El miércoles nos levantamos como todos los días. Llevamos a cabo la rutina con normalidad, pero en cuanto bajamos al portal nos dimos de bruces con la realidad. "Mamá, ¡está nevando!" exclamó el mayor entusiasmado. "Gu guuuuu daaaaa" le apoyó el bebé señalando a todos lados cómo un loco. Él en su burbujita estaba libre de las inclemencias del tiempo, pero daba botes en su asiento como un loco cada vez que un copo se posaba dentro de su área de visión.
Menos mal que el colegio de Daniel está muy cerca de casa porque no iba preparado para la ventisca que se estaba formando. Mi niño formaba un cuenco con sus manitas con la esperanza de atrapar algún copo de nieve por el camino.
Me despedí de mi primogénito con un fugaz beso y me lancé a la carrera hacia la guardería. Aunque el peque fuera tan a gusto con su plástico hacía un frío que pelaba y cada vez caía más y más nieve. Al final llegué a casa empapada.
Desde la ventana se veía cómo un fina capa de nieve iba recubriendo el suelo lentamente. Si la cosa seguía así habría que hacer una paradita corta en el parque esa tarde para que los chiquitines disfrutaran del inusual paisaje. Aunque luego se tendrían que conformar con verla caer desde la ventana porque no quiero arriesgarme a más refriados.
Tristemente, la poquita nieve que cuajó se deshizo enseguida. En cuanto los copos se convirtieron en gotas de lluvia. Hoy tocaba tarde en casa sin más.
Cuando fui a recoger a los chiquitines, mi hijo mayor me contó emocionado cómo les habían dejado salir al patio para jugar con la nieve. Él se dedicó a tirar bolas a sus amigos, aunque a estos no les hizo ninguna gracia el jueguecito. Debió ser todo una acontecimiento, porque nunca me cuenta nada y esto me lo soltó sin que yo le preguntara.
A pesar del mal tiempo se notaba que no le apetecía nada volver a encerrarse en casa otra tarde más, así que se me ocurrió invitar a unos amiguitos del cole (mas bien a sus madres) a merendar en casa. No se lo pensaron dos veces y en cuestión de minutos teníamos una guardería montada en el cuarto de juegos (Bendito cuarto de juegos).
Los niños se portaron genial y casi no se oyeron lloros ni peleas. Todos estaba encantados con el plan. Y a la hora de irse se hicieron los remolones. Para mí eso es señal de que se lo han pasado bien.
Hoy, tenemos una mezcla de nieve y lluvia que me hace pronosticar tarde tranquilita en casa.
jueves, 28 de febrero de 2013
miércoles, 27 de febrero de 2013
Versatile blogger again
Covadonga de Diario de una familia con adolescentes. Un minuto en la vida, me otorgado este premio verde esperanza que me ha venido de perlas para alegrar el ánimo tras una larga convalescencia por culpa de una gripe que se ha estado paseando por todos los miembros de la familia a su antojo.
Covadonga tiene un blog sorprendente en el que veo mi futuro reflejado minuto a minuto. Sólo que en mi caso, en vez de dos adolescentes femeninas, serán dos chicazos. Es increíble cómo lidia con sus dos princesas en plena edad del pavo y sabe salir airosa de tantas situaciones increíbles. Y es que estas dos niñas grandes tiene que poner a prueba su inteligencia hasta el extremo para poder con esta mamá de grandes recursos y ni un pelo de tonta. A veces leyendo sus entradas me parece oír de fondo el estribillo de "Cuando tu vas, yo vengo de ahí..." Y aún así se la lían parda en ocasiones, porque no se puede estar a tantas cosas a la vez y acertar siempre. Hay que ver lo que estoy aprendiendo con su blog. Me estoy preparando para lo que me viene y tengo una gran maestra.
Las reglas de este premio son las siguientes:
1- Agradecer al blog que te ha otorgado el premio
2- Compartir cosas de mi misma para que tus seguidores te conozcan un poquito mejor.
4- Dejar un comentario en cada blog para que sepan que recibieron el premio.
¡Buf! Ahora mismo me pongo a ello.
Covadonga tiene un blog sorprendente en el que veo mi futuro reflejado minuto a minuto. Sólo que en mi caso, en vez de dos adolescentes femeninas, serán dos chicazos. Es increíble cómo lidia con sus dos princesas en plena edad del pavo y sabe salir airosa de tantas situaciones increíbles. Y es que estas dos niñas grandes tiene que poner a prueba su inteligencia hasta el extremo para poder con esta mamá de grandes recursos y ni un pelo de tonta. A veces leyendo sus entradas me parece oír de fondo el estribillo de "Cuando tu vas, yo vengo de ahí..." Y aún así se la lían parda en ocasiones, porque no se puede estar a tantas cosas a la vez y acertar siempre. Hay que ver lo que estoy aprendiendo con su blog. Me estoy preparando para lo que me viene y tengo una gran maestra.
Las reglas de este premio son las siguientes:
1- Agradecer al blog que te ha otorgado el premio
Muchas gracias Covadonga por pensar en mi a la hora de repartir este premio tan chulo. Me llegó como una rayito de luz en un momento bajo.
2- Compartir cosas de mi misma para que tus seguidores te conozcan un poquito mejor.
El virus de la gripe cree que estoy muy buena y se resiste a dejar mi cuerpo con uñas y dientes a pesar de las pastillas, los jarabes y los remedios caseros a mansalva. Es bonito que alguien se resista a abandonarte, aunque se trate de un virus peludo que me está haciendo la pascua.
3- Repartir el premio a otros 15 blogs que sigas y enlazarlos.
Mamá de Parrulín Shop
Dressing Ivana
Peluchín y sus papis
Diario de mi embarazo y mi maternidad
El hada de la casa
La vida con David
B aprende en casa
Una nueva vida
Soñando ser mamá
Menos de 1000 y más de 30
Mamá también sabe
Mas allá del rosa o azul
La invasión Twin
Dressing Ivana
Peluchín y sus papis
Diario de mi embarazo y mi maternidad
El hada de la casa
La vida con David
B aprende en casa
Una nueva vida
Soñando ser mamá
Menos de 1000 y más de 30
Mamá también sabe
Mas allá del rosa o azul
La invasión Twin
4- Dejar un comentario en cada blog para que sepan que recibieron el premio.
¡Buf! Ahora mismo me pongo a ello.
martes, 26 de febrero de 2013
¡¡Perdón!!
Una tarde, al ir a recoger a Daniel, me encontré con una Marta muy seria. Me explicó que mi querubín se había dedicado a romper las ceras de su grupo en vez de a hacer las fichas. "Ha estado castigado porque se ha portado muy mal" Me aclaró. Miré a mi primogénito con cara de pocos amigos y le recriminé su comportamiento. El chiquitín se excusó con el típico argumento de que él no había sido el único y yo le ofrecí la típica respuesta de que a mí sólo me interesaba lo que hacía mi hijo. Entonces me pidió perdón mimoso. Le aseguré que no era a mí a la que había enfadado sino a su profesora así que le conminé a disculparse con ella, pero se negó en redondo. Comenzó a hacer pucheritos y a abrazarse a si mismo lastimosamente. No quería obligarle porque así lo único que consigo es el efecto contrario y que se angustie. Le abracé con cariño, le aseguré que si no lo volvía a hacer no pasaba nada y le ofrecí una salida un poco cobarde para decirle a su profesora que lo sentía: Una tarjeta de disculpa.
En casa preparé letras de fieltro, una cartulina y un par de corazones de celofán. Si hubiera tenido más tiempo hubiera quedado mil veces más trabajada, pero para lo que queríamos servía perfectamente. Cómo yo tenía que ocuparme del bebé, Raúl se encargó de dirigir a Daniel en la tarea. La idea era aprovechar también para enseñarle como se escribe la palabra "perdón". Su padre le indicaba la letra que tocaba en el libro del abecedario y el niño la buscaba y la pegaba en la cartulina. La decoró con los corazones y rematamos la tarea con su pequeña huella a modo de firma.
Al día siguiente, se la llevó bastante conforme al colegio, pero no se la quiso enseñar a nadie por el camino. Cuando llegó a la puerta de su clase se la entregó a Marta lo más rápido que pudo y se dejó achuchar sin mucho convencimiento. Supongo que estaba deseando pasar el mal rato lo antes posible.
Mi intención era que aprendiera que toda acción tiene su consecuencia, por lo que, de una manera u otra tenía que pedir perdón a su profesora.
En casa preparé letras de fieltro, una cartulina y un par de corazones de celofán. Si hubiera tenido más tiempo hubiera quedado mil veces más trabajada, pero para lo que queríamos servía perfectamente. Cómo yo tenía que ocuparme del bebé, Raúl se encargó de dirigir a Daniel en la tarea. La idea era aprovechar también para enseñarle como se escribe la palabra "perdón". Su padre le indicaba la letra que tocaba en el libro del abecedario y el niño la buscaba y la pegaba en la cartulina. La decoró con los corazones y rematamos la tarea con su pequeña huella a modo de firma.
