Teníamos muy claro que queríamos formar parte de la Gymkhana Goblin que se organiza en las TdN, porque el año pasado fuimos a la primera que hicieron y lo pasamos genial. La otra vez la aventura iba de magos y esta de piratas. Pintaba muy bien.
Aunque en esta ocasión tenía muy claro que lo más importante y primordial era separar a las fieras en grupos diferentes. En cuanto la directora del juego mandó formar los grupos yo empujé a cada uno hacia una lado como quien no quiere la cosa. Y oye, ¡funcionó! La pena fue no poder desdoblarme para acompañar a ambos en la aventura. Menos mal que Daniel cayó en un grupo en el que había una familia super maja que sabía que estarían pendientes de él.
Yo me fui con Iván por la evidente razón de que es el más pequeño. Caímos en un grupo muy majo también, con los mejores espadachín, artificiero, navegante, cocinero y polizón.
La única que no tenía papel asignado, porque pensaba ir de oyente y fotógrafa era yo, pero a la primera misión me vine arriba y acabé de capitana improvisada e inmersa en un emocionante duelo con el capitán pirata. Teníamos que dar tres pasos, darnos la vuelta y disparar. Confieso que yo al segundo paso me giré y le acerté de lleno en cuanto se dio la vuelta (espero que no esté leyendo esto jajaja). Tengo muy mala puntería y había que asegurar en pro de la gloria del grupo. Ya sabéis. Se hace lo que se tenga que hacer ejem.
El resto de la tripulación se tuvo que bajar del barco (hecho de cartón, supercurrada la actividad) para demostrar su puntería con pistolas Nerf.
Al final tuvimos que salir zumbando porque vino el Goblin a dispararnos con su pistola de agua. Menos mal que habíamos conseguido la brújula... ehhh, la brújula, esto... ¿Dónde narices estaba la brújula? Manos que el capitán pirata era un hombre honrado y vino corriendo a darnosla porque se nos había quedado olvidada con las pistolas Nerf.
La siguiente prueba era muy peligrosa porque teníamos que ir al lago de las sirenas y todo el mundo sabe que como te descuides te arriesgas a un chapuzón improvisado.
Dos beldades, medio mujer, medio pez, nos esperaban con una llave mágica. Pero la cosa no fue fácil. Nuestra navegante, en un acto de valor, se deshizo de su ropa y se tiró al lago a intentar arrebatarles las llaves a las torpes sirenas, a las que se les caía todo el rato. Tras un buen rato de infructuosos intentos, Iván, el espadachín, se quitó la camiseta y corrió en su ayuda. Pero no había manera, oye.
Los aguerridos navegantes alegaban que sin gafas de bucear era imposible abrir los ojos debajo del agua y ver algo (madre mía, que generación), así que las sirenas se apiadaron de nosotros y nos dieron la llave en mano. Si es que eran más buenas...
Llegaba el momento de enfrentarnos con los temibles loros, los buscamos por todos lados, pero sólo conseguimos dar con un afable pirata tumbado en la hierba. Como nos tenía mucha pinta de loro deducimos que era el náufrago.
Ya que estábamos allí decidimos hacer su prueba primero. Para conseguir una vela del barco teníamos que hacer una carrera imitando animales a nuestra elección. ¡Que risas! Lo hicimos reguleras, pero aún así, el náufrago nos hizo entrega de la vela.
Y todavía nos quedaba por encontrar a los loros. Jolín, que no había manera. Al final una madre de otro grupo nos ayudó un poco y descubrimos que en la hoja de personaje del espadachín teníamos un mapa de la situación de los esquivos pájaros.
Cuando los encontramos huían de nosotros atemorizados, pero nuestro cocinero logró calmarlos a base de galletas. Por fin se volvieron más comunicativos y nos pidieron que les dijéramos adivinanzas. Aquí Iván se soltó y les plantó dos: Oro parece plata no es... ¿Un loro? Nooooooo. A ver otra... Blanco por dentro, verde por fuera, si no los sabes, espera... ¿Un loro? Madre mía, que obsesión. Pero al final les gustaron las adivinanzas y nos dieron partes de un mensaje en trocitos.
