Cuando me hablaron de “María Bimbolles, El Musical” desde Mamen Comunicación captaron mi interés en seguida. Primero, porque a mí me encantan los musicales, pero es que éste, además, cuenta con un factor educativo muy novedoso y muy acorde con mi forma de pensar.
Aún no puedo hablar de primera mano, porque todavía no he podido asistir, pero la sinopsis me dice que mis hijos van a alucinar cuando les lleve. Y espero que a dos de vosotras os pase lo mismo, porque me han dado luz verde para un sorteo doble: dos familias de hasta cinco miembros disfrutarán del espectáculo el domingo de noviembre que elijan en la sesión de las 12.30 en el Teatro Reina Victoria de Madrid (tiene una duración de un hora y veinte minutos). Requisitos para participar: ¡Ninguno!
Bueno, uno sí. Dejar un comentario en este post para saber que quieres participar. Tenéis hasta el martes y el miércoles digo el ganador.
Aunque sí tenéis un interés especial, os facilito sus páginas de Facebook:
María Bimbolles
Mamen Comunicación
El argumento trata de un calcetín mágico que hace ruiditos al pisar. La protagonista lo pierde y se embarca en una búsqueda en la que conseguirá la ayuda de muchos amigos.
Victoria Sitges es la creadora de este espectáculo educativo y musical, en el que la protagonista y productora, María Bimbolles, enseña a los niños a reconocer sus emociones y autogestionarlas a través de canciones y cuentos. La artista asegura que la alegría, la ilusión, la satisfacción y el entusiasmo mejoran las facultades mentales y preparan al niño para afrontar su futuro en sociedad. Este proyecto teatral y educativo aúna música, coaching infantil, magia, acrobacias y juegos interactivos con el el fin de desarrollar la inteligencia emocional en su público.
Promete ser muy divertido tanto para niños como para padres. ¡Mucha suerte a todos!
viernes, 31 de octubre de 2014
jueves, 30 de octubre de 2014
Monstruos de gomaeva
Daniel llevaba una semana persiguiéndome para que hiciéramos adornos de Halloween. No es que yo no quisiera, pero intento hacerles menos actividades tras hablar con las profesoras de mis dos peques. Ambas me aconsejaron que aflojara con las manualidades y les dejara libertad de juego.
Después de mucho insistirme sobre el tema, le pregunté a Daniel que quería hacer exatamente. "¡Monstruos de gomaeva!" exclamó. Y nos pusimos manos a la obra, porque al chiquillo le hacía ilusión y a la madre también. Les recorté formas de cuerpos, bocas, narices... Les di ojitos de colores, lápiz, rotuladores, pegamentos, pinceles, purpurina... Y les dejé hacer.
Poquito a poquito salieron unos bichillos muy coloridos y simpáticos. Daniel opinaba que el de Iván estaba desordenado, pero le expliqué que lo bueno de hacer monstruos es que no había ninguna norma sobre cómo tiene que ser.
Se lo pasaron genial eligiendo, colocando, pegando, pintando... Y lo cierto es que me encanta cómo quedan en la pared.
Después de mucho insistirme sobre el tema, le pregunté a Daniel que quería hacer exatamente. "¡Monstruos de gomaeva!" exclamó. Y nos pusimos manos a la obra, porque al chiquillo le hacía ilusión y a la madre también. Les recorté formas de cuerpos, bocas, narices... Les di ojitos de colores, lápiz, rotuladores, pegamentos, pinceles, purpurina... Y les dejé hacer.
Poquito a poquito salieron unos bichillos muy coloridos y simpáticos. Daniel opinaba que el de Iván estaba desordenado, pero le expliqué que lo bueno de hacer monstruos es que no había ninguna norma sobre cómo tiene que ser.
Se lo pasaron genial eligiendo, colocando, pegando, pintando... Y lo cierto es que me encanta cómo quedan en la pared.
miércoles, 29 de octubre de 2014
Cine con los niños: ¿vale la pena?
Aprovechando la fabulosa oferta de La Fiesta del Cine, que siempre sale para octubre, decidimos llevar a Iván a ver la gran pantalla por primera vez. Ya que nos la jugamos que sea por poco dinero. El peque es un culo inquieto y nunca hemos logrado que viera una peli tranquilo en la tele de casa, pero a Daniel le llevamos al cine por primera vez más o menos a la edad que tiene su hermano ahora, así que decidimos correr el riesgo.
Miramos la cartelera para este lunes, martes y miércoles (los días de la oferta) y elegimos una películo que tenía todos los ingredientes para interesar a mis pequeñas fieras: Boxtrolls. En un principio, se suponía que no estrenaban hasta el 31 de este mes, pero se ve que adelantaron el estreno por La fiesta del Cine, porque allí estaban las entradas disponibles. Y las compramos, claro.
Minutos después, anunciábamos a los peques el emocionante plan durante la cena. Silencio espeso. "Yo no quiero ir" sentenció categórico el mayor. ¿Cómo? ¿Pero si ya están compradas? ¡¡Si a todos los niños le encanta el cine!! ¡¡¡Y es una peli de trolls!!!. "Yo ziiiii" aseguró el pequeño "Hay que hablá bajito" susurró con una gran sonrisa ante las explicaciones del padre. Menos mal. Al menos a uno le hacía ilusión.
Daniel se portó de forma tan grosera y despreciativa mientras estábamos ante la mesa que acabó hinchándome las narices, e incluso le amenacé con no dejarle ir. Al final, el padre les enseñó el trailer y captó la atención de los dos.
Parecía que todo iba a ir bien, pero, cuando recogí a los dos chiquillos en el cole la tarde elegida para presentarnos en las taquillas. Me lo hicieron pasar muy mal: perretas, vuelta a que el mayor no quería ir al cine, morros, malas contestaciones, exigencias... El primogénito hasta me amenazo con no ir si no le compraba palomitas. ¿¿¿Cómo??? ¿¿Pero es qué es?? Casi, casi mando todo a la porra, dejo a los niños con la abuela (pobrecita, que no tiene culpa de nada) y me voy con mi marido a disfrutar de los trolls simpáticos. Pero cómo sé que les va a gustar, me trago el orgullo y los llevamos a rastras al cine.
Allí se empiezan a animar con los carteles de otras películas. Hasta se prestaron a posar frente a los famosos pingüinos de Madagascar. Dentro de la sala, se me hizo eterno el momento anuncios. Menos mal que por fin comenzó la peli.
Me gustaría hacer un inciso para comentar que los complementos para alzar a los chiquillos son horroroso e incomodísimos. Yo acabaría con un tremendo dolor de espalda si me obligaran a sentarme así dos horas seguidas. Casi me dan ganas de llevar sendos cojines la próxima vez que vayamos por allí (si es que hay próxima vez). Daniel enseguida me pidió que se lo quitara y a Iván se lo quité yo al ver los equilibrios que hacía el pobre. El benjamín acabó viendo la peli de pié y con la nariz pegada al asiento delantero. Menos mal que no había nadie.
La peli les enganchó de principio a fin, aunque mentiría si no dijera que hubo momentos de tensión como cuando Iván se empeñó en dar patadas al asiento de delante o cuando Daniel empezó a silbar por el palo del su chupa chups obstinadamente. Pero en general, la cosa fue muy bien y los niños estaban emocionados con las imágenes que se sucedían en la pantalla.
El problema volvió en cuanto salimos al aire libre: volvieron las perretas, los malos humores, las frases desagradables... Y mi enorme enfado. ¿De verdad vale la pena pasar por todo esto para que ellos se diviertan en contra de su voluntad?
Luego les preguntabas y te decían que les había encantado la película, con todos esos trolls, los malvados, las explosiones, las carreras trepidantes... Peeeero hay que ver lo mal que nos lo hicieron pasar a sus padres.
Esa noche se fueron a la cama sin avanzar ni una estrella, ni poner un pegatina debido al colosal mosqueo maternal. Me dominé bastante y se durmieron con mi beso y mi sonrisa. Por que, al fin y al cabo, con niños. ¡Pero que nadie me hable de llevarles al cine!
Miramos la cartelera para este lunes, martes y miércoles (los días de la oferta) y elegimos una películo que tenía todos los ingredientes para interesar a mis pequeñas fieras: Boxtrolls. En un principio, se suponía que no estrenaban hasta el 31 de este mes, pero se ve que adelantaron el estreno por La fiesta del Cine, porque allí estaban las entradas disponibles. Y las compramos, claro.
Minutos después, anunciábamos a los peques el emocionante plan durante la cena. Silencio espeso. "Yo no quiero ir" sentenció categórico el mayor. ¿Cómo? ¿Pero si ya están compradas? ¡¡Si a todos los niños le encanta el cine!! ¡¡¡Y es una peli de trolls!!!. "Yo ziiiii" aseguró el pequeño "Hay que hablá bajito" susurró con una gran sonrisa ante las explicaciones del padre. Menos mal. Al menos a uno le hacía ilusión.
Daniel se portó de forma tan grosera y despreciativa mientras estábamos ante la mesa que acabó hinchándome las narices, e incluso le amenacé con no dejarle ir. Al final, el padre les enseñó el trailer y captó la atención de los dos.
Parecía que todo iba a ir bien, pero, cuando recogí a los dos chiquillos en el cole la tarde elegida para presentarnos en las taquillas. Me lo hicieron pasar muy mal: perretas, vuelta a que el mayor no quería ir al cine, morros, malas contestaciones, exigencias... El primogénito hasta me amenazo con no ir si no le compraba palomitas. ¿¿¿Cómo??? ¿¿Pero es qué es?? Casi, casi mando todo a la porra, dejo a los niños con la abuela (pobrecita, que no tiene culpa de nada) y me voy con mi marido a disfrutar de los trolls simpáticos. Pero cómo sé que les va a gustar, me trago el orgullo y los llevamos a rastras al cine.
