martes, 11 de septiembre de 2018

Ludo Ergo Sum 2018, primera parte

Me encantan las jornadas Lugo Ergo Sum. Los organizadores se curran un programa de lujo y un montón de detalles chulos como las Gymkhanas del cartel de esta edición y de El Pequeño Rincón de los Juegos de Mesa. Nosotros intentamos participar en las dos, pero somos fáciles de despistar y no encontrábamos las fotos y la pegatina que se pedían. Lo cierto es que hay tantas, tantas cosas que hacer que nos fue casi imposible encontrar el hueco para ponernos a buscar a propósito y cuando caíamos en la cuenta ya nos habíamos a otro lado sin pisparnos de si había pista o no. Que desastre.

En cuanto al programa, también íbamos despistadísimos porque nosotros somos muy de sentarnos en una mesa y nos soltarla para disfrutar de juego tras juego, así que no le echamos ni una ojeadita ni nos apuntamos a nada.

Sabía que las grandes de Paloma, de Refuerzo Divertido, y Miren, habían organizado  una partida de Buscaduendes y otra en vivo de Pequeños detectives de monstruos (PDM), que triunfaron entre los visitantes infantiles, pero mis hijos no quisieron apuntarse, a la primera porque lo tenemos en casa y en su lógica ya les hará papá una partida, y a PDM porque ya han jugado muchísimo y como tiene una dinámica bastante repetitiva para gustar a los más pequeños, los míos ya se han cansado (demasiadas horas de aventuras roleras, me temo). ¡Pues ellos se lo pierden! Porque por lo que vi, sé y me contaron fueron unas partidas magníficas. Lo que sí aceptaron fue que el Tapón de 7 de Paloma les dirigiera una aventura de Magissa en la que les oía reírse, pero luego no han soltado prenda. ¡Que bichos!

También nos perdimos las firmas de Roberto Alhambra, Sistema D13 y Andrés Palomino. Nos enteramos tarde. Peeero, Paloma me alegró mucho el día regalándome el libro de Alhambra: Lo que ignoran. Que voy a empezar en cuanto acabe con la operación vuelta al cole y los cumples de los peques que son ya y me quitan también muchísimo tiempo. Si sobrevivo a eso me habré merecido un día en el que el padre lleve a los churumbeles al parque y yo me quede leyendo tranquilamente apoltronada en el sofá (Que idílico. Espero que se cumpla).


Pero a lo que vamos, que me disperso. El caso es que el viernes no pudimos ir y nos presentamos allí el sábado tempranito para pillar mesa sí o sí. Entramos sin problemas y logramos nuestro objetivo. Raúl se hizo con el primer juego: Ciudad Machi Koro... Y allí empezó un poco el desorden divertido. Teníamos a los peques de unos amigos al cargo con lo que éramos seis, así que decidimos dividirnos, más aún cuando llegaron Refuerzo divertido, Rolero de Hamelín y su prole. En cuanto el mayo vio el juego de mesa de Lego, City Alarm, que teníamos en nuestra mesa lo tuvo claro.


De repente apareció Mónica de Madresfera con su alegría de siempre y acompañada de su familia, que por cierto se nota que les molan mucho los juegos de mesa porque se sentaron a nuestro lado y les vi disfrutar como locos mientras Mónica saludaba a unos y otros. Por allí cerca pasaron Y yo con estas barbas, Tang de Naranja, Miren con sus tres infantes, Fernando de pequeño rincón de los juegos de mesa, Ruth, de Aprender Paso a Paso, María Jesús Campos, Pepe Pedraz, de A la luz de una bombilla, el propio Alhambra, Manu Sánchez Montero, de El maestro Manu, Julia de Bebé a Mordor, Manu Palau, de Brain Picnic, Keka, de Mamá se escribe con K... Fue genial poder saludarles.

Jugamos un montón de partidas al juego de Lego y a Titus Tentakel hasta que Iván se enfadó con su padre y decidió cambiar de progenitor para seguir jugando a Ciudad Machi Koro. A esas alturas los peques que teníamos al cargo se habían encontrado con unos amiguitos y se habían ido con ellos, así que hablé con la madre de los amiguitos para que les controlara (supermaja, la verdad). Cuando Iván decidió jugar con sus reglas a construirse la mejor ciudad, apareció el mayor de nuestros amigos y se juntó más que dispuesto a escuchar la versión del más pequeño. ¡Dejándome a mí de lado!


Miré a Raúl, que ya había comenzado hacía tiempo una partida a Dino Race de la que había salido Daniel clamando injusticias miles y una conspiración maquiavélica contra él. Le tuve que perseguir entre los puestos para intentar devolverle al redil, pero nos topamos con el de Spike and Freak, una tienda que tiene cosas chulísimas y a los que les habíamos encargado desde las TdN un dado de impactos que nos había flipado, muy útil para las partidas de rol de aventuras y luchas. Evidentemente, mi primogénito se calmó enseguida en cuanto tuvo el dado del color que había elegido, rojo, entre sus manos.


En cuanto llegamos tuvimos bronca con el pequeño porque ese color era el peor el peor el peor... Total, otro dado de impactos al bolsillo, éste color hueso. ¡Ay que tela!

Justo entonces llego la madre de las criaturas a nuestro cargo, María José, una escritora de cuentos infantiles fantástica, además de investigadora científica y madre. Me dio hasta vergüenza que me diera las gracias porque casi todo el rato los peques habían estado con la otra familia. Intentamos jugar a una partida de Cacao, pero el caos se adueñó de nuestra mesa y al final sólo logramos hacer un par de turnos y no recuerdo muy bien por qué. Raúl hacía un rato que daba por perdida la concentración para jugar y se había ido a dar una vuelta.


De repente aparecieron mi maridín y Rafa, de Jugando por ellos (que por cierto se celebra el 22 de septiembre. Ya mismo), que nos empezó a enseñar el arsenal de juegos que había traído y se prestó a hacernos de guía para enseñarnos las reglas.


Nos reímos mucho intentando sacar sólo nuestro color de cascabel usando los imanes de Bellz! compitiendo con Fernando, al que no se le daba nada mal; lo pasamos genial compitiendo en una carrera de personajes mitológicos y monstruosos con habilidades mágicas con Magical Athlete; construimos el nido del Cuco Kiko; jugamos a Rise of Augustus, un bingo muy singular ambientado en la época romana en el que los cartones te dan habilidades diferentes cuando los completas ¡Ave César! Y contamos un hilarante cuento si pies ni cabeza con Erase una vez intercalado por preguntas de los jugadores para lograr deshacernos de nuestras cartas antes que los demás.


Cuando Rafa se tuvo que ir se sentó con nosotros un amigo de Raúl de su club de juegos y echamos un par de partidas a Frutas Fabulosas, un juego muy curioso porque va avanzando de mazos a la par que se juega y cada vez tenemos diferentes habilidades y acciones. Es curioso.


Además conseguí por fin el juego de Sergio Rodríguez Yánez, Death Over the Kingdom, al que le tenía muchas ganas. Y no paré hasta que el autor, que es majísimo, me lo firmó. Estoy superfeliz con mi tesoro.

Y hasta aquí la crónica del sábado, que si me pongo a hablar del domingo va a salir un post extremadamente largo. El segundo día lo cuento aquí.


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