domingo, 4 de abril de 2021

Tarzanes

En estos tiempos de pandemia lo que más felices hace a mis hijos, incluso más que tiempo extra de pantallas, es correr al parque con sus amigos.

Recuerdo cuando eran pequeños y tenía que correr tras ellos, tener mil ojos y contar con la ayuda de la comunidad de madres que pululaban por el parque. Todas estábamos atentas de todos y así no había manera de que uno escapara a nuestra vigilancia. Menudos trastos eran todos. Más de una vez atrapé a alguno en el límite y no siempre eran hijos míos. Los bebés que andan son imprevisibles.

Y ahora son tan mayores que sólo acudimos cuando oímos o vemos algo extraño. Pero en general, ellos juegan con su fantasía (sin acercarse a los columpios para nada) y nosotras (los padres son minoría) charlamos tranquilamente. A veces, les vemos encontrar tesoros e incorporarlos al juego, como palos, hojas, cartones... Y les dejamos porque pensamos que fomenta su creatividad, aunque luego corra el gel hidroalcohólico o el agua y el jabón (soy más fan de esta segunda opción).

También les da por escalar a árboles. Es una práctica que no nos acaba de gustar a las madres por el peligro que entraña. Si les vemos, les pedimos que se bajen. Pero a veces, hacemos la vista gorda. Porque nosotros también hemos sido niños y hemos escalado árboles. En mi caso, incluso más alto que estos churumbeles, aunque nunca les voy a contar eso a mis hijos.

Mi percepción es que antes no había tanta supervisión como ahora. Recuerdo ir al campo y a la playa sin que mis padres sufrieran el estrés que yo sufro si pierdo de vista a los niños. Y si se los lleva la corriente, y si se caen desde muy alto, y si, y si, y si... Buf, no hay que despistarse, pero tampoco se puede vivir en una burbuja.

Así que el otro día, cuando les sorprendí haciendo el mono en el árbol más tupido del parque (el que mejor les oculta a nuestros ojos...) les hice una foto y ahí les dejé emulando a Tarzán. Eso sí, puse un límite de altura y Daniel tuvo que descender a regañadientes. Lo mejor suele ser tirar por la carretera de en medio ;)

jueves, 1 de abril de 2021

Dan Diésel. El misterio del artefacto C

El multiverso es una bolsa de canicas. Cada canica es un universo y piensa que es única, pero está rodeada de otros universos parecidos. Algo así como realidades alternativas. Cuantos más alejada está la canica, más diferente es la realidad una de otra. En esta sencilla explicación se basa el mundo literario en el que se mueven los protagonistas de la serie de Dan Diésel, que adopta su nombre del niño de 12 años sobre el que gira toda la trama. Al menos en este primer tomo, que lleva por título El misterio del artefacto C.

Estética pulp y futurista de los años 30, algo de steam punk, superhéroes y trepidantes escenas conforman la fórmula del éxito de esta novela de aventuras que mezcla texto con páginas de cómics y maravillosas ilustraciones que enriquecen enormemente la historia. 

Esta forma de presentar la literatura juvenil se ha puesto de moda estos último años y parece que acierta en el gusto de sus lectores porque es un formato que se encuentra con mucha frecuencia en las novelas juveniles modernas. A mí, personalmente, me encanta. Y a mis hijos también. pero es que esta familia siempre ha sido muy amante de los cómics.

El tomo que nos ocupa llama la atención ya sólo por el diseño de sus tapas, sobre todo la portada, que recuerda a las de las novelas pulp de los años 30, para muchos, la edad dorada de la ciencia ficción. ¡Como resistirse!

Al abrir las páginas nos encontramos con un comienzo, en formato cómic, extremadamente emocionante que te impele a seguir leyendo de forma compulsiva y saber más de Dan, Marc, Gabriela, Samuel... y todos los curiosos y particulares personajes que van desfilando a golpe de párrafos. 

