sábado, 11 de octubre de 2014

Maldades reincidentes

Estamos inmersos de lleno en la época de los pulsos con Iván. Y está siendo bastante duro de llevar. Ambos tenemos asumido que es algo que hay que pasar, pero nos lo ponemos difícil mutuamente. Hasta tales extremos llegamos que el peque pierde el norte y yo entro en barrena más veces de lo deseado. Pero siempre acabamos con dulces palabras por mi parte, bienintencionadas promesas por la suya y sentidos abrazos por parte de los dos.

Con Daniel, esta etapa fue más fácil, que no fácil (lo recuerdo como algo horroroso). Pero en Iván se dan cita demasiado elementos peligrosos: Una mamitis exacerbada que le pone negro cuando me ve haciendo caso a alguien que no sea él, unos celos tremendos de Daniel, una cabezonería extrema y un carácter rebelde al máximo. ¡Vaya mezcla!

Y ahora que he expuesto los antecedentes paso a narrar los hechos.

Una tarde parque cualquiera, a dos amiguitos de Daniel les dio por sentarse en las vallas de protección de un castillo con las piernas por fuera. Supongo que se sentían muy mayores, porque estaban a bastante altura. El caso es que mi hijo mayor se les acercó por detrás con tan mala pata que empujó a uno de ellos y lo tiró. Yo juraría que fue sin querer, pero vete tú a saber. El chiquillo en cuestión, fue rápido de reflejos y cayó bien.

Ni que decir tiene que yo me convertí en la mamá pantera, agarré a mi vástago, lo senté en un banco y  lo castigué hasta que contara veinte (al final fue hasta cuarenta por mal comportamiento). Cuando terminé de contar dejé que se uniera de nuevo al juego.

Entonces Iván se acercó a mí y me preguntó con su carita más inocente "Mami ¿Me cuentas a mí? ¿Cuentas a Iván?" Le expliqué que no porque era un castigo y él no había hecho nada.

Conclusión a la que llegó el niño: pues empujo al amigo de Daniel, que se había vuelto a sentar en el mismo lugar y listo. ¡Dicho y echo! La pobre víctima se dio un golpe en la zona baja de la espalda y esta vez sí que lloró.

Sin salir de mi asombro, agarré al pequeñajo y lo llevé al banco, pero no conté hasta nada, porque era lo que él quería y no hubiera sido un castigo. En vez de eso le eché una charla llena de indignación y razonamientos. "... Así que por eso es muy peligroso empujar a la gente y no se debe hacer nunca. ¿Vas a empujar a la gente?" le pregunté algo conciliadora. "Nooooooo" me contestó con los ojos muy abiertos. Perfecto. Era la respuesta que quería. Le solté y volví a mi charla con el resto de madres.

De repente, oímos un golpe y al pobre chiquillo amigo de Daniel estampado de nuevo en el suelo. "¡Ha sido Iván! ¡Ha sido Iván!" acusaba alborozado su hermano mayor. La pobre víctima había sido pillada por sorpresa esta vez y se dio de morros contra el suelo. Rasguños en la cara, en el codo y en la cadera. A mí me empezó a hervir la sangre. Rápida como el rayo agarré a mi hijo pequeño por un brazo, le solté un par de azotes de pura rabia que tenía en el cuerpo y lo arrastré de nuevo al banco. La bronca fue de órdago, pero no parecía afectarle mucho. Le pidió perdón a su víctima y, según otra madre que estaba conmigo parecía sentirlo mucho.

Yo no estoy tan segura. Mas bien me parece que se sentía orgulloso de su "hazaña" y de haber captado toda mi atención. Por supuesto está castigado sin wii ni tablet toda la semana y esa noche se quedó sin postre y tuvo que aguantar las miradas severas de ambos progenitores. Lejos de sentir remordimientos o al menos acusar el impacto de nuestro enfado, el enano lucía una enorme sonrisa y te relataba una y otra vez como había empujado al niño "Aziiii y catapum, pum papuuuuum".