Allí se empiezan a animar con los carteles de otras películas. Hasta se prestaron a posar frente a los famosos pingüinos de Madagascar. Dentro de la sala, se me hizo eterno el momento anuncios. Menos mal que por fin comenzó la peli.
Me gustaría hacer un inciso para comentar que los complementos para alzar a los chiquillos son horroroso e incomodísimos. Yo acabaría con un tremendo dolor de espalda si me obligaran a sentarme así dos horas seguidas. Casi me dan ganas de llevar sendos cojines la próxima vez que vayamos por allí (si es que hay próxima vez). Daniel enseguida me pidió que se lo quitara y a Iván se lo quité yo al ver los equilibrios que hacía el pobre. El benjamín acabó viendo la peli de pié y con la nariz pegada al asiento delantero. Menos mal que no había nadie.
La peli les enganchó de principio a fin, aunque mentiría si no dijera que hubo momentos de tensión como cuando Iván se empeñó en dar patadas al asiento de delante o cuando Daniel empezó a silbar por el palo del su chupa chups obstinadamente. Pero en general, la cosa fue muy bien y los niños estaban emocionados con las imágenes que se sucedían en la pantalla.
El problema volvió en cuanto salimos al aire libre: volvieron las perretas, los malos humores, las frases desagradables... Y mi enorme enfado. ¿De verdad vale la pena pasar por todo esto para que ellos se diviertan en contra de su voluntad?
Luego les preguntabas y te decían que les había encantado la película, con todos esos trolls, los malvados, las explosiones, las carreras trepidantes... Peeeero hay que ver lo mal que nos lo hicieron pasar a sus padres.
Esa noche se fueron a la cama sin avanzar ni una estrella, ni poner un pegatina debido al colosal mosqueo maternal. Me dominé bastante y se durmieron con mi beso y mi sonrisa. Por que, al fin y al cabo, con niños. ¡Pero que nadie me hable de llevarles al cine!
martes, 28 de octubre de 2014
Los garabatos de Iván
Siguiendo las instrucciones de su profesora, hemos alimentado el gusto del niño por garabatear con ayuda del hermano mayor, al que le apasiona dibujar, tanto dentro como fuera del cole.
Al ver que Daniel se sentaba a la mesa armado de lápices de colores y papeles, él también quería. había que aprovechar el tirón. Hubo un tiempo en que le horrorizaba que siquiera le insinuáramos que hiciera un borrón porque pintar, para él estaba relacionado con le cole.
Un día, su papi le sacó unos papeles de plástico que hacen las veces de pizarras de rotuladores y lo tuvo muy entretenido. Llegado un momento, le hice el relevo porque tenía cosas que hacer. En un principio, le animé a que me imitara y dibujara lo mismo que yo. "Mira. Primero un círculo, luego dos más pequeñitos, dos puntitos que son las pupilas, ocho rayas que son las paaaatas y... ¡una araña!". Le encantó el juego, así que borramos y pasamos a hacer un gato. Entonces, una vocecita en mi conciencia me recordó que tenía que dejarlo a su libre albedrío. Como el pequeño quería seguir jugando con su mamá, le propuse que lo hiciéramos al revés. Él dibujaba y yo le seguía.
Al principio hizo una figura reconocible, un sol, pero después los garabatos fueron perdiendo sentido y ganando en intensidad.
Al final le convencí de que dibujara el solo porque así tendría toda la superficie de dibujo a su disposición... ¡y coló! Eso sí, no quería ni oír hablar de que me levantara de la silla. Así que me quedé a su lado mientras garabateaba libremente.
Al ver que Daniel se sentaba a la mesa armado de lápices de colores y papeles, él también quería. había que aprovechar el tirón. Hubo un tiempo en que le horrorizaba que siquiera le insinuáramos que hiciera un borrón porque pintar, para él estaba relacionado con le cole.
Un día, su papi le sacó unos papeles de plástico que hacen las veces de pizarras de rotuladores y lo tuvo muy entretenido. Llegado un momento, le hice el relevo porque tenía cosas que hacer. En un principio, le animé a que me imitara y dibujara lo mismo que yo. "Mira. Primero un círculo, luego dos más pequeñitos, dos puntitos que son las pupilas, ocho rayas que son las paaaatas y... ¡una araña!". Le encantó el juego, así que borramos y pasamos a hacer un gato. Entonces, una vocecita en mi conciencia me recordó que tenía que dejarlo a su libre albedrío. Como el pequeño quería seguir jugando con su mamá, le propuse que lo hiciéramos al revés. Él dibujaba y yo le seguía.
Al principio hizo una figura reconocible, un sol, pero después los garabatos fueron perdiendo sentido y ganando en intensidad.
Al final le convencí de que dibujara el solo porque así tendría toda la superficie de dibujo a su disposición... ¡y coló! Eso sí, no quería ni oír hablar de que me levantara de la silla. Así que me quedé a su lado mientras garabateaba libremente.
lunes, 27 de octubre de 2014
Un fin de semana muy Halloween
Los niños claman por empezar a celebrar YA jalogüin. Que no haya llegado el día señalado les parece una excusa muy pobre por mi parte, así que, teniendo en cuenta, que ni siquiera es una fiesta española, que más da que la celebremos cuando queramos.
Dicho y hecho, compré una calabazas en el hiper de al lado de casa. Eran enanas y chuchurrías (y carísimas), pero no encontré otra cosa. En el todo a cien, me hice con unas velas led, porque las que tenía por casa no aparecen de tantas vueltas como han dado. Es la mejor opción para que los niños no corran el peligro de quemarse. Y enrolé al papá para que hiciera el trabajo peligroso: modelar las caras de las linternas calabaza con un afilado cuchillo.
Los peques daban saltos de emoción mientras jugaban con sus velitas (casi no sobreviven) y daban indicaciones a Raúl acerca de cómo querían las caras de sus calabazas. Daniel la quería triste e Iván enfadada. Cuando estuvieron listas, metimos dentro las velas y estuvieron un buen rato jugando y paseándolas por la casa, inventando cuentos terroríficos e historias truculentas con las luces apagadas y las persianas bajadas.
Mientras tanto, yo me entregué al trabajo culinario de sacar un bizcocho de calabaza de lo poco y seco que habíamos sacado de pulpa. Pensaba seguir la receta de La Opinión de Mamá, pero no daba con la poca materia prima, así que me decidió por hacer un pastel que requería mucho menos del ingrediente de Halloween por excelencia.
Como la pulpa estaba reseca, me salió algo bastante insaboro, pero con mermelada o miel por encima mejoraba bastante. En realidad, me arrepentí de mi decición. Tenía que haber hecho el bizcocho porque los chiquillo no quisieron ni probar la tarta y el bizcocho seguro que sí se lo hubieran comido.
Para redondear al fin de semana, le hice a los chiquillos unas máscaras monstruosas de calaveras (massss o menosss), que a lo mejor podrían entrar dentro del reto Octopus de Recicla DIY.
Hacerlas no tiene misterio. Se recorta la calavera con colmillos, se pintan las partes negras, se calcula bien dónde van los ojitos y la nariz. se recortan los agujeros de los ojos y las líneas de la nariz, se engancha un elástico gordo para evitar que se les clave por ningún lado y... ¡Tachán! Máscaras para salir la noche de Halloween a pedir caramelos.
No contento con su máscara, Daniel me pidió las pinturas de cara y se sentó frente el espejo para caracterizarse el solito como un zombi decrépito: se pintó la piel verde, las ojeras y ¡hasta un poco de cerebro!
Por su parte, Iván me pidió su disfraz de Hulk para no ser menos. Se empeñaron en coger la bolsa de los disfraces y las armas y montaron una batalla campal. Hasta el tiburón de goma usaron como espada Fue muy divertido.
Desde luego, hemos tenido un fin de semana monstruoso jajaja
Dicho y hecho, compré una calabazas en el hiper de al lado de casa. Eran enanas y chuchurrías (y carísimas), pero no encontré otra cosa. En el todo a cien, me hice con unas velas led, porque las que tenía por casa no aparecen de tantas vueltas como han dado. Es la mejor opción para que los niños no corran el peligro de quemarse. Y enrolé al papá para que hiciera el trabajo peligroso: modelar las caras de las linternas calabaza con un afilado cuchillo.
Los peques daban saltos de emoción mientras jugaban con sus velitas (casi no sobreviven) y daban indicaciones a Raúl acerca de cómo querían las caras de sus calabazas. Daniel la quería triste e Iván enfadada. Cuando estuvieron listas, metimos dentro las velas y estuvieron un buen rato jugando y paseándolas por la casa, inventando cuentos terroríficos e historias truculentas con las luces apagadas y las persianas bajadas.
Mientras tanto, yo me entregué al trabajo culinario de sacar un bizcocho de calabaza de lo poco y seco que habíamos sacado de pulpa. Pensaba seguir la receta de La Opinión de Mamá, pero no daba con la poca materia prima, así que me decidió por hacer un pastel que requería mucho menos del ingrediente de Halloween por excelencia.
Como la pulpa estaba reseca, me salió algo bastante insaboro, pero con mermelada o miel por encima mejoraba bastante. En realidad, me arrepentí de mi decición. Tenía que haber hecho el bizcocho porque los chiquillo no quisieron ni probar la tarta y el bizcocho seguro que sí se lo hubieran comido.
