jueves, 30 de diciembre de 2010

Tortazo gordo


Daniel se ha vuelto a caer de mi cama, para ser más exactos se ha tirado de cabeza. Me ha hecho un quiebro con todas las de la ley mientras le vestía y eso que yo suelo ser muy muy cuidadosa al respecto, pero este chico se retuerce como una lagartija. El caso es que he visto como caía a cámara lenta, se daba un golpetazo en la frente contra el suelo y daba una voltereta espectacular. A mi se me ha parado el corazón un segundo pensando que se me había desnucado.

Menos mal que enseguida me llegó su llanto desconsolado. Del susto me puse a llorar yo también mientras le mecía, le ponía en el ungüento mágico en el chichón (Amidol, creo que se llama) y le consolaba cmo podía. Como es muy brutote se calmó enseguida y se puso a correr por toda la casa. A mí todavía me duró un rato el llanto.

Cenó muy tranquilito y al rato se fue a la cama como todas las noches. Yo no podía dejar de pensar en si le había afectado demasiado el golpe. A lo mejor tendría que haberlo llevado a urgencias en vez de meterlo en la cuna. Me tranquilizaba el hecho de que había jugado una rato como todos los días, no parecía desorientado y seguía mi dedo con la mirada. De todos modos dormí fatal y me di muchos paseos a la cuna de Daniel a comprobar que dormía plácidamente.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

El torito pilla pilla




Daniel ya tiene amiguitos habituales y son de los más varipintos. No todos son de su quinta. El otro día se encontró con su amiga María, que tiene cinco años. Se lo pasa muy bien con ella porque los dos son igual de brutos. A veces tengo que extremar las precauciones cuando se juntan los dos. Ayer se lo pasaron muy bien jugando al pilla pilla. María le gritaba a Daniel "¡Ven torito, ven torito!" y el enano no se hacía de rogar. Cogía imulso e iba a por ella a toda velocidad. La niña esperaba que estuviera a punt de alcanzarla y entonces le esquivaba con gran habilidad. Daniel seguía hacia delante por la inercia y a veces incluso acababa en al suelo, pero yo le dejaba porque se estaba riendo. Y eso es una prueba de que se lo estaba pasando genial. En un moento dado apareció una perro juguetón entre los niños. No hacía más que dar saltos y mover el rabo. A mi me dio miedo que pudiera patear a mi niño así que le agarré fuerte, porque él ya iba directo a agarrar al perro del cuello. Le dije a María que no se acercara porque no le conocíamos. "Yo soy amiga de los perros" me contestó, pero le advertí que sólo se podían acariciar a los perros conocidos. El dueño apareció al ratito tan campante diciendo que el animal no hacía nada. Ya, pero mi hijo sí. me fastidia que la gente piense que le tengo miedo a su perro. Todo lo contrario. Si se le veía bueno. pero Daniel confunde a los animales con peluches y en una de estas le pisa mal, le mete un dedo en el ojo, le estuja más de la cuenta, el perro le arrolla en una intento de huir o le muerde por defenderse y ya la tenemos liada.

De todas formas, el torito bravo se escapó de mi abrazo de acero y torturó un poco al perro, que se dejó con resignación. El dueño nos explico que él tenía un hijo de dos años y que la pobre bestia estaba acostumbrada a sus juegos. Aprovechando que María estaba despistada con el nuevo amigo peludo. Daniel corrió hacia ella y la pilló. "Te ha pillado, te ha pillado" grité yo. María torció un poquito el gesto, pero enseguida se animó y volvió a ponerse a brincar de un lado al otro gritando "ven torito". Y así se olvidaron del perro que siguió su camino después de haber sido estrujado cariñosamente por los dos niños.

Los Reyes Magos visitan la clase de Daniel

Esta guardería es maravillosa. Hasta está en el itinerario de visitas oficiales que los Reyes Magos hacen antes del gran día. Me han dicho las cuidadoras que los bebés se portaron muy bien y que sorprendentemente ninguno lloró de miedo ante la imponente presencia de sus majestades reales de oriente.

A mi pequeñín le trajeron una vaso porque está arendiendo a beber como los mayores. Éste tiene las dos modalidades: bebé, con su tapita de perrito azul con agujero en el morro, y niño mayor, quitándole la tapa. A él le encantó este adelanto en sus regalos.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Daniel la lia cuando vuelve a casa


Daniel ya está de vacaciones de Navidad, que pena que no se pueda decir lo mismo de sus padres. Como la abela también trabaja estamos haciendo verdaderas malabares para cuidar del enano. Para empezar ya la ha liado nada más volver del fin de semana en la casa rural.

Como dejamos a los gatos solos les llenamos el salón de agua y comida para que tengan sus necesidades básicas cubiertas. Así que, por lo visto, el niño no ha dudado ni un segundo y se ha debido pensar que el tinglado preparado para los gatos eran sus regalos de Papa Noel así que se lo ha pasado bomba tirando el pienso y repartiéndolo por todo el salón.

Yo estaba trabajando tranquilamente cuando me llegó una foto inquietante al email. Raúl se la había sacado a Daniel con el móvil cuando éste estaba en plena faena. menos mal que cuando llegué yo a casa para hacerle el relevo a mi marido ya lo había recogido y limpiado todo. Por las tarde me toca cuidar a mi bebé para que Raúl pueda trabajar. Se nos va a hacer muy larga esta semana.

Daniel y su amiguita Luna


Este fin de semana navideño Daniel ha hecho una nueva amiguita peluda. Se llama Luna y es la perrita de la prima Nuria. Al principio no parecía que hicieran muy buenas migas, pero el último día eran inseparable y se abrazaban muy cariñosamente, a pesar de que Daniel no siempre era lo delicado que debiera ser y que Luna a veces lo agobiaba un poco poniendo sus patitas en los hombros del peueeñajo para poder chuparle la cara a gusto.

Al final han descubierto que eran almas gemelas en una casa llena de genta alta. Se van a echar mucho de menos cuando se separen. Menos mal que en Las Palmas le esperan Tapón y Apple que no son tan pequeñitos, pero también tienen un buen tamaño para que Daniel pueda jugar con ellos sin temor a resultar aplastado. Espero que no les trate con mucha rudeza este hijo mío tan brutito.

La misteriosa desaparición del regalo de Daniel


Realmente la casa rural donde fuimos debía tener duendes como decían (Se llamaba la casa del Duende) porque cuando recogimos para hacer las maletas se confirmaron las sospechas que iban creciendo en mi interior durante todo el día. El móvil del Imaginarium que le había regalado la prima Eva al pequeñajo había desaparecido sin más.

Recuerdo que el día anterior lo había dejado encima de la mesa comedor mientras corría detrás del pequeño sinverguenza para llevármelo a la cuna. Al día siguiente, cuando bajé con el más madrugador de la casa en mis brazos ya no estaba.

No podían haberlo recogido para comer porque el asunto ocurrió después de la cena y antes del desayuno. Así que esa posibilidad estaba totalmente descartada. me había metido en el papel de un detective de novela. Tenía que encontrar el juguete perdido.

Lo segundo que pensé es que se había caído al suelo porque alguien le diera un golpe casual. Y que otra patadita casual lo había mandado denajo de algún mueble. Peiné la zona metódicamente. Miré debajo de todos los mueble, encima, a un lado, al otro... Nada de nada.

