Hemos descubierto una colección desternillante que se ha ganado el amor incondicional de mi niño mayor, de nueve años recién cumplidos. No es para menos, porque Roboters, código troglodita, de la editorial Montena, reúne todos los elementos que ahora mismo le interesan.
Por un lado, tecnología y programación con scratch, y por el otro saltos en el tiempo a la prehistoria, con dinosaurios y cavernícolas incluídos. Si a esto le añadimos, además, un lenguaje muy juvenil, con chistes totalmente dirigidos a preadolescentes y adolescentes, y situaciones extremadamente emocionantes y peligrosas ya tenemos el éxito asegurado.
A Iván también le ha llamado la atención, pero él lo que quiere es que se lo lea yo. Todavía no disfruta de la lectura en solitario como su hermano. Ya llegará. Lo que sí le encanta es mirar y remirar las ilustraciones. Con algunas se parte de la risa él sólo, supongo que recordando esa parte de la historia cuando se la leí.
Los personajes son muy entrañables y las situaciones que viven extremadamente absurdas, a veces, hasta delirantes. Y a mis hijos se les saltan las lágrimas cada vez que la lían o intentan matarlos, que son unas cuantas. ¡Si es que todo les sale al revés! Pobres... Total, si lo único que quieren es arreglar marrones de su vida, pero la cosa se pone cada vez más difícil.
Ya lo dice C-R3BRO nada más comenzar: "¡¡¡Chicos, os lo vais a pasar genial con esta lectura!!!" Y si lo dice él que es capaz de hacer viajar en el tiempo a los Roboters es porque es verdad.
Pero ¿quienes son estos chicos tan problemáticos? Pues por un lado tenemos a Gala, experta en programación y tecnología, dale una batidora, un microondas, una radio y un reloj y te hará el robot más flipante que hayas visto en tu vida. Uno como C-R3BRO, con una personalidad casi humana y capaz de viajar por el tiempo. Tiene un humor peculiar, sobre todo, cuando se trata de tomarle el pelo a Hugo, ¡que desastre de niño! Su inocencia y confianza le van a llevar al borde de la muerte demasiadas veces. Menos mal que el Profesor cuida de ellos... o no, porque a veces parece el más niño. Su amor por la historia (y la prehistoria) es muy útil cuando se trata de viajar en el tiempo.
Lo cierto es que los cuatro forman un grupo muy pintoresco que van a un colegio de locos, con un director enganchado a los vídeos de gatitos de Internet, demasiados alumnos gamberros y un profesor de Sociales con mucho genio.
Es increíble la de cosas que nos cuenta el autor, Tom Helix, en tan 190 páginas llenas de dibujos simpáticos, esquemas esclarecedores y códigos scratch ¡Si es que pasa de todo a velocidad de vértigo!
Ahora tenemos que leernos el primero, en el que se conocen todos estos personajes y nace C-R3BRO. Nos ha gustado tanto el segundo tomo que nos pica la curiosidad. Esto es empezar la casa por el tejado, pero nunca es tarde. Nos lo tomaremos como una precuela. Estoy segura de que les va a gustar tanto como éste.
jueves, 27 de septiembre de 2018
miércoles, 26 de septiembre de 2018
Fortnite, el baile de moda
Estoy más que acostumbrada a ver a niñas ensayando sus coreografías en los parques, pero lo de ver a los niños (por mucha coeducación que haya), ya era más raro de encontrar. Hasta hace poco, porque ahora los veo hasta por las aceras moviendo el esqueleto con unos bailes rarísimos. ¡Hasta mis hijos comenzaron a hacerlos!
Curiosa que es una les pregunté sin tardanza por el origen de esos bailecitos y, como no podía ser de otro modo, todo empezó con un videojuego... Encima uno al que no juegan, pero que están deseando hincar el diente: Fortnite. Me he informado entre sus amigos y madres de sus amigos y parece que no es ni peor ni mejor que un Plants vs zombies garden warfare (al que el padre ya ha dado el visto bueno tras ver tropecientos vídeos en youtube para ver cómo era). Así que le propuse al progenitor hacerlos felices, pero algo habrá visto por ahí que sigue reacio a darles el gusto, creo que por temas logísticos (por lo visto, sin mandos apropiados les van a dar una paliza de órdago). Y lo que dice mi marido en temas videojuegos va a misa, que es el experto en casa.
Pero, a ver que me disperso. El caso es que, así como Pokemon Go nos hizo andar kilómetros y kilómetros, Fornite les ha metido el ritmo en el cuerpo a mis niños. Ahora, cada vez que escuchan música se ponen a bailar como locos dando palmadas, haciendo el pra, el swis swis, el baile de losser y más pasos por el estilo. Bueno, con música y sin música, que eso es lo de menos. Incluso les ves en pandilla emulando los mismos movimientos. ¡¡¡Que lindoooos!!!