Para redondear al fin de semana, le hice a los chiquillos unas máscaras monstruosas de calaveras (massss o menosss), que a lo mejor podrían entrar dentro del reto Octopus de Recicla DIY.
Hacerlas no tiene misterio. Se recorta la calavera con colmillos, se pintan las partes negras, se calcula bien dónde van los ojitos y la nariz. se recortan los agujeros de los ojos y las líneas de la nariz, se engancha un elástico gordo para evitar que se les clave por ningún lado y... ¡Tachán! Máscaras para salir la noche de Halloween a pedir caramelos.
No contento con su máscara, Daniel me pidió las pinturas de cara y se sentó frente el espejo para caracterizarse el solito como un zombi decrépito: se pintó la piel verde, las ojeras y ¡hasta un poco de cerebro!
Por su parte, Iván me pidió su disfraz de Hulk para no ser menos. Se empeñaron en coger la bolsa de los disfraces y las armas y montaron una batalla campal. Hasta el tiburón de goma usaron como espada Fue muy divertido.
Desde luego, hemos tenido un fin de semana monstruoso jajaja
domingo, 26 de octubre de 2014
Premio Dardos
La opinión de mamá me ha dado este precioso premio. Muchas gracias Guapa. ¡¡Me encanta!!
El blog de Verónica es muy sincero y de gran utilidad. Ella plasma su opinión sobre todo lo que usa en su día a día. Que bien viene tener una crítica real de cosas que has pensado usar, o que te descubran productos de los que ni habías oído hablar y que ahora te viene tan bien, como es el caso de la crema hidratante que te pones mientras te duchas y listo. Se ha convertido en imprescindible para mí jajaja
Pero a lo que voy, que me disperso, como siempre. Tengo que nominar a quince blogs, así que allá voy:
Mamá de verdad
Princess and Owl Stories
La cocina siempre llama dos veces
Mamá Orienta
De mamis
Aprendiendo a ser una supermami
Mamá al habla
Con lluvia y con sol
La casita de los buhos
Mmitos de Mims
Merengaza y otros dulces
Historias de un pequeño príncipe
Una bichillo en casa
Blogueando de mi peque- y otras cosas-
El sueño que sí cumplí
El blog de Verónica es muy sincero y de gran utilidad. Ella plasma su opinión sobre todo lo que usa en su día a día. Que bien viene tener una crítica real de cosas que has pensado usar, o que te descubran productos de los que ni habías oído hablar y que ahora te viene tan bien, como es el caso de la crema hidratante que te pones mientras te duchas y listo. Se ha convertido en imprescindible para mí jajaja
Pero a lo que voy, que me disperso, como siempre. Tengo que nominar a quince blogs, así que allá voy:
Mamá de verdad
Princess and Owl Stories
La cocina siempre llama dos veces
Mamá Orienta
De mamis
Aprendiendo a ser una supermami
Mamá al habla
Con lluvia y con sol
La casita de los buhos
Mmitos de Mims
Merengaza y otros dulces
Historias de un pequeño príncipe
Una bichillo en casa
Blogueando de mi peque- y otras cosas-
El sueño que sí cumplí
sábado, 25 de octubre de 2014
La creatividad de Daniel
Daniel cada día me sorprende más. Se hace mayor y tiene iniciativas propias que no me esperaba que tuviera tan pronto. ¡Hace cosas increíbles! Aunque también puede ser que yo sea un pelín subjetiva con todo lo que tiene que ver con mis niños.
Pero es que cuando pasé por el baño, le vi trastear sospechosamente y descubrí que estaba haciendo una figura con una toalla y una calabaza de halloween hecha de goma eva me dejó de piedra. Mucho más al contarme que estaba jugando y que estaba construyendo una historia. "Mira, mami. La calabaza está haciendo surf" exclamó feliz. Con una toalla azul había hecho una ola de mar muy aparente.
Otro día, dejé a la mano de los peques varios materiales para hacer manualidades a ver que salía y me fui a hacer mis cosas para no influir en ellos. Cuando volví, Daniel había pegado las formas de gomaeva conformando el semillero que aparece en el juego Plantas contra Zombis que tiene en la tablet. Las macetas las había dibujado. Y también tenía una historia para su creación. Estaba haciendo labores de jardinería para defender nuestro humilde hogar de malvados zombis.
Iván, por su parte se había dedicado a recortar un papel con unas tijeras especiales para evitar cortes en sus deditos sin orden ni concierto, al menos aparentemente. También estuvo un buen rato jugando con unos monstruos articulados que habíamos hecho en otra ocasión.
Lo que ya me dejó alucinada fue cuando dibujó en una libreta unos controles de nave espacial. Hasta recortó un cuadradito y lo pegó por una pestañita para poder levantarlo y pulsar el supuesto botón de emergencia que dibujó debajo. No le faltó detalle.
En otra ocasión, les dejé a los chiquillos recortes geométricos de páginas de periódicos, cartulinas blancas y negras, ojitos, tijeras, pegamento y wasi tapes y les pedí que me construyeran robots. El resultado que me presentaron ambos me encantó.
Pero es que cuando pasé por el baño, le vi trastear sospechosamente y descubrí que estaba haciendo una figura con una toalla y una calabaza de halloween hecha de goma eva me dejó de piedra. Mucho más al contarme que estaba jugando y que estaba construyendo una historia. "Mira, mami. La calabaza está haciendo surf" exclamó feliz. Con una toalla azul había hecho una ola de mar muy aparente.
Otro día, dejé a la mano de los peques varios materiales para hacer manualidades a ver que salía y me fui a hacer mis cosas para no influir en ellos. Cuando volví, Daniel había pegado las formas de gomaeva conformando el semillero que aparece en el juego Plantas contra Zombis que tiene en la tablet. Las macetas las había dibujado. Y también tenía una historia para su creación. Estaba haciendo labores de jardinería para defender nuestro humilde hogar de malvados zombis.
Iván, por su parte se había dedicado a recortar un papel con unas tijeras especiales para evitar cortes en sus deditos sin orden ni concierto, al menos aparentemente. También estuvo un buen rato jugando con unos monstruos articulados que habíamos hecho en otra ocasión.
Lo que ya me dejó alucinada fue cuando dibujó en una libreta unos controles de nave espacial. Hasta recortó un cuadradito y lo pegó por una pestañita para poder levantarlo y pulsar el supuesto botón de emergencia que dibujó debajo. No le faltó detalle.
En otra ocasión, les dejé a los chiquillos recortes geométricos de páginas de periódicos, cartulinas blancas y negras, ojitos, tijeras, pegamento y wasi tapes y les pedí que me construyeran robots. El resultado que me presentaron ambos me encantó.
viernes, 24 de octubre de 2014
Extraña tarde de parque... ¡y guerra de espaguetis!
No es que tengamos ninguna tarde de parque tranquila o de esas que me cuentan algunas madres, tan idílicas, en las que incluso se permiten el lujo de leer un libro o actividad similar. Pero es que esta se llevó la palma.
Todo empezó con la aparición misteriosa de un paquete de espaguettis. ¡Uy! lo que dio de si el descubrimiento. Lo peques inventaron mil juegos. Y en esas estaban cuando una banda de fascinerosos (concretamente unos niños de la clase de al lado de la de Daniel) se lanzó al ataque robando los preciados espaguetis al grupo de amigos habitual. Mi hijo, que es un poco macarra, no dudó en armarse con un palo y atacar directamente al grupo. He de decir que non fue seguido por sus compañeros y le abatieron a empujones en la primera embestida. Y no contentos, corrieron a darle lo suyo a los que se habían quedado cuidando el tesoro en la retaguardia.
En realidad, no se veía que se hicieran daño, pero sí muy mal rollo en el ambiente. Juraría que mi mayor incluso se estaba divirtiendo con la "Guerra de los espaguetis" como me ha dado por llamar al acontecimiento. El caso es que, en mi papel de mamá gallina, me levanté del banco en el que charlaba animadamente con mis amigas mamá y con el polluelo menor en mis rodillas, y me lancé a una diálogo conciliador entre las dos partes. "Y lo mejor sería compartir amigablemente los millones de espaguetis que tenéis. ¿Qué me decís?". La respuesta fue contundente: "Jamás". Les faltó añadir "Antes muertos que entregar parte de nuestros tesoro". Con lo que volvieron las carreras, las amenazas y los empujones.
Otra mami de mi grupo, preocupada por el cariz que tomaban los acontecimientos, se unió a mí, aunque me temo que su ceño fruncido fue el reclamo para que las mamis de los niños de la otra clase también se interesaran por lidiar en la disputa. "Bueno" Pensé yo, "Entre adultas esto se soluciona en un pis pas". Pero muerta me quedé cuando una de ellas me señala a mi hijo y me comenta como si tal cosa "¿Eres la mamá de ese niños? es que ha venido diciendo que iba a pegar al mío, le he amenazado con pegarle yo a él y ni se ha asustado ni nada". ¿Ein? ¿Que mi hijo ha amenazado al tuyo porque el tuyo le está quitando los espaguetis y como son NIÑOS pequeños solucionan las cosas a empujones (que por cierto, al mío lo rodearon entre dos y lo tiraron la suelo) y me dices que te metes en su juego y amenazas a un chiquillo de cinco años? Me quedé tan sorprendida que en vez de enfadarme o contestarle mal le debí contestar algo como "¿Ah sí?". Y ahora me alegro de no haber sido borde, porque al fin y al cabo ¿que hubiera conseguido? una disputa tonta con una persona que iba a seguir pensando que las cosas se solucionan con amenazas. No culpo a su hijo, ni a los compañeros de la clase de al lado del conflicto. Ni al mío y sus amigos tampoco. Creo que las rivalidades sin sentido van incluidas en estas edades (y en edades más avanzadas también. Doy fe).