Al día siguiente, se la llevó bastante conforme al colegio, pero no se la quiso enseñar a nadie por el camino. Cuando llegó a la puerta de su clase se la entregó a Marta lo más rápido que pudo y se dejó achuchar sin mucho convencimiento. Supongo que estaba deseando pasar el mal rato lo antes posible.
Mi intención era que aprendiera que toda acción tiene su consecuencia, por lo que, de una manera u otra tenía que pedir perdón a su profesora.
Un pasito para adelante, dos para atrás
Volvemos a las andadas. Cuando ya mi chico mayor me soltaba de la mano antes de cruzar el patio de Infantil y me dejaba allí plantada con un "Ya voy yo solito, mamá. Que soy muy mayor", volvemos al "¡No quiero ir al coleeee! Acompáñame hasta la puerta mami. Sniff sniff". Una semana en casa recuperándose de la gripe ha acabado con todos los progresos que habíamos conseguido. ¿Habrá tenido otra pesadilla? Cuando le pregunto por el cole sigue sin contarme nada. Y la profesora tampoco ve indicios de nada raro. ¿Me está tomando el pelo?
Supongo que tras una larga semana en casa es normal que no le apetezca volver al cole. Aunque, teniendo en cuenta que no ha salido de casa para nada hasta el fin de semana yo estaría deseando ir a donde fuera con tal de salir de estas cuatro paredes. ¡Y dentro de nada! Semana Santa Y otra vez lloros y pataletas ante las puertas del colegio y la guardería.
Nos armaremos de paciencia y cariño infinito.
Supongo que tras una larga semana en casa es normal que no le apetezca volver al cole. Aunque, teniendo en cuenta que no ha salido de casa para nada hasta el fin de semana yo estaría deseando ir a donde fuera con tal de salir de estas cuatro paredes. ¡Y dentro de nada! Semana Santa Y otra vez lloros y pataletas ante las puertas del colegio y la guardería.
Nos armaremos de paciencia y cariño infinito.
lunes, 25 de febrero de 2013
Nuevo método para hacer dormir a Iván
Desde hace un tiempo, he dejado de sacar a Iván de la cuna cuando me llama por las noches. Le pido con cariño que se tumbe, le acomodo la cuna para que esté a gustito, me siento al lado, encima de un cojín y paso mi mano por entre los barrotes para que la note cerca. Así se queda dormido tan a gusto. Y si se despierta de nuevo no se asusta por encontrarse en un lugar diferente al que se durmió. Me está dando un resultado excelente. Tanto que se despierta muchísimo menos. Cruzo los dedos para que siga así mucho tiempo.
domingo, 24 de febrero de 2013
Los siete pecados capitales de la lectura
Mirad que premio más literario y bonito me ha regalado Spatium Quietis. ¡Me encanta! Spatium Quietis es un lugar de tranquilidad y relax donde escapa su protagonista para calmar inquietudes. Es un blog lleno de sentimientos donde se busca alcanzar un deseo maravilloso.
1. Avaricia: ¿cuál es tu libro más caro y el más barato?
El más caro es una enciclopedia de seres fantásticos llena de ilustraciones preciosas y tengo millones de libros baratos gracias a las ofertas que he ido encontrando a lo largo de mi vida. Desgraciadamente, las más baratas que he adquirido suelen ser novelas clásicas cuyos derechos de autor ya han prescrito. ¡Verdaderas joyas literarias en edición de bolsillo a cien pesetas! (Es que me las compré hace mucho tiempo jeje)
1. Avaricia: ¿cuál es tu libro más caro y el más barato?
El más caro es una enciclopedia de seres fantásticos llena de ilustraciones preciosas y tengo millones de libros baratos gracias a las ofertas que he ido encontrando a lo largo de mi vida. Desgraciadamente, las más baratas que he adquirido suelen ser novelas clásicas cuyos derechos de autor ya han prescrito. ¡Verdaderas joyas literarias en edición de bolsillo a cien pesetas! (Es que me las compré hace mucho tiempo jeje)
2. Ira: ¿con qué autor tienes una relación amor-odio?
Umberto Eco. me encantó El nombre de la rosa, pero no he podido con ninguno de sus otros libros.
3. Gula: ¿qué libro te devoras una vez tras otra?
Se llama Botones de Soltero. Es una historia de amor desternillante en la que el protagonista es feo y bastante tonto. Todos los que le rodean se creen en el derecho de dirigir su vida, así que, cuando hereda un montón de dinero no se lo piensa dos veces y se va al pueblo más lejano que se le ocurre para escapar de su vida. Allí se construye el mundo a su manera y conoce al amor de su vida, a la que no para de ofender por culpa de malentendidos. Todo se tambalea cuando la familia decide hacerle una visita para poner las cosas en su lugar. Está descatalogada y es imposible de encontrar. Ya lo he intentado en cada librería de segunda mano que piso. Mi ejemplra está bastante acscado del uso y los años.
4. Pereza: ¿Qué libro no has leído por flojera?
La Biblia. Lo empecé porque quería tener conocimiento real de lo que la gente me hablaba, pero fui incapaz de terminarla. Mi hermano sí se la leyó ¡enterita!
5. Orgullo: ¿De qué libro hablas para sonar intelectual?
Cuando era joven me las daba de lista con los comics (dibujantes, guionistas, estilos...). Ahora ya ni me acuerdo de lo que opinaba en ese entonces. Que cosas ¿Eh?
6. Lujuria. ¿qué encuentras atractivo en los personajes femeninos o masculinos?
Que tengan vicios y virtudes, como todos en la vida real.
7. Envidia: ¿Qué libro te gustaría recibir cómo regalo?
Pues... ¡Un Kindle! Así puedo leer con tranquilidad todos los libros pendientes de Amazón jaja (Mayte, esto es un guiño a tus novelas. Raúl nunca tiene tiempo de convertirme "El medallón de la Magia" cuando se lo pido. Sniff sniff).
Este premio va para:
El Espejo de la Entrada
Diario de una Mamibuho
Una bichillo en casa
Descubriendo un nuevo mundo
Cómo ser mamá y no morir en el intento
Papá Cangrejo
Vaya Telita Diseño exclusivo
Plagiando a mi Alter Ego
Umberto Eco. me encantó El nombre de la rosa, pero no he podido con ninguno de sus otros libros.
3. Gula: ¿qué libro te devoras una vez tras otra?
Se llama Botones de Soltero. Es una historia de amor desternillante en la que el protagonista es feo y bastante tonto. Todos los que le rodean se creen en el derecho de dirigir su vida, así que, cuando hereda un montón de dinero no se lo piensa dos veces y se va al pueblo más lejano que se le ocurre para escapar de su vida. Allí se construye el mundo a su manera y conoce al amor de su vida, a la que no para de ofender por culpa de malentendidos. Todo se tambalea cuando la familia decide hacerle una visita para poner las cosas en su lugar. Está descatalogada y es imposible de encontrar. Ya lo he intentado en cada librería de segunda mano que piso. Mi ejemplra está bastante acscado del uso y los años.
4. Pereza: ¿Qué libro no has leído por flojera?
La Biblia. Lo empecé porque quería tener conocimiento real de lo que la gente me hablaba, pero fui incapaz de terminarla. Mi hermano sí se la leyó ¡enterita!
5. Orgullo: ¿De qué libro hablas para sonar intelectual?
Cuando era joven me las daba de lista con los comics (dibujantes, guionistas, estilos...). Ahora ya ni me acuerdo de lo que opinaba en ese entonces. Que cosas ¿Eh?
6. Lujuria. ¿qué encuentras atractivo en los personajes femeninos o masculinos?
Que tengan vicios y virtudes, como todos en la vida real.
7. Envidia: ¿Qué libro te gustaría recibir cómo regalo?
Pues... ¡Un Kindle! Así puedo leer con tranquilidad todos los libros pendientes de Amazón jaja (Mayte, esto es un guiño a tus novelas. Raúl nunca tiene tiempo de convertirme "El medallón de la Magia" cuando se lo pido. Sniff sniff).
Este premio va para:
El Espejo de la Entrada
Diario de una Mamibuho
Una bichillo en casa
Descubriendo un nuevo mundo
Cómo ser mamá y no morir en el intento
Papá Cangrejo
Vaya Telita Diseño exclusivo
Plagiando a mi Alter Ego
sábado, 23 de febrero de 2013
De mal en peor... Menos mal que están los amigos y la familia
Después de caer malo Daniel, caí yo, pero seguí llevando un ritmo de locos. Y si a eso le sumamos que mi hijo mayor nos dio a todos una noche terrorífica el resultado fue que empeoré con 39 de fiebre, escalofríos, tos, dolores por todo el cuerpo... Como no podía ir al médico seguí las indicaciones que me dio el lunes la pediatra cuando llevé a Daniel, pero traducido a necesidades adultas: Paracetamol y Flutox.
