Nos ha gustado mucho la mecánica del juego, que lo hace apto para que los peques se diviertan luchando contra horrores innombrables e investigando terroríficos misterios.
En un post de Ociofrik os cuento más sobre la mecánica, Fear of the Dark, escaramuzas y terror lovecraftiano, por si os interesa.Y si os engancháis al juego os recomiendo que os unáis a su comunidad de Facebook. Son gente majísima.lunes, 31 de mayo de 2021
Fear of the dark
viernes, 28 de mayo de 2021
La abeja Maya y el orbe dorado
A mí me entretuvo porque me lo pasé genial comentando con mi niño y robándole las palomitas cuando no miraba, pero admito que para los acompañantes puede hacerse un poco cuesta arriba si no se va con la actitud adecuada.
Al salir de la sala nos topamos de frente con los mismísimos protagonistas de Onward, Ian y Barley Lightfood, y no perdimos la oportunidad de hacernos una foto con ellos. Me encanta esa película.Por cierto, en el sorteo también gané dos peluchines encantadores de Maya y Willy y unas mascarillas infantiles chulísimas. ¡¡Qué suerte tuve!!Si queréis podéis leer también la experiencia que tuvimos en la primera película de la Abeja Maya, los juegos de la miel hace unos tres años. Mis peques eran más chiquitines y la disfrutaron muchísimo.
miércoles, 26 de mayo de 2021
Hospital para Monstruos
Ni en un millón de años adivinarías lo que te espera en este hospital. Tienes que leerlo para poder sorprenderte tanto como nosotros.
lunes, 24 de mayo de 2021
Daniel nos hace la cena
"Mami, ¿me dejas cocinar a mí hoy?" me propuso con sus más genuinos ojos de Bambi. Empecé a poner excusas varias porque estaba muy cansada y lo que quería era acabar pronto, no alargar la jornada dirigiendo a un peque y gastando mis casi inexistentes ya reservas de paciencia... pero al final me rendí ante la ilusión y entusiasmo del peque.
Pero le puse una condición: lo iba a hacer todo él solito porque yo estaba muy cansada. Eso sí, me senté en la cocina con un libro. Mi instinto de madre gallina no me permitía alejarme más. Evidentemente, también quise meter mano en los momentos más peligrosos como el de echar la pasta en el agua hirviendo o cuando llegó la hora de usar la sartén, pero Daniel no me lo permitió. "Tranquila mami. Tu lee que yo lo tengo todo controlado".Alguna indicación le di mientras fingía leer mi libro, pero muy pocas. Él solito puso el agua a hervir, cortó las cebollas (llorando bastante), echó la pasta, puso la sartén con aceite en la inducción, agregó la cebolla, luego el beicon y, por último, la nata. Luego la removió para que se redujera y espesara obteniendo una deliciosa salsa carbonara.
No hizo lo de poner huevo batido a la pasta y dejar que cuaje porque ya llevamos mucho esta semana y se nos va a poner el colesterol por las nubes. Finalmente, coló la pasta, le agregó la salsa y ¡tachaaaaan! la cena estaba lista. Eso sí, con un montón de nata que se le había caído fuera de la sartén, pizcos de cebolla por todas partes y alguna pasta rebelde donde no debiera, pero hecha al fin y al cabo. Y no por mí.Pusimos la mesa y el peque presentó sus platos al resto de la familia con gran bombo y platillo. La verdad es que el resultado nos gustó a todos muchísimo.
Ahora quiere hacer un concurso estilo masterchef en el que todos los miembros de la familia cocinemos algo con lo que encontramos por casa y a ver a quien se le ocurre lo más rico y original. le he dicho que eso mejor en verano cuando no tenga clase... ¡y puedan luego limpiar lo que ensucien! Muahahahaha
domingo, 23 de mayo de 2021
Hanami en Covarrubias
En Covarrubias encontré muchísimo material para fotografiar. La verdad es que es una actividad muy divertida, que disfrutamos muchísimo y seguramente seguiremos con ella, aunque se acabe el plazo del certamen.
jueves, 20 de mayo de 2021
El maldito tubo
Pero al poco volvió diciendo que el tubo no valía porque era muy pequeño. ¡Y encima lo había perdido! Pero que no me preocupara que un compañero había traído tubos de sobra y le había dado uno. ¡Ah! bueno. Que no cunda el pánico. El peque tiene material. No hay problema.