Con el puzle volvimos a la sala principal e intentamos descifrar los que decía, pero necesitábamos las partes de los otros grupos para leerlo. Así que esperamos a que estuvieran todos. Y mientras esperábamos hubo cruentas batallas entre los niños que allí se congregaban que se partían de la risa corriendo de una lado a otro y golpeando indiscriminadamente con espadas inflables y de goma eva. Se lo pasaron pipa.
Allí me reencontré con mi primogénito que venía muy emocionado por todas las aventuras que acababa de vivir. Con el mensaje acabado nos encaminamos a la misión final después de haber reunido todos los materiales necesarios para reconstruir nuestros barcos.
Y se produjo... ¡La batalla final! Entre nosotros, los navegantes y los goblins, piratas, loros... A pesar de que el enemigo nos hostigaba con peligrosas pistolas de agua. Nuestra tripulación no se amilanó y cargó con alegre furia con sus espadas y pistolas.
Finalmente consiguieron el tesoro y se hincharon a monedas de chocolate. Sobre todo Daniel, que tiene un morro...
La gymkhana estuvo genial y esperamos que haya tercera parte y que nosotros podamos participar.
martes, 20 de agosto de 2019
lunes, 19 de agosto de 2019
Juegos de mesa que jugamos en las TdN 2019
De nuevo hemos tenido el placer de pasar cuatro intensos días disfrutan de las TdN en el Ceulaj de Mollina inmersos en todo tipo de ocio alternativo y no alternativo porque la piscina fue imprescindible para la supervivencia cuando el calor apretaba y ahogaba.
En esta ocasión los designios de las inscripciones nos fueron propicios y nos apuntamos en lo que queríamos así que no tuvimos mucho tiempo libre para pasarnos por la sala Europa como ocurría otros años. Encima, el último día a medio día, cuando ya había reservado para jugar fulltime a juego de mesa (tras una visita muy necesaria a la piscina), me torcí el tobillo y cambié los planes de juegos de mesa por niños en los videojuegos y yo con el pie en alto en la habitación. No me vino mal para descansar un poco de tanta diversión, aunque fuera de manera dolorosa. ¡Vamos!, que me quedé frita mientras los peques lidiaban con Nintendos DS y PS4s.
Pero al lío, que me desvió. Aunque no jugamos tanto como otros años el papel de los juegos de mesa sigue siendo muy importante en la vida de esta familia, así que todas las noches (menos una que me fui al taller de scrapbooking y jugaron sin mí) nos íbamos a la sala Europa a disfrutar de la enorme ludoteca.
El primer día nos recomendaron Valeria, reino de cartas, una especie de Machi Koro, pero con monstruos y luchas (palabras casi textuales). ¡Nos encantó! Aunque el pequeño sigue fiel a Ciudad Machi Koro, al que también jugó estas jornadas (Sin mí). El tema es que tirando dos dados se coge el resultado de ambos por separado y su resultado sumado y vas recibiendo recursos de las cartas que tienes delante y que tengan esos números, lo que te permitirá comprar más cartas que te den más recursos y hacerte un pedazo de señor de la guerra que acaba con los enemigos más terribles. Según el número de recursos con los que acabes la partida, las cartas especiales que compres, tu misión secreta y los enemigos que hayas derrotados sumas un determinado número de puntos de victoria. Gana el que más tenga. El diseño me ha encantado. Ahora no sabemos si pillar éste o el de Machi Koro. No hay consenso entre las filas.
También aprovechamos para jugar a Cats que nos hace mucha gracia. En este caso nos convertimos en gatitos y nos movemos por una casa haciendo de las nuestras y esquivando al dueño que puede regañarnos y hacer que nos estresemos si nos pilla haciendo algo malo como comernos sus zapatillas. Cada objetivo cumplido que podamos pagar nos suma puntos de victoria. También puede haber luchas felinas cuando dos gatitos se tiran sobre el mismo objetivo. Muy simpático y con unos dibujos encantadores (los gatos son tremendamente monos).
