viernes, 21 de diciembre de 2012

Jornadas abiertas en la piscina

Hoy dejaban a los padres babear observando las evoluciones de sus hijos en la actividad extraescolar de Natación desde una cristalera de un piso alto. Estaba deseando que llegara el día para ver si realmente mi peque lo pasa mal en el agua o no.

La cosa empezó fatal. Me había llevado a Daniel a las doce y media para que comiera en casa y durmiera siesta. pensé que sería lo mejor para que luego no estuviera inaguantable toda la tarde, pero me equivoqué. Se despertó de un humor de perros y hubo que arrastrarle hasta el autobús que le llevaría al polideportivo.

Allí las monitoras le mimaron, le prometieron el oro y el moro, le regalaron mil sonrisas, pero todo fue inútil. El chiquillo tenía una perreta en toda regla. Las profesoras me aseguraban que Daniel siempre iba contento a piscina, que, incluso consolaba a los niños que lloraban y que les parecía extrañísima su actitud. Al final una de ellas nos pidió a Raúl y a mí que nos fuéramos porque pensaba que nosotros éramos el problema y que, en cuanto desapareciéramos, también desaparecía la perreta. Me fui con la lagrimilla en el ojo porque, si hubiera sido por mí, me lo hubiera llevado de vuelta a casa, pero el padre fue firme y no consintió en una retirada.

Angustiada nos dirigimos andando a nuestro destino, con algún percance que otro porque yo no había cogido la dirección exacta del sitio. Afortunadamente, llegamos sin problemas. Una vez allí nos instalamos tras la cristalera del segundo piso y esperamos ansiosos a que saliera nuestro hijo. Mientras tanto, Iván pegó su nariz al cristal entusiasmado con la vista. Raúl distinguió rápidamente a Daniel. Se le veía tranquilo.

Observamos que tenían una monitora para cada tres niños de tres años. La chica los metía uno por uno y los volvía a sacar para hacer los ejercicios. Los trataba con mucha suavidad. Daniel saltaba a los brazos de la profesora alegremente aunque titubeando un poco, usaba el churrito como un profesional, pataleaba hasta las escaleras con gran ímpetu, se subía a la colchoneta con mucha gracia y parecía disfrutar cada momento.

Mientras tanto, yo tenía puesto un ojo en cada chiquillo. Iván se recorría el pasillo con ahinco, se metía y salía de las taquillas, las cerraba, interactuaba con otros bebés hermanos de los nadadores... ¡Vamos que no se estaba quieto ni un segundo! Menos mal que Raúl se hizo cargo de él los últimos diez minutos para que yo pudiera disfrutar libremente de la clase.

Cuando ya se los llevaba la monitora a los vestuarios y los estaba cubriendo con la toalla, Daniel alzó la vista y me vio. Nos saludamos emocionados antes de irse a vestir.

Fui al encuentro de Raúl e Iván, que se habían ido a recorrer el polideportivo y bajamos a esperar a que saliera el mayor. Dainiel se fue con nosotros muy contento.

Lo cierto es que me quedo muy tranquila con respecto a esta extraescolar después de ver que los tratan tan bien y con tanto cariño. El hecho de que tenga sólo dos compañeros en su grupo me encanta. Está muy cuidado.

Lo mejor de todo es que nos dieron las notas de Natación:

Salta al agua: Bien
Sumerge la cabeza: Bien
Abre los ojos debajo del agua: Regular
Suelta el aire debajo del agua: Regular
Flota sin ayuda: Bien
Atención en clase: Excelente
Comprensión de las tareas: Excelente
Disposición al trabajo: Excelente
Relación con los demás (compañeros y monitores): Excelente
Flotación: Bien
Patada: Bien
Brazada: Bien
Respiración: Bien
Coordinación: Muy bien

Otra vez soy una madre orgullosa.

8 comentarios:

  1. De un hijo siempre una está orgullosa jejejeeje!!! Mil perdones por teneros tan abandonadas a todas estoy súper liada pero contenta, en estos días de vacas me pondré al día!!! Un beso enorme y gracias por pasarte siempre. Muack

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    1. Te entiendo. Yo ahora estoy de peregrinaje a pueblos de una y otra familia para contentar a todos y no puedo ponerme al día. Tengo las entradas programadas, porque mi madre me dijo que echaría mucho de menos no tener su post diario. Os echo taaaanto de menos...

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  2. Que bien menos mal! Al menos te quedas más tranquila. A mí es que me encanta el agua y solo de ver las fotos me dan unas ganas de tirarme desde ese piso alto jejeje Espero que tu hijo se haga tan amigo del agua ;)

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    1. Pues ya teneis una cosa en común. El loco de Daniel se tiraba al agua sin pensarselo dos veces y sin manguitos y sin flotador y ¡sin ninguna protección! el verano pasado.

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  3. muy bieen!! como para no estar orgullosa!
    Ains yo con el pánico que le tengo al agua veremos haber cuando me toque llevar a mi hija y se quede allí llorando..no sé quien de las dos lo pasará peor.
    FELIZ NAVIDAD!!

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    1. Espero que no llore y que le guste desde el primer momento. Sobre todo, para que no te haga sufrir. Me temo que las mamis lo pasamos cien veces peor que ellos :S

      ¡¡Feliz Navidad!!

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