jueves, 25 de octubre de 2018

Calabazas, calabacitas

Halloween ha llegado para arrollarme en un momento un pelín liadillo de mi vida. Y la de los niños, porque justo estas semanas están con exámenes a potrollón. Por eso mismo, cuando me dieron la nota, un lunes, de que el viernes sería la fiesta de Halloween del cole y que este año también había concurso de calabazas, en vez de alegrarme casi me da un síncope.

"Y si este año pasamos de las calabaz...", dos pares de ojos inyectados en sangre con expresiones aún más terroríficas que las de El pueblo de los malditos se giraron para fulminarme por la blasfemia que acababa de soltar. "Vae, vale... lo pillo...". Nada, que no me libraba.

Si el caso es que me encanta el tema de las lámparas calabaza, pero es que ¡no tengo tiempo! Joooo, que injusta es la vida. En fin. No hay tiempo para quejas: compra la calabaza y rebusca en los lineales elementos de decoración. Este año me llevé gusanos de gominola y pegatinas molonas. Les iba a encantar.

Y tanto que les gustó la idea, como que quisieron comerse todos los gusanitos antes de tiempo los muy sinvergüenzas. También compré fieltro para hacerles bufanditas y busqué gorritos para ponerles, pero esa idea ya se queda para el próximo año porque no tuvimos tiempo.

Creo que este años es el que más han colaborado ellos en su calabaza. Porque, no nos engañemos, esto es una actividad de padres. Ni loca les doy a mis hijos un cuchillo para cortar los ojos y boca de la lámpara. Eso sí que sería un Halloween terrorífico.

Las calabazas las vacié yo (ellos lo intentaron, pero se cansaron pronto. Es que no es fácil), las caras las hizo el padre y los peques se dedicaron a poner dientes de palillos, gusanos por doquier, pegatinas y sangrantes heridas.

Había que ver que concentrados estaban en la tarea. Doy fe que es el año que mejor se lo han pasado. Sobre todo cuando me dijeron que era la mejor calabaza que habían hecho, se nota que les costó un esfuerzo.

Ahora, que dudo mucho que ganemos el concurso. Hay mucho nivel ahí. Daniel siempre lleva su calabacita muy esperanzado, pero el pequeño sabe que esto lo hacemos por diversión y no por ganar.

Los dos están deseando que vuelvan sus calabazas a casa y que decoren la cocina hasta que se pudran y desaparezcan como por arte de magia jajaja



2 comentarios:

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