Como dos semanas después, Daniel se lamentaba porque el tubo había desaparecido y necesitaba otro. Además la manualidad se había trasladado a deberes para casa porque no daba tiempo a hacerlo en clase. Teníamos que bajarnos una app y afinar el tubo. A mí esto me sonaba a chino, pero por el churumbel lo que sea. Me tiré a la calle a por el dichoso tubito y resulta que la zona estaba arrasada por padres desesperados. Me costó bastante, peeero me volví a casa con ¡dos tubos! Muahahahaha lo que no se proponga una madre...
Y ahí fue cuando comenzó el verdadero infierno...
Cada vez que golpeábamos el tubo con la mano daba ¡una nota diferente! Cómo demonios lo vamos a afinar, si no se pone de acuerdo con la nota que tiene que salir cuando no hemos ni empezado a cortar.
Entonces el peque se acordó que había que hacer como una baqueta para golpear con cartón y gomaeva. Le ayudé a hacerlo porque pegar la gomaeva no es tan fácil. Lo que mejor funciona es la cinta adhesiva de dos caras. Me preguntaba si el resto de los padres sabría esto o se estaban peleando con el pegamento de barra. El caso es que con el estrés me equivoqué y puse una capa dónde no era antes de que el pobre Daniel pudiera darme la voz de alto. Soy muy rapidina.
El chiquillo me consoló como pudo quitándole importancia a que hubieran tres capas por un lado y una por otra en vez de dos por cada sitio, pero a mí me aterraba que esto pudiera afectar a la nota. En fin, el mal ya estaba hecho y el peque no quería empezar de nuevo que eso ya lo había hecho de mala gana.
A esas alturas yo ya había pedido ayuda a Miguel Chumillas, un maestro de Música de Primaria que hace cosas muy chulas. Además tiene una web alucinante: Game of music. Gracias a él me enteré que lo que quería hacer Daniel era un boomwhacker y que la cosa no era tan fácil como pensábamos. A través del tuit se puso en contacto conmigo Guillermo y me mando un link a su blog Entre pitos y flautas de lo más interesante, pero aún así no me enteraba de nada. Una que es analfabeta musical, qué le vamos a hacer.
A todo esto, el padre se lió a cortar el tubo con una sierra y dar con la cosa esa de gomaeva y cartón. Que digo yo que no le dejo una sierra a mi fiera de once años ni harta de vino, así que al final llegué a la conclusión de que los deberes eran para los padres y que la actividad era imposible hacerla en clase desde el principio. Porque imaginaros las caras de los padres cuando nuestros hijos imberbes nos pidieran unos serruchillos de nada para llevar a clase.
Finalmente, Guillermo volvió a escribirme con la medida exacta que pensaba que era la de la esquiva nota Fa y a partir de eso se puso a trabajar el pater de familia. Sólo hubo un diferencia de tres centímetros entre la medida que nos dio nuestro salvador. Finalmente salió mal que bien la nota Fa con un tubo de 43,3 centímetros, que en un principio medía más de metro y medio. Si lo hubiéramos hecho con el sistema de prueba y error podríamos haber tardado la vida entera.
Por supuesto, el dato fue chivado por whatsapp para aliviar un poco la desesperación de otros padres. Lo siento por aquellos a los que les tocó otra nota, porque ni idea de las medidas. Incluso el Fa no es que salga perfecto, pero para sexto de primaria espero que valga.
Lo peor es que a mitad de camino el que debía estar más implicado perdió todo el interés. "A ver, mamá. Si esta actividad es un miseria de la nota final. No vale la pena tanto esfuerzo", me dijo.
Conclusión: He desarrollado una fobia tremenda a los tubos de cartón grandes. No puedo ni verlos.Pero al menos conseguimos el final feliz porque el peque llevó el tubo de las narices a clase y... salió la nota Fa. ¡Yujuuuuu! ¡¡Yupiiii!! ¡Saquemos el champán!
Pero no podía ser tan bonito y el niño volvió a casa con el objeto de mis desdichas... ¡para pintarlo! Y no de cualquier color... ¡De verde vivo! Y eso ¿por qué no pueden hacerlo en clase? ¿Eh? ¿Eh?