luego, este libro trae consejos que valen oro.


martes, 18 de mayo de 2021

Covarrubias, muchos meses después

Nunca habíamos estado tanto tiempo sin darnos el salto a Covarrubias. El viernes pusimos rumbo al pueblo con un poco de inquietud porque nos esperábamos una avalancha, pero no fue así. Elegimos horas extrañas para la ida y la vuelta y no encontramos un tráfico anormal.

Lo que sí notamos fue el desacostumbramiento a viajes relativamente largos. Menos el conductor, el resto acabamos mareadísimos. Llegamos al pueblo casi besando el suelo.

Tampoco encontramos una afluencia desbordada una vez allí. Se podía pasear por sus calles muy holgadamente, aunque tampoco es que nos dedicáramos a hacer excursiones. Fue una escapada de un día y medio, poco más, y usamos el tiempo para chequear la casa, cerrada tanto tiempo.

No hubo grande sorpresas: La caldera costó arrancarla y el teléfono no daba línea, pero poco más. Menos mal que siempre se puede contar con la chimenea para calentarnos un poquito.

Un vecino había cuidado bien de las plantas y nos las encontramos con bastante buena salud. Desde mi punto de vista, que no soy una gran experta.

No sé si es porque hacía mucho que no parábamos por ahí, pero nos sorprendió lo verde que estaban los alrededores. Se nota que ha llovido mucho por ahí últimamente. El río bajaba a todo caudal y la ribera de río donde solemos ponernos cuando vamos a bañarnos en verano estaba casi inundado por completo.

En definitiva que el paisaje estaba precioso. Fue un fin de semana tranquilito y disfrutamos del aire limpio y de un tiempo que, aunque era frío, no quitaba las ganas de salir fuera.