miércoles, 31 de marzo de 2021

El juego basado en Slime Rangers: cómo se jugó

Os cuento en qué consistía el juego basado en el videojuego de Slime rancher que se le ocurrió a Iván. La mecánica es muy sencilla. Con globos hacemos los adorables slimes que tendremos en nuestro rancho del salón. 

Para que nos den plortz tendremos que buscar la comida preferida de cada uno por toda la casa y dársela de comer al slime indicado. Entonces, se estalla el globo (en el juego no estalla el slime, pero es que no se nos ocurrió otra forma de recrearlo. Nosotros nos imaginamos que el bicho suelta el plortz sin estallar y ya está) y se obtiene el plortz con el bono regalo, ya sea un turno de videojuegos extra, minutos de youtube de regalo, elegir una comida o pedirla para llevar, cocinar... Por cierto, cada uno se hizo sus propios bonos, pero con veto y limitaciones impuestas por su madre. En total, ocho cada uno.

A todo esto añadí yo, dentro de slimes de forma aleatoria, los alquitranes y los dorados. Si te salía un alquitrán se anulaba el efecto de un plortz y si te salía un dorado se anulaba el efecto de un  alquitrán. 

La idea que tenía yo era poner tiempo límite para que no les diera tiempo de encontrar todo y se quedaran globos sin estallar, pero a ellos eso les horrorizó (evidentemente, ellos los querían todos). Al final me convencieron para que les dejara toda la tarde para que les diera tiempo. 

Por otro lado, Iván metió en el juego al comerciante Bob, que en el juego es el que atiende a los rancheros en la tienda. Yo se los escondí. Ellos tenían que buscarlo y darles seis gallillinas a cambio del mega plortz, en que ganaban, no uno, no dos, no tres, sino ¡cuatro bonos! (Soy demasiado buena).

Cuando comenzó la búsqueda, intentaron por todos los medios que les diera pistas  en el proceso, pero he de confesar que se me había olvidado dónde había escondido la mayoría. ¡es que eran muchos! Y los muy bichos peinaron la casa. 

No os imagináis como me la estaban dejando, pro yo no les dejaba abandonar una habitación sin que la volvieran a dejar como estaba... massss o menossss.

He de confesar que la actividad los tuvo entretenidos un buen rato. Algunos los había escondido con muchísima mala leche, lo admito. Pero también habían bastante muy visibles. Hubo uno, que estaba totalmente a la vista y no daban con él ni para atrás. Y eso que pasaban la vista por encima... ¡pero no lo encontraban! Que curioso. Les costó un montón.

Hubo otro que escondí entre los railes de un cajón que el peque abrió vació, estudió a conciencia, pero ni lo vio jajajaja. Admito que ese se lo chivé yo porque me dio penita.

Cuando se cansaron de buscar y les pareció que tenían bastante comida comenzó el proceso de alimentar a los slimes que esperaban hambrientos en el salón. Cogieron las tijeras, elegían un slime, me daban su comida preferida, lo estallaban y recogían su premio la mar de felices.

Está claro que me timaron y me dieron gallillinas para slimes que comían otro tipo de comida, pero hice la vista gorda (repito: soy demasiado bueeeena). Huelga decir que consiguieron todos los plortz, todos los alquitranes y todos los dorados.










martes, 30 de marzo de 2021

El juego basado en Slime Rangers: cómo se hizo

Como ya comenté en el post de las cubayas, Iván me había pedido muy ilusionado que le hiciera un juego basado en el videojuego Slime Rangers, del que está un poquito enganchado últimamente. Aunque la atención de estos peques es tan fugaz como un tuit. Algún día escribiré un post sobre esto porque las nuevas generaciones se pierden en "lo quiero lo tengo y encima, lo tengo ya" y han perdido ciertas capacidades y ganado otras. En mi opinión salen perdiendo en el cambio, pero para opiniones colores.

En fin, el caso es que entre pitos y flautas el tema se ha ido posponiendo y posponiendo. La historia es que Iván tenía un modo de juego ya en la cabeza, pero hizo como siempre, lanzar la caña y esperar a que alguien pique. En este caso concreto, me la tiró a mí. Evidentemente.

