jueves, 16 de diciembre de 2010

El curso




Amargada. Salí del curso amargada. Antes de entrar vi y oí a mi hijo llorar como un venado. Y eso me marcó. Me dio la impresión de que lo dejaba abandonado en manos extrañas para ir yo a divertirme. Aunque todos me aseguraban que era por su bien y que lo que iba a aprender en el taller me serviría para criarle mejor.

El taller estuvo muy bien. Fue muy didáctico y práctico. En la parte teórica te contaban lo que ya todos sabemos, que el niño no puede tener todos los juguetes que quiera, hay que decirle que no de vez en cuando, que hay que jugar con ellos para estimular su imaginación y enseñarles cómo se hace (en caso contrario se cansarán muy rápido de los juguetes. Jugar sólo es muy aburrido), que tanto niñas como niños pueden jugar con cocinitas, coches, muñecas y cualquier juguete indistintamente (eso ya lo sé, y si no le he comprado la cocinita para bebés al mío es porque me parecía escandalosamente cara, pero ya le caerá una para mayores cuando tenga suficiente edad, que hay que comprarles los juguetes según la edad y sus gustos, no los de los padres (Aquí reconozco que peco, con la cocinita jugaré más yo que él ¡me encantan! y lo de la edad... Si lo vigilas constantemente puede jugar con algunos juguetes para niños un poco más mayores. Es que son tan monoooooooos).

También te enseñaban que los niños tiene que aprender a perder para divertirse y no frustrarse cada dos por tres. Pensaba que eso también era algo lógico, pero lo primeor que me dijo Raúl cuando se lo conté era que el suyo tenía que ganar. Que fijación. ¡Pues el mío tiene que pasárselo en grande y no cogerse las perretas del siglo por no ser el primero. Yo quiero que sonría siempre.

En la parte práctica construímos un árbol de Navidad para bebés. Para hacerlo con ello y que lo destrocen luego tranquilamente. Era muy fácil. Los papis tenemos que hacer un cono de papel relleno de periódicos. Después se rellenan bolsas de congelados con otro tipo de papel arrugado y hecho bola (pinocho, charol, plata... uno que no pese mucho), se cierran las bolsas con un nudito y se pegan en el cono hasta forrarlo entero. La estrella la hacen los papis también. Se recorta su forma en una cartulita, se pega en un palito y se pincha en la punta del cono. A partir de aquí que vuele la imaginación. Se pueden hacer camapanitas con trozos de la caja de los huevos forrados con papel plata, lazitos hecho con papel lleno de dobleces, se pueden colgar caramelos, hacer figuras con masa de moldear con agujero para pasar la cuerda que luego pegaremos en el árbol... Todo vale. Armados de celos iremos pegando esas fantasías dónde nos indique nuestro hijo.

También nos enseñaron a construir instrumentos para cantar villancicos. Rellenar un globo con arroz es lo más sencillo, también podemos rellenar un actimel con los mismo, lentejas, garbanzos, lo que queramos, y taparlos con una globito. Lo más original es coger un tubo para cables de la electricidad, darle al menos una vuelta para que quede con forma de trompeta y salga un pitido muy singular cuando se sople por un extremo. En el otro extremo podemos pegar un embudo para que amplifique el sonido. Luego pegaremos todo con cinta de pintor para que quede fijado.

Fue muy interesante. Qué pena que yo no pudiera pensar en otra cosa que no fuera mi hijito. Cuando acabó salí pitando para abrazarle fuerte y llevármelo a casa. ¡Por fin juntos!

Pusieron el árbol en la entrada, pero para cuando le quise hacer una foto los niños ya habían hecho de las suyas y tenía un aspecto desolador. ¿Por qué serán tan destructivos?



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