Por lo visto, una de las armas que puedes usar en este juego de guerra indiscriminada es una bomba del baile. Si te la tiran no puedes dejar de bailar y te machacan, claro. No podía ser nada bonito, está claro, pero mira, ahí les tengo haciendo ejercicio con los amigos y sin amigos de una forma un poco menos salvaje de lo habitual. Sólo por eso ya me está gustando el juego (hablando desde el más puro desconocimiento, por supuesto).
Curiosa que es una les pregunté sin tardanza por el origen de esos bailecitos y, como no podía ser de otro modo, todo empezó con un videojuego... Encima uno al que no juegan, pero que están deseando hincar el diente: Fortnite. Me he informado entre sus amigos y madres de sus amigos y parece que no es ni peor ni mejor que un Plants vs zombies garden warfare (al que el padre ya ha dado el visto bueno tras ver tropecientos vídeos en youtube para ver cómo era). Así que le propuse al progenitor hacerlos felices, pero algo habrá visto por ahí que sigue reacio a darles el gusto, creo que por temas logísticos (por lo visto, sin mandos apropiados les van a dar una paliza de órdago). Y lo que dice mi marido en temas videojuegos va a misa, que es el experto en casa.
Pero, a ver que me disperso. El caso es que, así como Pokemon Go nos hizo andar kilómetros y kilómetros, Fornite les ha metido el ritmo en el cuerpo a mis niños. Ahora, cada vez que escuchan música se ponen a bailar como locos dando palmadas, haciendo el pra, el swis swis, el baile de losser y más pasos por el estilo. Bueno, con música y sin música, que eso es lo de menos. Incluso les ves en pandilla emulando los mismos movimientos. ¡¡¡Que lindoooos!!!
Por lo visto, una de las armas que puedes usar en este juego de guerra indiscriminada es una bomba del baile. Si te la tiran no puedes dejar de bailar y te machacan, claro. No podía ser nada bonito, está claro, pero mira, ahí les tengo haciendo ejercicio con los amigos y sin amigos de una forma un poco menos salvaje de lo habitual. Sólo por eso ya me está gustando el juego (hablando desde el más puro desconocimiento, por supuesto).
lunes, 24 de septiembre de 2018
Jugando por ellos 2018
Y una vez más hemos vuelto a Jugando por ellos, una maratón benéfica en la que te lo pasas bomba jugando a juegos de mesa y ayudas a animalitos en situaciones delicadas. Se celebra en un club de juegos con mucha solera y renombre: Mecatol Rex. En esta ocasión, las protectoras a las que iban las donaciones eran Huron life y La luz animal, ambas dedicadas al rescate y cuidado de los animales y a concienciar sobre temas tan tristes como el maltrato y el abandono. La primera está centrada en los hurones, porque cada vez son más los que deambulan abandonados y en pésimas condiciones. Por lo visto se ha puesto de moda adoptarlos como mascotas porque son parecidos a los gatitos en cuanto a carácter y muy cariñosos. Tanto amor que nos dan los animales y tan mal que les puede llegar a tratar la gente sin conciencia.
En esta ocasión, dejé de lado mi afán jugón y vestí la camiseta de voluntaria. Como tengo memoria de pez para las reglas, me pusieron en el Arcón Friki, un mercadillo con verdaderos tesoros a precios de risa (A ver, que Zombicide estaba a 40 euros, Ticket to ride Europa y Dixit a 15, los hombre lobo de Castronegro y los Q de Guerra de Mitos a 5... Y no sigo no sé ni porqué). No sólo se vendían juegos, que habían unos muñecos amigurumis de Anillo Mágico Gumi que eran monísimos (yo me llevé un koala precioso), Los libros de María José que son un tesoro, un cojín de patchwork hecho a mano que era una maravilla, libros a 3 euros, chapas, dados, llaveros... Y allí estaba yo atendiendo a los interesados y respondiendo las preguntas que estuvieran al alcance de mi conocimiento.
Al principio tuve poco trabajo porque ahí la gente iba a jugar (¡como debe de ser!), pero la voluntaria de la ludoteca agarró el micrófono, se puso a cantar las ofertas más jugosas y la cosa se animó mucho más.
Mientras, Iván estaba enganchado a una máquina recreativa y Daniel perseguía al pobre voluntario que se encargaba de las redes sociales y con el que hizo muy buenas migas. Al peque le vi jugando al juego de cartas de Minecraft muy entretenido en algún momento y el resto con la maquinita, pero el mayor creo que se pasó todo el rato relacionándose con unos y otros y comiendo las delicias del improvisado bar.
La ludoteca era completísima. Había juegos para todos los gustos. Raúl, como era voluntario para explicar reglas sí que se sentó con gente a jugar con la excusa de que así les ayudaba y tal. Yo miraba con ojos golositos algunos juegos de la ludoteca pero no me atrevía a alejarme mucho de mi puesto. Además me lo estaba pasando bomba charlando con todo el que tenía cerca, que yo soy mucho de darle a la lengua. Y hasta expliqué algún juego. Patchwork lo expliqué bastante bien; Azul fue un desastre total y tuve que pedir ayuda a uno de los chicos de Mecatol rex que andaban por allí (más majo que las pesetas); y Bild'it, como acababa de jugarlo y es de lo más sencillo que hay, lo bordé. A ver si para las próximas me empollo algunas reglas para ir preparada.