Me explico. Iván es un niño que piensa mucho, demasiado. Fría y calmadamente se fija un objetivo y teje un plan magistral para conseguir lo que quiere involucrando a otros y con el mínimo coste para él. Para que os hagáis una idea más clara que la del juego de Slime Ranchers podéis leer el post sobre el crowdfunding de Zombicide Undead or alive. Pero, al grano, que me vuelvo a ir por los cerros de úbeda.

Iván me explicó su buenísima idea para pasar tiempo de calidad en familia, jugando y echándonos unas risas y, además, "Es que hace mucho que no nos organizas nada, mamiiiii". Coló. Tomé buena nota de sus ideas y me puse manos a la obra intentando implicar a los churumbeles en el proceso, pero ahí fue cuando me di cuenta de que había caído en la trampa como una toli principiante. ¡Y eso que le conozco!

A ver, que Iván me hizo una especia de presentación powerpoint de slimes (los bichos) y sus comidas preferidas que me fue de mucha utilidad, pero porque le mola mucho el tema de hacer presentaciones de sus temas favoritos. pero cuando le pedí que me ayudara a preparar las hojas de impresiones o a buscar los plotz, lo que sueltan los bichos en el videojuegos y que se pueden vender en el mercado para conseguir dinero, me dijo que estaba muy ocupado y que me las arreglara con lo que me había entregado. ¡En plan jefe tirano!

Cuando le pedí ayuda a Daniel se lavó las manos alegando que la idea no había sido suya. "¡Ah! entonces no quieres jugar ¿No?" "Hombre mamá. Pues claro que quiero jugar. Lo que no quiero es hacer el juego que es la parte más rollo". Son unos listillos o son unos listillos con más morro que kilómetros la M50.

En fin, que como yo ya estaba picada con hacer el juego (como ya preveía el pequeño genio del mal), seguí adelante en soledad, pero a mi ritmo y sin presiones (hasta ahí podíamos llegar). Puede que por eso se retrasara tanto la cosa.

El caso es que me curré las hojas para imprimir, me busqué distintos tipos de plortz por google, imprimí recorté todo, metí los plortz en los globos, los inflé, les pegué el tipo de slime, les puse peso para que no se me quedarán los slimes hacia abajo y se vieran bien...Y si ya de entrada parece un trabajo bastante laborioso, es que encima primero lo imprimí todo a doble cara en vez de a una cara y tuve que volver a imprimirlo todo; me di cuenta tarde que casi no me quedaba globos y me tocó buscar la milímetro para encontrar los 16 que necesitaba; también me encontré con que me faltaba un slime que pegar a un globo, no entendía nada, pero cogí un superplortz de los que se había impreso mal y los convertí en un nuevo slime con orejitas, carita, bigotes y patitas. ¡Arreglado! Para que luego me dijeran las fieras que era bien feo. ¡Menudo papo tienen! Lo que pasó al final es que uno de los globos no tenía plortz. Despistes garrafales de una. Encima que no tenía globos... En resumen: ¡un sufrimiento!

Lo peques ya no se atrevían a asomar la nariz por el estudio por si se la mordía.Y mejor os explico el juego en sí y cómo se desarrolló en el siguiente post, porque este ya está quedando muy largo. ¡Es que tenía mucho que contar!

Por cierto, que el fin último no era, ni por asomo, pasar un tiempo divertido en familia, sino conseguir más bonos de premios como los que tenían del juego de pescar peces de Fortnite que les hice en el cumpleaños temáticos o que les metí en el calendario de adviento de Navidad y de los que ya no les quedaban casi ninguno. Ya os digo que las propuestas de Iván siempre tienen un motivo oculto...

lunes, 29 de marzo de 2021

Vandalismo o creatividad

 

- ¡Cómo se te ocurre publicar en el blog una foto de tus hijos haciendo vandalismo.- Me soltó a Bocajarro.

- ¿Ein?- Realmente no sabía de qué me estaba hablando.

- Cogió el móvil y me enseñó el post anterior a éste. En la foto se veía a mis hijos jugando en el parque con cartones y palos.

- Eso no es vandalismo cariño. Eso es jugar con la imaginación y el material que encuentran en el contenedor de papeles. Cuando acaban lo vuelven a dejar todo dónde estaba y el parque como lo encontraron. ¡¡Mas les vale!! Si no quieren sufrir las iras de las madres (que por cierto, siempre nos toca echar una mano en la recogida, pero eso no se lo dije porque le repatearía un poco).