¿Se lo habría subido Raúl a la habitación anoche? Sería muy raro porque el resto de los regalos de Navidad permanecían en el salón para disfrute de los niños. Aun así peiné también el cuarto. Una ardua tarea, teniendo en cuanta el estado de la habitación. Danielillo no me daba tiempo de recoger una cosa y ya estaba sacando otra. Encomendé la suerte del pequeño a su padre y me dediqué a revolver todo.

Tampoco apareció. Había llegado el momento de interrogar a los testigos: tíos y primos. Ninguno se salvó de la gran pregunta: ¿Habéis visto un móvil del Imaginarium? Tampoco hubo éxito.

En un moento de la tarde vino Raúl esperanzado preguntándome dónde lo había encontrado. ¡Pero si sigue desaparecido!. "Cómo me ha dicho el primo Pablo que lo habías encontrado..." Así que el primo Pablo... Hum hum, habrá que investigar esta nueva vía.

Vía muerta, el primo Pablo creyó habermelo oído decir en una de estas que preguntaba a voz en grito : ¡¡¡¡¿Alguien ha visto el movil de Danieeeeeeeeeeeeeeel?!!!

Todo en vano. Dejamos encargados a los tíos Merce y Candi que estuvieran atentos por si la dueña de la casa rural lo encontraba, pero no pudimos hacer más. Así que será mejor que el próximo año vaya metiendo los regalos de Daniel en un saco y lo guarde bien bien para que los duendes no tengan tentaciones.

Este es el misterioso caso del Teléfono móvil del Imaginarium. Si lo hubiera resuelto tendríamos novela negra. Una pena que siga perdido.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Navidad











Este año nos hemos reunido con la familia paterna de Raúl para Navidad. Sus tíos Candi y Merce nos han invitado a una casa rural de lujo en un pueblo de Ávila. La casa era enorme, incluso tenía un jacuzzi junto al salón de dos metros por cuatro. Algo increíble. Grande tenía que ser para albergar a tanta marabunta. Los tíos de Raúl tenían una residencia a pocos metros de allí para mayor comodidad a la hora de preparar comidas, cenas e inventos culinarios. Porque ¡vaya paliza que se dio la pobre tía Merce! Mientras el resto nos dedicábamos a engullir.

El pueblo es muy bonito y aprovechamos que nos hizo buen tiempo para pasear a Danielito por sus calles y cuestas, porque no vimos ni una sola que no tuviera pendiente. Incluso le llevamos a unos columpios muy chulos. El pequeñajo se lo pasó muy bien con sus primitos. La familia me animaba a mantener al bebé despierto hasta altas horas de la noche, pero Daniel me exigía cuna cuando el reloj ya pasaba de las nueve. No está acostumbrado a trasnochar. La verdad es que yo estaba también agotada y no tardaba en seguir al chiquitín al mundo de Morfeo. Así que nos perdimos la entrega de regalos de Papa Noel e incluso el pistoletazo de salida del cumpleaños de mi marido cuando sonaron las doce campañadas del día 25. El 26 de diciembre nació el hombre de mi vida.

El problema de perdernos la llegada de Papa Noel (aunque en esta ocasión fue su esposa la que nos visitó, según me contaron), fue que luego no había manera de juntar a la familia para que Daniel abriera sus regalos. Así que se los fueron dando por cuentas gotas, e incluso alguno lo abrió por su cuenta ya que estaban amontonados en un rincón. Yo lo prefiero porque así juega tranquilamente con una cosa sin sentirse abrumado.

Las noches fueron un poco problemáticas porque la familia de Raúl es muy ruidosa y montaron un escándalo considerable, pero tuve suerte y Daniel no se despertó muchas más veces de lo normal. Los gritos de los familiares también alejaron a nuestro pequeño del jacuzzi ya que había eco y le daba terror. Pudimos meterlo un par de veces que no había mucha gente, pero de todas formas creo que se lo pasaba mejor corriendo por las calles. Los jacuzzis no se han hecho para los bebés.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Depilación: Misión imposible


Algo que antes parecía tan fácil, aunque siempre doloroso, se ha convertido en algo de difícil consecución. Con el niño, los trabajos, la casa, las necesidades primarias (como comer, por ejemplo) y guardar algunas horas para dormir (no muchas)... ¿Cuando demonios me voy a depilar.. o a cortarme el pelo? Estas navidades, como nos íbamos a una casa rural con un jacuzzi enorme y luego a Las Palmas de Gran Canaria, acuciaba la necesidad de la depilación.

Así que hice equilibrios con mis tareas, horarios, trabajos y bebé para buscarme un huequito. ¡Vamos! Que si tardaban un poco en atenderme me tendría que ir con los pelos puestos porque sólo tenía unos quince minutos, entre que volvía del trabajo, dejaba todas las cosas del bebé preparadas, iba a depilarme y luego a recogerlo a la guardería. Todo cuadraba.

Hasta que surgió el imprevisto. El pobre Danielito se puso malo, así que otra vez a hacer equilibrios para pedir el día libre y cuidar de mi pequeñín. Ya daba por pedida mi hora en el centro de estética (que ya había tenido que cambiar una vez con anterioridad por otro imprevisto). Pero de repente me llegó la salvación en forma de Yoli, nuestra portera, que es majísima y muy buena gente. Esta generosa accedió a cuidar del enano mientras yo iba a ponerme guapa.

Me fio de ella y encima le cae muy bien a mi pequeñín, así que no había mas de qué hablar. Yoli llegó incluso antes de la hora a mi casa. Daniel estaba durmiendo, así que todo iba sobre ruedas. Me fui corriendo a la depilación, agobié a la chica para que se diera prisa y volví a la velocidad del rayo. Daniel estaba viendo la tele con Yoli tan ricamente. Con los mofletes rojitos por la fiebre y los ojitos somnolientos. En cuanto me vio estiró sus manitas hacia mi.

Misión cumplida en tiempo record. Daniel y yo volvíamos a estar juntos.

martes, 21 de diciembre de 2010

Papa Noel adelanta un regalo porque Daniel está malito






El día en Toledo fue demasiado para el pequeño Daniel y ha sucumbido a una fiebre ligera acompañados con violentos ataques de tos. En la guardería nos dijeron que nos aconsejaban que nos lo lleváramos a casa. raúl me dijo que le parecía exagerado y que el niño estaba bien, pero cuando llegué a casa y lo vi no me éstuve de acuerdo con él en absoluto. Mi pequeñín necesitaba de los cuidados de su mamá y de su papá.
Justo ese día tocaban las vacunas de los quince meses, pero la enfermera dijo que no se le podían poner porque estaba malito, asi que nos dio hora para después de Navidad. Midió y pesó la niño y concluyó que estaba por encima de la media en altura y por debajo en peso. Quien lo diría con lo que enguye el pequeñajo. También es verdad que todo lo quema con esas energías que tiene.
Con respecto aus resfriado le receto Dalsy, la panacea de los bebés, y un jarabe para la tos.
Pedí el dia libre en el oficina para que se quedara en casa al día siguiente. Me dijeron que lo tenía que recuperar porque estaban hasta arriba de trabajo, así que ese mismo día me quedé hasta las 18.15 currando. Menos mal que pude llegar para bañar, dar de cenar y acostar a mi pequeñín.
Al día siguiente le adelantamos un regalo de Papa Noel para que estuviera entretenido. Una mesa de actividades monísima. Y le encantó. Estuvo mejor durante todo el día, aunque a eso de las cuatro le dio un bajón, pero enseguida se recuperó.
Un día después tuve que volver al trabajo y madie se podía quedar con el chiquillo, así que lo tuvimos que mandar a la guardería de nuevo. Menos malq ue ya no tenía fiebre. Salí pitando del trabajo para poder recogerle antes. Las cuidadoras me dijeron que había tenido un dia fenomenal. Tenían a casi toda la clase de baja por enfermedad así que habían podido cuidar al mio como le gustaría. Lo siento por los demás niños, pero fue una suerte para mí.
Ahora ya está un poco mejor. Le quedan resquicios de tos, pero ya juega y salta como antes, lo que es buena señal.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Enganchado a la tele

Que tendrá la tele que nos deja zombis. Y los bebés no son una excepción. Les pones su programa favorito y se les salen los ojos. Ya lo tienes tranquilitos por lo menos una media horita.