La verdad es que ha sido un placer colaborar con este evento lleno de buen rollo y amor por los animales y los juegos de mesa. ¡Ya estoy deseando que llegue la edición de 2019!
En esta ocasión, dejé de lado mi afán jugón y vestí la camiseta de voluntaria. Como tengo memoria de pez para las reglas, me pusieron en el Arcón Friki, un mercadillo con verdaderos tesoros a precios de risa (A ver, que Zombicide estaba a 40 euros, Ticket to ride Europa y Dixit a 15, los hombre lobo de Castronegro y los Q de Guerra de Mitos a 5... Y no sigo no sé ni porqué). No sólo se vendían juegos, que habían unos muñecos amigurumis de Anillo Mágico Gumi que eran monísimos (yo me llevé un koala precioso), Los libros de María José que son un tesoro, un cojín de patchwork hecho a mano que era una maravilla, libros a 3 euros, chapas, dados, llaveros... Y allí estaba yo atendiendo a los interesados y respondiendo las preguntas que estuvieran al alcance de mi conocimiento.
Al principio tuve poco trabajo porque ahí la gente iba a jugar (¡como debe de ser!), pero la voluntaria de la ludoteca agarró el micrófono, se puso a cantar las ofertas más jugosas y la cosa se animó mucho más.
Mientras, Iván estaba enganchado a una máquina recreativa y Daniel perseguía al pobre voluntario que se encargaba de las redes sociales y con el que hizo muy buenas migas. Al peque le vi jugando al juego de cartas de Minecraft muy entretenido en algún momento y el resto con la maquinita, pero el mayor creo que se pasó todo el rato relacionándose con unos y otros y comiendo las delicias del improvisado bar.
La ludoteca era completísima. Había juegos para todos los gustos. Raúl, como era voluntario para explicar reglas sí que se sentó con gente a jugar con la excusa de que así les ayudaba y tal. Yo miraba con ojos golositos algunos juegos de la ludoteca pero no me atrevía a alejarme mucho de mi puesto. Además me lo estaba pasando bomba charlando con todo el que tenía cerca, que yo soy mucho de darle a la lengua. Y hasta expliqué algún juego. Patchwork lo expliqué bastante bien; Azul fue un desastre total y tuve que pedir ayuda a uno de los chicos de Mecatol rex que andaban por allí (más majo que las pesetas); y Bild'it, como acababa de jugarlo y es de lo más sencillo que hay, lo bordé. A ver si para las próximas me empollo algunas reglas para ir preparada.
La verdad es que ha sido un placer colaborar con este evento lleno de buen rollo y amor por los animales y los juegos de mesa. ¡Ya estoy deseando que llegue la edición de 2019!
jueves, 20 de septiembre de 2018
Resultados del juego del verano para repasar
Ahora que tengo unos minutos de tranquilidad (unos pocos, no os creáis), me ha dado por hacer balance del resultado del juego que me dio por hacerle a los críos este verano. La idea era motivarlos para que estudiaran voluntariamente (o casi) y no pasar por el calvario de todas las vacaciones para que se sienten a repasar un poco (lloros, gritos, reproches, rasgadura de vestiduras, etc).
El método no puede ser más simple. Les hice un cuaderno de campaña para apuntar los avances. A cambio de una serie de actividades se les daba puntos que una vez cada siete días podían canjear por bonos (los que pudieran comprar con los puntos obtenidos sin límite) u objetos (Sólo uno cada día de mercado).
Evidentemente, los contenidos propios del curso daban muchos más puntos que los que eran realmente divertidos, aunque también didácticos, como experimentos, juegos o excursiones... También hice una tabla de penalizaciones por mal comportamiento a ver si lográbamos tener una época estival más tranquila, pero es más fuerte que ellos, me temo. ¡La de puntos que perdieron! y eso que yo era todo bondad.
De entrada tuve que poner ciertas normas para evitar el caos en las jornadas de estudio: tenían que hacer dos fichas obligatorias al día sobre contenidos de clase que yo les ponía y que podían ser de mates, ortografía, caligrafía, dictados, inglés, leer en voz alta... Y luego todas las fichas voluntarias que quisieran. Nada más terminar de desayunar se ponían primero con el hueso duro de roer de las dos fichas obligatorias y luego consultaban sus objetos de deseo para el día de mercado para calcular los puntos que necesitaba con las fichas secundarias justas (normalmente de unos libros de actividades de los superpreguntones que les compré y que eran chulísimos). Es la primera vez que me terminan los cuadernos vacacionales. He de aclarar que les puse las cosas caras para que se esforzaran.
Encima, al estar todo el día conmigo, se llevaban los castigos a pares y a millares, así que tenían que ahorrar mucho para poder comprarse un turno al día de 20 minutos de videojuegos (con el bono de comprar bonos fuera de día de mercado podían hacerlo).