Afortunadamente, llevaba tizas en la mochila y se las repartí a los chiquillos para que se olvidaran del paquete de pasta de una vez por todas. Que bien se lo pasaron redecorando las aceras, las tapas de alcantarilla, los árboles... Menos mal que cuando llueve se borra porque no dejaron rincón sin pintar. Estaban muy orgullosos de sus obras de arte. Daniel se la enseñaba orgullosos a todo aquel que pasara por ahí. Conocido o no conocido. Yo también me animé y pintarrajeé un poco para alegría de mis hijos. Al final gastamos todos los colores en una tarde.
Mientras dábamos rienda suelta a nuestra creatividad, los chicos encontraron unas llaves desperdigadas. Más sucesos extraños. Y no dio tiempo a que pasara nada más porque decidí que ya habíamos tenido demasiadas emociones y tocaba irse a casa.
Todo empezó con la aparición misteriosa de un paquete de espaguettis. ¡Uy! lo que dio de si el descubrimiento. Lo peques inventaron mil juegos. Y en esas estaban cuando una banda de fascinerosos (concretamente unos niños de la clase de al lado de la de Daniel) se lanzó al ataque robando los preciados espaguetis al grupo de amigos habitual. Mi hijo, que es un poco macarra, no dudó en armarse con un palo y atacar directamente al grupo. He de decir que non fue seguido por sus compañeros y le abatieron a empujones en la primera embestida. Y no contentos, corrieron a darle lo suyo a los que se habían quedado cuidando el tesoro en la retaguardia.
En realidad, no se veía que se hicieran daño, pero sí muy mal rollo en el ambiente. Juraría que mi mayor incluso se estaba divirtiendo con la "Guerra de los espaguetis" como me ha dado por llamar al acontecimiento. El caso es que, en mi papel de mamá gallina, me levanté del banco en el que charlaba animadamente con mis amigas mamá y con el polluelo menor en mis rodillas, y me lancé a una diálogo conciliador entre las dos partes. "Y lo mejor sería compartir amigablemente los millones de espaguetis que tenéis. ¿Qué me decís?". La respuesta fue contundente: "Jamás". Les faltó añadir "Antes muertos que entregar parte de nuestros tesoro". Con lo que volvieron las carreras, las amenazas y los empujones.
Otra mami de mi grupo, preocupada por el cariz que tomaban los acontecimientos, se unió a mí, aunque me temo que su ceño fruncido fue el reclamo para que las mamis de los niños de la otra clase también se interesaran por lidiar en la disputa. "Bueno" Pensé yo, "Entre adultas esto se soluciona en un pis pas". Pero muerta me quedé cuando una de ellas me señala a mi hijo y me comenta como si tal cosa "¿Eres la mamá de ese niños? es que ha venido diciendo que iba a pegar al mío, le he amenazado con pegarle yo a él y ni se ha asustado ni nada". ¿Ein? ¿Que mi hijo ha amenazado al tuyo porque el tuyo le está quitando los espaguetis y como son NIÑOS pequeños solucionan las cosas a empujones (que por cierto, al mío lo rodearon entre dos y lo tiraron la suelo) y me dices que te metes en su juego y amenazas a un chiquillo de cinco años? Me quedé tan sorprendida que en vez de enfadarme o contestarle mal le debí contestar algo como "¿Ah sí?". Y ahora me alegro de no haber sido borde, porque al fin y al cabo ¿que hubiera conseguido? una disputa tonta con una persona que iba a seguir pensando que las cosas se solucionan con amenazas. No culpo a su hijo, ni a los compañeros de la clase de al lado del conflicto. Ni al mío y sus amigos tampoco. Creo que las rivalidades sin sentido van incluidas en estas edades (y en edades más avanzadas también. Doy fe).
Afortunadamente, llevaba tizas en la mochila y se las repartí a los chiquillos para que se olvidaran del paquete de pasta de una vez por todas. Que bien se lo pasaron redecorando las aceras, las tapas de alcantarilla, los árboles... Menos mal que cuando llueve se borra porque no dejaron rincón sin pintar. Estaban muy orgullosos de sus obras de arte. Daniel se la enseñaba orgullosos a todo aquel que pasara por ahí. Conocido o no conocido. Yo también me animé y pintarrajeé un poco para alegría de mis hijos. Al final gastamos todos los colores en una tarde.
Mientras dábamos rienda suelta a nuestra creatividad, los chicos encontraron unas llaves desperdigadas. Más sucesos extraños. Y no dio tiempo a que pasara nada más porque decidí que ya habíamos tenido demasiadas emociones y tocaba irse a casa.
jueves, 23 de octubre de 2014
Un pequeño corazón que late muy fuerte
Y ya hemos pasado otra revisión de Iván en cardiología. Llegamos muy temprano y la espera se me hizo interminable. El peque se lo pasó muy bien jugando con los muñecos de hulk y lobezno que le llevé, escuchando los cuentos que le leía y simulando se Ironman con las pegatinas de electrocardio que habían dejado en un mesita de la sala de espera. Intentamos ver la tele que tienen puesta en el Canal clan todo el rato, pero el ruido del ambiente no dejaba que nos enterábamos de nada, así que estaba a punto de ponerle algo en el móvil cuando oí su nombre por megafonía y nos metimos veloces como el rayo en la consulta.
En el despacho médico nos encontramos con nuestros cardiólogo habitual, tan serio como siempre, y una panda muy animada de estudiantes que observaban a Iván con toda su atención. Ni que decir que el chiquillo estaba encantado. Tanto que se puso a sacar y meter la barriguita durante el electro, así que el corazón ahora se veía, ahora no se veía, ahora se veía, ahora no se veía... Los estudiantes se morían de la risa y el cardiólogo perdía la paciencia a pasos agigantados. "Ahora vamos a cambiar de juego" le propuso con voz profunda al chiquillo, "busca algo en el techo". El niño le lanzó una mirada interrogativa. ¿Qué era lo que tenía que buscar? "Me refiero a que levantes la cabeza". Y ahí tenemos al peque alzando la cabeza en vez de mirar para arriba con las consiguientes carcajadas de los jóvenes. "Busca el pajarito" le dije yo silbando por lo bajini.
A pesar de lo inquieto que es el peque y del show que estaba montando, pudieron sacar resultados concluyentes. El chiquillo sigue en su línea, Un poquito más inflamada la arteria aorta, un poquito más rígida la válvula aórtica, pero aún bien. No necesita tratamiento, pero sí que es importante la higiene dental y vigilar las infecciones de la garganta y la boca, porque sigue siendo un niño de riesgo y hay que vigilar las infecciones. Lavarse los dientes es primordial. Y si, por mala suerte, tiene que ir al dentista alguna vez, hay que ir con el informe del cardiólogo, en el que el dentista tiene instrucciones precisas para meterle antibiótico por un tubo.
El cardiólogo nos despidió diciéndonos que pidiéramos cita para dentro de seis o nueve meses, pero siempre antes del verano. Como siempre, nos encontramos con las listas cerradas por el truquillo que se inventó Esperanza Aguirre para acabar con las listas de espera kilométrica. Las secretarias me recomendaron llamar en un mes para comprobar si ya se han abierto y poder darme cita.
En el despacho médico nos encontramos con nuestros cardiólogo habitual, tan serio como siempre, y una panda muy animada de estudiantes que observaban a Iván con toda su atención. Ni que decir que el chiquillo estaba encantado. Tanto que se puso a sacar y meter la barriguita durante el electro, así que el corazón ahora se veía, ahora no se veía, ahora se veía, ahora no se veía... Los estudiantes se morían de la risa y el cardiólogo perdía la paciencia a pasos agigantados. "Ahora vamos a cambiar de juego" le propuso con voz profunda al chiquillo, "busca algo en el techo". El niño le lanzó una mirada interrogativa. ¿Qué era lo que tenía que buscar? "Me refiero a que levantes la cabeza". Y ahí tenemos al peque alzando la cabeza en vez de mirar para arriba con las consiguientes carcajadas de los jóvenes. "Busca el pajarito" le dije yo silbando por lo bajini.
A pesar de lo inquieto que es el peque y del show que estaba montando, pudieron sacar resultados concluyentes. El chiquillo sigue en su línea, Un poquito más inflamada la arteria aorta, un poquito más rígida la válvula aórtica, pero aún bien. No necesita tratamiento, pero sí que es importante la higiene dental y vigilar las infecciones de la garganta y la boca, porque sigue siendo un niño de riesgo y hay que vigilar las infecciones. Lavarse los dientes es primordial. Y si, por mala suerte, tiene que ir al dentista alguna vez, hay que ir con el informe del cardiólogo, en el que el dentista tiene instrucciones precisas para meterle antibiótico por un tubo.
El cardiólogo nos despidió diciéndonos que pidiéramos cita para dentro de seis o nueve meses, pero siempre antes del verano. Como siempre, nos encontramos con las listas cerradas por el truquillo que se inventó Esperanza Aguirre para acabar con las listas de espera kilométrica. Las secretarias me recomendaron llamar en un mes para comprobar si ya se han abierto y poder darme cita.
miércoles, 22 de octubre de 2014
Tutoría con la profe de Iván: límites y actividad física
Casi no me creo la suerte que he tenido con las profesoras de los niños. La de Iván es cariñosa y muy positiva. Creo que es justo la némesis del ogro que habita en mí y que a veces saco a pasear cuando los peques tiran demasiado de la cuerda. En vez de reñir o castigar a Iván, le mantiene ocupado con pequeñas tareas con las que se siente importante. Me encanta su método. Intentaré emularla.