A mí, personalmente, no me gusta enchufar a mi niño a la tele. Prefiero que juegue, corra y salte. Pero hay momentos en los que es necesario. Por ejemplo cuando come. Se queda tan abducido por la tele que ni se da cuenta de lo que le están metiendo en la boca, así que hay que aprovechar para darle el máximo de fruta posible, ya que la odia y de otra manera es casi imposible que se la coma. Después de comer le suelo dejar un ratito más sentado en la trona y mirando a la pantalla mientras recojo. A veces, incluso me siento con él para descansar unos minutos. Pero no hya que abusar del truco porque Daniel se cansa y te exige que le bajes al suelo con lloriqueis y contorsiones.

Creo que no es un niño que vea mucho la tele, pero un poco sí que le tengo que exponer a la caja tonta. Para que coma bien y por mi salud.

¡Yo solito!








Cómo está el niño de independiente. Si le quieres dar la mano para caminar te contesta con un manotazo que quiere decir "¡Quita!" y cuando le das de comer no hace más que intentar quitarte la cuchara para usarla él a su pintoresco modo. Es decir pringando todo lo que haya alrededor.
Si se trata de comida sólida alarga sus manazas para hacerse con el plato y con todo su contenido. El problema es que a veces el alimento no acaba en su boca. Y cuando de aburrre no se ocurre otra cosa que volcar el plato.
En ocasiones, incluso intenta vestirse y desvestirse el solito, aunque por ahora con poco éxito. Menos mal que está su mamá cerca para ayudarle.
A pesar de sus ansias de autonomía y justamente por ese motivo la madre niencuentra ni un minuto de paz. Hay que correr detrás de él en todo momento para que no se rompa la cabeza. Con el peligro añadido de que no quiere que le agarres de ninguna manera, así que hay que hacerle un seguimiento muy de cerca para poder anticiparte a las situaciaciones catastróficas. Una etapa del niño llena de sobresaltos a la que hay que sobrevivir.

Se nota que en esta guardería fomentan su autonomía. Eso es muy bueno, lo sé, pero a mi no me queda claro que mi pequeñín todavía tenga edad suficiente para ir despegándose de las faldas de su madre. Aunque él está encantado de intentarlo

domingo, 19 de diciembre de 2010

La inauguración de la casa de Eva


Llegamos un poco tarde a casa de la prima de Raúl. Allí estaban ya mi suegra y mi cuñado. Daniel volvía a ser el mismo lagartijilla de siempre. Aunque a mí que vomitara me había dejado intranquila. Encima se le estaba acentuando una tosecilla que no auguraba nada bueno.

La casa de Eva estaba genial. A Daniel le gustó mucho recorrérsela. Aunque habían algunas cosas a mano que no eran aptas para sus dedillos.


Estuve muy atenta del pequeñajo, aunqeu afortunadamente Chari tomó el relevo de vez en cuando. Llegó el segundo grupo de visitantes, decidieron dar una vuelta por el centro de Toleod para ver las luces. A mi no hacía ninguna gracia por la tos y el frío, pero pensé que a Daniel le encantaría. así que después de un buen rato de tira y afloja y ni para alante ni para atrás, salimos a la calle bastante tiempo después.


Allí no encontramos con mi cuñada y su familia al completo. "¡Vaya horas de llegar!" le increpó su prima con cariño. Con algunas reservas se apuntaron a la excursión y fuimos todos al centro. Allí Daniel se lo pasó bomba con las luces y la pandereta que le compramos en una tiendita. Pero yo sufría por la hora. Madre mía. A qué hora se va a acostar el niño hoy. Pues entre pitos y flautas y que Raúl se empeñó en quedarse a cenar se acostó pasadas las once.


Encima, el pobre Danielito se quedó atrapado en el ascensor cuando volvíamos de la excursión. Se quedó con su padre, su tío, sus primos... y yo fuera mordiéndome las uñas. El novio de Eva, Joserra, se portó fenomenal y no dudó en ningún momento. Llamó el servicio técnico y lo esperó en la puerta del portal. A mi pareció que tardaban una eternidad, pero finalmente me entregaron a mi chiquitín. ¡Menos mal!

sábado, 18 de diciembre de 2010

En Toledo con Patricia, Pepe y Guillermo

Por fin he ido a visitar a mi amiga Patricia. Está embarazada y spera un Guillermito con toda la ilusión del mundo. Vive en Toledo, así que cuando la prima de Raúl dijo que nos invitaba a la inauguración de su casa, que se había conmprado en el mismisimo Toledo, hablé seriamente con Raúl para hacer parada primero en el pueblo de Patricia.

Yo me veo incapaz de ir conduciendo hasta allí. Y menos con el niño. Nos presentamos en su casa con un niño revoltoso que se las prometía muy felices, pero que se encontró en la casa con alguien de su tamaño. Flaco, el perro de la casa, no perdió la oportunidad de olisquear al invitado e intentar jugar con él por todos los medios.

Al principio Daniel estaba encantado, pero acabó sintiéndose acosado. Y como el perro era de buen tamaño tuve que ir a socorrerlo. Patricia tenía al pobre animal encerrado para que no nos molestara. Con lo que nos gustan los perros a Daniel y a mí. Lo dejaba salir un ratito a petición mia y luego lo volvía a encerrar.

Como llovía nos quedamos todo el rato en la casa, que estaba muy bien. Estuvimos contándonos nuestra vida en la medida en la que Daniel lo hacía posible. Que era poca. Al poco rato se nos unió el novio de Patricia, Pepe. Que se dedica a profesor. Una profesión que considero de alto riesgo, pero que por sus palabras parecía la más hermosa del mundo. ¡Eso si que es vocación!

Daniel daba guerra en todo momento y yo le iba dando cositas de picar para que se estuviera calado. En una de estas le di un trocito de aceituna y al pobre se le debió atragantar porque vomitó toda la comida. Encima de su ropa y de su carrito. Patricia y Pepe ni se inmutaron. una suerte porque siempre se junta el palo de la situación con la preocupación por tu hijo. Menos mal que teníamos recambio de todo menos de zapatos. Y el carrito lo salvamos un poco con toallitas húmedas. después del desastre decidimos que era la hora de dormir la siesta, así que tumbamos al pequeñajo en la habitación de invitados, que afortunadamente tenía un colchón tirado en el suelo para más tranquilidad mía y de la cabeza del chiquitín. Me costó un mundo que conciliara el sueño, pero nos dejó comer y charlar un rato tanquilos.