Raúl llevó y recogió a Iván de la guardería el martes, pero al día siguiente sólo pudo llevarle por la mañana porque cogía un avión rumbo a Bruselas y no volvería hasta el viernes. Gracias a diós, el miércoles movilicé a mi suegra y amigas para poder recuperarme un poco. Yoli recogió al bebé de la guardería, Mari Carmen vino a ayudarme a cuidar de los niños por la tarde y Chari, mi suegra, se llevó al bebé en cuanto pudo escaparse de su trabajo para que pasara la noche con ella y llevarlo de nuevo a la guardería al día siguiente.
Esos días los pasaba intentando recuperarme lo antes posible, sin descuidar demasiado la casa para que no se me cayera todo encima y lidiando con el peor enfermo del mundo: Daniel. Sólo sabía decir que no. ¡Hasta se negaba a beber agua o hacer pis! Un día estuvo más de ocho horas sin ir al baño por cabezonería. Tampoco quería comer, ni tomarse la medicina, ni el agua con limón, ni que le untara Vips Vaporub en la planta de los pies, ni que le pusiera la mitad de cebolla en la mesita de noche para que tosiera menos... A todo era que no y lloros y más lloros.
Lo cierto es que nunca ha visto tanto la tele como estos días, aunque yo intentaba distraerlo con plastilina, juegos de ordenador (está loco con uno de construir robots), los legos, cuentos, el tren del Ikea, los lápices de colores (me tiré un buen rato dibujando virus y robots a su gusto)... Pero nada le entretenía más de media hora.
El jueves por la tarde ya no me quedo más remedio que ocuparme yo solita de mis dos fieras, pero ya estaba mucho mejor (Gracias a todos lo que me ayudaron cuando les necesité). Daniel hizo cura de sueño y se levantó a las siete con lo que me dejó via libra para ocuparme toda la tarde exclusivamente de la fierecilla menor. Se levantó al grito de "¡Quiero la merienda!" y con mucha mejor cara. Supuse que no habría quien le metiera en la cama esa noche, pero me equivoqué. A las diez ya estaba bien arropadito y con un sueño que se caía. Mi dos churumbeles se portaron de lujo y durmieron del tirón, pero yo no podía pegar ojo porque cada vez me encontraba peor.
A la mañana siguiente estaba fatal. Hice tripas corazón y me fui a llevar a Iván a la guardería mientras Mari Carmen se quedaba vigilando al dormilón. Cuando volví estaban jugando con una libreta y un boli tan a gusto.
Pasé un día horroroso. Y la tarde aún fue peor. Daniel se negó a dormir la siesta con lo que no pude echarme ni un ratito. Estuve cuidando de dos niños perfectamente activos y traviesos. Pen sé que en algún momento me caería redonda al suelo.
Cuando los metí en la cama fue la mejor hora de la jornada. Me desmayé en mi lecho esperando la llegada de mi marido, que por fin volvía de su viaje de trabajo. Nunca había anhelado tanto su vuelta.
El sábado, Raúl se llevó a los niños a casa de la abuela y, por fin, pude convalecer a gusto unas de horas. Era justo lo que necesitaba. A ver si logro quitarme de encima este resfriado, gripe o lo que sea...
Raúl llevó y recogió a Iván de la guardería el martes, pero al día siguiente sólo pudo llevarle por la mañana porque cogía un avión rumbo a Bruselas y no volvería hasta el viernes. Gracias a diós, el miércoles movilicé a mi suegra y amigas para poder recuperarme un poco. Yoli recogió al bebé de la guardería, Mari Carmen vino a ayudarme a cuidar de los niños por la tarde y Chari, mi suegra, se llevó al bebé en cuanto pudo escaparse de su trabajo para que pasara la noche con ella y llevarlo de nuevo a la guardería al día siguiente.
Esos días los pasaba intentando recuperarme lo antes posible, sin descuidar demasiado la casa para que no se me cayera todo encima y lidiando con el peor enfermo del mundo: Daniel. Sólo sabía decir que no. ¡Hasta se negaba a beber agua o hacer pis! Un día estuvo más de ocho horas sin ir al baño por cabezonería. Tampoco quería comer, ni tomarse la medicina, ni el agua con limón, ni que le untara Vips Vaporub en la planta de los pies, ni que le pusiera la mitad de cebolla en la mesita de noche para que tosiera menos... A todo era que no y lloros y más lloros.
Lo cierto es que nunca ha visto tanto la tele como estos días, aunque yo intentaba distraerlo con plastilina, juegos de ordenador (está loco con uno de construir robots), los legos, cuentos, el tren del Ikea, los lápices de colores (me tiré un buen rato dibujando virus y robots a su gusto)... Pero nada le entretenía más de media hora.
El jueves por la tarde ya no me quedo más remedio que ocuparme yo solita de mis dos fieras, pero ya estaba mucho mejor (Gracias a todos lo que me ayudaron cuando les necesité). Daniel hizo cura de sueño y se levantó a las siete con lo que me dejó via libra para ocuparme toda la tarde exclusivamente de la fierecilla menor. Se levantó al grito de "¡Quiero la merienda!" y con mucha mejor cara. Supuse que no habría quien le metiera en la cama esa noche, pero me equivoqué. A las diez ya estaba bien arropadito y con un sueño que se caía. Mi dos churumbeles se portaron de lujo y durmieron del tirón, pero yo no podía pegar ojo porque cada vez me encontraba peor.
A la mañana siguiente estaba fatal. Hice tripas corazón y me fui a llevar a Iván a la guardería mientras Mari Carmen se quedaba vigilando al dormilón. Cuando volví estaban jugando con una libreta y un boli tan a gusto.
Pasé un día horroroso. Y la tarde aún fue peor. Daniel se negó a dormir la siesta con lo que no pude echarme ni un ratito. Estuve cuidando de dos niños perfectamente activos y traviesos. Pen sé que en algún momento me caería redonda al suelo.
Cuando los metí en la cama fue la mejor hora de la jornada. Me desmayé en mi lecho esperando la llegada de mi marido, que por fin volvía de su viaje de trabajo. Nunca había anhelado tanto su vuelta.
El sábado, Raúl se llevó a los niños a casa de la abuela y, por fin, pude convalecer a gusto unas de horas. Era justo lo que necesitaba. A ver si logro quitarme de encima este resfriado, gripe o lo que sea...
martes, 19 de febrero de 2013
Tu a la tele y tu al ordenador
Estoy harta de peleas sin fin por la tele. Que si Iván quiere los cantajuegos, que si Daniel Peppa Pig... ¡Un horror! Ponga lo que ponga tengo berridos y lloros como música de fondo. Así que me decidí y sí. Encontré una solución. Daniel se queda con la tele e Iván se acomoda tranquilamente frente al ordenador. ¿Y por qué no al revés? Porque Daniel se dedica a aporrear el teclado y el ratón con lo que hay muchas posibilidades de que el ordenador salga mal parado e Iván todavía no se acerca.
lunes, 18 de febrero de 2013
Fin de semana de fiebre, dientes y globos
El sábado por la mañana el bebé amaneció sin fiebre y pletórico de fuerzas. Cómo ayer estuvo todo el día en casa decidimos sacar a nuestros retoños con la bici sin pedales y la moto. Cada uno se montó en su vehículo muy contento, pero Iván se cansó pronto de su juguete y papá tuvo que cargar con él casi todo el camino. Estuvimos en los columpios un rato y volvimos a casa porque el día estaba nublado y la temperatura no era la ideal para alargar más el paseo.
Después de la siesta Daniel se levantó con fiebre, pero muy activo. Iván por su parte se despertó chillando como un loco y así siguió casi toda la tarde. Lloraba desesperado mientras se chupaba las manitas. Le puse Dalsy en las inflamadas encías, le dí una zanahoria fresquita para que le aliviara el dolor, pan para que lo babeara a gusto, el mordedor directo de la nevera... Pero pasó una tarde horrorosa.
Para que se distrajeran de sus males se me ocurrió sacar unos globos de globoflexia que compré en el Todo a cien hace muchísimo tiempo. Los peques no daban tiempo a que mirara por internet cómo se hacían las figuras, así que Raúl y yo nos liamos a hacer espadas a la buena de dios. Fue todo un triunfo. Daniel e Iván se ensarzaron en una lucha blandita en la que era muy difícil que se hicieran daño entre ellos. Cuando se cansaron de aporrearse con ahínco se fueron a machacar otras cosas con sus espadas improvisadas.