Hemos tenido una tutoría extremadamente interesante de la que he salido tres con conclusiones básicas: Iván necesita sacar lo que tiene dentro a base de actividad física, desfogarse, desahogarse... Tiene que aprender a jugar y hacer las cosas solo (tengo que aflojar con las actividades, las miles de normas, los juegos dirigidos...). Y es muy importante el refuerzo positivo: ni malas caras, ni castigos ni regañinas... Y mucho menos apelativos negativos.
Este último punto llevo intentado aplicarlo a mi niños desde antes de que naciera el segundo y confieso que sólo lo logro hasta la mitad. Me esforzaré mucho más a ver si, al menos, reducimos mis estallidos.
Las dos estamos de acuerdo en que Iván es un niño con mucha fuerza que no controla (al que le irían genial las clases de judo de su hermano). En clase no atiende a lo que le dicen y molesta al compañero de al lado constantemente. Aunque luego resulta que sí que se está enterando de lo que le están contando. Las canciones y poesías se las aprende muy rápido y las repite sin problemas. A modo de anécdota ilustrativa me contó que el primer día que le entregó el cuaderno del método lo destrozó: le sacó las anillas, arrancó páginas, pegó todas las pegatinas del trimestre... Y que luego ella lo reconstruyó como pudo. Puedo asegurar que hizo un buen trabajo. Me enseñó unas cuantas fichas para explicarme que antes de terminar de dar las instrucciones el peque ya ha comenzado la actividad a su manera, sin atender a las explicaciones.
Otro aspecto que tengo que trabajar es el de dejar de dirigir las actividades del chiquillo. Lo único que consigo es hacer crecer su dependencia hacia mí. Así que he decidido volcarme en un proyecto de manualidades sólo mío para mantener en su sitio mi sed de actividades y dejar más libertad de ocio a mis hijos (eso no significa que se acaben, porque no sería yo). Siguiendo el consejo de Frikymamá me voy a hacer una agenda blogger handmade y handwritting tape. La conclusión de la profesora es que Iván no sabe jugar sólo porque no le he dejado experimentar y equivocarse siguiendo su instinto. A veces tengo que soltar su manita para que camine sólo. De hecho, me ha aconsejado que garabatee mucho, aunque el peque no es mucho de dibujar en casa. "Ponle un papel muy grande delante y que lo pinte como quiera".
La música es un factor que puede ayudarme a calmarlo, a medir tiempos, a marcar el ritmo, etc... Ahora toca buscar música relajante para niños y convencer al papi para que no le ponga sus canciones heavies una temporadita. También me recomendó que le haga muchos masajes y cosquillitas relajantes.
Pero lo mejor que podemos hacer por él es dejar que se explaye a través de la actividad física: que corra, que salte, que baile... Que se canse. Él necesita moverse. Si no dejamos que lo haga en el parque o en casa durante el tiempo de juego lo hará durante la clase o cuando toque permanecer sentado (por ejemplo a la hora de comer).
Le conté que teníamos un juego en el que cada uno de los participantes decía una palabra y luego contábamos un cuento encadenado en el que aparecieran esas palabras. Añadí que había prohibido las palabras desagradables como zombi, tumba, sangre, etc, etc, porque no salían de ahí. En su opinión los estoy limitando y no les dejo sacar lo que tiene dentro. Es mejor que cuenten lo que les apetezca y saquen lo que tiene dentro a que lo repriman. Aunque sí que me aconseja que dé la vuelta a la tortilla a sus historias truculentas y que, cuando me toque a mí seguir la historia, aparezca una princesa que se enamore del zombi porque vea su parte bondadosa.
Tengo que introducir al peque a tareas como preparar su ropa antes de ir a dormir, dejar que se vista sólo cuando tengamos tiempo para no ponernos nerviosos con la hora...
Hablamos de tantas cosas que seguro que algo me dejo importante en el tintero...
Hemos tenido una tutoría extremadamente interesante de la que he salido tres con conclusiones básicas: Iván necesita sacar lo que tiene dentro a base de actividad física, desfogarse, desahogarse... Tiene que aprender a jugar y hacer las cosas solo (tengo que aflojar con las actividades, las miles de normas, los juegos dirigidos...). Y es muy importante el refuerzo positivo: ni malas caras, ni castigos ni regañinas... Y mucho menos apelativos negativos.
Este último punto llevo intentado aplicarlo a mi niños desde antes de que naciera el segundo y confieso que sólo lo logro hasta la mitad. Me esforzaré mucho más a ver si, al menos, reducimos mis estallidos.
Las dos estamos de acuerdo en que Iván es un niño con mucha fuerza que no controla (al que le irían genial las clases de judo de su hermano). En clase no atiende a lo que le dicen y molesta al compañero de al lado constantemente. Aunque luego resulta que sí que se está enterando de lo que le están contando. Las canciones y poesías se las aprende muy rápido y las repite sin problemas. A modo de anécdota ilustrativa me contó que el primer día que le entregó el cuaderno del método lo destrozó: le sacó las anillas, arrancó páginas, pegó todas las pegatinas del trimestre... Y que luego ella lo reconstruyó como pudo. Puedo asegurar que hizo un buen trabajo. Me enseñó unas cuantas fichas para explicarme que antes de terminar de dar las instrucciones el peque ya ha comenzado la actividad a su manera, sin atender a las explicaciones.
Otro aspecto que tengo que trabajar es el de dejar de dirigir las actividades del chiquillo. Lo único que consigo es hacer crecer su dependencia hacia mí. Así que he decidido volcarme en un proyecto de manualidades sólo mío para mantener en su sitio mi sed de actividades y dejar más libertad de ocio a mis hijos (eso no significa que se acaben, porque no sería yo). Siguiendo el consejo de Frikymamá me voy a hacer una agenda blogger handmade y handwritting tape. La conclusión de la profesora es que Iván no sabe jugar sólo porque no le he dejado experimentar y equivocarse siguiendo su instinto. A veces tengo que soltar su manita para que camine sólo. De hecho, me ha aconsejado que garabatee mucho, aunque el peque no es mucho de dibujar en casa. "Ponle un papel muy grande delante y que lo pinte como quiera".
La música es un factor que puede ayudarme a calmarlo, a medir tiempos, a marcar el ritmo, etc... Ahora toca buscar música relajante para niños y convencer al papi para que no le ponga sus canciones heavies una temporadita. También me recomendó que le haga muchos masajes y cosquillitas relajantes.
Pero lo mejor que podemos hacer por él es dejar que se explaye a través de la actividad física: que corra, que salte, que baile... Que se canse. Él necesita moverse. Si no dejamos que lo haga en el parque o en casa durante el tiempo de juego lo hará durante la clase o cuando toque permanecer sentado (por ejemplo a la hora de comer).
Le conté que teníamos un juego en el que cada uno de los participantes decía una palabra y luego contábamos un cuento encadenado en el que aparecieran esas palabras. Añadí que había prohibido las palabras desagradables como zombi, tumba, sangre, etc, etc, porque no salían de ahí. En su opinión los estoy limitando y no les dejo sacar lo que tiene dentro. Es mejor que cuenten lo que les apetezca y saquen lo que tiene dentro a que lo repriman. Aunque sí que me aconseja que dé la vuelta a la tortilla a sus historias truculentas y que, cuando me toque a mí seguir la historia, aparezca una princesa que se enamore del zombi porque vea su parte bondadosa.
Tengo que introducir al peque a tareas como preparar su ropa antes de ir a dormir, dejar que se vista sólo cuando tengamos tiempo para no ponernos nerviosos con la hora...
Hablamos de tantas cosas que seguro que algo me dejo importante en el tintero...
martes, 21 de octubre de 2014
Un mal lunes
No hay lunes bueno, pero dentro de eso hay grados. Hace poco tuvimos uno bastante regular. Empezó con mucho sueño por parte de todos, legañas, irritabilidad, cabezonería... Lo típico tras un fin de semana un poco más movido de lo normal.
Ese tipo de días voy tan despistada y torpe que no doy una y se va acumulando el mal humor. Aún así, cuando llegó la hora de recoger a los niños me puse una sonrisa en la cara y me propuse cambiar la dinámica de ese día tan absurdo.
Que pena que los niños me lo pusieran difícil. Además de seguir con su comportamiento rebelde me encontré con que ese día estaban habladores y ambos me contaron sus fechorías. Comenzó Daniel. Una amiga se acercó a mi para avisarme que su profesora me estaba buscando. "Por lo visto él y otro amigo se han portado bastante mal hoy". No encontré a su tutora, pero el chiquillo me confesó que estuvo jugando a toros y toreros cuando tenía que guardar fila para salir a que los recogiéramos.
Le estaba explicando por qué era importante prestar atención y obedecer a la profesora cuando Iván me soltó: "Quistina me ha catigado sin colonia". "¿Y eso por qué?" Le pregunté yo volviéndome inmediatamente hacia él. "Poque he pegado una palizota a una amigaaaaaa" me respondió tan tranquilo. "¡¡¿Que has hecho qué?!!" exclamé al borde del ataque. Respiré profundo y pensé. "Tranquila, tranquila. Esta noche todos a la cama temprano y mañana será otro día muuuucho mejor".
O esa fue muy intención, porque esa tarde y esa noche se nos alargaron un poquito entre charlas concienciadoras y regañinas a uno y a otro por su censurable comportamiento en el cole.
Ese tipo de días voy tan despistada y torpe que no doy una y se va acumulando el mal humor. Aún así, cuando llegó la hora de recoger a los niños me puse una sonrisa en la cara y me propuse cambiar la dinámica de ese día tan absurdo.