Imprescindible fue echar unas cuantas partidas a Ratland, porque si no el pequeño se muere. Le encanta. Nos convertimos en los jefes de un clan de ratas que tienen que luchar por la supervivencia. Para ello debemos dar órdenes a nuestras ratas. Por un lado tendrán que salir de expedición por tres tubos diferentes para buscar comida, por otro deberán defender la despensa del ataque de nuestros contrincantes, y por último, deberemos mandar a algunas a reproducirse para tener más ratas y poder hacer más cosas. Pero, cuidado, cuantas más ratas más comida necesitarás al final de los turnos. Si no tienes para todos se te irán muriendo de hambre. La comida que puedes encontrar al final de cada tubo viene indicada con unas cartas, se meten los quesos que se indican en dicha carta y cada jugador sacará de un saco opaco tantos quesos como ratas haya mandado a ese lugar. Según el color del quesito que saque conseguirá 1 ración de comida, 2 raciones, veneno, comida en mal estado, nada... Y se aplicarán las consecuencias. Hay que pensarse mucho las órdenes que vas a dar a tus ratas si quieres ganar.
Jugamos a Fold It porque Daniel andaba obsesionado con este juego, no sabemos por qué. Habíamos jugado con anterioridad en otras jornadas hace ya un montón de tiempo y nos había gustado, pero no había vuelto a nombrarlo hasta hoy. Se trata de resolver unos retos que te plantean en unas tarjetas doblando una servilleta de tela. Muy entretenido.
Entre actividad y actividad pude probar un poco Animals on board. Se trata de intentar hacer puntos haciendo al menos tríos de animales, si haces parejas se te van. De cada especie hay cinco fichas en total. Al comienzo de la partida, cada uno cogemos tres fichas nos quedamos con una que sólo podemos ver nosotros y devolvemos las otras dos a la mesa descubiertas. En tu turno puedes, o dividir o agrupar colectivos de animales y ganar una caja de comida o coger piezas agrupadas de animales si tienes la comida que necesitan. Gana el que más puntos tenga al final. Como tenía que irme a llevar a Daniel a una actividad. Le dejé mi sitio a Iván para que siguiera jugando con la clara indicación de conseguir zorritos, pero luego me vino muy apenado a decirme que no había conseguido ninguno. ¡Ay pobre! Demasiado hizo que se hizo cargo de mi partida.
Un juego que me pareció muy divertido si tienes la suficiente habilidad motora y puntería (que no es mi caso para nada), es Dungeon Fighter. Nos introducimos en una mazmorra llena de peligrosos monstruos que buscan nuestra muerte. Tendrás que elegir un dado (sirven para una cosa u otra dependiendo del color) y afinar tu puntería para que caiga en la mejor puntuación de la Diana botando primero en la mesa (en mi caso, me conformaba con que cayera dentro de la diana en el sitio que fuera). Dependiendo del personaje que elijas tienes una serie de poderes, según los colores, que se activan si el dado cae en símbolo y no en blanco. Con los puntos de daños y los poderes tienes que ir venciendo a los monstruos hasta llegar al superpoderoso malo final. Que también hay que vencer, por supuesto. Te ayudarán cartas de poderes que puedes ir comprando con el dinero que vas encontrando en la mazmorra, pero las de bonificadores por dificultad en el tiro de dados a mi no me servían para nada porque no era capaz de acertar ni tirando en el modo básico. ¡Mucho menos con los ojos cerrados o tirando el dado desde la nariz!
Camarero, fue otro de los que probamos, pero no nos emocionó mucho. Hay que tener mucha memoria para hacer con los puntos de victoria y con la falta de sueño nuestros cerebros no daban para más. Consiste en elegir una comanda de una serie de cartas que tienes frente a ti (me parece que eran unas siete del mazo), la memorizas, esperas que pase todo el turno del resto, coger otra, la memorizas y tienes que decir la que tenías guardada del turno anterior. Si la aciertas te la guardas, si no la pierdes. También hay cartas especiales como una en la que no te hace falta memorizarla porque te la quedas igualmente, u otra en la que se dobla la comanda y tienes que decir doble de todo lo que pone en tu carta. Un desastre total. Nos costaba quedarnos hasta con las más fáciles.
