domingo, 18 de diciembre de 2016

El Museo del Libro de Burgos

Cuando nos dimos el salto a Burgos invertimos la mañana en visitar el Museo del Libro y nos pareció encantador. Tiene cuatro plantas en las que se recoge la historia de este elemento tan importante para la humanidad desde sus comienzos y es la mar de interesante.

Mi niño mayor alucinaba con cada nuevo elemento que descubría. La cuarta planta le fascinó con la réplica de la piedra Rosetta, las tablillas de arcilla, los papiros... Estuvo un buen rato de una vitrina a otra preguntándonos sin descanso. Incluso nos pidió que le tradujéramos la piedra Rosetta, pero yo sólo alcanzaba a recordar que recoge una serie de leyes, que dice lo mismo en tres formas de escritira diferente (jeroglíficos egipcios, escritura demótica y griego antiguo) y que gracias a ella se lograron traducir las dos primeras. Pero de su texto exacto ni papa.

Mientras Daniel se perdía fascinado en las ilustraciones preciosistas, los trazos de diferentes lenguas y los materiales de los libros, el más pequeño pasaba de todo y se dedicaba a tirarse por el suelo o mirar por las ventanas de las escaleras sin hacer caso a nuestras llamadas de atención. Hasta que la encontró. Sus ojitos chispearon. Fue un amor a primera vista. Primero la conoció en una pantalla de televisión y luego, ¡oh sorpresa! En persona. Estoy hablando de la mismisima imprenta de Gutenberg. Contaba a todo aquel que le quisiera oír como era su funcionamiento de principio a fin. Se ponían las letras, la tinta, se prensaba sobre el papel, las ilustraciones se ponían al final con unos sellos y se coloreaban a mano... Estaba entusiasmado con semejante descubrimiento. Nos costó bastante separarle del lado de la máquina inventada por el orfebre alemán.

Pero estábamos deseando seguir bajando y seguir descubriendo nuevas obras de arte entre páginas. Las ilustraciones eran maravillosas. El primogénito hizo su propio descubrimiento cuando se dio cuenta de que, desde una de las ventanas, se puede cotillear lo que lee la estatua del niño que se sienta en el alfeizar de la fachada del Museo. ¡No es otra coas que un cómic de Batman! El chiquillo se empeñó en que quería leer el tebeo entero y no concebía que el autor de la figura se hubiera inventado las imágenes de las páginas. Nos pareció de lo más curioso.

Antes de irnos, los peques quisieron dejar sus impresiones en el libro de firmas. A Daniel le había gustado todo y a iván... A Iván la imprenta, por supuesto. Quiere una para Reyes.













4 comentarios:

  1. ¡Esto no lo conocía yo! Me lo apunto para el verano! Gracias guapa!

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    1. Es pequeño y muy manejable. Los niños flipan con las formas de escritura antiguas ;)
      Besos guapa

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  2. yo había oido hablar de e´l y hasta una vez me dieron unas invitaciones en Oña para este de libros de Burgos, pero por una cosa y otra + horarios al final no hemos pasado nunca.
    Sí q me he acordado en otras ocasiones y esta genial saber q es tan completo e interesante ¡lo tengo en cuenta! ;)

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    1. A nosotros nos gustó mucho. Tiene cositas muy curiosas. Si es que al final no hay tiempo para tanto que queremos hace ;)

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