Que pena que los niños me lo pusieran difícil. Además de seguir con su comportamiento rebelde me encontré con que ese día estaban habladores y ambos me contaron sus fechorías. Comenzó Daniel. Una amiga se acercó a mi para avisarme que su profesora me estaba buscando. "Por lo visto él y otro amigo se han portado bastante mal hoy". No encontré a su tutora, pero el chiquillo me confesó que estuvo jugando a toros y toreros cuando tenía que guardar fila para salir a que los recogiéramos.
Le estaba explicando por qué era importante prestar atención y obedecer a la profesora cuando Iván me soltó: "Quistina me ha catigado sin colonia". "¿Y eso por qué?" Le pregunté yo volviéndome inmediatamente hacia él. "Poque he pegado una palizota a una amigaaaaaa" me respondió tan tranquilo. "¡¡¿Que has hecho qué?!!" exclamé al borde del ataque. Respiré profundo y pensé. "Tranquila, tranquila. Esta noche todos a la cama temprano y mañana será otro día muuuucho mejor".
O esa fue muy intención, porque esa tarde y esa noche se nos alargaron un poquito entre charlas concienciadoras y regañinas a uno y a otro por su censurable comportamiento en el cole.
lunes, 20 de octubre de 2014
El McDonald's, los niños y la fruta
Que tendrá el McDonald's que atrae a los niños con una fuerza irresistible. Yo sospecho que, principalemente, una caja enorme llena de tubos. un tobogán y actividades varias. Pero también la emoción del Happy Meal. Las veces que hemos ido los niños salen enamorados de sus regalitos y los padres frunciendo el ceño ante otro juguetito más para la colección. Pero esta vez, fue diferente. Los niños jugaron encantados con el juguetito que traía la caja mientras saboreaban sus nuggets, patatas y yogurt de frutas bebible, Sí. Pero lo padres, en vez de arrugar el ceño, repararon en que el muñequito, además de ser muy gracioso, tenía una utilidad muy original. ¡Era un tupper para manzanas! Aunque nosotros también lo hemos usado para peras, mandarinas, naranjas pequeñas... Y a los peques les encanta.
Lo curioso del asunto es que, pocos días después, llamaron a mi timbre para entregarme un paquete sorpresa... ¡lleno de bichos verdes profrutas de los Happy Meals! Ni que decir que los niños se llevaron un alegrón. En un primer momento les dejé jugar libremente con los monstruitos. Se lo pasaron bomba inventando historias.
Luego les expliqué el uso de cada cacharrito y se empeñaron en usarlos. Esa misma noche usamos el cortaplátanos, el tupper ya lo habíamos llevado al cole el día de la fruta y triunfó, a la mañana siguiente rellenamos los molde de politos con forma de fruta y el del polo normal de zumo, mi hijo mayor me ha encargado que compre melón para usar la cuchara melonera... ¡Vamos! Que lo veo y no lo creo. Mis hijos entusiasmados por comerse la fruta.
Les conté que existe un juego, que se puede descargar gratuitamente de PlayStore, y no pararon de darle la chapa a su padre para que se lo instalaran en la tablet. Raúl lo ha instalado, pero los chiquillos tuvieron que esperar a que se pasara lo que les quedaba de la semana de castigo sin tablet para poder poner sus ansiosas manitas en él.
Está basado en el ya clásico juego "Cute de rope", aunque, en vez de caramelos, el protagonista come fruta.
En definitiva, que nos ha encantado la nueva colección de regalitos de los Happy Meal. A los niños demasiado. Yo no paro de lavarlos y guardarlos y ellos no paran de sacarlos de su sitio y jugar.
Lo curioso del asunto es que, pocos días después, llamaron a mi timbre para entregarme un paquete sorpresa... ¡lleno de bichos verdes profrutas de los Happy Meals! Ni que decir que los niños se llevaron un alegrón. En un primer momento les dejé jugar libremente con los monstruitos. Se lo pasaron bomba inventando historias.
Luego les expliqué el uso de cada cacharrito y se empeñaron en usarlos. Esa misma noche usamos el cortaplátanos, el tupper ya lo habíamos llevado al cole el día de la fruta y triunfó, a la mañana siguiente rellenamos los molde de politos con forma de fruta y el del polo normal de zumo, mi hijo mayor me ha encargado que compre melón para usar la cuchara melonera... ¡Vamos! Que lo veo y no lo creo. Mis hijos entusiasmados por comerse la fruta.
Les conté que existe un juego, que se puede descargar gratuitamente de PlayStore, y no pararon de darle la chapa a su padre para que se lo instalaran en la tablet. Raúl lo ha instalado, pero los chiquillos tuvieron que esperar a que se pasara lo que les quedaba de la semana de castigo sin tablet para poder poner sus ansiosas manitas en él.
Está basado en el ya clásico juego "Cute de rope", aunque, en vez de caramelos, el protagonista come fruta.
En definitiva, que nos ha encantado la nueva colección de regalitos de los Happy Meal. A los niños demasiado. Yo no paro de lavarlos y guardarlos y ellos no paran de sacarlos de su sitio y jugar.
domingo, 19 de octubre de 2014
Premio best blog
Juani, de la cocina siempre llama dos veces, me ha regalado este precioso ramo de flores. ¡Muchas gracias! Me encanta.
Si os gusta cocinar su blog os va a interesar. Todo lo que hace tiene una pinta estupenda. ¡Y hay que ver como se cura la presentación! Esta chica es una chef increíble.
El premio viene con preguntas, así que allá voy.
Lo que te hace feliz
¿Tus hobbies?
Si pudieras viajar donde quisieras, ¿dónde sería?
Un sueño por cumplir
Tu momento del día.
Lo que más te gusta de ti es…
Si tuvieras más tiempo libre a que lo dedicarías.
Te gusta más el verano o el invierno
¿Qué te hizo ponerle a tu blog el nombre que tiene?
En ese momento me sentía muy desesperada snif snif
¿Qué te animó a crear tu blog?
Mi madre y el desahogo de ponerlo por escrito.
Lo que te hace feliz
Las pequeñas cosas del día día.
¿Tus hobbies?
Escribir jajaja
Si pudieras viajar donde quisieras, ¿dónde sería?
China. Es una cuenta pendiete.
Un sueño por cumplir
Tener un trabajo digno. Nunca he tenido uno y me encantaría saber como son.
Tu momento del día.
Cuando me meto en la camita por las noches y noto como se me cierran los ojos casi solos.
Lo que más te gusta del mundo
Mi familia en el sentido más amplio de la palabra.
Lo que más te gusta de ti es…
Parecía fácil la pregunta, pero es que ahora mismo me he quedado en blanco jajaja
Si tuvieras más tiempo libre a que lo dedicarías.
A estudiar, a diseñar, a escribir, a leer, a salir...
Te gusta más el verano o el invierno
Los dos. Cada uno tiene un encanto diferente.
Y mis nominados son... Tachán tachán
Mama Blogger
Aguanapitu
Zenapatch
Las cositas de Lucía y su hermanito
Frikymama
El rinconcito de mamy
La guinda del Limón
Luciana's Journal
Los niños viene con un blog bajo el brazo
Papá Cangrejo (el ramo es para mamá cangrejo ¡¡¡Enhorabuena!!!)
Aguanapitu
Zenapatch
Las cositas de Lucía y su hermanito
Frikymama
El rinconcito de mamy
La guinda del Limón
Luciana's Journal
Los niños viene con un blog bajo el brazo
Papá Cangrejo (el ramo es para mamá cangrejo ¡¡¡Enhorabuena!!!)
sábado, 18 de octubre de 2014
Pijamas de ositos
En el hipermercado de al lado de mi casa siempre sacan ofertones por temporadas y hay que estar ojo avizor porque vuelan. Las botas de agua las pillé por los pelos y el pijama manta acabo de descubrirlo entre los lineales. También han pasado a formar parte del contenido de nuestro armario.
En realidad, el único que necesita la gustosa prenda es el mayor, porque el pequeño está bien surtido con lo que ha heredado, pero es que los vi tan monos que caí en la tentación y les llevé uno a cada uno. Además, compré otro más sencillo para Daniel y así tengo recambio para cuando lo meta en la lavadora.
El caso es que los pijamas parecen disfraces de osito y me tienen enamorada. Y no sólo a mí. A los niños también. Sobre todo a Iván, que hasta me protesta cuando se lo quito por las mañanas. Daniel dice que le molesta un poco la capucha, pero me ruega una y otra vez que no lo devuelva porque es "taaaaan bonitooooo".
Así que ahora los tenemos cada dos por tres "haciendo el oso" con sus nuevos pijamas-disfraces".
En realidad, el único que necesita la gustosa prenda es el mayor, porque el pequeño está bien surtido con lo que ha heredado, pero es que los vi tan monos que caí en la tentación y les llevé uno a cada uno. Además, compré otro más sencillo para Daniel y así tengo recambio para cuando lo meta en la lavadora.
El caso es que los pijamas parecen disfraces de osito y me tienen enamorada. Y no sólo a mí. A los niños también. Sobre todo a Iván, que hasta me protesta cuando se lo quito por las mañanas. Daniel dice que le molesta un poco la capucha, pero me ruega una y otra vez que no lo devuelva porque es "taaaaan bonitooooo".
Así que ahora los tenemos cada dos por tres "haciendo el oso" con sus nuevos pijamas-disfraces".
viernes, 17 de octubre de 2014
¿Desmotivación? ¿Inseguridad?