Envueltos en una neblina de misterio vamos descubriendo, poco a poco, retazos de una realidad alucinante y de sociedades secretas que manejan información y armas extremadamente poderosas, muchas veces de otros mundos.

Estamos ante el inicio de una saga de aventuras de viajes entre realidades, héroes y villanos con superpoderes y luchas contra emporios del mal. En este tomo nos presentan de forma magistral a los personajes a los que acompañaremos en misiones de alto secreto y nos ponen en situación ante el gran desastre que se nos avecina. Como suele ser normal tiene dos niveles de trama: una autoconclusiva y una general que es de suponer que tendrá su continuidad en todos los tomos de la colección.

A nosotros el primer tomo nos ha enganchado muchísimos y estamos ansiosos por que salga el segundo. El final se queda tan emocionante como lo fue el inicio... ¡O más!

miércoles, 31 de marzo de 2021

El juego basado en Slime Rangers: cómo se jugó

Os cuento en qué consistía el juego basado en el videojuego de Slime rancher que se le ocurrió a Iván. La mecánica es muy sencilla. Con globos hacemos los adorables slimes que tendremos en nuestro rancho del salón. 

Para que nos den plortz tendremos que buscar la comida preferida de cada uno por toda la casa y dársela de comer al slime indicado. Entonces, se estalla el globo (en el juego no estalla el slime, pero es que no se nos ocurrió otra forma de recrearlo. Nosotros nos imaginamos que el bicho suelta el plortz sin estallar y ya está) y se obtiene el plortz con el bono regalo, ya sea un turno de videojuegos extra, minutos de youtube de regalo, elegir una comida o pedirla para llevar, cocinar... Por cierto, cada uno se hizo sus propios bonos, pero con veto y limitaciones impuestas por su madre. En total, ocho cada uno.

A todo esto añadí yo, dentro de slimes de forma aleatoria, los alquitranes y los dorados. Si te salía un alquitrán se anulaba el efecto de un plortz y si te salía un dorado se anulaba el efecto de un  alquitrán. 

La idea que tenía yo era poner tiempo límite para que no les diera tiempo de encontrar todo y se quedaran globos sin estallar, pero a ellos eso les horrorizó (evidentemente, ellos los querían todos). Al final me convencieron para que les dejara toda la tarde para que les diera tiempo. 

Por otro lado, Iván metió en el juego al comerciante Bob, que en el juego es el que atiende a los rancheros en la tienda. Yo se los escondí. Ellos tenían que buscarlo y darles seis gallillinas a cambio del mega plortz, en que ganaban, no uno, no dos, no tres, sino ¡cuatro bonos! (Soy demasiado buena).

Cuando comenzó la búsqueda, intentaron por todos los medios que les diera pistas  en el proceso, pero he de confesar que se me había olvidado dónde había escondido la mayoría. ¡es que eran muchos! Y los muy bichos peinaron la casa. 

No os imagináis como me la estaban dejando, pro yo no les dejaba abandonar una habitación sin que la volvieran a dejar como estaba... massss o menossss.

He de confesar que la actividad los tuvo entretenidos un buen rato. Algunos los había escondido con muchísima mala leche, lo admito. Pero también habían bastante muy visibles. Hubo uno, que estaba totalmente a la vista y no daban con él ni para atrás. Y eso que pasaban la vista por encima... ¡pero no lo encontraban! Que curioso. Les costó un montón.

Hubo otro que escondí entre los railes de un cajón que el peque abrió vació, estudió a conciencia, pero ni lo vio jajajaja. Admito que ese se lo chivé yo porque me dio penita.

Cuando se cansaron de buscar y les pareció que tenían bastante comida comenzó el proceso de alimentar a los slimes que esperaban hambrientos en el salón. Cogieron las tijeras, elegían un slime, me daban su comida preferida, lo estallaban y recogían su premio la mar de felices.