Después de la comida nos tocó salir pitando a la casa de la prima de Raúl porque ya se nos había hecho tarde.

viernes, 17 de diciembre de 2010

El mas bruto del parque




Esta historia la cuento como una tercera versión de los hechos. La narro aquñi porque me hizo mucha gracia. E incluso, aunque esté mal decirlo, me enorgullece.


Resulta que estábamos en el paerque infantil, dónde los niños disfrutan dfela típica casita, con puente y tobogán. A mi hijo le encanta. Cuando hay muchas madres me despreocupo un poco y dejo de correr de un lado al otro para que mi hijo no se rompa la crisma, porque sé que al otro lado hay dos o tres madres como yo cuidando de que ningún niño se tire de cabeza al vacío. Así que no vi nada.


Parece ser que habían dos niños mayores que pararon a un perqueño de un año y medio impidiéndole tirarse por el tobogán. "Esto es de mayores" le gritaban los dos interponiéndose en su camino. A esto que aparece mi brutote, les da sendos empujones, los aparta y se tira tan pancho. Ante el gesto, pro lo visto los niños no supieron que hacer y se fueron, con lo que el amiguito de Daniel también se pudo tirar tan tranquilo.


Yo estaba en el otro lado del puente y corría a recoger al niño a los pies del tobogan cuando oigo comentar a dos madres. "Pues sí que hce honor a su nombre: Daniel el travieso", "Pero, ¿has visto como los ha apartado? Y sin dudar". Me eché a temblar. Estas chicas hablan de mi hijo seguro. Pero cuando em contaron la anécdota me eché a reir y me sentí un poco orgullosa de mi camorrista pequeñajo. Aunque esté mal, porque no hay que empujar a los otros niños.

El arbol de Navidad





















Por fin hemos puesto el arbol de Navidad. Raúl se empeñó en hacerlo ayer, tras el trauma del curso. Se armó de los bártulos y al salón.La verdad es que son pocos, porque el belé lo tenemos en una figura de una pieza que incluye incluso los reyes. Muy bonita. Y el árbol es uno de Ikea de muy fácil montaje. Un palo y un cono desparramado por encima con las bolas ya incluídas. Lo0 único que le llevó un poco de tiempo fue ponerle las luces.


Cuando por fin acabó con su labor, cinco minutos le llevó, se giró sonriente hacia su hijito y le llemó. Daniel desvío su atención de la televisión y se percató enseguida de la novedad. Alzó su dedito y se puso a gritar histérico. Se levantó, se puso a correr hacia el árbol, se paró a una distancia prudente y siguí gritando y apuntando con su dedito al árbol. Nos quedamos estupefactos. Con mimos y frases sugerentes le acercamos a uno delos adornos más típicos de la navidad, pero el niño seguía gritando y señalando el árbol. Lo único que conseguimos fue que rechupeteara una de las bolas, pero sin poner en las ramas y bien lejos.


Su primer encuentro con la Navidad no ha sido muy satisfactorio que digamos. Según su padre, al día siguiente, entró en el salón por la mañana y volvió a repetir los de los gritos y el dedito. Cuando le traje del parque esa misma tarde, más temprano que de costumbre porque hacía un frío inusual, se dedicó a ignorar las bolas, las ramas, el belén. Al menos ya no gritaba presa del pánico.

jueves, 16 de diciembre de 2010

El curso




Amargada. Salí del curso amargada. Antes de entrar vi y oí a mi hijo llorar como un venado. Y eso me marcó. Me dio la impresión de que lo dejaba abandonado en manos extrañas para ir yo a divertirme. Aunque todos me aseguraban que era por su bien y que lo que iba a aprender en el taller me serviría para criarle mejor.

El taller estuvo muy bien. Fue muy didáctico y práctico. En la parte teórica te contaban lo que ya todos sabemos, que el niño no puede tener todos los juguetes que quiera, hay que decirle que no de vez en cuando, que hay que jugar con ellos para estimular su imaginación y enseñarles cómo se hace (en caso contrario se cansarán muy rápido de los juguetes. Jugar sólo es muy aburrido), que tanto niñas como niños pueden jugar con cocinitas, coches, muñecas y cualquier juguete indistintamente (eso ya lo sé, y si no le he comprado la cocinita para bebés al mío es porque me parecía escandalosamente cara, pero ya le caerá una para mayores cuando tenga suficiente edad, que hay que comprarles los juguetes según la edad y sus gustos, no los de los padres (Aquí reconozco que peco, con la cocinita jugaré más yo que él ¡me encantan! y lo de la edad... Si lo vigilas constantemente puede jugar con algunos juguetes para niños un poco más mayores. Es que son tan monoooooooos).

También te enseñaban que los niños tiene que aprender a perder para divertirse y no frustrarse cada dos por tres. Pensaba que eso también era algo lógico, pero lo primeor que me dijo Raúl cuando se lo conté era que el suyo tenía que ganar. Que fijación. ¡Pues el mío tiene que pasárselo en grande y no cogerse las perretas del siglo por no ser el primero. Yo quiero que sonría siempre.

En la parte práctica construímos un árbol de Navidad para bebés. Para hacerlo con ello y que lo destrocen luego tranquilamente. Era muy fácil. Los papis tenemos que hacer un cono de papel relleno de periódicos. Después se rellenan bolsas de congelados con otro tipo de papel arrugado y hecho bola (pinocho, charol, plata... uno que no pese mucho), se cierran las bolsas con un nudito y se pegan en el cono hasta forrarlo entero. La estrella la hacen los papis también. Se recorta su forma en una cartulita, se pega en un palito y se pincha en la punta del cono. A partir de aquí que vuele la imaginación. Se pueden hacer camapanitas con trozos de la caja de los huevos forrados con papel plata, lazitos hecho con papel lleno de dobleces, se pueden colgar caramelos, hacer figuras con masa de moldear con agujero para pasar la cuerda que luego pegaremos en el árbol... Todo vale. Armados de celos iremos pegando esas fantasías dónde nos indique nuestro hijo.

También nos enseñaron a construir instrumentos para cantar villancicos. Rellenar un globo con arroz es lo más sencillo, también podemos rellenar un actimel con los mismo, lentejas, garbanzos, lo que queramos, y taparlos con una globito. Lo más original es coger un tubo para cables de la electricidad, darle al menos una vuelta para que quede con forma de trompeta y salga un pitido muy singular cuando se sople por un extremo. En el otro extremo podemos pegar un embudo para que amplifique el sonido. Luego pegaremos todo con cinta de pintor para que quede fijado.

Fue muy interesante. Qué pena que yo no pudiera pensar en otra cosa que no fuera mi hijito. Cuando acabó salí pitando para abrazarle fuerte y llevármelo a casa. ¡Por fin juntos!