Fue la única nota positiva, porque Tanto uno cómo el otro lo estaban pasando un poco mal. Daniel empeoró el domingo. La tos era horrorosa y la fiebre no bajaba ni con Dalsy, ni con Apiretal. Iván estaba un poco mejor de sus dientes, aunque aún le daban ataques rabiosos incontrolables. Pasamos todo el día en casa jugando a juegos tranquilos o viendo la tele.
Esta mañana, Daniel se ha levantado un poco mejor e Iván tan pancho. Raúl ha llevado al bebé a la guardería antes de ir a trabajar y yo me he quedado con el mayor, que está pletórico de fuerzas. La fiebre ha remitido, pero la tos todavía le fastidia muchísimo al pobre.
Después de la siesta Daniel se levantó con fiebre, pero muy activo. Iván por su parte se despertó chillando como un loco y así siguió casi toda la tarde. Lloraba desesperado mientras se chupaba las manitas. Le puse Dalsy en las inflamadas encías, le dí una zanahoria fresquita para que le aliviara el dolor, pan para que lo babeara a gusto, el mordedor directo de la nevera... Pero pasó una tarde horrorosa.
Para que se distrajeran de sus males se me ocurrió sacar unos globos de globoflexia que compré en el Todo a cien hace muchísimo tiempo. Los peques no daban tiempo a que mirara por internet cómo se hacían las figuras, así que Raúl y yo nos liamos a hacer espadas a la buena de dios. Fue todo un triunfo. Daniel e Iván se ensarzaron en una lucha blandita en la que era muy difícil que se hicieran daño entre ellos. Cuando se cansaron de aporrearse con ahínco se fueron a machacar otras cosas con sus espadas improvisadas.
Fue la única nota positiva, porque Tanto uno cómo el otro lo estaban pasando un poco mal. Daniel empeoró el domingo. La tos era horrorosa y la fiebre no bajaba ni con Dalsy, ni con Apiretal. Iván estaba un poco mejor de sus dientes, aunque aún le daban ataques rabiosos incontrolables. Pasamos todo el día en casa jugando a juegos tranquilos o viendo la tele.
Esta mañana, Daniel se ha levantado un poco mejor e Iván tan pancho. Raúl ha llevado al bebé a la guardería antes de ir a trabajar y yo me he quedado con el mayor, que está pletórico de fuerzas. La fiebre ha remitido, pero la tos todavía le fastidia muchísimo al pobre.
domingo, 17 de febrero de 2013
Papá inventa un juego
Cuando Raúl le propuso a Daniel jugar a un juego nuevo que se había inventado él mismo nuestro primogénito accedió enseguida. Estaba encantado de que su papá se hubiera inventado un juego para jugar con él.
Se sentaron los dos en la mesa del comedor armados de papel, dados, un lápiz de dos colores y una regla de mis años de universidad (el odioso tipómetro). Las reglas consistía en dibujar cada unos una nave en dos extremos diferentes del papel, tirar un dado dos veces y midiendo con la regla hallar el angulo del tiro de cada jugador. Gana el que más disparos acierte en la nave contraria.
Raúl se encargaba, como es obvio, de realizar los cálculos, y Daniel de tirar los dados y pintar las líneas más o menos rectas con ayuda de la regla y de su padre.
Estuvieron entretenidos un buen rato. Cuando acabó el juego, Daniel se dedicó a dibujar naves en otro papel y a disparar de forma indiscriminada. Lo importante es que logró seguir las normas del juego durante un buen rato y que papá siempre está pensando en cosas para hacer con sus peques.
sábado, 16 de febrero de 2013
La fiebre de Iván le libra de los pinchazos del viernes
El jueves me llamaron de la guardería porque Iván tenía más de 38 de fiebre. Me pillaron en la caja del supermercado, así que me tocó volar hasta casa para dejar el carrito de la compra e ir a por mi niño como alma que lleva el diablo. Llamé a mi suegra para que se quedara con el bebé mientras yo iba a buscar la mayor al cole. Chari no tuvo ningún problemas porque el chiquitín pasó todo el rato durmiendo. Cuando regresé con Daniel, se fue con su nieto sano al parque mientras yo velaba el sueño del que estaba malito.
Abuela y nieto se lo pasaron muy bien juntos. Mientras, en casa Iván se despertaba con cara de pocos amigos y con ganas de llorar por todo. Se notaba que algo le molestaba, aunque no tanto como para estarse quieto un segundo. Él solito me indicó que quería que le bañara ya. Así que cenó prontito y antes de su hora estaba descansando en su cama. Al menos un ratito, porque no pasaba media hora y ya se le oía protestar al pobre. Pasamos una noche criminal.
El viernes tenía la vacuna de los resfriados, pero la tuve que anular porque no se le puede poner si tiene fiebre. La hemos dejado para el próximo viernes. Se ha librado por unos días.
Papá se quedó a trabaja un ratito en casa para que yo pudiera llevar al mayor al cole sin sacar al bebé. En cuanto volví de mi misión mi marido partió al trabajo raudo y veloz. Iván y yo lo pasamos muy bien juntos, porque ya se encontraba un poco mejor. Jugamos un rato con la pelota, pintamos juntos, jugamos a perseguirnos por la casa... Aunque la mayoría del tiempo la pasó viendo los cantajuegos. Se acercaba a la tele dedo en ristre y gorjeando para que le pusiera a su grupo musical preferido. Supongo que así se relaja un ratito, aunque no me haga mucha gracia verle con la nariz pegada a la pantalla.
La siesta la durmió muy inquieto y acabe tumbándome con él. Se despertó llorando inconsolable y pasó un buen rato hasta que dejó que me despegara de él unos segundos sin ponerse a berrear. Estuvimos jugando al cucu tras y leyendo cuentos para que estuviera relajado hasta que llegó la hora de ir a por el hermano que venía de la piscina a las seis. Lo abrigue muchísimo y le saqué la calle. Estoy segura de que tomar un poco de aire la vino bien después de este encierro involuntario.
Abuela y nieto se lo pasaron muy bien juntos. Mientras, en casa Iván se despertaba con cara de pocos amigos y con ganas de llorar por todo. Se notaba que algo le molestaba, aunque no tanto como para estarse quieto un segundo. Él solito me indicó que quería que le bañara ya. Así que cenó prontito y antes de su hora estaba descansando en su cama. Al menos un ratito, porque no pasaba media hora y ya se le oía protestar al pobre. Pasamos una noche criminal.
El viernes tenía la vacuna de los resfriados, pero la tuve que anular porque no se le puede poner si tiene fiebre. La hemos dejado para el próximo viernes. Se ha librado por unos días.
Papá se quedó a trabaja un ratito en casa para que yo pudiera llevar al mayor al cole sin sacar al bebé. En cuanto volví de mi misión mi marido partió al trabajo raudo y veloz. Iván y yo lo pasamos muy bien juntos, porque ya se encontraba un poco mejor. Jugamos un rato con la pelota, pintamos juntos, jugamos a perseguirnos por la casa... Aunque la mayoría del tiempo la pasó viendo los cantajuegos. Se acercaba a la tele dedo en ristre y gorjeando para que le pusiera a su grupo musical preferido. Supongo que así se relaja un ratito, aunque no me haga mucha gracia verle con la nariz pegada a la pantalla.
La siesta la durmió muy inquieto y acabe tumbándome con él. Se despertó llorando inconsolable y pasó un buen rato hasta que dejó que me despegara de él unos segundos sin ponerse a berrear. Estuvimos jugando al cucu tras y leyendo cuentos para que estuviera relajado hasta que llegó la hora de ir a por el hermano que venía de la piscina a las seis. Lo abrigue muchísimo y le saqué la calle. Estoy segura de que tomar un poco de aire la vino bien después de este encierro involuntario.
viernes, 15 de febrero de 2013
Segunda tutoría con la profesora de Daniel
Cada día me parece que Marta es más encantadora. Se preocupa muchísimo por los niños y observa detalles que a mí se me pasarían con tantos chiquitines a mi alrededor.
Nada más entrar me preguntó si había averiguado por qué había entrado llorando Daniel los días anteriores. Le conté mi conversación con el psicólogo y le cuadró todo. Ella también está de acuerdo con suprimir de la vida de Daniel a los Vengadores y a Spiderman. Cuanto antes mejor.
En su opinión Daniel es el vivo reflejo de cómo debería comportarse un niño de cuatro años (o de camino a los cuatro): las pesadillas, la confusión entre ficción y realidad, los pulsos, las perretas... Todo normal.
Su progreso general en clase está justo en la media. Ella piensa que debemos motivarle desde casa para que mejore más en el habla y en la pinza dactilar. Su pronunciación es bastante mala, pero aún no han saltado las alarmas para tener que llevarle a un logopeda. Si no mejora los suficiente habría que buscar un profesional para el próximo año. En el caso de mi hijo, creo que algo de celillos podrían explicar su obstinación de decir "ti" en vez de "sí", porque cuando no está atento lo dice perfectamente.
