viernes, 14 de mayo de 2010

Comida podrida

He cometido una grave grave error. Cada vez que lo pienso me dan ganas de flagelarme y desgarrarme las vestiduras. Cuando me di cuenta rompí a llorar y no paré hasta que llegué al trabajo (Y al curro voy conduciendo. No veais que peligro). Estuve amargada todo el día (y toda la semana, y ya para sìempre) a pesar de los ánimos que me ha dado todo el sufrido oyente que ha querido escuchar mis lamentaciones.

Todo surgió a raíz de mi falta de tiempo. Hace un par de fines de semana le sacamos dos raciones de puré del congelador al niño. El caso es que sobró y yo tenía que haberlo tirado, pero se me olvidó y quedó perdido en mi nevera tras otros alimentos nuevos que íbamos introduciendo. Cómo el enano estaba malo. Ayer saqué otro tupper de puré para que Raúl se lo llevara a la abuela, que lo está cuidando mientras nosostros trabajamos. Pues el caso es que mi querido marido en vez de coger el tupper más cercano a la puerta de la nevera cogió el escondido. Con razón me dijo mi suegra que fue imposible dárselo y que le daban arcadas. ¡Si estaba podrido! Lo que me extraña es que no vomitara. Cuando se lo conté a Chari me aseguró que el niño no había comido casi puré y que no había nada de lo que preocuparse. Pero yo erre que erre con el tema.

Una compañera del trabajo también le quitó hierro al tema. "Son cosas que pasan. A mi hermana se le cayó el niño del carrito porque se le olvidó atarle". Esas cosas sí que pasan. Te das la vuelta y el niño está en el suelo porque ha sido más rápido que tú. Pero no conozco a ninguna madre que le haya dado comida pasada a su hijo. Menos mal que el niño no le ha cogido asco al puré de verduras y se lo sigue comiendo tan a gusto como antes (si está bueno, claro).

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