Está claro que me timaron y me dieron gallillinas para slimes que comían otro tipo de comida, pero hice la vista gorda (repito: soy demasiado bueeeena). Huelga decir que consiguieron todos los plortz, todos los alquitranes y todos los dorados.










martes, 30 de marzo de 2021

El juego basado en Slime Rangers: cómo se hizo

Como ya comenté en el post de las cubayas, Iván me había pedido muy ilusionado que le hiciera un juego basado en el videojuego Slime Rangers, del que está un poquito enganchado últimamente. Aunque la atención de estos peques es tan fugaz como un tuit. Algún día escribiré un post sobre esto porque las nuevas generaciones se pierden en "lo quiero lo tengo y encima, lo tengo ya" y han perdido ciertas capacidades y ganado otras. En mi opinión salen perdiendo en el cambio, pero para opiniones colores.

En fin, el caso es que entre pitos y flautas el tema se ha ido posponiendo y posponiendo. La historia es que Iván tenía un modo de juego ya en la cabeza, pero hizo como siempre, lanzar la caña y esperar a que alguien pique. En este caso concreto, me la tiró a mí. Evidentemente.

Me explico. Iván es un niño que piensa mucho, demasiado. Fría y calmadamente se fija un objetivo y teje un plan magistral para conseguir lo que quiere involucrando a otros y con el mínimo coste para él. Para que os hagáis una idea más clara que la del juego de Slime Ranchers podéis leer el post sobre el crowdfunding de Zombicide Undead or alive. Pero, al grano, que me vuelvo a ir por los cerros de úbeda.

Iván me explicó su buenísima idea para pasar tiempo de calidad en familia, jugando y echándonos unas risas y, además, "Es que hace mucho que no nos organizas nada, mamiiiii". Coló. Tomé buena nota de sus ideas y me puse manos a la obra intentando implicar a los churumbeles en el proceso, pero ahí fue cuando me di cuenta de que había caído en la trampa como una toli principiante. ¡Y eso que le conozco!

A ver, que Iván me hizo una especia de presentación powerpoint de slimes (los bichos) y sus comidas preferidas que me fue de mucha utilidad, pero porque le mola mucho el tema de hacer presentaciones de sus temas favoritos. pero cuando le pedí que me ayudara a preparar las hojas de impresiones o a buscar los plotz, lo que sueltan los bichos en el videojuegos y que se pueden vender en el mercado para conseguir dinero, me dijo que estaba muy ocupado y que me las arreglara con lo que me había entregado. ¡En plan jefe tirano!

Cuando le pedí ayuda a Daniel se lavó las manos alegando que la idea no había sido suya. "¡Ah! entonces no quieres jugar ¿No?" "Hombre mamá. Pues claro que quiero jugar. Lo que no quiero es hacer el juego que es la parte más rollo". Son unos listillos o son unos listillos con más morro que kilómetros la M50.

En fin, que como yo ya estaba picada con hacer el juego (como ya preveía el pequeño genio del mal), seguí adelante en soledad, pero a mi ritmo y sin presiones (hasta ahí podíamos llegar). Puede que por eso se retrasara tanto la cosa.

El caso es que me curré las hojas para imprimir, me busqué distintos tipos de plortz por google, imprimí recorté todo, metí los plortz en los globos, los inflé, les pegué el tipo de slime, les puse peso para que no se me quedarán los slimes hacia abajo y se vieran bien...Y si ya de entrada parece un trabajo bastante laborioso, es que encima primero lo imprimí todo a doble cara en vez de a una cara y tuve que volver a imprimirlo todo; me di cuenta tarde que casi no me quedaba globos y me tocó buscar la milímetro para encontrar los 16 que necesitaba; también me encontré con que me faltaba un slime que pegar a un globo, no entendía nada, pero cogí un superplortz de los que se había impreso mal y los convertí en un nuevo slime con orejitas, carita, bigotes y patitas. ¡Arreglado! Para que luego me dijeran las fieras que era bien feo. ¡Menudo papo tienen! Lo que pasó al final es que uno de los globos no tenía plortz. Despistes garrafales de una. Encima que no tenía globos... En resumen: ¡un sufrimiento!