12 comentarios:

  1. Yo creo , que lo gestionaste bien , con consecuencias inmediatas directas . Hay niños que son así , en realidad son muy inteligentes para hilvanar un hecho causa con una consecuencia . Lo más importante es que no le dejas pasar ni una ( porque hay madres que los sueltan en el parque y ni se preocupan ni ocupan) , así que cuando ellos se van haciendo mayores reconducirán sus comportamientos porque tus enseñanzas son buenas. No sé como lo llevas tü , porque yo me hubiera ido del parque ,jaja. De pequeños siempre les decía a los míos que no me hicieran pasar una vergüenza delante de la gente , porque yo nunca les hacía eso a ellos y entonces sé lo haría para que vieran lo que fastidia y molesta . Debes de advertirles que como te la líen en el parque no vuelven .
    ¡Buen fin de semana!

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    1. Pues sí que estoy a la que salto en el parque, a veces pienso que demasiado y que debería dejarles un poco más de aire (aunque en este caso de Iván me quede corta grrrrr).

      Yo también les digo "Te voy a hacer lo mismo que me haces a mí a ver si te gusta" y se angustian, pero nunca llevo a cabo esa amenaza.

      Al final me fui del parque muy enfadada, pero no puedo decir a uno que ya no vamos a volver, porque castigo al otro sin que tenga culpa. Una cosa es irme ese día temprano y otra es que pasemos una temporada sin ir cuando van todos los amigos del mayor.

      Yo también creo que saben asociar perfectamente una acto a una consecuencia, aunque se hagan los tontos. Si cuela, cuela.

      Muchas gracias por tus consejos. Comos siempre, acertadísimos :D

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  2. Madre mía... Creo que quizá eso de contar no es lo más acertado, quizá sería mejor intentar razonar el por qué del comportamiento. Aunque a lo mejor son muy pequeños, sobretodo Ivan.

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    1. Pues intenté razonar con él y cuando pensaba que había conseguido que me escuchara ¡volvio a tirar al pobre chiquillo! grrrr

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  3. Oyoyoy... A ver si se tranquiliza porque menuda fiera... Y encima se jacta de sus actos. Jajajaja. Besotes!!!

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    1. Si lo peor de todo es que fue algo que hizo con premeditación y alevosía snif snif

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  4. Madre mía que difícil parece esto, porque claro, nosotros lo hacemos con una intención y ellos entienden lo que quieren, como los adultos vamos. Suerte!!

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    1. En eso te doy toda la razón. Intentamos hacerles llegar un mensaje y luego les llega otra cosa totalmente diferente. La mayoría de las veces no sé que han entendido de todo lo que les digo :_(

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  5. Como me gustan tus posts porque aprendo mucho del comportamiento de los peques y de lo que se me aproxima con mi pequeña...

    Un abrazo!

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    1. Si a valentina se la ve un cielo!!! Seguro que no te lía estas :D

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  6. Perdón por meterme a lo mejor donde no me llaman pero yo creo que no esta bien conducida la situación. Los niños no interpretan las cosas desde el mismo punto de vista que nosotros. Cuando son pequeños son muy egocéntricos y les cuesta ponerse en el lugar del otro. En tu caso, como tu bien dices, tiene celos de su hermano mayor. La situación vista desde los ojos de tu hijo es que su hermano hace algo mal y se queda sentado solo con mamá. Él también quería ese tiempo solo con mamá y al final ha entendido que la única solución para tener esa atención era haciendo daño. A lo mejor cuando el vino pidiendo que le contaras le deberías haber dicho que no hacía falta que le contases porque él no había hecho nada malo pero que si quería se podía sentar contigo a hacer algo que le interesase. A veces decimos que no porque sí y creamos un conflicto que no era necesario.
    Dicen que para los celos va muy bien que el niño pueda pasar 15 minutos al día de rato exclusivo con su madre haciendo algo que a él le interese, pero que sean algo que hagan juntos (por ejemplo ir a pasear al perro los dos solos).

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    1. Tienes toda la razón!! En ese momento no cai. Aunque los niños saben que pueden venir conmigo en cualquier momento, sentarse conmigo (normalmente encima mía) y que siempre van a recibir mis achuchones (excepto cuando se han portado mal. De hecho, el pequeño muchas veces, se queda conmigo mientras los otros juegan. A lo mejor por eso no caí en que lo que él quería era quedarse conmigo un ratito.
      Lo de los quince minutos en exclusiva es una buena idea. En mi caso, los días que el mayor tiene judo le dedico una hora sólo para él. Y en el resto del día, les presto toda mi atención siempre que puedo. Los dos quieren atención exclusiva y eso es muy difícil :_(

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Me encanta saber lo que piensas.