Este fue otro ajuste que tuve que hacer sobre la marcha, poner un límite a los minutos de videojuegos porque se mataban haciendo fichas para poder jugar más y eso tenía muchísimos aspectos negativos. Primero que me invalidaba los castigos y les daba carta blanca para portarse mal. Y segundo que su intención era pegarse medio día haciendo fichas y el otro medio pegados a la pantalla. ¡Vaya razonamientos peligrosos! Así que al final, de los cuarenta minutos perdidos en cada castigo, sólo podían recuperar la mitad.
Otro fallo del sistema de juego fue poner las actividades divertidas tan baratas. Para poder canjearlas por los puntos tenían que registrarlas en su libro de campaña (Y de paso repasamos ortografía, caligrafía y expresión escrita), pero les parecía mucho trabajo para sólo cien puntos (frente a los 500 de las fichas de los cuadernillos vacacionales), así que hacían las actividades encantados, pero luego no les valía la pena hacer la ficha del diario. Entre tiras y afloja, las acababa simplificando mucho (incluso llegué a admitir dibujos esquemáticos cutrísimos, ¡que le vamos a hacer!). El caso es que jugaran, se motivaran para estudiar y se implicaran con el juego.
Lo cierto es que han estudiado más que ningún otro verano con diferencia, incluso demasiado, con el fin de recuperar esos minutos de videojuego perdidos en castigos merecidísimos, pero no he logrado motivarlos para que lo hicieran con el fin de mejorar sus debilidades académicas. En resumen, que lo hacían mal y pronto para ver si colaba (que no colaba y les mandaba repetirlo), así que nos hemos pasado demasiado tiempo en el pupitre dándole al lápiz. Y eso tampoco me ha gustado. Ni por ellos ni por mí, que tenía que dejar todo aparcado para corregirles, ayudarles, explicarles cómo se hacía esto u lo otro, cómo se escribe una palabra o cómo pueden expresar tal cosa o tal otra. ¡Vamos que he pringado como nunca!
Inicialmente la idea era que jugaran a este juego de lunes a viernes, pero al final quité el viernes también por mi bien ¡con bastantes protestas de mis churumbeles! Tened en cuenta que esos días era imposible recuperar minutos de tele o de videojuegos porque si no se juega no se puede intercambiar bonos.
Estaba previsto que el juego durara 30 días no seguidos, casi todo en julio, y dejar el resto de vacaciones de verdad, pero dejando fuera los viernes y algún otro día en el que yo no daba para más, nos fuimos a las TdN sin completarlos y con dos niños enfurruñados porque no habían podido comprar todos los objetos que querían. En agosto no les pedí nada relacionado con estudiar, pero el padre (que no había hecho seguimiento del juego) les sentó algunos días después de comer a hacer cosillas de repaso, así que cuando volvimos les di 5.000 puntos, por todo ese trabajo libre.
Reanudamos el juego la última semana de agosto y primera de septiembre, antes de comenzar el cole, y el último día de mercado los muy caraduras se pensaba que les iba a regalar los objetos que quedaban en el mercado. ¡Pero de eso nada! Los dejo para usarlo de tesoro en algún otro juego que se nos ocurra.
Aquí os dejo la lista de todos los post que hice sobre el juego:
Un juego épico para repasar en verano
Aprendiendo a estructurar relatos
Cuestionando al ratoncito Pérez
Batidos y sabores
Experimentos con líquidos mágicos
Cañones listos para luchar contra el monstruo
Leemos de forma divertida gracias a Rayuela de Librojuegos
Brochetas de fruta
Descifrando enigmas para encontrar el código
Trabajamos la expresión escrita gracias a María Jesús Campos
Cuchigato Blanquinegro
También hicimos excursiones que plasmamos en el diario de campaña, pero no me ha parecido que aporte mucho incluirlas en este listado.
El método no puede ser más simple. Les hice un cuaderno de campaña para apuntar los avances. A cambio de una serie de actividades se les daba puntos que una vez cada siete días podían canjear por bonos (los que pudieran comprar con los puntos obtenidos sin límite) u objetos (Sólo uno cada día de mercado).
Evidentemente, los contenidos propios del curso daban muchos más puntos que los que eran realmente divertidos, aunque también didácticos, como experimentos, juegos o excursiones... También hice una tabla de penalizaciones por mal comportamiento a ver si lográbamos tener una época estival más tranquila, pero es más fuerte que ellos, me temo. ¡La de puntos que perdieron! y eso que yo era todo bondad.
De entrada tuve que poner ciertas normas para evitar el caos en las jornadas de estudio: tenían que hacer dos fichas obligatorias al día sobre contenidos de clase que yo les ponía y que podían ser de mates, ortografía, caligrafía, dictados, inglés, leer en voz alta... Y luego todas las fichas voluntarias que quisieran. Nada más terminar de desayunar se ponían primero con el hueso duro de roer de las dos fichas obligatorias y luego consultaban sus objetos de deseo para el día de mercado para calcular los puntos que necesitaba con las fichas secundarias justas (normalmente de unos libros de actividades de los superpreguntones que les compré y que eran chulísimos). Es la primera vez que me terminan los cuadernos vacacionales. He de aclarar que les puse las cosas caras para que se esforzaran.
