¡Qué orgullosa estoy de mi pequeñín! Le han dado sus primeras notas. Y ha sacado todo ranas verdes. Puede parecer surrealista lo que digo, pero es que en esta guardería tienen un baremo de ranas de colores para puntuar a los niños. Si la ranita es verde "muy bien", si es amarilla "bien" y si es roja "regular" (no existe color para"mal". Curioso. Será para no desmotivar a los niños). Daniel tenía cuatro anfibios que miden lo cariñoso que es, lo alegre de su caracter, su sociabilidad y su actividad. Si tuvieran ranas de oro le habrían dado una en este último apartado. Doy fe.
Reproduzco el comentario de su profe intentando no llenar todo con mis babas maternales: "El cambio de Daniel ha sido notorio. Se ha convertido en un niño simpático, expresivo, activo y participativo en las actividades de clase. Realiza las rutinas sin problema; disfruta de las horas de las comidas, prescindiendo del biberón para la fruta, ¡está hecho un glotón! El desarrollo motor de Dani ha tenido una evolución expectacular. Se mueve gateando por toda la clase sin ninguna dificultad, ya comienza a levantarse, pero aún no controla el soltarse y volver a la posición de sentado. ¡Felices vacaciones!"
Lo del biberón de la fruta viene a cuento porque al principio nos costaba mucho darle esta clase de papillas, aunque las de verduras le encantaban y las engullía con deleite, así que la profesora acabó dándole la fruta en biberón y así se las tomaba mucho mejor. Cuando por fin se acostumbró al sabor volvió a la cuchara. En casa se la dábamos con cuchara todo el tiempo y sí es verdad que en un principio Daniel y yo teníamos nuestra lucha de titanes. Sobre todo cuando aprendió que si cerraba la boca la comida no podía entrar.
El caso es que estoy muy contenta con los primeros "sobresalientes" de Danielillo. Mi hijo es un empollón. Esperemos que siga así.