Por otro lado, tenemos que insistir en la postura para coger los lápices. Seguiremos aplicando el truco del elástico en la muñeca que dio a conocer Una terapeuta temprana en su blog y que me parece casi milagroso.
Tampoco se le da bien eso de colorear, aunque yo creo que aquí influye que es un poco vago. No le gusta mucho colorear así que lo hace mal y rápido para terminar pronto e irse a jugar. Marta me contó que había veces que dejaba la ficha sin enseñársela a ella para irse a la zona lúdica. Si se daba cuenta se la pedía y resultaba que estaba sin terminar, así que le volvía a sentar en la silla colores en mano.
En cuanto a aspectos positivos, socializa sin problemas y parece llevarse bien con todos los niños de la clase. Que alegría y que descanso por ese lado. Por lo visto, le encanta jugar, sobre todo con los coches, los camiones... Los animales también le gustan mucho... Las canciones, los libros... ¡Vamos! Que todo lo que se apunta sin dudarlo a todo lo que implique divertirse, pero las fichas son otro cantar. Realmente le aburren un poco.
La atención en clase ha mejorado bastante. Y ella asegura que se lo pasa genial con el grupo. Le extrañó mucho saber que a mí no me cuenta nada. Está segura que lo hace por fastidiarme. Igual que cuando le alabo por dormir la siesta y le propongo pegar el gomet que le ponen en la mano de premio en un dibujo o en la nevera. Coge la pegatina, la arruga y la tira al suelo. Pulsos, pulsos y más pulsos...
También me aconsejó que le hiciera refuerzo positivo. En vez de asegurarle que algo que hubiera hecho estaba mal, había que decirle "se dice así" o "se hace así", pero sin indicar que él lo esté haciendo de forma incorrecta. Fácil de decir, pero cambiar el chip con cosas que te salen solas a veces puede resultar muy difícil. Pero por intentarlo que no quede.
Me comentó que le había sorprendido mucho el disfraz de la rana Tana con el que Daniel se presentó el viernes en clase. Aseguró que había sido la sensación y que mi niño había sido muy feliz ese día pavoneandose delante de toda la clase.
En definitiva, estoy muy contenta con la tutoría porque he sacado en claro que Daniel va bien dentro de la media de la clase y que no tiene ningún problema de integración.
Nada más entrar me preguntó si había averiguado por qué había entrado llorando Daniel los días anteriores. Le conté mi conversación con el psicólogo y le cuadró todo. Ella también está de acuerdo con suprimir de la vida de Daniel a los Vengadores y a Spiderman. Cuanto antes mejor.
En su opinión Daniel es el vivo reflejo de cómo debería comportarse un niño de cuatro años (o de camino a los cuatro): las pesadillas, la confusión entre ficción y realidad, los pulsos, las perretas... Todo normal.
Su progreso general en clase está justo en la media. Ella piensa que debemos motivarle desde casa para que mejore más en el habla y en la pinza dactilar. Su pronunciación es bastante mala, pero aún no han saltado las alarmas para tener que llevarle a un logopeda. Si no mejora los suficiente habría que buscar un profesional para el próximo año. En el caso de mi hijo, creo que algo de celillos podrían explicar su obstinación de decir "ti" en vez de "sí", porque cuando no está atento lo dice perfectamente.
Por otro lado, tenemos que insistir en la postura para coger los lápices. Seguiremos aplicando el truco del elástico en la muñeca que dio a conocer Una terapeuta temprana en su blog y que me parece casi milagroso.
Tampoco se le da bien eso de colorear, aunque yo creo que aquí influye que es un poco vago. No le gusta mucho colorear así que lo hace mal y rápido para terminar pronto e irse a jugar. Marta me contó que había veces que dejaba la ficha sin enseñársela a ella para irse a la zona lúdica. Si se daba cuenta se la pedía y resultaba que estaba sin terminar, así que le volvía a sentar en la silla colores en mano.
En cuanto a aspectos positivos, socializa sin problemas y parece llevarse bien con todos los niños de la clase. Que alegría y que descanso por ese lado. Por lo visto, le encanta jugar, sobre todo con los coches, los camiones... Los animales también le gustan mucho... Las canciones, los libros... ¡Vamos! Que todo lo que se apunta sin dudarlo a todo lo que implique divertirse, pero las fichas son otro cantar. Realmente le aburren un poco.
La atención en clase ha mejorado bastante. Y ella asegura que se lo pasa genial con el grupo. Le extrañó mucho saber que a mí no me cuenta nada. Está segura que lo hace por fastidiarme. Igual que cuando le alabo por dormir la siesta y le propongo pegar el gomet que le ponen en la mano de premio en un dibujo o en la nevera. Coge la pegatina, la arruga y la tira al suelo. Pulsos, pulsos y más pulsos...
También me aconsejó que le hiciera refuerzo positivo. En vez de asegurarle que algo que hubiera hecho estaba mal, había que decirle "se dice así" o "se hace así", pero sin indicar que él lo esté haciendo de forma incorrecta. Fácil de decir, pero cambiar el chip con cosas que te salen solas a veces puede resultar muy difícil. Pero por intentarlo que no quede.
Me comentó que le había sorprendido mucho el disfraz de la rana Tana con el que Daniel se presentó el viernes en clase. Aseguró que había sido la sensación y que mi niño había sido muy feliz ese día pavoneandose delante de toda la clase.
En definitiva, estoy muy contenta con la tutoría porque he sacado en claro que Daniel va bien dentro de la media de la clase y que no tiene ningún problema de integración.
jueves, 14 de febrero de 2013
Un sonajero de lo más curioso
Un día que llevé a los niños al parque, Iván encontró un juguete de lo más interesante en el arenero. La mamá (o el papá) de un bebé había unido dos cucharas de las que te vienen en lo botes de la leche de fórmula con celo y dentro había puesto algún cachivache para que sonara. Mi peque se pasó toda la tarde agitando el sonajero casero. Tanto le gustó que me decidí a hacerle uno, aunque cuando juegue con él tengo que vigilarle, no vaya a ser que lo rompa y se coma la piedra que metí dentro.
El primer día fue un éxito total, pero el segundo día que se ofrecí lo tiró lejos y ya no lo ha vuelto a usar. ¡Qué rápido se ha cansado! Menos mal que no me llevó nada de tiempo hacerlo. En unos días se lo volveré a ofrecer a ver si lo coge de nuevo con ganas.
El primer día fue un éxito total, pero el segundo día que se ofrecí lo tiró lejos y ya no lo ha vuelto a usar. ¡Qué rápido se ha cansado! Menos mal que no me llevó nada de tiempo hacerlo. En unos días se lo volveré a ofrecer a ver si lo coge de nuevo con ganas.
miércoles, 13 de febrero de 2013
Imanes, tijeras, figuras geométricas en 3D, colores y mucha imaginación
Con los días de frío llegan las tardes reguardados en casa. Y con ellas las peleas sin fin. Que si este juguete lo tengo yo, que si quiero lo que tiene el otro, que si quita los cantajuegos, que si "gu gu tata que porquería de dibujos animados hay en la tele"... Y así hasta el infinito para desgracia de la que lo sufre: la pobre mamá.
La mayoría de las veces intento entretener a uno con una actividad atractiva mientras el otro disfruta del objeto de deseo que inició la disputa.
Una tarde, hice buen uso de la tabla que regaló Maribel, de B aprende en casa, a sus lectores (muchas gracias, nos encantó tu regalo). Puse dos tuppers y una serie de objetos delante de mi primogénito. Cogí un vagón del tren del Ikea que le regalamos por su cumpleaños para aprovechar que tiene imanes en ambos extremos. Cómo no encontré los gomets por ningún lado le di un lápiz de esos que por un lado pintan rojo y por otro azul. Le dibujé cada objeto al lado de la palabra de que lo designaba en la tabla mientras le explicaba en voz alta que era qué. Luego le pedí que experimentara que coas atraía el imán y que no, que las pusiera en el tupper correspondiente y que hiciera una marca roja, en caso negativo, u otra azul, en caso positivo, en la casilla correspondiente de la lista. Evidentemente, le pedí demasiado. La clasificación por tupper la hizo perfectamente, pero la lista acabó llena de garabatos sin sentido en ambos colores. Le encanto en experimento.