Encima, al estar todo el día conmigo, se llevaban los castigos a pares y a millares, así que tenían que ahorrar mucho para poder comprarse un turno al día de 20 minutos de videojuegos (con el bono de comprar bonos fuera de día de mercado podían hacerlo).
Este fue otro ajuste que tuve que hacer sobre la marcha, poner un límite a los minutos de videojuegos porque se mataban haciendo fichas para poder jugar más y eso tenía muchísimos aspectos negativos. Primero que me invalidaba los castigos y les daba carta blanca para portarse mal. Y segundo que su intención era pegarse medio día haciendo fichas y el otro medio pegados a la pantalla. ¡Vaya razonamientos peligrosos! Así que al final, de los cuarenta minutos perdidos en cada castigo, sólo podían recuperar la mitad.
Otro fallo del sistema de juego fue poner las actividades divertidas tan baratas. Para poder canjearlas por los puntos tenían que registrarlas en su libro de campaña (Y de paso repasamos ortografía, caligrafía y expresión escrita), pero les parecía mucho trabajo para sólo cien puntos (frente a los 500 de las fichas de los cuadernillos vacacionales), así que hacían las actividades encantados, pero luego no les valía la pena hacer la ficha del diario. Entre tiras y afloja, las acababa simplificando mucho (incluso llegué a admitir dibujos esquemáticos cutrísimos, ¡que le vamos a hacer!). El caso es que jugaran, se motivaran para estudiar y se implicaran con el juego.
Lo cierto es que han estudiado más que ningún otro verano con diferencia, incluso demasiado, con el fin de recuperar esos minutos de videojuego perdidos en castigos merecidísimos, pero no he logrado motivarlos para que lo hicieran con el fin de mejorar sus debilidades académicas. En resumen, que lo hacían mal y pronto para ver si colaba (que no colaba y les mandaba repetirlo), así que nos hemos pasado demasiado tiempo en el pupitre dándole al lápiz. Y eso tampoco me ha gustado. Ni por ellos ni por mí, que tenía que dejar todo aparcado para corregirles, ayudarles, explicarles cómo se hacía esto u lo otro, cómo se escribe una palabra o cómo pueden expresar tal cosa o tal otra. ¡Vamos que he pringado como nunca!
Inicialmente la idea era que jugaran a este juego de lunes a viernes, pero al final quité el viernes también por mi bien ¡con bastantes protestas de mis churumbeles! Tened en cuenta que esos días era imposible recuperar minutos de tele o de videojuegos porque si no se juega no se puede intercambiar bonos.
Estaba previsto que el juego durara 30 días no seguidos, casi todo en julio, y dejar el resto de vacaciones de verdad, pero dejando fuera los viernes y algún otro día en el que yo no daba para más, nos fuimos a las TdN sin completarlos y con dos niños enfurruñados porque no habían podido comprar todos los objetos que querían. En agosto no les pedí nada relacionado con estudiar, pero el padre (que no había hecho seguimiento del juego) les sentó algunos días después de comer a hacer cosillas de repaso, así que cuando volvimos les di 5.000 puntos, por todo ese trabajo libre.
Reanudamos el juego la última semana de agosto y primera de septiembre, antes de comenzar el cole, y el último día de mercado los muy caraduras se pensaba que les iba a regalar los objetos que quedaban en el mercado. ¡Pero de eso nada! Los dejo para usarlo de tesoro en algún otro juego que se nos ocurra.
Aquí os dejo la lista de todos los post que hice sobre el juego:
Un juego épico para repasar en verano
Aprendiendo a estructurar relatos
Cuestionando al ratoncito Pérez
Batidos y sabores
Experimentos con líquidos mágicos
Cañones listos para luchar contra el monstruo
Leemos de forma divertida gracias a Rayuela de Librojuegos
Brochetas de fruta
Descifrando enigmas para encontrar el código
Trabajamos la expresión escrita gracias a María Jesús Campos
Cuchigato Blanquinegro
También hicimos excursiones que plasmamos en el diario de campaña, pero no me ha parecido que aporte mucho incluirlas en este listado.
lunes, 17 de septiembre de 2018
Exposición Fauna del Arlanza en el Arco de Covarrubias
Da igual el fin de semana que nos dejemos caer por Covarrubias que siempre hay algo divertido que hacer. Éste nos fuimos al pueblo pensando que no encontraríamos nada fuera de lo normal, pero, mira por donde, que en el arco hacían una exposición sobre la fauna del Arlanza chulísima.
