sábado, 11 de junio de 2016

Bazar benéfico de la Embajada de Indonesia

Esta año hemos repetido con nuestra visita al bazar solidario de la Embajada de Indonesia porque nos encantó la edición anterior y nos parece maravillosos que los niños se empapen de otras culturas. Aunque ellos sólo se fijan en el castillito hinchable y en la deliciosa gastronomía. ¡Les encanta! Brochetas, arroz, fideos... Y los maravillosos postres. Yo creo que los probaron todos.

Está muy bien y con un ambientazo espectacular. Cuando llegamos no había mucha gente, pero pronto se llenó y casi no se podía transitar entre los puestos llenos de cosas maravillosas. Este año casi no vi nada del espectáculo porque tuve que tener mil ojos con los niños, pero lo poco que vi me encantó, sobre todo bailes fascinantes. Daniel y Raúl asistieron a un concierto con un instrumento muy original. Cada músico tocaba una nota diferente y sólo esa. Entre todos formaron una preciosa música. No lo pude ver porque estaba con un Iván cansado y un pelín irascible, pero lo oí.

A Iván lo que más le gustó fue la bebida de leche de coco, agar agar y fresa. A Daniel unas chuches multicolores. Y a los dos el mini castillo. A todos los niños les gustó el minicastillo hinchable y ese fue el problema. Que estaba totalmente ocupado por una chiquillería dispuesta a matar por su centímetro cuadrado y a cada minuto veíamos salir a un niño llorando. Los míos no fueron una excepción. A Iván le tuve que sacar en volandas antes de que se matara a patadas y puñetazos con dos niñas. Y Daniel vino a mi lado por su propio pié porque le habían dado un patadón en la cara y el ojo se le hinchaba cada segundo que pasaba.

Raúl fue a por hielo y bajamos la inflamación a tiempo, aunque se le ha quedado el moratón. Y aún así estaba empeñado en volver a la batalla... digoooo, al castillo.

Con el fin de semana tan agitado que habían tenido, Raúl y yo decidimos que era mejor retirarnos temprano para que descansaran, aunque si hubiera sido por ellos allí seguirían degustando delicias indonesas.

Un amigo de Raúl les regaló unos silbatos artesanales preciosos. El de Iván de pajarito y el de Daniel para llamar a los patos. Les ha encantado y han dado mucho juego. Yo me quedé con las ganas de comprar muchas cositas, pero con niños me resulta imposible pararme a mirar con tranquilidad. El próximo año tiene que caer algo.



6 comentarios:

  1. joe... con el castillo ¡esto es la guerra! jejeje bueno me alegro q solo haya sido un moratón con buen sabor, pq si quería volver..... y el resto muy buena pinta, sobre todo lo gastronómico :) ummm ¡rico!

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    1. Para mí también lo gastronómico fue lo mejor jajaja
      Como nos gusta comer en esta familia :D
      Y el castillo... ¡sin comentarios! (vaya panda de brutos, incluyendo a los míos)

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  2. Recuerdo que el año pasdo también fuistéis y os gustó mucho, a ver si el año que viene me entero y voy también, avisame!!!! jajajja

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    1. Claro que te avisaré!!! Me encantará verte con la peque y el pichurrín <3

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