viernes, 26 de noviembre de 2021

Museo Geominero

Un sábado por la mañana decidimos dar el gusto al mayor de las fieras y darnos el salto al Museo Geominero, su preferido en Madrid. Ya hemos ido varias veces y nunca se cansa de recorrer las vitrinas llenas de alucinantes tesoros. 

Su profesor de sociales les recomendó la visita en clase y le volvieron las ganas de volver a explorarlo. A él y a nosotros, que también nos pareció una excelente idea.

El museo se encuentra ubicado en una sala impresionante. Aunque no es de fácil acceso. Cuenta con un montón de escaleras hasta llegar a la sala de exposiciones y, una vez en ella, sólo se puede acceder a los pisos superiores a través de cuatro estrechas escaleras de caracol, una en cada esquina. La mitad tiene un cartel que indica que son sólo para ascender y la otra mitad para sólo descender. Una idea excelente porque me parece en nuestra anterior visita todavía no lo habían organizado así y se montaban unos atascos tremendos.

La entrada es gratis y, aunque pueda parecer que el Museo es muy pequeño (que un poco si lo es), hay que reservar muchas horas para poder disfrutarlo. Nosotros estuvimos toda la mañana y aún así no pudimos verlo con toda la calma que requiere. ¡Tiene una colección enorme!

Además, la muestra comienza en la misma puerta, sigue por los vestíbulos y los pasillos hasta desembocar en la gran sala. Es un paseo impresionante.

Y no sólo encontramos minerales. También cuenta con una exposición paleontológica de primera. los huesos de mamut del acceso es un imán para los niños. También la cabeza del T-rex, la cabra y el oso de las cavernas son platos fuertes para sus ojillos.

Aunque a Daniel le llama mucho más la atención las vitrinas de las joyas preciosas (como las llama él).

En esta ocasión, además habían añadido un interesante apartado sobre la erupción de La Palma. Se nota que es una instituciónq eu se preocupa por cuidar y renovar su colección.

Me gustaría decir que fue una maravillosa visita en familia, pero ¡que va! Cada niño se hizo con el móvil de un progenitor y se fue por su cuenta a montarse imaginativas historias en formato vídeo. Por un lado, mola que sean tan creativos, pero, por otro echábamos de menos descubrir las maravillas del museo sin ellos al lado. 

De vez en cuando nos cruzábamos y aprovechábamos para comentar una cosa y otra que habíamos visto, pero no era lo mismo que cuando nos seguían de pequeños alucinando con lo que les contábamos (que básicamente acabábamos de leer en los carteles explicativos. No os voy a engañar).

El caso es que lo pasamos bien aunque de manera un poco extraña. Raúl y yo recorriendo las vitrinas de la mano más como pareja que como padres y los peques de un lado para otro, subiendo y bajando, y creando extrañas historias que nada tenían que ver con la realidad en formato vídeo.



2 comentarios:

  1. ese museo es también el favorito de mi mayor (14 años), ya que aunque le está cogiendo tirria a la Biología y dice que de Geología no quiere oir ni hablar, las piedras le parecen muy bonitas JAJAJA

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    1. Es que lo cortés no quita lo valiente jajajajaja
      No me extraña que le esté cogiendo tirria. El profesor tiene que ser muy bueno para hacer interesante los libros de texto que les encasquetan ainsss

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