Pusieron el árbol en la entrada, pero para cuando le quise hacer una foto los niños ya habían hecho de las suyas y tenía un aspecto desolador. ¿Por qué serán tan destructivos?



miércoles, 15 de diciembre de 2010

No me entero de nada


Cuando me dieron la circular en la guardería me encantó la idea. Un curso para aprender a jugar con tu hijo. Claro que iríamos. Daniel y yo nos lo íbamos a pasar genial juntos. Pero hoy me yhan tirado una jarro de agua fría. El curso es sólo para mi. El niño se queda en la guardería las dos horas que dura en custodia. vamops que le alargo las clases hasta el infinito. Eso ya no me hizo tanta gracia. Me da la impresión de que el niño se iba a quedar desconsolado viendo como a los demás bebés se los llevaban sus papás y su madre que no viene, que no viene.


La directora me aseguró que por un día que dejara al niño diez horas en la guardería no pasaba nada y que el curso sería muy productivo para mi y la relación con mi hijo. medio convencida me fui a buscarlo a su clase. Allí sus profesoras me hicieron cambiar de idea en el acto. Claro que lo iba a notar y claro que iba a sufrir si no veía a su madre aparecer por la puerta. Angustiada volví a secretaría para anunciar que finalmente renunciaba a asistir al taller. Pero la directora me lo impidió. "Es lo mejor para el niño y sólo va a ser un día" me aseguró.

La verdad es que yo tenía muchas ganas de ir así que me dejé convencer. Pero por dentro me reconcomía la culpa por abandonar así a Daniel durante dos horas. Una vez en el parque infantil lo comenté con otros padres que me dijeron lo mismo que la directora. Mi marido igual. "Ve al curso y luego me lo cuentas que al niño no le va a pasar nada". Así que mañana iré al taller. Espero que valga la pena.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Cuando un niño entra en tu vida, salen todas tus cosas de casa

¡La de cosas que necesita un niño! Para que entren todas en nuestro piso primero tenemos que tirar parte de las nuestras. Y la de juguetes que hemos reunido en su primer año de vida. No quiero ni pensar cómo estará la casa dentro de siete. Me parece que tendremos que mudarnos a otro piso y dejarle este para sus cosas exclusivamente.
Evidentemente exagero, pero es que ya no sé donde meter tanto pañal, ropita, juguetes, hamaquita... Con lo pequeños que son los bebés y lo grande que son sus cosas. Esto es cmo las muñecas y sus miles de millones de accesorios. Si te flipas puedes rodear al niño de un montón de cosas. Algunas inservibles.

Cada bebé es un mundo así que no todo sirve de la misma manera con unos y con otros. Eso sin contar que cada madre también es diferente: con sus gustos y manías. Así que hay cosas que me recomendaron encarecidamente que se han quedado cogiendo polvo y otras con las que no puedo vivir que otras madres han desechado enseguida. Por ejemplo el cojín para dar el pecho ha sido uno de los grandes inventos de la humanidad desde mi punto de vista. Mi espalda lo agradeció enormemente. En cambio, los tirantes para andar no me sirvieron para nada. El niño estaba incómodo así que no hubo manera. Otras coas brillante que muchas madres me han dicho que es una chorrada es el chupafrutas, aunque no estoy segura de que se llame así. Es la redecilla en la que metía comida de adultos para que Daniel la degustara sin atragantarse. ¡Cómo disfrutaba el pequeñajo!

Es que encima, además de las cosas imprescindibles, que ya son legión de por si, yo soy de las que pecan ante los bonitos diseños y colores de los accesorios para madres babeantes. Con lo que cada cierto tiempo aparezco sonriente con algo nuevo y Raúl se ve en la obligación de reñirme. Aunque siempre acaba queriendo probar el nuevo a ccesorio o juguete con resignación. "Pero no compres nada más" Es su coletilla. Por supuesto no le hago ni caso. Menos mal que no tengo un duro y sólo compro chorraditas porque si tuviera dinero mi hijo ya tendría un parque de atracciones en casa para invitar a sus amiguitos.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Batacazos

Este niño va como un loco por la vida. Ahora le ha dado por correr mirándo hacia atrás y riéndose. Yo le grito que mire hacia adelante, peor ni caso. Así se da los tortazos que se da.
Por fin está aprendiendo a retirar los deditos cuando cierra la puertas, porque le encanta eso de cerrar y abrir puertas. Se lo pasa bomba. Lo malo es que siempre acaba la diversión con un pequeño accidente y el niño berreando y enseñándome la manita accidentada. Ahora retira los dedos justo a tiempo. Aunque te da unos sustos: "Cuidado. Los dedos... ¡Los deditooooos!".

El otro día casi se me tira de cabeza por el tobogán del parque. Lo pillé en el último momento. Y en la guardería ya ha hecho caída libre desde una mesa de actividades. Si le tuve que llevar al dentista y todo. Me ha dicho que parece que no es nada, po que habrá que esperar a los seis años para ver si se ha dañado el diente permanente.

Si es que es muy brutito y no mira para donde va. Y los mayores tenemos que estar corriendo detrás de él para que no se haga demasiado daño, porque que no se caiga de vez en cuando o evitar que se dé algún golpe de vez en cuando es imposible. Es demasiado rápido.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Alimentacion equilibrada






Alimentar a un bebé es cosa seria. Al principio de la vida de Daniel me lo tomaba muy en serio. Quería introducirle los distintos alimentos en su justo momento. Ni un día antes, ni un día después, Los cereales a los cuatro meses, la fruta a los seis, la verdurita a los seis y medio... Aunque a veces me encontraba con intromisiones en su dieta... Incluso por parte de las chicas de la guatdería, ya que, por lo visto, cada pediatra dice una cosa.

Ahora es otro cantar. Con más de un año me he relajado un poco y el niño prueba de todo. Y con que gusto. Si es que le encanta comer. Cómo se rechupetea los dedos cuando se come unas gambitas fritas o unas lentejitas, incluso el cocido madrileña. Se le iluminan los ojillos sólo de oler una plato sabroso.

También ha probado ya la leche de vaca con colacao. Le gusta muchísimo. Y el agua de grifo. A veces te pide agua cuando la estás bebiendo y la quiere de tu vaso. Nada de vasos de bebés o biberones.

Da gusto verle comer.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Discrepancias

Y seguimos sin ponernos deacuerdo mi maridín y yo. Qué difícil es criar a un niño entre dos. Resulta que el otro día le pido que me vigile al bebé mientras comía, porque yo estaba liada con otra cosa no menos importante.

Cuando salgo de la cocina me encuentro al pequeñajo masticando solito en el salón. ¡Qué disgusto! Y si se atraganta... ¡Qué! Raúl me miraba como si le estuviera hablando en chino.

Igual que en muchas otras ocasiones en las que mi lógica me dicta una cosa y la suya otra. Por ejemplo, yo pienso que hay que hacer el menor ruido posible cuando duerme el pequeñín y Raúl que hay que hacer mucho ruido para que se acostumbre. Claro. Cómo luego no es él el que se tiene que levantar en medio de la noche a atender a un niño sobrexitado...

Yo le riño por unas cosas y él por otras. El caso es llevarme la contraria. Pero es lo que hay y lo que sucede en muchas familias. Es muy difícil pensar igual. Espero que Daniel supere el trauma de tener dos padres tan diferentes. Estoy segura de que sí. Y que incluso los usará en nuestra contra para salirse con la suya. ¡Menudo es este pequeñajo!

miércoles, 8 de diciembre de 2010

En Elda con los bisabuelitos


Otra vez en Elda para visitar a los bisabuelos. Daniel llegó temeroso a la casa, después de un viaje infernal en coche en el que dirigía todos sus esfuerzos a escapar de la sillita. Pero a los pocos minutos se aclimató y ya estaba haciendo de las suyas lejos de los brazos de su madre.