Mi marido se echó a reír mientras volvía a mirar la foto.

- Donde nosotros vemos creatividad, otros lo pueden interpretar como vandalismo. ¿Explicas lo que me has dicho a mí en el post? Aquí el contexto lo cambia todo.

- La verdad es que no lo explico...- Admití a regañadientes.

- Pues ahí lo tienes. Esto lo ve alguien de parques y jardines y a lo mejor te cuesta un disgusto.- Lo peor de todo es que seguro que tiene razón. Sobre todo, teniendo en cuenta que hay varios usuarios del parque al que suelen ir que , aún viéndolo en vivo y en directo piensan lo mismo, que menudo acto de vandalismo.

En cambio, hay otro grupo, en el que me incluyo, que lo veo como juegos inocentes y maravillosos. Es sorprendente lo que pueden construir con esos materiales de desecho: Completísimos apartamentos, alucinantes armaduras, fuertes inexpugnables... Suponen horas y horas de diversión inocente alejados de las pantallas. Evidentemente, yo lo veo bien siempre y cuando, tanto los niños como los adultos responsables, se encarguen de dejar todo recogido en el contenedor de papel cuando llegue la hora de irse.

No son el único grupo de niños que han visto tanto potencial a los cartones, palos y demás material que van encontrando en su entorno. Y a mí me encanta que se generalice la práctica. Repito, siempre y cuando se recoja al terminar. Igual que sucede con los juguetes en casa. 

¿Vosotros que opináis? ¿Esta práctica es creatividad o vandalismo?

viernes, 26 de marzo de 2021

Los elementos y los ciudadanos normales

Mis elementitos liandola
Cada vez que voy a buscar al pequeño al cole (el mayor ya se va sólo a casa) me encuentro por el camino a los "elementos" de sexto. Niños que se divierten escandalosamente y llamando la atención a fuerza de gritar palabrotas y burradas mientras se empujan o se tiran de las mochilas. Nada fuera de lo normal entre peques inquietos y un poquitos asalvajados en cuanto se les da un poquito de libertad de acción. En mi opinión, es una forma bastante inocente de sentirse poderosos en su pequeño mundo. La verdad es que siempre me sacan una sonrisa con sus tonterías callejeras. Aunque, en general, se llevan muchas más miradas censoras y airadas que de simpatía.

A la mayoría les conozco porque han sido compañeros de juegos de mi primogénito en alguna que otra ocasión. y sé que ellos me conocen a mí, pero siempre nos ignoramos cuando nos cruzamos, ellos porque no dejan de ser niños y yo por no avergonzarlos, que a estas edades la atención adulta es casi una ofensa cuando están entre colegas (aaay con el ya soy mayor mamá).

En fin, el caso es que un día di la vuelta a la esquina y me los encontré muy revolucionados mientras lápices, rotus y material escolar de lo más variopinto adornaba la acera en toda su extensión. Tres de ellos se disculpaban muy agobiados con el que miraba desolado su estuche vacío mientras profería tremendos juramentos. Seguro que se agobiaba sólo de pensar en recoger todo aquello.

A mí se me puso en marcha el modo madre y sin media palabra me puse a recogerlo rápidamente. Al verme, el afectado se puso a recoger conmigo rápidamente dándome las gracias tímidamente. Con la experiencia que tengo en un periquete estaba todo en el estuche de nuevo y había ganado en velocidad y eficacia a todo el grupo, que se sumó rápidamente en cuanto me vieron  a mí empezar (cuando hay que presumir, hay que presumir y yo soy muuuy rápida y eficiente recogiendo jajaja). Los peques estaban sorprendidos, avergonzados y agradecidos a partes iguales y todos me dieron las gracias antes de separarnos.

Pues bien, todos aquellos buenos ciudadanos, la mayoría con hijos (pero cero empatía, por lo visto), que  de normal les regalaban miradas duras y críticas a este grupo de peques, permanecieron impertérritos y voluntariamente ajenos a la escena mirando para otro lado y disimulando como si ahí no hubiera ni un sólo lápiz por recoger. Es más, los hubo que pasaban por la zona catastrófica, incluso pisando el material descuidadamente, y sin pararse a ayudar, por supuesto.

A todo esos les digo que más gamberros como esos chicos que se divierten a voces y menos ciudadanos modelos y criticones que a la hora de la verdad son las peores personas y los más incívicos. Con ese ejemplo no sé cómo queréis educar a vuestros hijos.