Cuando acabamos la clasificación se me ocurrió traer a la mesa las fotocopias de una figuras geométricas en 3D que imprimí hace muchísimo tiempo. Daniel acogió la idea encantado, sobre todo, porque había traído las tijeras y estaba deseando recortar la tabla donde se detallaban los objetos que habíamos usado en el experimento con el imán. A estas alturas, Iván se había aburrido del juguete y se había unido a nosotros, con lo que le saqué las ceras blanditas. Pero él lo que quería era guarrear con el pegamento. Intenté convencer al mayor para que me coloreara las figuras geométricas sin salirse de los márgenes, pero sólo conseguí que garabateara a toda prisa el papel para volver a su tarea de recorte, que era lo que le interesaba en ese momento. Para mi felicidad, comprobé que el niño cogía estupendamente las ceras (haciendo la pinza correctamente). Recorté y pegué el cubo, el triángulo y un diamante. Al peque le encantaron las figuras, pero el que más disfrutó con ellas fue mi bebé. Con qué gusto las espachurró.
Otro día fue a Iván al que intenté despistar mientras su hermano se quedaba con el juguete por el que peleaban. Le puse una cartulina en el suelo, la llené de pegamento y, bajo mi estricta supervisión, le puse a pegar papelitos que le iba recortando de celofan, garbanzos, judías y macarrones. El mayor no tardó ni cinco segundos en unirse a nosotros. También le puse una cartulina a él para que no hubiera conflictos y les saqué las ceras. Error. El más chiquitín se lo pasó pipa pintándome el suelo. Menos mal que no me costó mucho arreglar el desaguisado.
Las pinturas, el pegamento y las manualidades son maravillosas para salvar tardes de frío o lluvia. Aunque es imprescindible que mami se quede con ellos para que no hayan accidentes con lo que las labores del hogar quedan relegadas para más tarde.
La mayoría de las veces intento entretener a uno con una actividad atractiva mientras el otro disfruta del objeto de deseo que inició la disputa.
Una tarde, hice buen uso de la tabla que regaló Maribel, de B aprende en casa, a sus lectores (muchas gracias, nos encantó tu regalo). Puse dos tuppers y una serie de objetos delante de mi primogénito. Cogí un vagón del tren del Ikea que le regalamos por su cumpleaños para aprovechar que tiene imanes en ambos extremos. Cómo no encontré los gomets por ningún lado le di un lápiz de esos que por un lado pintan rojo y por otro azul. Le dibujé cada objeto al lado de la palabra de que lo designaba en la tabla mientras le explicaba en voz alta que era qué. Luego le pedí que experimentara que coas atraía el imán y que no, que las pusiera en el tupper correspondiente y que hiciera una marca roja, en caso negativo, u otra azul, en caso positivo, en la casilla correspondiente de la lista. Evidentemente, le pedí demasiado. La clasificación por tupper la hizo perfectamente, pero la lista acabó llena de garabatos sin sentido en ambos colores. Le encanto en experimento.
Cuando acabamos la clasificación se me ocurrió traer a la mesa las fotocopias de una figuras geométricas en 3D que imprimí hace muchísimo tiempo. Daniel acogió la idea encantado, sobre todo, porque había traído las tijeras y estaba deseando recortar la tabla donde se detallaban los objetos que habíamos usado en el experimento con el imán. A estas alturas, Iván se había aburrido del juguete y se había unido a nosotros, con lo que le saqué las ceras blanditas. Pero él lo que quería era guarrear con el pegamento. Intenté convencer al mayor para que me coloreara las figuras geométricas sin salirse de los márgenes, pero sólo conseguí que garabateara a toda prisa el papel para volver a su tarea de recorte, que era lo que le interesaba en ese momento. Para mi felicidad, comprobé que el niño cogía estupendamente las ceras (haciendo la pinza correctamente). Recorté y pegué el cubo, el triángulo y un diamante. Al peque le encantaron las figuras, pero el que más disfrutó con ellas fue mi bebé. Con qué gusto las espachurró.
Otro día fue a Iván al que intenté despistar mientras su hermano se quedaba con el juguete por el que peleaban. Le puse una cartulina en el suelo, la llené de pegamento y, bajo mi estricta supervisión, le puse a pegar papelitos que le iba recortando de celofan, garbanzos, judías y macarrones. El mayor no tardó ni cinco segundos en unirse a nosotros. También le puse una cartulina a él para que no hubiera conflictos y les saqué las ceras. Error. El más chiquitín se lo pasó pipa pintándome el suelo. Menos mal que no me costó mucho arreglar el desaguisado.
Las pinturas, el pegamento y las manualidades son maravillosas para salvar tardes de frío o lluvia. Aunque es imprescindible que mami se quede con ellos para que no hayan accidentes con lo que las labores del hogar quedan relegadas para más tarde.
Más fichitas
Mi peque se ha presentado en casa con otro cuaderno de esos que tanto me gustan. En esta ocasión iba dedicado a animales de granja, supongo que a causa de la visita de La Granja de los Cuentos. mi pequeñín no pudo esperar a casa y me enseñó su trabajo en un banco del parque. Iván también miraba muy atento las fichas que nos estaba explicando su hermano.
De nuevo, casi todas estaban plagadas de Bien y Muy Bien escritos con rotulador rojo por la profesora. En una de ellas, mi primogénito había pintado una raya increiblemente recta para su pulso infantil. Ni que decir que la mami babeaba a gusto con cada progreso de su niño. Sigue fallando en su forma de colorear. Se sale de las líneas de una forma caótica.
La última estaba sin hacer. Y en ella una nota de Marta explicaba que Daniel había preferido irse a jugar sin acabar la tarea. En cambio, en ese momento, y con todos sus amiguitos corriendo de una lado a otro del parque, se empeñó en terminarla. Con los chiquillos nunca se sabe.
De nuevo, casi todas estaban plagadas de Bien y Muy Bien escritos con rotulador rojo por la profesora. En una de ellas, mi primogénito había pintado una raya increiblemente recta para su pulso infantil. Ni que decir que la mami babeaba a gusto con cada progreso de su niño. Sigue fallando en su forma de colorear. Se sale de las líneas de una forma caótica.
La última estaba sin hacer. Y en ella una nota de Marta explicaba que Daniel había preferido irse a jugar sin acabar la tarea. En cambio, en ese momento, y con todos sus amiguitos corriendo de una lado a otro del parque, se empeñó en terminarla. Con los chiquillos nunca se sabe.
martes, 12 de febrero de 2013
Liebster Award rosa
Este corazón tan rosa me lo pasa Alter Ego de Plagiando a Mi Alter Ego. Ella es única e inimitable y su blog no tiene desperdicio. Lo tiene muy organizado por secciones a cual más interesante: Anuncios pesadillescos, Ustedes dirán (aquí triunfan las inigualables impresiones de esta bloguera sobre los prospectos y manuales de instrucciones), retazos de su vida... Incluso cuenta con la ayuda de un colaborador maquiavélico, peludito y adorable: su gato Forlán. Y llegados a este punto me gustaría recordar a Luhay. Por mucho que despotricaras de la bruja se te notaba hasta en las patitas que la adorabas. Ella te hizo un hueco en su blog y logró que formaras parte de esta gran familia bloguera. Se te echa de menos aunque Forlan es alumno aventajado de tus enseñanzas felinas.
Muchas gracias Mi Alter Ego por pensar en mí.
El premio viene acompañado de tarea y de las grandes. Responder unas preguntillas, decir once cosas de una misma y realizar tu propio cuestionario para aquellos blogs nominados. Allá voy.
1) ¿Te da miedo el dentista?
Por ahora no. Tengo una dentadura excelente y no le veo mucho el pelo a este profesional de la dentición. Afortunadamente jeje
2) ¿Jamón serrano o de York?
Errr... Esto... No me gusta el jamón serrano. Ejem
3) Cuando tienes frío ¿qué parte del cuerpo se te enfría más?
Hasta el alma. Brrrrrr
4) ¿Llevas las uñas cortas o largas?
Pues el caso es que me las como, pero no tanto como para tener muñones en vez de dedos, así que tengo unas más largas que otras. Un desastre. Lo sé.
5) ¿Qué mascota imposible te gustaría tener?
¡¡Te parece poco los cuatro tigres que tengo en casa!! Aunque no estaría mal completar el cuadro con una elegante pantera.
6) ¿Cuál es el último libro que has leído?
Si tu me dices ven lo dejo todo, pero dime ven.
7) ¿Cuál es la combinación de colores que más te horroriza?
Negro y azul marino.
8) ¿Tu refresco favorito?
Errr... Tampoco me gustan los refrescos
9) ¿Cuál ha sido la peor película que has visto?
Que difícil elección. Han sido tantas... A ver, a ver... Una que haya sobresalido entre tanto bodrio como hay por ahí ultimamente...¿Scary Movie? ¿Las de crepúsculo? ¿Desafío total, la nueva versión?...
10) ¿Te pesan los lunes?
Me pesan casi todas las mañanas después de las noches moviditas que me dan mis dos angelitos.
11) ¿En qué habitación de la casa sueles bloguear?