Este año me perdí la reunión de la clase del mayor con mucha pena. Porque a mí me encanta saberlo todo acerca de lo que hacen en el cole. Como su profesora me conoce y es muy maja, me concedió una tutoría para explicarme lo que hablaron. Lo que no me esperaba es que tuviera tantas cosas que contarme sobre Daniel ya, tan pronto.
Mi niño va a clase desmotivado y sin ganas de trabajar. Ella nota que aprende mucho, pero que luego no se siente capaz de plasmar sus conocimientos. Hace las fichas, pero con inseguridad y desgana. A sus argumentos contesté que Daniel tiene un defectillo bastante gordo: es un poco vaguete. Y se le hace cuesta arriba empezar las cosas él sólo. No digamos nada de terminarlas.
Como hemos notado esa actitud en el peque y a sus papis nos gustaría corregirla, en la medida de lo posible, ahora que aún podemos hacer algo, desde hace unos días Raúl le pone una tarea todas las tardes que tiene que terminar. No nos importa que aprenda conceptos nuevos, a leer ni que mejore su psicomotricidad. Sólo que preste atención a lo que tiene que hacer y lo termine. El ejercicio puede ser colorear un dibujo o leer una retahíla de letras que ya se sabe. Nos da igual el contenido. Lo importante es que se esfuerce y lo termine. Gloria no está nada de acuerdo con mi conclusión. Ella no piensa que sea vago y que con la motivación adecuada se arregla todo. En realidad, es verdad que, para lo que quiere no escatima esfuerzos y se le ve con ganas e interés a tope.
Mi marido echa mano al cuadernillo de lectoescritura que nos recomendó la profesora en apoyo a lo que hacen en clase, pero, parece ser, que en nuestro caso está surtiendo el efecto contrario. En vez de sentirse motivado por la familiaridad del método, le está cogiendo tirria y le cuesta más hacer las fichas en clase. Así que, durante la tutoría llegamos a la conclusión que lo mejor era buscar otros métodos más divertidos para enseñarle las letras y los trazos. Seguro que en internet encuentro algo a la medida de Daniel pronto. La solución que me ha dado ha sido que hable con él tranquilamente y sin agobiarlo. Que le dedique diez minutos diarios para que hablemos y así, poco a poco, a ver si me entero de lo que le preocupa. Como siempre le haré caso, porque ve más allá y me razona cosas en las yo no había reparado nunca. Me temo que a mí un árbol me tapa la vista del bosque.
Me aconsejó que lo dejara a su aire unos días, antes de poner en práctica cualquier maniobra. Puede que sea algo temporal... Lo cierto es que aluciné con los adelantos del peque que me enseñó a partir de sus fichas. En casa ya no quiere ni poner su nombre en los dibujos. Me dice que no sabe, aunque yo sé que sí porque ya lo ha hecho muchas veces el años pasado. ¡Y en las fichas ya sabe escribir palabras enteras y relacionarlas con su dibujo correspondiente! Que rápido crecen estos niños.
En cuanto a la reunión, me comentó que hablaron de las asambleas (en las que los niños trabajan con la pizarra electrónica, de los juegos por rincones (Que pondrá uno dedicado al medio ambiente y que a los niños les llama muchísimo la atención el rincón de las construcciones), que hay que dar mucha importancia al descanso de los niños para que vengan llenos de fuerzas y ganas al cole, que el almuerzo tiene que ser fácil de trasladar y de consumir porque muchas veces se la toman ya en el patio... Una medida nueva que me encanta es que han decidido que el próximo año van a rehacer los grupos mezclando niños de los dos grupos. Me parece una decisión fenomenal para obligar al niño a salir de su zona de confort y enseñarle a adaptarse a nuevas circunstancias desde pequeños. Aunque me explicó que, sobre todo, la finalidad es fomentar la atención en clase sin que se despisten en charlas y juegos de amigos, y para evitar relaciones inamovibles y alimentar la capacidad de socialización de los niños. Para los niños no va a ser ningún drama porque van a seguir viéndose todos en el patio.
Otra iniciativa que me encanta es el trabajo en familia que han propuesto para este año. Parece ser que no vamos a tener mascota invitada (menos mal, porque es un estrés cuidar del peluche para devolverlo tal y como te lo entregaron), sino que nos van a entregar una carpeta con un cuento que van a hacer entre todos. El chiquillo tiene que continuar el cuento donde lo dejó el anterior y hacer un dibujo que ilustre su parte. Lo difícil es que lo tiene que escribir el mismo y a día de hoy Daniel se niega hasta a escribir su nombre. De aquí allí, a lo mejor cambia totalmente y le coge el gusto a escribir. porque coger el lápiz no le gusta, pero lo que es dictarme cartas ¡le apasiona!
Al final dedicamos un ratito para charlar de su blog, que me encanta y me parece muy útil para combinar la labor del profesor y la de los padres en la educación de los niños. Muchos días, Daniel llega a casa y me pide que le ponga el blog de su profesora en el ordenador para jugar a un juego educativo que ha colgado o ver un vídeo. Una pena que se nos fuera el tiempo volando, si fuera por mí habríamos estado una hora más de tutoría.
Cuando hablé del tema con su padre me confesó que la falta de autoestima de nuestro hijo por los temas lectivos podría deberse a que casi siempre está en compañía de dos niños mayores. Es decir, los amigos más cercanos de Daniel en su clase nacieron a principios de año y él a finales, así que se llevan muchos meses de diferencia y eso también se nota en los progresos. Podría ser una razón.
Cuando Daniel me preguntó, esa misma tarde, qué era lo que había dicho su profe le conté que me había enseñado sus fichas y que había alucinado con lo bien hechas que estaba. "Me he sentido la madre más orgullosa del mundo viendo todo lo que sabes. Qué difíciles me parecieron, que bien escribes y ¡la de cosas que sabes ya!". Ni que decir tiene que el niño se hinchó como un pavo y se puso a comentar las que le parecían más complicadas o le habían costado más. "¿Y viste la de...? ¿Y te enseño una en la que...?" me preguntaba una y otra vez. Así que creo que hemos sumado un puntito a su autoestima. Aún así me he dado una vuelta por internet y he encontrado unos ejercicios y cuentos que creo que me van a servir de mucho. Aunque, en realidad el chiquillo no tiene baja autoestima, sino que se sentirá inseguro con respecto a su iniciación a la lectoescritura.
Lo más curioso es que, justo esa tarde, llegó del cole emocionado contando un cuento sobre la n y la ñ que incluía su método de Letrilandia y le pidió a su padre que se metiera en el manual de ejercicios para ver si la encontraba.
¡Con estos niños nunca se sabe! A ver si le sacamos algo de información con las charlas de diez minutos.
Mi niño va a clase desmotivado y sin ganas de trabajar. Ella nota que aprende mucho, pero que luego no se siente capaz de plasmar sus conocimientos. Hace las fichas, pero con inseguridad y desgana. A sus argumentos contesté que Daniel tiene un defectillo bastante gordo: es un poco vaguete. Y se le hace cuesta arriba empezar las cosas él sólo. No digamos nada de terminarlas.
Como hemos notado esa actitud en el peque y a sus papis nos gustaría corregirla, en la medida de lo posible, ahora que aún podemos hacer algo, desde hace unos días Raúl le pone una tarea todas las tardes que tiene que terminar. No nos importa que aprenda conceptos nuevos, a leer ni que mejore su psicomotricidad. Sólo que preste atención a lo que tiene que hacer y lo termine. El ejercicio puede ser colorear un dibujo o leer una retahíla de letras que ya se sabe. Nos da igual el contenido. Lo importante es que se esfuerce y lo termine. Gloria no está nada de acuerdo con mi conclusión. Ella no piensa que sea vago y que con la motivación adecuada se arregla todo. En realidad, es verdad que, para lo que quiere no escatima esfuerzos y se le ve con ganas e interés a tope.
Mi marido echa mano al cuadernillo de lectoescritura que nos recomendó la profesora en apoyo a lo que hacen en clase, pero, parece ser, que en nuestro caso está surtiendo el efecto contrario. En vez de sentirse motivado por la familiaridad del método, le está cogiendo tirria y le cuesta más hacer las fichas en clase. Así que, durante la tutoría llegamos a la conclusión que lo mejor era buscar otros métodos más divertidos para enseñarle las letras y los trazos. Seguro que en internet encuentro algo a la medida de Daniel pronto. La solución que me ha dado ha sido que hable con él tranquilamente y sin agobiarlo. Que le dedique diez minutos diarios para que hablemos y así, poco a poco, a ver si me entero de lo que le preocupa. Como siempre le haré caso, porque ve más allá y me razona cosas en las yo no había reparado nunca. Me temo que a mí un árbol me tapa la vista del bosque.
Me aconsejó que lo dejara a su aire unos días, antes de poner en práctica cualquier maniobra. Puede que sea algo temporal... Lo cierto es que aluciné con los adelantos del peque que me enseñó a partir de sus fichas. En casa ya no quiere ni poner su nombre en los dibujos. Me dice que no sabe, aunque yo sé que sí porque ya lo ha hecho muchas veces el años pasado. ¡Y en las fichas ya sabe escribir palabras enteras y relacionarlas con su dibujo correspondiente! Que rápido crecen estos niños.