A pesar de todo los bisabuelos estaban encantados viéndolo correr de un lado a otro, tirando los libros, desparramando comida, arrancando las hojitas de las plantas... Con una sorisa y alguna monería se ganaba a mis abuelos que lo dejaban hacer. De vez en cuando se peleaba con mi abuelo por la impresora o le liaba alguna buena a mi abuela en la cocina.

Nos pillo un tiempo un poco regular, pero pudimos sacar a la fiera todos los días al parque infantil para que no les destrozara la casa por completo.

Estuvo jugando con sus bisas todo el fin de semana y se pegó algún golpe que otyro por hacer el cabra, pero enseguida se la pesaba la llorera y volvía a las andadas. Raúl y yo tuvimos que emplearnos a fondo para cuidar de él.

El último día intentamos atrasarle la siesta todo lo posible para que se durmiera en el coche, pero fue imposible.Cuando el niño tiene sueño se pone muy llorón y nada le agrada ni le entretiene. Así que lo tumbamos una horita y media antes de irnos. Cuando llegó elmomento de despertarlo para subirlo al coche nos constó muchísimo y no le hizo ninguna gracia. Mi abuela me recriminaba mi crueldad hacia el pequeñín.

Por fin nos pusimos en camino, y parecía que Daniel se esforzaba por no dormirse y darme a mi la lata, pero al final no puso soportar más el sopor del calorcito que le entraba por la ventana y el runrun del motor. Cerró los ojitos y se quedó dormido gran parte del viaje. Ni siquiera tuvimos que hacer una parada entre medias y llegamos a Madrid después de tres horas y media de viaje.

Cuando Daniel abrió los ojitos quedaban cien kilómetros para llegar a nuestro destino, así que le distraje con la merienda y mi repertorio de los catajuegos para que se le olvidara que iba sentadito y bien atado.

Una vez en casa, le tocó cena, jugar un ratito y a la cuna de cabeza, que el pobre estaba agotado con tantas emociones. El baño nos lo saltamos de forma excepcional porque ya era muy tarde.

Los Reyes Magos


Me suena el móvil y milagrosamente lo oigo. Soy un desastre para esos cacharros. Miro la pantalla y me da un vuelco el corazón. Por fin. Ya era hora. Este año se les ha hecho una poco tarde. Le doy al botón con el teléfonito verde y me pongo el móvil en la oreja emocionada.

- Dácil. Hola. ¿Cómo estas?

- Estupendamente. Ya pensé que con esto de la crisis este año no me llamábais y me tocaba a mi ejercer de vosotros.- Una risa casi juvenil viajó por las ondas.
- Hay que tener más fe en nosotros. Aunque parece que en los tiempos que corren los niños se niegan a creer. Ya no gusta la magia como antes. Y se pierde la ilusión.- Me comentó Baltasar con un deje de pena en la voz. Porque era el mismísimo rey mago negro. Yo estuve de acuerdo con él, pero le prometí que eso no pasaría con mi Daniel. Estoy encantada con mi nuevo papel de paje de oriente y eso que sólo los obstento desde hace apenas 15 meses.
Resulta que ahora me entero de que los reyes utilizan a los padres de pajes reales para repartir los juguetes. De otra manera sería imposible. Por muy reyes magos que sean. Cuando recibí la llamada de uno de ellos la primera vez, pensé que me estaban tomando el pelo. Si claro, los Reyes Magos. No tiene usted otra cosa que hacer que gastar bromas por el móvil. ¡Que se le oye mayorcito! ¡Qué verguenza!

Les costó una visita en persona que me creyera que erán ellos. Al gordito de rojo le costó menos. Papa Noel me llamó más tarde. Es un poco dejado y casi se le echan encima las primeras Navidades de Daniel.

- ¿Ya sabes que quiere tu hijo estas Navidades? - Me preguntó Baltasar haciéndome retornar la presente.

- Claro que sí. He estado observándole muy atentamente. Y aunque aún no habla, te puedo decir que se decanta por los garages, los caballitos del parque y en la guardería no para de jugar con una mesa de actividades.-Contesté entusiasmada.

- Veo que has hecho bien los deberes. Ya lo he anotado todo. Nos pondremos deacuerdo con Noel para repartirnos tu pedido. ¿Se ha portado bien el muchacho?

- Bueno... teniendo en cuenta la edad que tiene, hace lo que puede.- Afirmé muy seria.
- Pues nada. Apuntado queda. Te dejo porque aún nos quedan 23.456.359 padres a los que llamar y se nos hecha el tiempo encima. Si Noel nos ayudara otro gallo nos cantaría, pero ya le conoces... Le sacas de su taller de juguetes de Polonia y es un desastre. Bueno Dácil, encantado de volver a hablar contigo. Saluda a tu marido de nuestra parte y dale un besazo bien gordo al pequeño Daniel.

- Así lo haré Majestad.- El suave click me indicó que Baltasar ya había colgado. Muy contenta por haber cumplido con mi misión satisfactoriamente. Seguí comprando en el supermercado, que era lo que estaba haciendo cuando recibí la llamada. Ahora sólo quedaba esperar para recibir los juguetes.

¡Que bonito es ser padres!

lunes, 6 de diciembre de 2010

Biberones de madrugada


A Daniel no se le quita la costumbre de berrear de madrugada para pedir su biberón extra. Y lo que es peor. Hablando co otras madres parece ser que, o tomo medidas drásticas, o va para largo. A mi eso de matar a mi hijo de hambre unos pocos días no me atrae. y menos si significa que lo tengo que tener berreando otras tantas noches. Casi prefiero perder media hora de sueño y enchufarle la tetina. Me sale a cuenta aunque me rompa el plácido sueño. ¡Cuando volveré a dormir ocho horas seguidas!

Porque, el día que se lo dejo a mi suegra, suelo tener que levantarme a trabajar al día siguiente y muchas cosas que hacer, así que tampoco junto tanto tiempo de descanso. Aunque se agradece en el alma. De todas formas, me remuevo inquieta cuando no lo tengo en la otra habitación dando guerra. debe ser que en el fondo soy masoca.

Así que nada. Seguiremos saciando el hambre intempestiva de la fierecilla hasta que se acostumbre a los horarios de los adultos. Luego me vengaré y le levantaré tempranos cuando venga de sus juergas. Todo llega y lo de poner la aspiradora tempranito me resulta tentador.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Chapoteos descontrolados


Daniel se lo pasa bomba en la bañera. Ya se la leno bastante porque no cabe en la de plástico. Este niño crece por días. El ritual empieza cuando abro el grifo. El bebé se pone contentísimo y busca cosas por todo el baño que pueda tirar dentro de la bañera. hay que tener mucho cuidado porque no todo se puede mojar. Le encanta que le llene el borde de botellas de gel, champú, acondicionador... para que él pueda empujarlas y estudiar su trayectoria. Hace poco descubrí que los sujetapuertas que tengo para que no se pille sus deditos se pegan a la pared de la bañera si se mojan y encima hacen un ruido particular cuando se frotan en la superficie porcelanosa. Toda una fiesta.