En el estudio
Otra vez describirme a mi misma:
1. Soy bajita
2. Cuando estallo digo cosas de las que luego me arrepiento
3. El chocolate es mi perdición
4. Con el frío que hace últimamente me encantaría hacerle una visitita a mi madre en Canarias
5. Disfruto de las actividades que hago con mis hijos aunque las cosas nunca salen como yo espero
6. Me encantan mis gatos, a mis gatos les gusto yo, a mis hijos les gustan mis gatos y a mis gatos les horrorizan mis hijos.
7. Cada vez que me dan un premio salto de alegría, pero cuando veo que tengo que decir no se cuantas cosas sobre mi misma me echo a temblar ¡Ya no sé que más decir! Venga, venga a poner en funcionamiento el cerebro
8. Engordo y adelgazo como los chicles y eso hace que tenga en mi armario una hermosa colección de tallas (de la 38 a la 42).
9. Tengo el mal del tordo: la cara flaca y el culo gordo :D
10. Mi marido y yo nos queremos muchísimo, aunque no estamos de acuerdo en casi nada. Así no nos aburrimos.
11. Por fin, el último punto, por fiiiin. Ummmm, eeeeeeeh... No me gustan los refrescos ni el jamón serrano ¡Eah!
Y ahora mi cuestionario:
1.¿Cómo decidiste el nombre de tu hijo/a/os/as?
2. Qué sentiste cuando el predictor se volvió rosita (O aparecieron las dos rayitas)?
3. Cual es tu consejo para aquellas que están en estado de buena esperanza y les da un poco de miedo el momento del parto?
4. ¿Algún truquillo que no haya probado ya para que los enanos de la casa se relajen y duerman apaciblemente toda la noche o casi toda? ¿Ummmm? Lo que sea.
5. ¿Cómo es tu risa: abierta, contenida, ruidosa, elegante...?
6. ¿Qué frase te ha marcado para siempre?
7. ¿Que es lo que nunca falla para sacarte una sonrisa en los malos momentos?
8. Un truquito que uses en la cocina
9. Cual es la mejor manera para empezar un día perfecto
10. Cual es tu mejor plan cuando afuera cae una lluvia torrencial
11. Un destino que repetirías
Los blogs a los que les paso este premio son:
Duerme feliz sin llorar
Un ángel en mi vida
Desesperada mamá
El camino para ser mamá
Mamá también sabe
Mis mellizos prematuros
Papa cangrejo
Mamá de Parrulin y de Xoubiña
Menos de 1000 y mas de 30
Mas allá del rosa o el azul
Blogueando de mi peque y otras cosas
Muchas gracias Mi Alter Ego por pensar en mí.
El premio viene acompañado de tarea y de las grandes. Responder unas preguntillas, decir once cosas de una misma y realizar tu propio cuestionario para aquellos blogs nominados. Allá voy.
1) ¿Te da miedo el dentista?
Por ahora no. Tengo una dentadura excelente y no le veo mucho el pelo a este profesional de la dentición. Afortunadamente jeje
2) ¿Jamón serrano o de York?
Errr... Esto... No me gusta el jamón serrano. Ejem
3) Cuando tienes frío ¿qué parte del cuerpo se te enfría más?
Hasta el alma. Brrrrrr
4) ¿Llevas las uñas cortas o largas?
Pues el caso es que me las como, pero no tanto como para tener muñones en vez de dedos, así que tengo unas más largas que otras. Un desastre. Lo sé.
5) ¿Qué mascota imposible te gustaría tener?
¡¡Te parece poco los cuatro tigres que tengo en casa!! Aunque no estaría mal completar el cuadro con una elegante pantera.
6) ¿Cuál es el último libro que has leído?
Si tu me dices ven lo dejo todo, pero dime ven.
7) ¿Cuál es la combinación de colores que más te horroriza?
Negro y azul marino.
8) ¿Tu refresco favorito?
Errr... Tampoco me gustan los refrescos
9) ¿Cuál ha sido la peor película que has visto?
Que difícil elección. Han sido tantas... A ver, a ver... Una que haya sobresalido entre tanto bodrio como hay por ahí ultimamente...¿Scary Movie? ¿Las de crepúsculo? ¿Desafío total, la nueva versión?...
10) ¿Te pesan los lunes?
Me pesan casi todas las mañanas después de las noches moviditas que me dan mis dos angelitos.
11) ¿En qué habitación de la casa sueles bloguear?
En el estudio
Otra vez describirme a mi misma:
1. Soy bajita
2. Cuando estallo digo cosas de las que luego me arrepiento
3. El chocolate es mi perdición
4. Con el frío que hace últimamente me encantaría hacerle una visitita a mi madre en Canarias
5. Disfruto de las actividades que hago con mis hijos aunque las cosas nunca salen como yo espero
6. Me encantan mis gatos, a mis gatos les gusto yo, a mis hijos les gustan mis gatos y a mis gatos les horrorizan mis hijos.
7. Cada vez que me dan un premio salto de alegría, pero cuando veo que tengo que decir no se cuantas cosas sobre mi misma me echo a temblar ¡Ya no sé que más decir! Venga, venga a poner en funcionamiento el cerebro
8. Engordo y adelgazo como los chicles y eso hace que tenga en mi armario una hermosa colección de tallas (de la 38 a la 42).
9. Tengo el mal del tordo: la cara flaca y el culo gordo :D
10. Mi marido y yo nos queremos muchísimo, aunque no estamos de acuerdo en casi nada. Así no nos aburrimos.
11. Por fin, el último punto, por fiiiin. Ummmm, eeeeeeeh... No me gustan los refrescos ni el jamón serrano ¡Eah!
Y ahora mi cuestionario:
1.¿Cómo decidiste el nombre de tu hijo/a/os/as?
2. Qué sentiste cuando el predictor se volvió rosita (O aparecieron las dos rayitas)?
3. Cual es tu consejo para aquellas que están en estado de buena esperanza y les da un poco de miedo el momento del parto?
4. ¿Algún truquillo que no haya probado ya para que los enanos de la casa se relajen y duerman apaciblemente toda la noche o casi toda? ¿Ummmm? Lo que sea.
5. ¿Cómo es tu risa: abierta, contenida, ruidosa, elegante...?
6. ¿Qué frase te ha marcado para siempre?
7. ¿Que es lo que nunca falla para sacarte una sonrisa en los malos momentos?
8. Un truquito que uses en la cocina
9. Cual es la mejor manera para empezar un día perfecto
10. Cual es tu mejor plan cuando afuera cae una lluvia torrencial
11. Un destino que repetirías
Los blogs a los que les paso este premio son:
Duerme feliz sin llorar
Un ángel en mi vida
Desesperada mamá
El camino para ser mamá
Mamá también sabe
Mis mellizos prematuros
Papa cangrejo
Mamá de Parrulin y de Xoubiña
Menos de 1000 y mas de 30
Mas allá del rosa o el azul
Blogueando de mi peque y otras cosas
Segunda conversación con el psicólogo: los límites de Iván y la edad de los miedos
Por fin he sacado tiempo para volver a hablar con el psicólogo infantil de la guardería de Iván. La primera reunión que tuvimos giró alrededor de los problemas de sueño de mi bebé y el posible trauma tras la operación del corazón. Ésta vez iba con buenas noticias, mi chiquitín cada vez duerme mejor. Las noches siguen siendo infernales, pero ya no se despierta cada veinte minutos o media hora (¡incluso tuvimos el hito histórico de que una noche la durmió del tirón!). Pensaba que con esto zanjaríamos el tema y se acabarían las sesiones, pero estaba equivocada.
El psicólogo estaba contentísimo con los progresos de Iván, pero insistió mucho en que ahora estábamos ya en edad de poner límites serios al bebé. Para empezar me sugirió que no acudiera inmediatamente cada vez que lo oyera llorar desde la cuna, que evitara cogerlo en brazos en la medida de lo posible y los mismo con el tema del colecho. Siempre que pudiera debía dejar que durmiera en su cuna. Todo de forma gradual y sin agobios. No veía mal que lo metiera en mi cama o le acunara. Simplemente me aconsejaba que no lo convirtiera en una rutina porque a los dieciséis meses el peque ya tenía edad para ir adoptando unos hábitos nocturnos más "saludables". Desde luego, he de decir que este hombre es de lo más diplomático cuando explica las cosas. Lo que más me gusta es que nada de lo que le planteas le parece mal, aunque siempre tiene algo que añadir, que aconsejar, que apostillar...
Aprovechando el momento le pregunté si podía hacerle una consulta sobre el mayor, a pesar de que no iba a su centro. "¡Por supuesto!" Me contestó con los oídos bien abiertos. Le conté que mi primogénito había estado un tiempo entrando a disgusto al cole, lo que pasó con la maqueta-juego de la clase que le hice (Ese pájaro malvado que lo destruyó todo) y la reunión con mi amiga para sacarle información.
