El mejor juguete: una caja

El mejor juguete es una caja... Y palos, y piedras.... Y todo aquello que despierte la imaginación desde cero. La razón es muy simple: las posibilidades de juego son infinitas.

Estas Navidades han sido muchas las cajas que han llegado a casa por pedidos navideños, pero dos, especialmente fueron las ideales para entregar a los peques y que dieran rienda suelta a su creatividad. Tenían un tamaño perfecto para que se pudieran meter dentro y que se pudieran guardar ocupando relativa espacio debajo de la cama de uno de ellos.

Les dejé las cajas en el salón junto con las ceras, rotuladores, washi tapes, las burbujas gigantes entre las que venía bien seguro el contenido original, palitos de colores, limpiapipas... Y todo lo ue se me ocurrió que podía servirles. Incluidos dos platos de plástico que, desde el principio, tuvieron claro que iban a ser lo volantes.

Porque Daniel quería una autocaravana e Iván un coche de carreras. Lo que están dando de sí las cajas. Son ideales para llenar de diversión los días de vacaciones invernales. Cada vez que las cogen se lo pasan pipa sin moverse del salón.

Otro día, Daniel se hizo con otra de las cajas que nos había llegado y él solito se construyó un casco de Minecraft y un palo del mismo juego. Otro juguete de lo más económico que ha triunfado en mi casa.

No digo que no jueguen con sus juguetes, que también lo hacen, pero me encanta cuando crean sus propios juguetes con toda la ilusión.