Ser madre es muy duro. Desde el principio. Casi diría yo que desde que te enteras de que estás embarazada. Pero luego la cosa se pone peor. Mucho peor. Me he decidido a escribir este blog para desahogarme un poquito. Empiezo tarde a contar cosas que empezaron el 25 de septiembre, pero con esta bestia parda siempre en brazos ya me diréis. ¡Qué ganas tengo de empezar a trabajar de nuevo! Y quien diría que yo algún día tendría tantas ganas de ir a la oficina. Antes de la fecha clave era impensable. Después viene el cargo de conciencia: “pobrecito mio, que mala madre. Acaba de nacer y ya me lo quiero quitar de encima. Con lo bueno que es…y lo guapo…en fin, que tiene mi niño feo que no se lo veo. Pequeño manipulador. Se cree que me engaña con esa carita de ángel. Pues no, no me engaña. Me dejo engañar, que es diferente, porque….es taaaaaaan mono.