En esta ocasión, mis hijos quedaron totalmente fascinados por King of New York, no sé porqué, porque han jugado millones de veces, pero yo hace tiempo que no intento entender este tipo de conductas y me dejo llevar. Así que nada. A tirar dados verdes y a conseguir energía para comprar cartas, garritas para atacar al que esté en Manhatan (o si estaba yo, al resto), corazones para defenderme, estrellas para ganar la fama... A éste una de las veces jugamos con Paloma, de Refuerzo Divertido, y caímos de las primeras. Yo arriesgué mucho, pero caí con un montonazo de puntos de victoria (12/20). Fue mala suerte. Snif.
Otro juego que jugamos con Paloma fue Alhambra, que nunca decepciona. ¡Hacía siglos que no echaba una partida a éste! Y fue de los primero que se vino a nuestras estanterías. Cada uno tiene que construir la Alhambra. En cada turno puedes, o coger un billete de dinero que haya sobre la mesa (de diferentes colores), o más de un billete que sume hasta 5, o comprar un edificio. Si pagas justo puedes hacer una segunda acción. Los edificios se descubren aleatoriamente y se ponen en uno de los cuatro huecos de los diferentes colores del dinero. El que pueda lo comprará y según el color de los edificios al final de cada una de las tres rondas puntuará más o menos.
El último que jugué fue Crazy Food, un juego para niños a partir de tres o cuatro años que a Raúl y a mí se nos da fatal y los niños lo tiene más que controlado. Se trata de tirar un dado con dos opciones: estrella o círculo. Dependiendo del que salga tendrás que resolver la serie de frutas o de colores cogiendo antes la pieza de fruta correcta. Nos palizearon.
Nos faltó por jugar Magic Mandala, que estaba rulando por ahí en su versión gigante. Menos mal que lo tenemos en casa y podemos disfrutarlo siempre que queramos, aunque sea en pequeñito jajaja
En esta ocasión los designios de las inscripciones nos fueron propicios y nos apuntamos en lo que queríamos así que no tuvimos mucho tiempo libre para pasarnos por la sala Europa como ocurría otros años. Encima, el último día a medio día, cuando ya había reservado para jugar fulltime a juego de mesa (tras una visita muy necesaria a la piscina), me torcí el tobillo y cambié los planes de juegos de mesa por niños en los videojuegos y yo con el pie en alto en la habitación. No me vino mal para descansar un poco de tanta diversión, aunque fuera de manera dolorosa. ¡Vamos!, que me quedé frita mientras los peques lidiaban con Nintendos DS y PS4s.
Pero al lío, que me desvió. Aunque no jugamos tanto como otros años el papel de los juegos de mesa sigue siendo muy importante en la vida de esta familia, así que todas las noches (menos una que me fui al taller de scrapbooking y jugaron sin mí) nos íbamos a la sala Europa a disfrutar de la enorme ludoteca.
El primer día nos recomendaron Valeria, reino de cartas, una especie de Machi Koro, pero con monstruos y luchas (palabras casi textuales). ¡Nos encantó! Aunque el pequeño sigue fiel a Ciudad Machi Koro, al que también jugó estas jornadas (Sin mí). El tema es que tirando dos dados se coge el resultado de ambos por separado y su resultado sumado y vas recibiendo recursos de las cartas que tienes delante y que tengan esos números, lo que te permitirá comprar más cartas que te den más recursos y hacerte un pedazo de señor de la guerra que acaba con los enemigos más terribles. Según el número de recursos con los que acabes la partida, las cartas especiales que compres, tu misión secreta y los enemigos que hayas derrotados sumas un determinado número de puntos de victoria. Gana el que más tenga. El diseño me ha encantado. Ahora no sabemos si pillar éste o el de Machi Koro. No hay consenso entre las filas.