Nada más traspasar la puerta, después de subir un montón de escaleras, a los niños se les salieron los ojos de la sorpresa y se ofuscaron por no saber ni por dónde empezar. ¿Por las fotos? ¿Los huesos? ¿Las casas de los pájaros? ¿Las pieles? ¿los insectos disecados?... "Mejor empezamos por el principio", me dijo el primogénito tirando de mi brazo entusiasmado... Sin darse cuenta de que me llevaba en sentido contrario a las flechas que indicaban la dirección más correcta para ver la exposición. Mientras, el pequeño saltaba de una cosa interesante a otra y me sacaba del recorrido a empujones para enseñarme su nuevo descubrimiento. Por supuesto, Daniel venía corriendo a por mí para llevarme de nuevo por el buen camino. ¡Qué locura!
Pero aún así pude verlo todo, aunque fuera a trompicones. Mientras el padre disfrutaba de cada detalle a su ritmo (que morroooooo). Lo cierto es que la exposición tenía elementos de lo más interesantes, como la despensa del alcaudón (un tipo de pájaro), que deja insertos en las ramas de los arbustos su comida, ya sean insectos o pequeños ratones, para comerlos cuando tiene hambre. ¡Que listo! También nos llamó mucho la atención las cámaras ocultas con sensores de movimiento y las curiosas fotos que tomaban de los animales La bandeja llenas de cacas de animales de diferentes tipos causaron sensación entre mis churumbeles.
En la mesa en la que se exhibía una trampa de osos, Daniel se pasó un buen rato despotricando y enumerando las diferentes torturas a las que sometería a los crueles cazadores que se atrevieran a usar tal artilugio del infierno. Los diferentes nidos y casitas para pájaros también fueron observados minuciosamente por mis dos investigadores y comentados pormenorizadamente, por supuesto. Se pararon en todos los elementos de la exposición. Menos mal que sólo era una sala porque los progenitores ya no sabíamos qué hacer para sacarlos de allí.
El guía que guardaba la sala respondió pacientemente todas las preguntas que le hizo el mayor. Gracias a él no enteramos que cuando las cuernas tienen pelo es porque todavía la sangre las recorre y cuando ya no lo tienen es porque se han convertido en algo similar a nuestras uñas. Contó muchas más cosas, pero Iván seguía tirando de mí hacia un lado y otro, con lo que no me enteré muy bien del resto.
Fue una exposición de lo más emocionante e instructiva, llena de descubrimientos curiosos. Si sigue el próximo finde que vayamos al pueblo nos volveremos a pasar.
Nada más traspasar la puerta, después de subir un montón de escaleras, a los niños se les salieron los ojos de la sorpresa y se ofuscaron por no saber ni por dónde empezar. ¿Por las fotos? ¿Los huesos? ¿Las casas de los pájaros? ¿Las pieles? ¿los insectos disecados?... "Mejor empezamos por el principio", me dijo el primogénito tirando de mi brazo entusiasmado... Sin darse cuenta de que me llevaba en sentido contrario a las flechas que indicaban la dirección más correcta para ver la exposición. Mientras, el pequeño saltaba de una cosa interesante a otra y me sacaba del recorrido a empujones para enseñarme su nuevo descubrimiento. Por supuesto, Daniel venía corriendo a por mí para llevarme de nuevo por el buen camino. ¡Qué locura!
Pero aún así pude verlo todo, aunque fuera a trompicones. Mientras el padre disfrutaba de cada detalle a su ritmo (que morroooooo). Lo cierto es que la exposición tenía elementos de lo más interesantes, como la despensa del alcaudón (un tipo de pájaro), que deja insertos en las ramas de los arbustos su comida, ya sean insectos o pequeños ratones, para comerlos cuando tiene hambre. ¡Que listo! También nos llamó mucho la atención las cámaras ocultas con sensores de movimiento y las curiosas fotos que tomaban de los animales La bandeja llenas de cacas de animales de diferentes tipos causaron sensación entre mis churumbeles.
En la mesa en la que se exhibía una trampa de osos, Daniel se pasó un buen rato despotricando y enumerando las diferentes torturas a las que sometería a los crueles cazadores que se atrevieran a usar tal artilugio del infierno. Los diferentes nidos y casitas para pájaros también fueron observados minuciosamente por mis dos investigadores y comentados pormenorizadamente, por supuesto. Se pararon en todos los elementos de la exposición. Menos mal que sólo era una sala porque los progenitores ya no sabíamos qué hacer para sacarlos de allí.
El guía que guardaba la sala respondió pacientemente todas las preguntas que le hizo el mayor. Gracias a él no enteramos que cuando las cuernas tienen pelo es porque todavía la sangre las recorre y cuando ya no lo tienen es porque se han convertido en algo similar a nuestras uñas. Contó muchas más cosas, pero Iván seguía tirando de mí hacia un lado y otro, con lo que no me enteré muy bien del resto.