Cuando el agua está al nivel y la temperatura adecuadas, le quito la ropa al pequeñajo mientras le canto y le bailo. una ardua tarea. normalmente sólo muevo la cabeza y, a veces las manos, porque si no seía imposible sacar la camiseta por su cabezón. Acto seguido le sumerjo en el agua calentita. Daniel se emociona. Juega con las cosas que ha ido tirando y chapotea como un loco. A veces se pone a manotear y patalear con todas sus fuerzas. huelga decir que a veces acabo yo más mojada que él. Ayer se le ocurrió la genial idea de tirarme la esponja empapada, espero que no lo vuelva a hacer porque a mi no hizo ninguna gracias. Aunque él se moría de la risa.

Cuando veo que ya lleva un buen rato a remojo y coremos el riesgo de un molesto refriado, le saco de la bañera entre gritos, lloros y pataleos y le seco bien con una toalla gigante. Con toda la paciencia de la que soy capaz le llevo en volandas a mi cama, le rodeo de juguetes y me dedico a contorsionarme para poder ponerle el pañal, el body y el pijamita mientras él se retuerce y se recorre el edredón de un lado a otro. ¡Qué niño más inquieto!


Por último, le ponemos la batita, las zapatillas... y a correr. ya le puedo soltar por la casa para que haga de las suyas.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Regalos, muchos, pocos...

Qué difícil es encontrar la medida. Raúl me acusa de comprarle muchos regalos al niño. Dice que todos los días vengo con algún detalle para el pequeñajo y que le estoy llenando la casa de juguetes. La verdad es que cuando voy al hipermercado es muy difícil resistirme. Son tan monos y graciosos. Con esos diseños tan extravagantes y llenos de colorines. Además, hay cosas muy baratas. La mayoría de los juguetes son carísimos, pero hay otros que están muy bien de precio. Y al niño le encantan. Encajables, bloques, construcciones. ¿Quién puede resistirse? Raúl puede.

Y yo también, porque no es verdad que le traiga cosas todos los días. Es cierto que le llevo juguetitos sin venir a cuento. Pero es porque es mi primer año con Daniel. Estoy segura de que luego dejaré de fliparlo tanto. Este año le he encargado al gordito rojo y a sus amigos reales un millón de cosas para el enano, pero seguro que el año que viene no me flipo tanto y estos personajes mágicos viene más comedidos.

De todas formas no le doy todo lo que me pide porque el pobre no me pide nada. Yo compro lo que me da la gana. Habrá que verme cuando me pida los horripilantes "Gormities" o como se llamen esos mosntruos espantosos. Seguro que cederé, pero le va a costar su trabajo convencerme de que se los compre.

jueves, 2 de diciembre de 2010

El cilindro naranja


Me estoy leyendo el típico libro de cómo criar a tu revoltoso bebé. El problema es que está totalmente americanizado y no se dan cuenta de que yo no vivo en una bonita casa adosada con jardía. Así que me hablan de construir toboganes y casitas en mi garage lleno de herramientas. Esa parte me la salto tranquilamente. no me imagino mi salón lleno de esos trastos. Para eso está el parque infantil. Además, Raúl me mataría si abre la puerta de casa y se encuentra con semejante tingladol.

El caso es que me he ido directa a juegos pedagógicos que necesiten menos infraestructura. Uno de los que más triunfa es el típico de encajar piezas. Daniel tiene un cubo en el que puede meter un círculo, un cuadrado, un rectángulo y una estrella, además de los números del uno al cuatro, pero eso es más difícil y lo practicaremos más adelante.

Al principio el niño cogía una figura al azar y probaba un poco. Por supuesto, era yo la que finalmente la guiaba la mano para que lograra el éxito. Entonces aplaudíamos encantados. Cómo el niño no es tonto, pero tampoco constante, le cogió enseguida el truco a la más fácil. El círculo naranja. Y lo metía sin ningún esfuerzo en su hueco naranja correspondiente. Yo le hacía una fiesta cadaque eso ocurría. Así que ahora va directo al círculo, lo saca del cubo, lo mete por su agujero me mira, aplaudimos, lo vuelve a sacra el cubo y vuelta a empezar. Las otras formas ni las mira.

Me parece estupendo que le haya cogido el tranquillo, pero me mosquea que ni intente meter la estrella, el cuadrado, ni el triángulo. Al menos el cuadrado, que también parece fácil. La estrella lo comprendo, con todas esas puntas, pero el cuadrado...






El caso es que decidí hacerle menos fiestas por el círculo, alcanzarle otras figuras y bailarle una sevillana si ahcía faltacuando metiera cualquier cosa que no fuera el círculo, aunque no tuviera nada que ver con el cubo (A veces coge piezas de otro juegos que caben en los agujeros y las mete muy feliz). Le alcanzo el cuadrado blanco y lo primero que hace es intentar encajarlo en el hueco del círculo. Al no conseguir nada prueba con el resto de los agujeros un segundo, sin casi mover la figura para hacerla encajar, y lo tira lejos de sí. Así que me toca devolvérselo, guiarle la mano hasta el agujero correspondiente, dar vueltas a la ficha hastaque encaja y hacerle la fiesta para gran regocijo suyo.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

El molde de sandwiches


Ana, una amiga del trabajo, me ha regalado un cortador de sandwiches para niños. Me explico. Es un molde con un borde afilado para hacer sandwiches con una forma concreta. En este caso se trata de dinosaurios. En cuanto lo vi me encantó. ¡Qué original!Y que fácil de usar. Esa misma tarde lo usaría para hacer más divertida la merienda de mi niño.

Esa tarde no pudo ser porque tuve mi cosas que hacer y del estres se me olvidó. Pero a la siguiente saqué el flamante molde naranja y encajé el sandwich rellenito de paté de atún. Se deslizó como la seda y sin ningún esfuerzo obtuve dos simpáticos dinosaurios. Me entró la tentación de hincarle el diente a uno, pero me contuve. Eran para Daniel.

Corrí a recogerle a la guardería y nada más acabar de ponerle el abrigo y una vez instañlado en su carrito. Abrí la bolsa y saqué el dinosaurio comestible. Daniel alargó su manita impaciente como hace todos los días. Agarró el sandwich estrujándolo. Y se lo llevó a la boca.

Ni siquiera se paró a admirar las formas prehistóricas de su merienda. Qué desilusión. Pensé que al menos le chocaría que el sanwich tuviera una silueta diferente, pero lo masticaba igual que siempre. Sólo hubo una diferencia. Agarrar a un dinosaurio por el cuello es más fácil que un rectángulo un poco grueso.

Me temo que el niño es demasiado pequeño para reparar es estos detalles que a los padres nos parecen tan graciosos. Menos mal que yo sí que tengo la edad suficiente y no dudé en comerme el otro dinosaurio. raúl también es lo suficientemente mayor y también le encantó el molde. Vi en sus ojos que a él también le gustaría comerse un sandwich dinosaurio alguna vez.

Ahora Daniel tiene dinosaurios todos los días. Hasta que se dé cuenta de los bonita que es su merienda comparada con la de los otros niños.

lunes, 29 de noviembre de 2010

El día de la nieve

Cuando vi que nevaba no me hizo ninguna gracia. Con lo que me cuesta a mí conducir del trabajo a casa en condiciones normales, como para que encima me pongan obstáculos y encima esa tarde no podía llevar al fiera al parque. Con lo insoportable que se pone si no sale a hacer de las suyas entre los columpios.