También aprovechamos para jugar a Cats que nos hace mucha gracia. En este caso nos convertimos en gatitos y nos movemos por una casa haciendo de las nuestras y esquivando al dueño que puede regañarnos y hacer que nos estresemos si nos pilla haciendo algo malo como comernos sus zapatillas. Cada objetivo cumplido que podamos pagar nos suma puntos de victoria. También puede haber luchas felinas cuando dos gatitos se tiran sobre el mismo objetivo. Muy simpático y con unos dibujos encantadores (los gatos son tremendamente monos).
Imprescindible fue echar unas cuantas partidas a Ratland, porque si no el pequeño se muere. Le encanta. Nos convertimos en los jefes de un clan de ratas que tienen que luchar por la supervivencia. Para ello debemos dar órdenes a nuestras ratas. Por un lado tendrán que salir de expedición por tres tubos diferentes para buscar comida, por otro deberán defender la despensa del ataque de nuestros contrincantes, y por último, deberemos mandar a algunas a reproducirse para tener más ratas y poder hacer más cosas. Pero, cuidado, cuantas más ratas más comida necesitarás al final de los turnos. Si no tienes para todos se te irán muriendo de hambre. La comida que puedes encontrar al final de cada tubo viene indicada con unas cartas, se meten los quesos que se indican en dicha carta y cada jugador sacará de un saco opaco tantos quesos como ratas haya mandado a ese lugar. Según el color del quesito que saque conseguirá 1 ración de comida, 2 raciones, veneno, comida en mal estado, nada... Y se aplicarán las consecuencias. Hay que pensarse mucho las órdenes que vas a dar a tus ratas si quieres ganar.
Jugamos a Fold It porque Daniel andaba obsesionado con este juego, no sabemos por qué. Habíamos jugado con anterioridad en otras jornadas hace ya un montón de tiempo y nos había gustado, pero no había vuelto a nombrarlo hasta hoy. Se trata de resolver unos retos que te plantean en unas tarjetas doblando una servilleta de tela. Muy entretenido.
Entre actividad y actividad pude probar un poco Animals on board. Se trata de intentar hacer puntos haciendo al menos tríos de animales, si haces parejas se te van. De cada especie hay cinco fichas en total. Al comienzo de la partida, cada uno cogemos tres fichas nos quedamos con una que sólo podemos ver nosotros y devolvemos las otras dos a la mesa descubiertas. En tu turno puedes, o dividir o agrupar colectivos de animales y ganar una caja de comida o coger piezas agrupadas de animales si tienes la comida que necesitan. Gana el que más puntos tenga al final. Como tenía que irme a llevar a Daniel a una actividad. Le dejé mi sitio a Iván para que siguiera jugando con la clara indicación de conseguir zorritos, pero luego me vino muy apenado a decirme que no había conseguido ninguno. ¡Ay pobre! Demasiado hizo que se hizo cargo de mi partida.
Un juego que me pareció muy divertido si tienes la suficiente habilidad motora y puntería (que no es mi caso para nada), es Dungeon Fighter. Nos introducimos en una mazmorra llena de peligrosos monstruos que buscan nuestra muerte. Tendrás que elegir un dado (sirven para una cosa u otra dependiendo del color) y afinar tu puntería para que caiga en la mejor puntuación de la Diana botando primero en la mesa (en mi caso, me conformaba con que cayera dentro de la diana en el sitio que fuera). Dependiendo del personaje que elijas tienes una serie de poderes, según los colores, que se activan si el dado cae en símbolo y no en blanco. Con los puntos de daños y los poderes tienes que ir venciendo a los monstruos hasta llegar al superpoderoso malo final. Que también hay que vencer, por supuesto. Te ayudarán cartas de poderes que puedes ir comprando con el dinero que vas encontrando en la mazmorra, pero las de bonificadores por dificultad en el tiro de dados a mi no me servían para nada porque no era capaz de acertar ni tirando en el modo básico. ¡Mucho menos con los ojos cerrados o tirando el dado desde la nariz!