Fue una exposición de lo más emocionante e instructiva, llena de descubrimientos curiosos. Si sigue el próximo finde que vayamos al pueblo nos volveremos a pasar.
viernes, 14 de septiembre de 2018
La vuelta al cole con Andares&Co
El fin del verano da lugar a un fenómeno que hace surgir sentimientos y emociones contradictorias en padres e hijos: Por un lado tenemos ilusión por la nueva etapa, pero a la vez también miedo. Cada uno reacciona a este cambio tan importante de una forma diferente. Lo progenitores deberíamos saber gestionar bien nuestras emociones y ayudar a nuestros niños en su adaptación al comienzo de curso. Con la edad y un buen desarrollo emocional, esta época del año cada vez es menos traumática para los peques, pero el primer día de cole en la vida de nuestro hijo puede llegar a ser muy angustioso. En nuestra mano está facilitarle un poco las cosas. O eso nos transmitieron en Andares&Co, un centro en el que se imparten clases que van desde estimulación musical, sesiones de juego, acompañamiento en el parto, hipopresivos, hasta masaje, fisioterapia y psicoterapia infantil. Se basan en un método que pretende, a través del movimiento y los sentidos, estimular el potencial de cada niño y aportarle seguridad para su crecimiento futuro.
En Andares&Co trabajan el desarrollo de los niños por medio del juego y orientando a los padres para hacer frente con seguridad la crianza de sus hijos. Pretende, a través del movimiento y los sentidos, estimular el potencial de cada niño y aportarle seguridad para su crecimiento futuro. En esta ocasión, Lorena García, directora del centro, nos impartió una charla sobre cómo debemos afrontar el primer día de colegio de los niños de primero de infantil, pero muchos de los tips que nos dio se pueden aplicar a niños de todas las edades.
Para entender la situación debemos entender que afecta tanto a los progenitores como al niño aunque de diferente manera. Para los padres significa dejar a los niños en un entorno nuevo en el que tendrá que desenvolverse con mayor autonomía que en la guardería y nos come el miedo, la angustia, la preocupación, la impotencia, los nervios... ¿Estará bien mi niños? Nos preguntamos.
Para entender la situación debemos entender que afecta tanto a los progenitores como al niño aunque de diferente manera. Para los padres significa dejar a los niños en un entorno nuevo en el que tendrá que desenvolverse con mayor autonomía que en la guardería y nos come el miedo, la angustia, la preocupación, la impotencia, los nervios... ¿Estará bien mi niños? Nos preguntamos.
Para el chiquillo significa un abandono por parte de los padres. Le despertamos de forma poco natural haciéndole madrugar, les pedimos que cumplan con una rutina de higiene y desayuno en un tiempo limitado, les presentamos nuevas reglas, les llevamos a un lugar nuevo, le dejamos con un total desconocido y nos vamos dejándolo allí. ¿Volverán a por mí? es lo que se suelen preguntar.
En definitiva, la adaptación es dura. Los cambios nos afectan a todos y se trata de una separación dolorosa para ambas partes. Pero todo esto se puede tornar en una situación más amable con un poco de esfuerzo paterno.
En Andares se trabaja la separación respetuosa desde el primer año de edad para que no sea tan dolorosa y puedan asimilar suavemente ese proceso. Se les dan herramientas para una mejor adaptación tanto a los padres como a los niños. A los peques se les enseña que los padres siempre van a volver a por ellos.
Los primeros días, los niños reciben demasiado estímulos y tantas novedades les produce ansiedad y miedo. Están en la etapa del mío y del yo. Son el centro de su mundo y resulta que llegan al cole, donde hay que compartir y hay muchos más reyes de la casa. Con todo esto se produce un desbordamiento emocional y lo pagan con papá y mamá para demandar atención. Lo normal en estos casos es que se vuelvan más irritables y sensibles. Nos tenemos que cargar de una paciencia infinita.
Si sus padres están tristes y angustiados ante la vuelta al cole se lo van a transmitir al niño y lo vive con inseguridad. Hay que presentárselo con tranquilidad y de una forma atractiva, pero sin mentirles. Nunca hay que decirles algo que nunca va a suceder porque aumentamos su inseguridad y perdemos su confianza.
Tenemos que estar alerta a los cambios del niño, para poder actuar en consecuencia, y a sus logros, que hay que festejarles para motivarlos. Sobre todo mucha paciencia ante sus estados emocionales porque están pasando por un proceso muy duro hasta que caigamos en una rutina tranquilizadora.
En definitiva, la adaptación es dura. Los cambios nos afectan a todos y se trata de una separación dolorosa para ambas partes. Pero todo esto se puede tornar en una situación más amable con un poco de esfuerzo paterno.
En Andares se trabaja la separación respetuosa desde el primer año de edad para que no sea tan dolorosa y puedan asimilar suavemente ese proceso. Se les dan herramientas para una mejor adaptación tanto a los padres como a los niños. A los peques se les enseña que los padres siempre van a volver a por ellos.
Los primeros días, los niños reciben demasiado estímulos y tantas novedades les produce ansiedad y miedo. Están en la etapa del mío y del yo. Son el centro de su mundo y resulta que llegan al cole, donde hay que compartir y hay muchos más reyes de la casa. Con todo esto se produce un desbordamiento emocional y lo pagan con papá y mamá para demandar atención. Lo normal en estos casos es que se vuelvan más irritables y sensibles. Nos tenemos que cargar de una paciencia infinita.