Lo peques ya no se atrevían a asomar la nariz por el estudio por si se la mordía.Y mejor os explico el juego en sí y cómo se desarrolló en el siguiente post, porque este ya está quedando muy largo. ¡Es que tenía mucho que contar!

Por cierto, que el fin último no era, ni por asomo, pasar un tiempo divertido en familia, sino conseguir más bonos de premios como los que tenían del juego de pescar peces de Fortnite que les hice en el cumpleaños temáticos o que les metí en el calendario de adviento de Navidad y de los que ya no les quedaban casi ninguno. Ya os digo que las propuestas de Iván siempre tienen un motivo oculto...

lunes, 29 de marzo de 2021

Vandalismo o creatividad

 

- ¡Cómo se te ocurre publicar en el blog una foto de tus hijos haciendo vandalismo.- Me soltó a Bocajarro.

- ¿Ein?- Realmente no sabía de qué me estaba hablando.

- Cogió el móvil y me enseñó el post anterior a éste. En la foto se veía a mis hijos jugando en el parque con cartones y palos.

- Eso no es vandalismo cariño. Eso es jugar con la imaginación y el material que encuentran en el contenedor de papeles. Cuando acaban lo vuelven a dejar todo dónde estaba y el parque como lo encontraron. ¡¡Mas les vale!! Si no quieren sufrir las iras de las madres (que por cierto, siempre nos toca echar una mano en la recogida, pero eso no se lo dije porque le repatearía un poco).

Mi marido se echó a reír mientras volvía a mirar la foto.

- Donde nosotros vemos creatividad, otros lo pueden interpretar como vandalismo. ¿Explicas lo que me has dicho a mí en el post? Aquí el contexto lo cambia todo.

- La verdad es que no lo explico...- Admití a regañadientes.

- Pues ahí lo tienes. Esto lo ve alguien de parques y jardines y a lo mejor te cuesta un disgusto.- Lo peor de todo es que seguro que tiene razón. Sobre todo, teniendo en cuenta que hay varios usuarios del parque al que suelen ir que , aún viéndolo en vivo y en directo piensan lo mismo, que menudo acto de vandalismo.

En cambio, hay otro grupo, en el que me incluyo, que lo veo como juegos inocentes y maravillosos. Es sorprendente lo que pueden construir con esos materiales de desecho: Completísimos apartamentos, alucinantes armaduras, fuertes inexpugnables... Suponen horas y horas de diversión inocente alejados de las pantallas. Evidentemente, yo lo veo bien siempre y cuando, tanto los niños como los adultos responsables, se encarguen de dejar todo recogido en el contenedor de papel cuando llegue la hora de irse.

No son el único grupo de niños que han visto tanto potencial a los cartones, palos y demás material que van encontrando en su entorno. Y a mí me encanta que se generalice la práctica. Repito, siempre y cuando se recoja al terminar. Igual que sucede con los juguetes en casa. 

¿Vosotros que opináis? ¿Esta práctica es creatividad o vandalismo?

viernes, 26 de marzo de 2021

Los elementos y los ciudadanos normales

Mis elementitos liandola
Cada vez que voy a buscar al pequeño al cole (el mayor ya se va sólo a casa) me encuentro por el camino a los "elementos" de sexto. Niños que se divierten escandalosamente y llamando la atención a fuerza de gritar palabrotas y burradas mientras se empujan o se tiran de las mochilas. Nada fuera de lo normal entre peques inquietos y un poquitos asalvajados en cuanto se les da un poquito de libertad de acción. En mi opinión, es una forma bastante inocente de sentirse poderosos en su pequeño mundo. La verdad es que siempre me sacan una sonrisa con sus tonterías callejeras. Aunque, en general, se llevan muchas más miradas censoras y airadas que de simpatía.