Camarero, fue otro de los que probamos, pero no nos emocionó mucho. Hay que tener mucha memoria para hacer con los puntos de victoria y con la falta de sueño nuestros cerebros no daban para más. Consiste en elegir una comanda de una serie de cartas que tienes frente a ti (me parece que eran unas siete del mazo), la memorizas, esperas que pase todo el turno del resto, coger otra, la memorizas y tienes que decir la que tenías guardada del turno anterior. Si la aciertas te la guardas, si no la pierdes. También hay cartas especiales como una en la que no te hace falta memorizarla porque te la quedas igualmente, u otra en la que se dobla la comanda y tienes que decir doble de todo lo que pone en tu carta. Un desastre total. Nos costaba quedarnos hasta con las más fáciles.
En esta ocasión, mis hijos quedaron totalmente fascinados por King of New York, no sé porqué, porque han jugado millones de veces, pero yo hace tiempo que no intento entender este tipo de conductas y me dejo llevar. Así que nada. A tirar dados verdes y a conseguir energía para comprar cartas, garritas para atacar al que esté en Manhatan (o si estaba yo, al resto), corazones para defenderme, estrellas para ganar la fama... A éste una de las veces jugamos con Paloma, de Refuerzo Divertido, y caímos de las primeras. Yo arriesgué mucho, pero caí con un montonazo de puntos de victoria (12/20). Fue mala suerte. Snif.
Otro juego que jugamos con Paloma fue Alhambra, que nunca decepciona. ¡Hacía siglos que no echaba una partida a éste! Y fue de los primero que se vino a nuestras estanterías. Cada uno tiene que construir la Alhambra. En cada turno puedes, o coger un billete de dinero que haya sobre la mesa (de diferentes colores), o más de un billete que sume hasta 5, o comprar un edificio. Si pagas justo puedes hacer una segunda acción. Los edificios se descubren aleatoriamente y se ponen en uno de los cuatro huecos de los diferentes colores del dinero. El que pueda lo comprará y según el color de los edificios al final de cada una de las tres rondas puntuará más o menos.
El último que jugué fue Crazy Food, un juego para niños a partir de tres o cuatro años que a Raúl y a mí se nos da fatal y los niños lo tiene más que controlado. Se trata de tirar un dado con dos opciones: estrella o círculo. Dependiendo del que salga tendrás que resolver la serie de frutas o de colores cogiendo antes la pieza de fruta correcta. Nos palizearon.
Nos faltó por jugar Magic Mandala, que estaba rulando por ahí en su versión gigante. Menos mal que lo tenemos en casa y podemos disfrutarlo siempre que queramos, aunque sea en pequeñito jajaja
jueves, 8 de agosto de 2019
Niños seguros en Verano
El verano es una época especial en todos los sentidos. Casi todo el mundo elige esta estación tan calurosa para tomarse un merecido descanso.
Realmente el calor hace que estemos más cansados y rindamos menos con lo que tiene lógica que nos cojamos las vacaciones en estos meses. Todo se junta y hay que extremar las precauciones con los más pequeños de la casa porque entran dentro de los grupos de riesgo al notar más los efectos del calor y el cansancio.
Seguros Meridiano ha visto el peligro y nos regala un completa guía muy sencilla con recomendaciones para estar protegidos en el coche, la piscina, en alojamientos vacacionales o en cualquier otra situación que se pueda dar durante un viaje veraniego: Marc y Diana, seguros en vacaciones.
Te la puedes descargar en PDF en su página web y enterarte de las pequeñas cosas que puedes hacer para que tus hijos estén a salvo de golpes de calor, peligro de ahogamiento, deshidratación, etc...
La guía comienza con un pequeño cuento para que los niños comprendan qué deben hacer en cada situación, luego pueden hacer los pasatiempos como refuerzo a lo que han aprendido. También recoge una guía práctica para madres y padres con consejos e indicaciones par pasar unas vacaciones de verano seguras. Ésta última parte me ha parecido la más interesante y me ha ayudado mucho en la preparación de un viaje al extranjero que vamos a hacer en familia.
Me encantan este tipo de iniciativas que ofrecen información de valor a las familias. Podéis conseguir la guía en papel en sus oficinas.