Y hasta aquí el desahogo tonto.

Por cierto, al día siguiente, cuando me los crucé, me saludaron en voz bajita jaaajajaja

jueves, 25 de marzo de 2021

El dragón lector y sus amigos

El dragón Lector y sus amigos es un compendio de historias cortas y poemas que giran alrededor de una pandilla de seres fascinantes y una librería que comprende la magia que encierran las páginas de los libros y la reparte entre los niños para convertirles en grandes aventureros de palabras e ilustraciones.

De hecho, El dragón lector es el nombre de este pequeño establecimiento que acoge a dragones de todas formas, colores y personalidades como embajadores de esa magia que ayuda a los peques a saber más, formarse un criterio propio y dar alas a su imaginación. Ellos arman a los niños contra la ignorancia y la incultura que puede llegar a someterlos y limitarlos. Los ayudan a amar los libros y a convertirse en maravillosos dragones lectores como ellos.

Todo esto nos lo cuentan en pequeños retazos literarios en este precioso álbum ilustrado, ideal para la hora del cuento, en el que, además tratan un montón de temas que afectan directamente a los niños para los que está pensado, ya que está recomendado a partir de tres años. 

Nuestros peques van a conocer a muchos dragones y otros niños con problemas y preocupaciones que, muy probablemente, comparten: desde el miedo a la oscuridad o a los monstruos, hasta el control del uso del orinal, pasando por el sentimiento de soledad. o que, a veces, las cosas no son lo que parecen y vale la pena conocer a las personas antes que juzgar. Incluso de la discapacidad y el sentimiento de superación. Todo en clave de cuento corto o poema y acompañado de magníficas ilustraciones.

El hilo conductor lo desarrollan en la primera historia, en la que te explican como el dragón azul se convirtió en Dragón lector y heraldo de las maravillas de la lectura en una cruzada cultural a la que se han unido muchos de sus amigos de Dragonia y una legión de niños curiosos, aventureros y con grandes inquietudes. 

miércoles, 24 de marzo de 2021

Cubayas

Las fieras siempre andan obsesionándose con uno u otro videojuego. Últimamente habían retomado Slime rancher, dónde son rancheros que tiene que ir a cazar slimes y cuidarlos mejorando las instalaciones, sembrando huertos para producir sus alimentos preferidos, criando gallillinas, etc... para que les den más plorts, que son los que venden en el mercado para poder comprar cosas mejores. Está bastante bien. El caso es que el otro día Iván me pidió con ojitos brillantes (no puedo resistirme a ellos) que le hiciera una fiesta de Slime Rancher, tipo la que celebramos por sus cumpleaños.

La verdad es que no me apetece darme el palizón, pero sí que podíamos hacer alguna cosa. Además, el peque ya tenía en mente el juego que quería organizar (en realidad, una excusa para conseguir lo que hemos acabado por llamar peces y que no son otras cosas que cheques regalo de tiempo extra de turnos, cenas cine entre semana, elección de cenas o de postres, etc) . Por cierto, estamos en ello y pronto lo realizaremos, pero en este post lo que realmente os traigo es una receta inspirada en el videojuego.

La fruta preferida del Slime rosa es la cubaya, una especie de fresa cuadrada muy mona que me llamó la atención enseguida. Así que me puse manos a la obra para conseguir algo similar. El fin de semana que pensé que tendríamos tiempo para el juego me puse manos a la obra y a hacer cubayas.

Hice bizcochos en moldes cuadrados. La receta tradicional, aunque le añadí esencial de vainilla para que estuviera más rico. Luego los corté en cuadrados, que puede parecer fácil, pero no. Cómo se desmiga el condenado. Luego procedí a derretir chocolate blanco y a mezclarlo con colorante rojo. Me quedó una mara grumosa rosa que era imposible de derretir. Desolada, la aplasté lo mejor que pude en los cubos (massss o menossss) de bizcocho, quedando una cosa que no se parecía en nada a lo que tenía en mente. Para finalizar adorné esta especie de frosting rosa con puntos de lápiz pastelero de chocolate negro. 

Ni qué decir queda que a las fieras le fliparon y las devoraron sin una queja.