A la mayoría les conozco porque han sido compañeros de juegos de mi primogénito en alguna que otra ocasión. y sé que ellos me conocen a mí, pero siempre nos ignoramos cuando nos cruzamos, ellos porque no dejan de ser niños y yo por no avergonzarlos, que a estas edades la atención adulta es casi una ofensa cuando están entre colegas (aaay con el ya soy mayor mamá).

En fin, el caso es que un día di la vuelta a la esquina y me los encontré muy revolucionados mientras lápices, rotus y material escolar de lo más variopinto adornaba la acera en toda su extensión. Tres de ellos se disculpaban muy agobiados con el que miraba desolado su estuche vacío mientras profería tremendos juramentos. Seguro que se agobiaba sólo de pensar en recoger todo aquello.

A mí se me puso en marcha el modo madre y sin media palabra me puse a recogerlo rápidamente. Al verme, el afectado se puso a recoger conmigo rápidamente dándome las gracias tímidamente. Con la experiencia que tengo en un periquete estaba todo en el estuche de nuevo y había ganado en velocidad y eficacia a todo el grupo, que se sumó rápidamente en cuanto me vieron  a mí empezar (cuando hay que presumir, hay que presumir y yo soy muuuy rápida y eficiente recogiendo jajaja). Los peques estaban sorprendidos, avergonzados y agradecidos a partes iguales y todos me dieron las gracias antes de separarnos.

Pues bien, todos aquellos buenos ciudadanos, la mayoría con hijos (pero cero empatía, por lo visto), que  de normal les regalaban miradas duras y críticas a este grupo de peques, permanecieron impertérritos y voluntariamente ajenos a la escena mirando para otro lado y disimulando como si ahí no hubiera ni un sólo lápiz por recoger. Es más, los hubo que pasaban por la zona catastrófica, incluso pisando el material descuidadamente, y sin pararse a ayudar, por supuesto.

A todo esos les digo que más gamberros como esos chicos que se divierten a voces y menos ciudadanos modelos y criticones que a la hora de la verdad son las peores personas y los más incívicos. Con ese ejemplo no sé cómo queréis educar a vuestros hijos.

Y hasta aquí el desahogo tonto.

Por cierto, al día siguiente, cuando me los crucé, me saludaron en voz bajita jaaajajaja

jueves, 25 de marzo de 2021

El dragón lector y sus amigos

El dragón Lector y sus amigos es un compendio de historias cortas y poemas que giran alrededor de una pandilla de seres fascinantes y una librería que comprende la magia que encierran las páginas de los libros y la reparte entre los niños para convertirles en grandes aventureros de palabras e ilustraciones.

De hecho, El dragón lector es el nombre de este pequeño establecimiento que acoge a dragones de todas formas, colores y personalidades como embajadores de esa magia que ayuda a los peques a saber más, formarse un criterio propio y dar alas a su imaginación. Ellos arman a los niños contra la ignorancia y la incultura que puede llegar a someterlos y limitarlos. Los ayudan a amar los libros y a convertirse en maravillosos dragones lectores como ellos.

Todo esto nos lo cuentan en pequeños retazos literarios en este precioso álbum ilustrado, ideal para la hora del cuento, en el que, además tratan un montón de temas que afectan directamente a los niños para los que está pensado, ya que está recomendado a partir de tres años. 

Nuestros peques van a conocer a muchos dragones y otros niños con problemas y preocupaciones que, muy probablemente, comparten: desde el miedo a la oscuridad o a los monstruos, hasta el control del uso del orinal, pasando por el sentimiento de soledad. o que, a veces, las cosas no son lo que parecen y vale la pena conocer a las personas antes que juzgar. Incluso de la discapacidad y el sentimiento de superación. Todo en clave de cuento corto o poema y acompañado de magníficas ilustraciones.

El hilo conductor lo desarrollan en la primera historia, en la que te explican como el dragón azul se convirtió en Dragón lector y heraldo de las maravillas de la lectura en una cruzada cultural a la que se han unido muchos de sus amigos de Dragonia y una legión de niños curiosos, aventureros y con grandes inquietudes.