Realmente el calor hace que estemos más cansados y rindamos menos con lo que tiene lógica que nos cojamos las vacaciones en estos meses. Todo se junta y hay que extremar las precauciones con los más pequeños de la casa porque entran dentro de los grupos de riesgo al notar más los efectos del calor y el cansancio.
Seguros Meridiano ha visto el peligro y nos regala un completa guía muy sencilla con recomendaciones para estar protegidos en el coche, la piscina, en alojamientos vacacionales o en cualquier otra situación que se pueda dar durante un viaje veraniego: Marc y Diana, seguros en vacaciones.
Te la puedes descargar en PDF en su página web y enterarte de las pequeñas cosas que puedes hacer para que tus hijos estén a salvo de golpes de calor, peligro de ahogamiento, deshidratación, etc...
La guía comienza con un pequeño cuento para que los niños comprendan qué deben hacer en cada situación, luego pueden hacer los pasatiempos como refuerzo a lo que han aprendido. También recoge una guía práctica para madres y padres con consejos e indicaciones par pasar unas vacaciones de verano seguras. Ésta última parte me ha parecido la más interesante y me ha ayudado mucho en la preparación de un viaje al extranjero que vamos a hacer en familia.
Me encantan este tipo de iniciativas que ofrecen información de valor a las familias. Podéis conseguir la guía en papel en sus oficinas.
jueves, 1 de agosto de 2019
Kepler62: La cuenta atrás
Ha caído en mis manos un libro de esos que me encantan: ciencia ficción en un futuro decadente. Su título es Kepler62: La cuenta atrás, y es la segunda parte de Kepler62: El juego. Afortunadamente se pueden leer de forma independiente porque no tenemos el primero... aún.
Nos encontramos con un planeta tierra moribundo por culpa de los abusos de la humanidad. Los mandatarios no pierden la esperanza y lo apuestan todo a un planeta del sistema Kepler62 suyas condiciones hacen que se considere apto para vida, Kepler62f. Atentos porque este sistema solar existe de verdad. Me encanta cuando una novela parte de un hecho real. Porque lo que está claro es que la contaminación aumenta exponencialmente cada día que pasa y que los científicos han mandado al telescopio Kepler a descubrir exoplanetas similares al nuestro al espacio.
Ahora viene la historia que surge a partir de esta realidad. En un futuro decadente, Mary, una niña que puede tenerlo todo menos amor, gasta cantidades ingentes de recursos y dinero para averiguar el misterio que se esconde tras el famoso juego Kepler62. Está desesperada por cambiar una vida que sólo le lleva a un círculo de negrura y soledad, pero no se espera lo que se encuentra detrás de la puerta de oportunidades que se le abre tras descubrir lo que tanto anhela (y que no le cuesta nada, porque el libro se centra en sus aventuras posteriores).
Esta niña de 14 años, hija de un acaudalado traficante de armas pasa a formar parte de la tripulación de jóvenes que se embarcará en una misión increíble: la colonización de uno de los planetas que conforman el sistema Kepler62. Pero a Mary hay muchos detalles que no le cuadran. Ella sólo es buena creando armas efectivas y letales. ¿Qué papel le han reservado en este viaje de investigación y repoblación?
No tardará mucho en descubrirlo aún a riesgo de perderlo todo.
El libro nos sumerge en una atmósfera opresiva en la que casi podemos intuir los hilos que mueven a Mary en sus intentos por liberarse de una ataduras presentes: un padre indiferente a todo lo que no sea su negocio, un primer amor que odia todo lo que ella representa y un círculo cercano sin amigos ni familia. Todo eso la empuja a aceptar viajar a lo desconocido y la reclusión en el Área 51, un clásico de este tipo de literatura.
Allí conocerá, entre otros personajes, a los protagonistas del primer libro, aunque no se les da un papel muy destacado. Aquí la protagonista absoluta es Mary, su miedo y sus inquietudes.
Las ilustraciones que acompañan al texto se adaptan perfectamente a lo que nos transmite la historia y alimentan la atmósfera oscura y depresiva que vive la protagonista y de la que intenta escapar desesperadamente. Los trazos ocres, negros, blancos y grises se entrelazan con toques de color con predominancia de rojo y amarillo, en una acertada combinación que no deja indiferente.