Si sus padres están tristes y angustiados ante la vuelta al cole se lo van a transmitir al niño y lo vive con inseguridad. Hay que presentárselo con tranquilidad y de una forma atractiva, pero sin mentirles. Nunca hay que decirles algo que nunca va a suceder porque aumentamos su inseguridad y perdemos su confianza.
Tenemos que estar alerta a los cambios del niño, para poder actuar en consecuencia, y a sus logros, que hay que festejarles para motivarlos. Sobre todo mucha paciencia ante sus estados emocionales porque están pasando por un proceso muy duro hasta que caigamos en una rutina tranquilizadora.
Una de las rutinas más importantes en esta etapa es la hora de ir a dormir. Hay que hacerle un proceso ordenado para ir relajándolos antes de meterlos en la cama. Lo ideal es hacer actividades juntos como preparar los materiales o la mochila del día siguiente, leer el cuento, hablar de lo que van a hacer al día siguiente en el cole, si tenemos información sobre ellos anticipársela... que participen para que se emocionen con la idea de ir al cole. A los niños pequeños no les gustan nada las sorpresas. Necesitan conocer qué va a pasar a continuación para sentirse seguros.
Si les presentamos las situaciones de forma divertida y que no pasa nada por equivocarnos ellos se sentirán más seguros y motivados. Hay que venderles el cole como algo mágico porque van a estar muchas horas allí metidos.
Otro punto importante a tener en cuenta es el hecho de que hay que evitar comentarios negativos delante del niño porque ellos se enteran de todo. Lo necesitan es mucha atención y refuerzo positivo, no críticas y reproches que aumenten la presión de su carga.
No hay que olvidar que las madres somos humanas y los niños deben saber que tenemos debilidades y emociones pero nunca podemos caer en un chantaje emocional porque le cargamos con una presión adicional. Nunca debemos decirles que si lloran mamá va a estar triste y frases del estilo. Llorar es un mecanismo importante para aprender a gestionar las emociones y es vital que lo usen cuando lo necesiten.
Es más, si el niño crece pensando que sus padres son perfectos su autoestima se ve afectada porque no les damos la opción de poder superarnos. A veces es importante ser conscientes de que no podemos con todo y que pidamos ayuda al padre, los abuelos o la persona de confianza más cercana. Hay que aprender a delegar con seguridad.
Un truquito que puede ayudar a que los peques comiencen esta etapa de su vida de forma más relajada consiste en regalarle un objeto "mágico" que contenga amor de papá y mamá y que le haga sentir más teniéndolo cerca. Por ejemplo una pulsera, un lápiz especial, una piedrecita bonita... También funciona en el sentido contrario, que él nos regale un objeto con amor a nosotros para tenerlo presente. Los objetos de apego pueden servir de mucho consuelo cuando se enfrenten a la separación con sus padres.
Lorena nos aconseja que las despedidas en la puerta del cole o de la clase sean cortas para no angustiar al niños y que les informemos siempre quién va a ir a recogerles: nosotras, los padres, los abuelos... Como ya hemos dicho, no les suelen gustar las sorpresas. Siempre, o al menos los primeros días, debemos llegar puntuales en la recogida porque ver como se van sus compañeros y que su madre no llega es una situación muy dramática para ellos .
La comunicación con el peque es muy importante, pero sin juicios ni preguntas insistentes. No hay que abrumarles. Les observamos, sacamos conclusiones, les comentamos, les dejamos hablar, les animamos a seguir y que lleguen a sus propias conclusiones. Necesitan que les entiendan y todavía les cuesta expresarse. Es bueno buscar momentos para la conversación por ambas partes. Los padres también tienen que contar sus experiencias del día para que vean que somos humanos y nos pasan cosas buenas, malas y regulares como a ellos. Además, así les animamos a contarnos su día aprendiendo por imitación.
En esos días el niños necesita un extra de atención, así que lo ideal es dedicarle al menos 20 minutos para jugar con ellos a los que quieran.
En esta etapa la autonomía cobra mucha importancia y hay que fomentarla con refuerzos positivos y nunca descalificando. Con la práctica lo van haciendo mejor, pero si de entrada la decimos que lo ha hecho mal los desmotivamos y ya no quieren hacer la tarea nunca más. Sobre todo, nunca le des tareas impropias para su edad porque se frustran mucho.
La charla fue de lo más completa y Lorena habló de muchos puntos importantes. Al finalizar nos comentó que en este momento se está impartiendo en Andares&Co un curso sobre la metodología del centro centrada en el desarrollo integral del bebé de 0 a 3 años: el emocional, motor y cognitivo con parte teórica y práctica. Toda la información se puede encontrar en su página web y si estás interesado y llamas diciendo que vas de parte de mi blog te hacen un 10% de descuento.
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