En cuanto a la reunión, me comentó que hablaron de las asambleas (en las que los niños trabajan con la pizarra electrónica, de los juegos por rincones (Que pondrá uno dedicado al medio ambiente y que a los niños les llama muchísimo la atención el rincón de las construcciones), que hay que dar mucha importancia al descanso de los niños para que vengan llenos de fuerzas y ganas al cole, que el almuerzo tiene que ser fácil de trasladar y de consumir porque muchas veces se la toman ya en el patio... Una medida nueva que me encanta es que han decidido que el próximo año van a rehacer los grupos mezclando niños de los dos grupos. Me parece una decisión fenomenal para obligar al niño a salir de su zona de confort y enseñarle a adaptarse a nuevas circunstancias desde pequeños. Aunque me explicó que, sobre todo, la finalidad es fomentar la atención en clase sin que se despisten en charlas y juegos de amigos, y para evitar relaciones inamovibles y alimentar la capacidad de socialización de los niños. Para los niños no va a ser ningún drama porque van a seguir viéndose todos en el patio.
Otra iniciativa que me encanta es el trabajo en familia que han propuesto para este año. Parece ser que no vamos a tener mascota invitada (menos mal, porque es un estrés cuidar del peluche para devolverlo tal y como te lo entregaron), sino que nos van a entregar una carpeta con un cuento que van a hacer entre todos. El chiquillo tiene que continuar el cuento donde lo dejó el anterior y hacer un dibujo que ilustre su parte. Lo difícil es que lo tiene que escribir el mismo y a día de hoy Daniel se niega hasta a escribir su nombre. De aquí allí, a lo mejor cambia totalmente y le coge el gusto a escribir. porque coger el lápiz no le gusta, pero lo que es dictarme cartas ¡le apasiona!
Al final dedicamos un ratito para charlar de su blog, que me encanta y me parece muy útil para combinar la labor del profesor y la de los padres en la educación de los niños. Muchos días, Daniel llega a casa y me pide que le ponga el blog de su profesora en el ordenador para jugar a un juego educativo que ha colgado o ver un vídeo. Una pena que se nos fuera el tiempo volando, si fuera por mí habríamos estado una hora más de tutoría.
Cuando hablé del tema con su padre me confesó que la falta de autoestima de nuestro hijo por los temas lectivos podría deberse a que casi siempre está en compañía de dos niños mayores. Es decir, los amigos más cercanos de Daniel en su clase nacieron a principios de año y él a finales, así que se llevan muchos meses de diferencia y eso también se nota en los progresos. Podría ser una razón.
Cuando Daniel me preguntó, esa misma tarde, qué era lo que había dicho su profe le conté que me había enseñado sus fichas y que había alucinado con lo bien hechas que estaba. "Me he sentido la madre más orgullosa del mundo viendo todo lo que sabes. Qué difíciles me parecieron, que bien escribes y ¡la de cosas que sabes ya!". Ni que decir tiene que el niño se hinchó como un pavo y se puso a comentar las que le parecían más complicadas o le habían costado más. "¿Y viste la de...? ¿Y te enseño una en la que...?" me preguntaba una y otra vez. Así que creo que hemos sumado un puntito a su autoestima. Aún así me he dado una vuelta por internet y he encontrado unos ejercicios y cuentos que creo que me van a servir de mucho. Aunque, en realidad el chiquillo no tiene baja autoestima, sino que se sentirá inseguro con respecto a su iniciación a la lectoescritura.
Lo más curioso es que, justo esa tarde, llegó del cole emocionado contando un cuento sobre la n y la ñ que incluía su método de Letrilandia y le pidió a su padre que se metiera en el manual de ejercicios para ver si la encontraba.
¡Con estos niños nunca se sabe! A ver si le sacamos algo de información con las charlas de diez minutos.
jueves, 16 de octubre de 2014
Daniel dibuja una casa
A la salida del colegio, mi hijo mayor me enseñó un folio muy orgulloso. Lo agitaba sin parar delante de mis narices, así que tuve que cogerlo para verlo bien y no como líneas borrosas. Y lo que vi me emocionó. Me quedé sin palabras.
"Mira mamá. Es una casa, con piscina. Y la piscina tiene un trampolín ¿Eh? Y también he dibujado un coche. Aunque no es un coche muy moderno..."
"¡Me encanta!" Le interrumpí yo. "Es un coche fabuloso. A la casa no le falta detalle. Hasta barrotes en las ventanas le has puesto y flores... ¡Pero si has dibujado hasta nubes! Sob sob..." Casi me pongo a llorar de la alegría."Y un sol ¡Un sol normal!"
Y es que... ¡no había ni rastro de zombis en el dibujo! Ni guerras, ni sangre, ni características de los personajes a modo de videojuego, ni monstruos... ¿No es para emocionarse? Por fin un dibujo normal y totalmente identificable.
Lo he colgado en un sitio bien visible del salón para verlo todos los días.
"Mira mamá. Es una casa, con piscina. Y la piscina tiene un trampolín ¿Eh? Y también he dibujado un coche. Aunque no es un coche muy moderno..."
"¡Me encanta!" Le interrumpí yo. "Es un coche fabuloso. A la casa no le falta detalle. Hasta barrotes en las ventanas le has puesto y flores... ¡Pero si has dibujado hasta nubes! Sob sob..." Casi me pongo a llorar de la alegría."Y un sol ¡Un sol normal!"
Y es que... ¡no había ni rastro de zombis en el dibujo! Ni guerras, ni sangre, ni características de los personajes a modo de videojuego, ni monstruos... ¿No es para emocionarse? Por fin un dibujo normal y totalmente identificable.
Lo he colgado en un sitio bien visible del salón para verlo todos los días.
miércoles, 15 de octubre de 2014
Celebrando los tres años de Iván con la familia
De verdad que ya empiezo a perder la cuenta con tanto cumpleaños. Pero es difícil organizarlo todo en el mismísimo día en el que nacieron. Así que el domingo celebramos el cumpleaños de Iván en familia en casa de la abuela Chari, a causa del problemilla de alergias a los gatos que ya expliqué cuando celebramos el de Daniel, hace poco más de un mes.
Esta vez elegimos las brochetas como las reinas de la comida. Mientras Raúl se bajó a los niños a jugar en la zona verde de la comunidad, su madre y yo montábamos los ingredientes que habíamos llevado para ocasión: cerdo-tomate cherry-soja-pipas, pavo-beicon, salchichas de diferentes clases-beicon, cerdo-manzana-champiñones, cordero-piña... fueron algunas de las brochetas que hicimos. Y gustó bastante el invento. Aunque a lo niños las que más les gustó fueron las de chuches. No es de extrañar.
La tarta también triunfó entre el público infantil y no es de extrañar porque tenía sabor a huesitos y estaba realmente deliciosa. Pienso repetirla cualquier día de estos. Es facilísima y les encanta. Aunque la próxima vez no creo que compre la capa de azúcar con dibujo (Rayo McQueen, of course). les gustó muchísimo, pero el precio es bastante elevado para lo que son.
Iván recibió muchos regalos geniales. Sobre todo libros de superhéroes y de monstruos. él y su hermano se pasan horas y horas ojeándolos y pidiéndonos que se los leamos. También recibió un juego de bingo de colores, otro de pinchitos con dibujos guías para ir poniendo las piezas en su sitio correcto, un patinete que enseguida quiso montar y lo hizo muy bien, dos figuras gigantes de Hulk y Lobezno que le tienen enamorado... ¡Vamos! Que la sonrisa que lucía era talla XXL.
A pesar de la lluvia terminamos el día entre juegos al aire libre e la zona ajardinada de la comunidad. Afortunadamente, tiene una zona techada y pudieron correr y saltar a su gusto.
Fue un día muy emocionante. Acabamos todos agotados, pero felices.
Eso sí, el lunes no podía levantarlos ni con grúa. Y llevan arrastrando el cansancio toda la semana a pesar de que los meto en la cama a eso de las nueve. A los dos minutos ya están roncando.
Está claro que el próximo fin de semana va a tocar planes tranquilos
Esta vez elegimos las brochetas como las reinas de la comida. Mientras Raúl se bajó a los niños a jugar en la zona verde de la comunidad, su madre y yo montábamos los ingredientes que habíamos llevado para ocasión: cerdo-tomate cherry-soja-pipas, pavo-beicon, salchichas de diferentes clases-beicon, cerdo-manzana-champiñones, cordero-piña... fueron algunas de las brochetas que hicimos. Y gustó bastante el invento. Aunque a lo niños las que más les gustó fueron las de chuches. No es de extrañar.
La tarta también triunfó entre el público infantil y no es de extrañar porque tenía sabor a huesitos y estaba realmente deliciosa. Pienso repetirla cualquier día de estos. Es facilísima y les encanta. Aunque la próxima vez no creo que compre la capa de azúcar con dibujo (Rayo McQueen, of course). les gustó muchísimo, pero el precio es bastante elevado para lo que son.
Iván recibió muchos regalos geniales. Sobre todo libros de superhéroes y de monstruos. él y su hermano se pasan horas y horas ojeándolos y pidiéndonos que se los leamos. También recibió un juego de bingo de colores, otro de pinchitos con dibujos guías para ir poniendo las piezas en su sitio correcto, un patinete que enseguida quiso montar y lo hizo muy bien, dos figuras gigantes de Hulk y Lobezno que le tienen enamorado... ¡Vamos! Que la sonrisa que lucía era talla XXL.
A pesar de la lluvia terminamos el día entre juegos al aire libre e la zona ajardinada de la comunidad. Afortunadamente, tiene una zona techada y pudieron correr y saltar a su gusto.
Fue un día muy emocionante. Acabamos todos agotados, pero felices.
Eso sí, el lunes no podía levantarlos ni con grúa. Y llevan arrastrando el cansancio toda la semana a pesar de que los meto en la cama a eso de las nueve. A los dos minutos ya están roncando.
Está claro que el próximo fin de semana va a tocar planes tranquilos
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