A los niños les ha enganchado la historia, pero se les ha hecho un poco cuesta arriba el lenguaje utilizado. Evidentemente, para ellos la historia se presenta mucho más sencillas que las conclusiones a las que me llevan mis elucubraciones y me di cuenta de que, a medida que nos acercábamos al emocionante final, se les iba olvidando los detalles del principio, que a mí me parecieron imprescindibles para conocer a nuestra protagonista. Cuando acabamos la última página clamaban por conocer la continuación y ya no se acordaban del amor no correspondido de Mary ni de su "amigo" de pago.
Al final se abren muchos más interrogantes de los que se cierran y te sientes ansiosa por seguir la aventura en el siguiente tomo. Espero que no tarden mucho en publicarlo.
Nos encontramos con un planeta tierra moribundo por culpa de los abusos de la humanidad. Los mandatarios no pierden la esperanza y lo apuestan todo a un planeta del sistema Kepler62 suyas condiciones hacen que se considere apto para vida, Kepler62f. Atentos porque este sistema solar existe de verdad. Me encanta cuando una novela parte de un hecho real. Porque lo que está claro es que la contaminación aumenta exponencialmente cada día que pasa y que los científicos han mandado al telescopio Kepler a descubrir exoplanetas similares al nuestro al espacio.
Ahora viene la historia que surge a partir de esta realidad. En un futuro decadente, Mary, una niña que puede tenerlo todo menos amor, gasta cantidades ingentes de recursos y dinero para averiguar el misterio que se esconde tras el famoso juego Kepler62. Está desesperada por cambiar una vida que sólo le lleva a un círculo de negrura y soledad, pero no se espera lo que se encuentra detrás de la puerta de oportunidades que se le abre tras descubrir lo que tanto anhela (y que no le cuesta nada, porque el libro se centra en sus aventuras posteriores).
Esta niña de 14 años, hija de un acaudalado traficante de armas pasa a formar parte de la tripulación de jóvenes que se embarcará en una misión increíble: la colonización de uno de los planetas que conforman el sistema Kepler62. Pero a Mary hay muchos detalles que no le cuadran. Ella sólo es buena creando armas efectivas y letales. ¿Qué papel le han reservado en este viaje de investigación y repoblación?
No tardará mucho en descubrirlo aún a riesgo de perderlo todo.
El libro nos sumerge en una atmósfera opresiva en la que casi podemos intuir los hilos que mueven a Mary en sus intentos por liberarse de una ataduras presentes: un padre indiferente a todo lo que no sea su negocio, un primer amor que odia todo lo que ella representa y un círculo cercano sin amigos ni familia. Todo eso la empuja a aceptar viajar a lo desconocido y la reclusión en el Área 51, un clásico de este tipo de literatura.
Allí conocerá, entre otros personajes, a los protagonistas del primer libro, aunque no se les da un papel muy destacado. Aquí la protagonista absoluta es Mary, su miedo y sus inquietudes.
Las ilustraciones que acompañan al texto se adaptan perfectamente a lo que nos transmite la historia y alimentan la atmósfera oscura y depresiva que vive la protagonista y de la que intenta escapar desesperadamente. Los trazos ocres, negros, blancos y grises se entrelazan con toques de color con predominancia de rojo y amarillo, en una acertada combinación que no deja indiferente.
A los niños les ha enganchado la historia, pero se les ha hecho un poco cuesta arriba el lenguaje utilizado. Evidentemente, para ellos la historia se presenta mucho más sencillas que las conclusiones a las que me llevan mis elucubraciones y me di cuenta de que, a medida que nos acercábamos al emocionante final, se les iba olvidando los detalles del principio, que a mí me parecieron imprescindibles para conocer a nuestra protagonista. Cuando acabamos la última página clamaban por conocer la continuación y ya no se acordaban del amor no correspondido de Mary ni de su "amigo" de pago.
Al final se abren muchos más interrogantes de los que se cierran y te sientes ansiosa por seguir la aventura en el siguiente tomo. Espero que no tarden mucho en publicarlo.
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