Pero yo me quedé con el resquemor y el run run. Como al final, ese finde no había dado tiempo a preparar el juego, me animé a volver con mis aspiraciones reposteras al siguiente. Esta vez vertí el chocolate blanco impoluto y perfectamente derretido sobre los cuadrados del bizcocho (que esta vez había hecho con cacao). Lo malo es que me quedé corta y lo cobertura no daba para todo el cubo. Con lo que quedó meh. Esperé a que se endureciera y pinté con colorante rojo. ¡Quedó más meh todavía! Buuuuuf. Qué difícil es pintar con pinceles de silicona y que quede homogéneo. Encima también me quedé corta de colorante rojo. Un desassstre. Pero de nuevo, mis hijos quedaron totalmente complacidos y me animaron a seguir con mi experimentos y a usarles a ellos como slimes rosa de prueba.

Al menos les he hecho felices, que ese era el objetivo desde el principio. No se yo si repetiré haciendo cubayas o se me ocurrirá alguna otra cosa en la que fallar en la guerra de realidad contra expectativas jajajajaja

Por cierto, que ese fin de semana tampoco tuvimos tiempo de montar el famoso juego. A ver si el siguiente...

martes, 23 de marzo de 2021

Instacrime: el caso Munford

El fin de semana nos fuimos de excursión a El Pardo, porque  nos apetecía hacer un picnic al aire libre, y nos llevamos con nosotros Instacrime: el caso Munford. Ya habíamos jugado al segundo escenario, Casino, en unas jornadas y nos había gustado mucho.

Se trata de un juego colaborativo, de dos a seis jugadores, de investigación y percepción visual, que sólo se puede jugar una vez. Tenemos en nuestras manos un crimen que deberemos resolver cuenta historia se cuenta a través de 12 imágenes dignas de Instagram y llenas de pistas. Cada jugador, en su turno, debe coger una de las fotos y describirla con profusión de detalles al resto de los jugadores, que no pueden verla en ningún momento. El juego incluye una guía de personajes para facilitar la tareas y dos modos de juego. El fácil consiste en describir las imágenes en orden cronológico y la difícil en barajar las fotos y hacerlo de forma aleatoria. Nosotros hemos jugado al modo fácil ambas veces, porque el otro nos parece chunguísimo.

Cuando todos los jugadores acaban de describir sus imágenes comienza el debate para descubrir qué es lo que creemos que ha pasado ahí, quién ha asesinado a la víctima y por qué. La mecánica es muy fácil con lo que se tarda medio minuto en explicar las reglas y comenzar a jugar. Además es apto para todo tipo de jugones a los que les gusten los misterios a resolver, desde los que no pierden una oportunidad para sacar el juego de mesa de turno como para primerizos.

Nosotros lo jugamos con las fieras y también funcionó muy bien con ellos. Es una pasada la capacidad que tienen para describir y fijarse hasta en el más mínimo detalle. Estoy segura que hubieran llegado a geniales conclusiones si les hubiéramos dado la oportunidad, pero en la última imagen se les cruzó un perrito monísimo con muchas ganas de jugar, pero a otra cosa, y cuando logramos recuperarlos ya teníamos todo el misterio resuelto. Los adultos podemos llegar a ser muy abusones en este tipo de juego. Pero por sus comentarios habían llegado, más o menos, a la misma conclusión. Tuvieron un fallo mínimo y lógico para sus tiernas edades.

Lo pasamos genial jugando a ser un equipo de detectives en busca de la verdad. Y encima el juego es muy fácil de transportar, así que te lo puedes llevar dónde quieras y sorprender a los amigos.

El caso es que nos mola mucho esta serie de juegos y estamos deseando que saquen el tercer escenario del crimen. A lo mejor esta vez intentamos hacerlo al modo difícil.



lunes, 22 de marzo de 2021

El crowdfunding de Iván

Todo comenzó con el kickstarter de Zombicide Undead or alive y la expectación que creó loo dailies en mis hijos. No podían ir al cole sin antes haber echado un vistazo a la web de la campaña. Y el monotema era constante.

