sábado, 17 de febrero de 2024

Tick Tick Boom

Raúl me convenció para ir a ver el musical Tick Tick Boom que se representa en el teatro de La Estación Gran teatro Caixabank Príncipe Pío. El había visto la película y le había encantado. La verdad es que no le costó nada convencerme porque yo a estos planes me apunto encantada. Eso sí, pensamos que no era una obra que les fuera a hacer mucho tilín a los niños así que se los dejamos a una amiga que nos los cuidó muy bien. Así pudimos completar la salida con cena y todo, en plan pareja.

Nos presentamos allí poco antes de la hora y ocupamos nuestros asientos entusiasmados. La verdad es que le estamos sacando mucho jugo a lo del Abonoteatro que nos sacamos en diciembre. Enseguida comenzó la representación con la alternancia de tres actores que se hacían cargo de todos los papeles de la historia. Uno de ellos era el protagonista y los otros iban asumiendo diferentes roles y molaba mucho ver como cambiaban totalmente de registro. Sobre todo Anabel García. Hacía maravillas con sus personajes.

Las voces también eran increíbles, aunque algunas no veces no se entendía la letra. La historia es muy intimista. Va de un compositor que se acerca a la treintena sin haber conseguido su sueño de triunfar con el musical que lleva escribiendo desde hace ocho años. Es autobiográfico y su autor, Jonathan Larson, creador del musical RENT, que cambio la forma de ver y hacer musicales rompiendo con las formas establecidas hasta el momento.


Es una obra llena de reflexiones, miedos y un fuerte componente del síndrome de Peter Pan con una banda sonora muy dinámica. Un drama con tintes de comedia que sorprende por la forma en la que desarrolla todo el argumento de mano de sólo tres actores y un espacio pequeño cambiando unos pocos elementos del escenario.

No es tan espectacular como los últimos que hemos visto, pero te conquista por otras cosas. A Raúl le gustó un poco menos que a mí porque dice que la película le pareció mucho mejor y más enfocada a uno de los temas que afectan al protagonista. Pero no os quiero desvelara nada por si vais a verla.

Tras la obra, nos metimos en un tailandés a cenar. Tuvimos suerte de que pudieran ubicarnos en una mesita porque estaban completos. Ahí cenamos de maravilla.

Y luego a por los peques, que se lo habían pasado bomba con el hijo de mi amiga y con su gato, que es tan juguetón como letal.

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