En su opinión, Daniel está en una edad en la que los pequeños descubren que el mundo es más grande de lo que pensaban, que no son el centro y que tampoco pueden controlar las situaciones como quisieran. Entonces canalizan sus miedos en fobias, normalmente hacia una animal (en el caso de mi chiquitín, hacia las cucarachas, sospecho que gracias a cierto cuentacuentos...), a algún elemento en concreto (la oscuridad, ahora necesita una luz para dormir), o a objetos en concretos (algún juguete por ejemplo, aunque en el caso de mi niño esto no ha sucedido)...
El cambio de la guardería, en la que estaba muy cuidado, al colegio, en la que tienen más libertad y, en cierto sentido, menos orden y concierto, les influye mucho a la hora de entrar en lo que se suele llamar "la edad de los miedos".
Respecto al pájaro malvado, está seguro de que se debe a una pesadilla que debió tener con el colegio. Los chiquillos de estas edades tiene problemas para diferenciar la realidad de la ficción por lo que, la mayoría de las veces, creen que lo que sueñan ha pasado en realidad. Probablemente, el peque tuvo un pesadilla con el cole que pensó que era real y por eso no quería entrar. El profesional me preguntó por las normas del colegio (por si eran demasiado estrictas), por la profesora (por si no le cuadraba a mi hijo), por los amigos del cole... Y, finalmente resolvió, que no tenía que dar la mayor importancia a este problema, sobre todo, si Daniel estaba entrando contento en la actualidad (entre la excursión a la granja de los cuentos y la fiesta de carnaval está muy motivado para ir a clase).
Respecto a la reunión, afirmó que la razón que adujo mi hijo de que se aburría en el cole es una simple excusa para seguir reunido. Seguramente, él ni se acordaba ya de su pesadilla, pero le hacía mucha ilusión la actividad y se inventó una excusa para darle sentido. ¡Qué pillo!
Y, finalmente, le comenté mi preocupación por los superhéroes. A papá le gustan mucho los comics de superhéroes y le ha contagiado el entusiasmo a su primogénito que está encantado con sus Vengadores, sus Cuatro Fantásticos, su Spiderman y su Patrulla X, pero a mami le preocupa el tema porque esos dibujos animados son extremadamente violentos y complicados para un niño de tres años. Creo que Daniel se ha obsesionado con estos personajes de ficción y cree realmente que existen. Ahora no quiere sino jugar a superhéroes, ver los dibujos animados de estos personajes, leer los cuentos que venían con un periódico de Spidermán, Vengadores, etc., dibujar y colorear a sus adorados Ironman, Hulk, Thor... ¡No piensa en otra cosa!
Al psicólogo le pareció que en pequeñas dosis no estaba mal que le gustara lo mismo que al padre, pero que las obsesiones no son buenas y menos con unos personajes que encierran tantos factores negativos. Fomentar al máximo la imaginación de un niño de tres años lo veía fenomenal, pero con tiento por lo que ya me explicó de que no saben distinguir la realidad de la ficción. Su consejo fue que papá quitara importancia a su afición delante del chiquillo en favor a otras actividades o personajes como Pocoyo, Peppa Pig o Caillú e ir quitándole poquito a poquito su amor desmedido por los superhéroes mientras le introducimos otros elementos más propios de su edad. En realidad, no cree que el tema traumatice o influya negativamente al niño para su edad adulta, pero sí piensa que las pesadillas y los miedos de Daniel se están incrementando a causa de estos dibujos animados.
La sesión terminó con mi promesa de observar los progresos de ambos pequeñines y volver a su despacho para contárselos.
El psicólogo estaba contentísimo con los progresos de Iván, pero insistió mucho en que ahora estábamos ya en edad de poner límites serios al bebé. Para empezar me sugirió que no acudiera inmediatamente cada vez que lo oyera llorar desde la cuna, que evitara cogerlo en brazos en la medida de lo posible y los mismo con el tema del colecho. Siempre que pudiera debía dejar que durmiera en su cuna. Todo de forma gradual y sin agobios. No veía mal que lo metiera en mi cama o le acunara. Simplemente me aconsejaba que no lo convirtiera en una rutina porque a los dieciséis meses el peque ya tenía edad para ir adoptando unos hábitos nocturnos más "saludables". Desde luego, he de decir que este hombre es de lo más diplomático cuando explica las cosas. Lo que más me gusta es que nada de lo que le planteas le parece mal, aunque siempre tiene algo que añadir, que aconsejar, que apostillar...
Aprovechando el momento le pregunté si podía hacerle una consulta sobre el mayor, a pesar de que no iba a su centro. "¡Por supuesto!" Me contestó con los oídos bien abiertos. Le conté que mi primogénito había estado un tiempo entrando a disgusto al cole, lo que pasó con la maqueta-juego de la clase que le hice (Ese pájaro malvado que lo destruyó todo) y la reunión con mi amiga para sacarle información.
En su opinión, Daniel está en una edad en la que los pequeños descubren que el mundo es más grande de lo que pensaban, que no son el centro y que tampoco pueden controlar las situaciones como quisieran. Entonces canalizan sus miedos en fobias, normalmente hacia una animal (en el caso de mi chiquitín, hacia las cucarachas, sospecho que gracias a cierto cuentacuentos...), a algún elemento en concreto (la oscuridad, ahora necesita una luz para dormir), o a objetos en concretos (algún juguete por ejemplo, aunque en el caso de mi niño esto no ha sucedido)...
El cambio de la guardería, en la que estaba muy cuidado, al colegio, en la que tienen más libertad y, en cierto sentido, menos orden y concierto, les influye mucho a la hora de entrar en lo que se suele llamar "la edad de los miedos".
Respecto al pájaro malvado, está seguro de que se debe a una pesadilla que debió tener con el colegio. Los chiquillos de estas edades tiene problemas para diferenciar la realidad de la ficción por lo que, la mayoría de las veces, creen que lo que sueñan ha pasado en realidad. Probablemente, el peque tuvo un pesadilla con el cole que pensó que era real y por eso no quería entrar. El profesional me preguntó por las normas del colegio (por si eran demasiado estrictas), por la profesora (por si no le cuadraba a mi hijo), por los amigos del cole... Y, finalmente resolvió, que no tenía que dar la mayor importancia a este problema, sobre todo, si Daniel estaba entrando contento en la actualidad (entre la excursión a la granja de los cuentos y la fiesta de carnaval está muy motivado para ir a clase).
Respecto a la reunión, afirmó que la razón que adujo mi hijo de que se aburría en el cole es una simple excusa para seguir reunido. Seguramente, él ni se acordaba ya de su pesadilla, pero le hacía mucha ilusión la actividad y se inventó una excusa para darle sentido. ¡Qué pillo!
Y, finalmente, le comenté mi preocupación por los superhéroes. A papá le gustan mucho los comics de superhéroes y le ha contagiado el entusiasmo a su primogénito que está encantado con sus Vengadores, sus Cuatro Fantásticos, su Spiderman y su Patrulla X, pero a mami le preocupa el tema porque esos dibujos animados son extremadamente violentos y complicados para un niño de tres años. Creo que Daniel se ha obsesionado con estos personajes de ficción y cree realmente que existen. Ahora no quiere sino jugar a superhéroes, ver los dibujos animados de estos personajes, leer los cuentos que venían con un periódico de Spidermán, Vengadores, etc., dibujar y colorear a sus adorados Ironman, Hulk, Thor... ¡No piensa en otra cosa!
Al psicólogo le pareció que en pequeñas dosis no estaba mal que le gustara lo mismo que al padre, pero que las obsesiones no son buenas y menos con unos personajes que encierran tantos factores negativos. Fomentar al máximo la imaginación de un niño de tres años lo veía fenomenal, pero con tiento por lo que ya me explicó de que no saben distinguir la realidad de la ficción. Su consejo fue que papá quitara importancia a su afición delante del chiquillo en favor a otras actividades o personajes como Pocoyo, Peppa Pig o Caillú e ir quitándole poquito a poquito su amor desmedido por los superhéroes mientras le introducimos otros elementos más propios de su edad. En realidad, no cree que el tema traumatice o influya negativamente al niño para su edad adulta, pero sí piensa que las pesadillas y los miedos de Daniel se están incrementando a causa de estos dibujos animados.
La sesión terminó con mi promesa de observar los progresos de ambos pequeñines y volver a su despacho para contárselos.
lunes, 11 de febrero de 2013
Jugando con los nuevos juguetes
Poco más de un mes después de Reyes creo que hemos conseguido el objetivo que nos habíamos fijado Raúl y yo: que los peques jugaran y disfrutaran de todos los nuevos juguetes sin prisa. Les han gustado todos. Estos Reyes y Papa Noel han acertado de pleno.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)