Me encaminé cabizbaja hacia la guardería pensando en la que se me avecinaba. Cuando recogí al chiquillo cambié de idea. En el fondo no hacía tanto frío. Y la nieve no estaba cuajando. Podía ir al centro comercial que tiene uin parque infantil sin suelo de tierra (barro cuando llueve o nieva) y dejarle que conozca la nieve. Aunqua ya tuve un primer encuentro con ella hace muchos meses, pero seguro que ni se acuerda. Y fue un fracaso total.

Le saqué del carrito y el niño se emocionó. Crría de un lado para otro agitando sus bracitos. De repente se puso exigente y me pidió como sólo el sabe hacerlos (a gritos) subirse en éste o en este otro columpio. Yo los secaba como podía y le complacía rezando para que no cogiera un resfriado monumental. El enano se los estaba pasando pipa.

De repente la nieve se tornó en lluvia. Eso significaba que ya no podíamos estar a la interperie por más tiempo, así que recogía a Daniel al vuelo en medio de una de sus locas carreras y me dispuse a meterlo en el carrito. El pequeñajo se retorcía como un energúmeno gritando a todod pulmón. No parecía muy dispuesto a ponerse a cubierto.

Por supuesto, yo no claudiqué. De otra manera estoy segura de que se hubiera cogido un enfriamiento serio. Con mucho esfuerzo logré encajarlo en el carrito, atarlo a todod correr, ponerle el plástico y meterlo dentro del centro comercial.

Una vez dentro tuve la tonta idea de volverlo a soltar para que viera el escenario de animalitos que habían montado con motivo de la navidad. Lo primero que intentó fue saltar la cerca que protegía el tinglado de niños destructivos como él. Pero era demasiado pequeño para lograrlo sólo así que se volvió hacia mí impaciente. Os podéis imaginar que a mi ni se me ocurría soltar a la fiera entre los monigotes para que se liara a mordiscos, patadas y manotazos y que me tocara luego a mi pagar los deserfectos. Así que tocaba otra perreta. De nuevo lo metí a duras penas en el carrito y me elejé volando de los malditos pingünos parlantes.

Pero el hombre es el único animal que tropieza varias veces con ñla misma piedra y volvía a soltar a Daniel. Esta vez para que se lo pasara bien en un cuadrado rodeado de unos muritos blanditos que tiene en el centro comercial para disfrute de los más pequeños. Craso error. Mi niño salía disparado hacia el otro lado del cuadrado e intentaba trepar por el murito y salir de cabeza. Con lo que yo tenía que correr más rápido si no quería que le apareciese un enorme chichón en la frente del insensato. Berreaba para salir, berreaba para entrar. Se colaba en las tiendas. Se empecinaba en que le cogiera para jugar con la cabina telefónica. Empujaba a los otros niños...

Cómo dice una amiga del parque infantil: Una pesadilla.

Así que, agotada, volví a meter a Daniel como pude en el carrito, con la consiguiente perreta y me encaminé a casa para bañarlo, darle de cenar y meterlo en su cunita, rogando para que se quedara dormido rápido. ¡Vaya paliza!

jueves, 18 de noviembre de 2010

Llora, patalea...

Con estos días de lluvia no me queda otro remedio que llevar al chiquillo al centro comercial cuando acaba la guardería. Meterlo en casa es desquiciante para los dos. Con lo a gustito que se está en el sofá las tardes de lluvia. Pero eso mi hijo aún no lo entiende y no para hasta que logra salir a la calle. Y si no lo logra llora y llora ante la puerta hasta cansarse.

Los centros comerciales no están hechos para bebés inquietos. desde luego no para el mio. Y creo que las compañeras de maternidad que a veces me acompañan en la ardua tarea de entretener a sus bebés piensan lo mismo.
Le llama la atención todo lo peligroso, quiere entrar en las tiendas, molesta a la gente que se está tomando tranquilamente algo en las cafeterías, se mete entre las piernas de los viandantes, se empeña en coger guarrerías del suelo... Y si osas impedir que haga lo que le venga en gana tenemos una pataelta tras otra. Y venga a llorar y retorcerse, y venga a gritar y pegarme. Uf, demasiado estrés. Qué ganas de que vuelva el buen tiempo y volver a nuetsro querido parque infantil. Dónde puede hacer el burro lo que quiera. O casi. Porque allí tampoco le está permitido coger basurillas del suelo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Qué difícil es criar a un hijo entre dos




La educación es un tema muy complicado. La teoría es muy bonita, difusa y contradictoria, así que sólo queda la intuición y experiencia de cada uno. Pero... ¿qué pasa cuando somos dos a tomar decisiones importantes sobre la vida de un hijo? Pues que raramente nos ponemos deacuerdo. Aunque hay que salir adelante como sea y sin que el niño note mucho las discrepancias, porque entonces pierdes autoridad.

Cuando uno decide que el niño debe seguir un horario estricto en plan academia militar, el otro piensa que un día es un día... casi todos los días del año. Siempre hay un motivo para romper las reglas. Cuando alguien decide que la hora del baño es una rutina importante que no hay saltarse. El otro piensa que hoy hace mucho frío, que el niño se va a poner malo si le hacemos la faena de desnudarlo y meterlo en el agua en ese momento: "Espera que se caldee un poco la casa para ponerle el pijama".

Si un progenitor le riñe por sacar los libros de la estantería y tirarlos desordenadamente, el otro se pone a jugarc on él precisamente a eso. "¡No toques eso!", "¿Por qué? Deja que haga algo el pobre". "Eso no lo puede comer un niño tan pequeño" "Eeeeh.. ¿estas seguro?". "Córtale los pedazos de la comida más pequeños. No, mejor más grandes, para que se los pueda comer, pero entonces se atragantará. Y así todo el día. Ahora mismo el niño no nos entiende y probablemente tenga un poco de lío con lo que se puedey no se puede hacer y por qué hoy sí y mañana no. Pero es un bebé muy listo (aunque esté mal que yo lo diga) y lo que tiene muy claro es lo que puede y no puede hacer con cada uno de sus padres. Nos tiene calados.

domingo, 14 de noviembre de 2010

La odisea de cortarle las uñas


Esto es un horror. Cada vez que me armo de las tijeritas, que, supuestamente, están preparadas para no hacer ningún daño a tu bebé, y me dirijo a Daniel con las aviesas intenciones de que deje de parecer un aguililla, el chiquitín pone mala cara y me deja muy clarito que me lo va a poner difícil.
De nada sirve explicarle que es por su bien, que si no se puede hacer daño, que es más cómodo a la hora de ponerse los zapatos o los guantes... Él no para de gesticular y mover las piernas para todos los lados. Retuerce las manos y los pies todo lo que puede. Y la sufrida madre hace malabarismos para no pellizcarle sin querer la piel en algún tijeretazo. ¡Esta uña ya está!, ¡Está también!, ¡Ya hemos recortad otra!, ¡Basta!, ¡Se acabó! mañana te corto otras tres. No puedo más con las patadas y los manotazos. ¡Y cómo le crecen! Empiezo a creer que es en cuestión de horas. No ha pasado ni dos días y ya es necesario volver a cortarle las malditas uñas. Y él que insiste en que no quiere y no quiere. Que cabezota, pero si es por su bien...