Iván hasta se hizo un excel que me dejó flipada para ver cuándo costaría el juego y si valía la pena. Se pasó bastante en el monto total porque se equivocó con el IVA, entre otras cosas, pero para la edad que tiene a mí me impresionó. En esta tema sacó su vena Tío Gilito al máximo. Primero embaucó a su hermano mayor y a su padre para embarcarles en esta aventura financiera y, cuando, ya les tenía convencidos para aportar un tanto por ciento concreto cada uno, ¡se retiró! El muy truhán estaba seguro de que el juego acabaría en su manos de todas maneras. Huelga decir que le dejé claro de una forma muy poco pedagógica que, o aportaba, o no olía el juego por mis webs. Al final no le quedó más remedio que seguir adelante con la inversión.

Pero su cerebro no dejaba de darle vueltas al asunto y a cómo sacar mayor beneficio. Y encontró la manera sin dinero por medio, porque en esta casa hace mucho que prohibí el comercio de bienes y servicios por abuso. No tardó mucho en compartirnos su genial idea: iba a poner en marcha su propio kickstarter, pero los mecenas no íbamos a aportar dinero sino tiempo de turnos de videojuegos y youtube, lo que más se cotiza entre los jóvenes de esta casa.

Me pareció una idea genial y le animé en su proyecto. Al hermano mayor también le pareció la bomba y se puso también a ello. Por minutos de turno lo que sea. Pero se cansó cuando vio que el esfuerzo que requería era mayor del que estaba dispuesto a dar (este otro es más bien como el pato Donald).

El caso es que el peque se puso manos a la obra con su tablero modular, sus monstruos de los dailies, los héroes, los componentes... Le está saliendo algo que promete.

El juego está ambientado en un futuro post apocalíptico en en el que un grupo de aventureros atropellan a un monstruo mutante intentando atravesar una ciudad infectada. Con el accidente se cargan su furgoneta y quedan atrapados en una zona peligrosa, así que deberán reunir las piezas necesarias para arreglar su medio de transporte sin morir en el intento.

Está pensado para dos, tres o cuatro jugadores. Uno de ellos es el malo que controla  a los monstruos y el resto el bando de los héroes que lucha por sobrevivir. ¿Os suena? Pues sí, todo está inventado, pero aún así me encanta que adapte las mecánicas que aprende a sus creaciones.

El tablero es modular para poder hacerle modificaciones y ampliaciones futuras y cada jugador tendrá el cuadrante de control de sus acciones, vida, energía (para ver cuanto mueves dependiendo de tu fuerza o debilidad), barras de hambre y de sed (además de la piezas para la furgo hay que buscar comida y agua), espacio limitado para guardar los artículos y armas que recoges...

Yo creo que ya lo tienen acabado, pero creo que está esperando a semana santa para rellenar a tope la barra de turnos y que los mecenas podamos estrenarlo. No sabe ná.

miércoles, 17 de marzo de 2021

Olvídame, Nata

Vuelven los problemas de confianza y autoestima de Nata. Esta vez es el primer amor el que hace que sus cimientos se tambaleen. En Olvídame, Nata la protagonista va a tener que hundirse muy profundamente para volver a encontrarse y quererse.  

Mientras que en el primero tomo, Cool Nata, la trama giraba alrededor de la amistad, en este lo hace sobre el amor adolescente. 

La historia se centra en una adolescente que se obsesiona con su primer amor, un amigo con el que se lleva muy bien. Peeeero, no es recíproco. Ya se sabe que a esas edades suele primar el extremismo, así que Nata cae directamente del cielo a los infiernos de la inseguridad, la decepción y la frustración. 

Encima el entorno no acompaña, porque la paciencia de los amigos tiene un límite y si no se cuidan puedes acabar por perderlos. 

El cómic nos desgrana una historia llena de sentimientos y emociones con los que sus jóvenes lectores pueden llegar a sentirse identificados y fomenta un mensaje muy importante: primero quiérete a ti misma/o. Y lo hace a través de simpáticas ilustraciones sencillas y esquemáticas muy expresivas, aunque a veces parecen inconexas. 

Es el único punto débil que le he encontrado al cómic, que la sucesión de hechos tienen más importancia en sí mismos que en el conjunto con lo que le falla un poco la construcción y profundidad de secundarios y el ritmo.

Aún así trasmite el mensaje con gran éxito y para su público objetivo (preadolescentes y adolescentes) esto no es un handicap porque están muy acostumbrados a este tipo de lectura, en flashes o píldoras.

Por cierto, en esta casa lo que más nos han gustado son las apariciones estelares del perro y la gata :)

¿Preparados para acompañar a Nata en un viaje en busca de las escenas descartadas?