domingo, 26 de diciembre de 2010

Navidad











Este año nos hemos reunido con la familia paterna de Raúl para Navidad. Sus tíos Candi y Merce nos han invitado a una casa rural de lujo en un pueblo de Ávila. La casa era enorme, incluso tenía un jacuzzi junto al salón de dos metros por cuatro. Algo increíble. Grande tenía que ser para albergar a tanta marabunta. Los tíos de Raúl tenían una residencia a pocos metros de allí para mayor comodidad a la hora de preparar comidas, cenas e inventos culinarios. Porque ¡vaya paliza que se dio la pobre tía Merce! Mientras el resto nos dedicábamos a engullir.

El pueblo es muy bonito y aprovechamos que nos hizo buen tiempo para pasear a Danielito por sus calles y cuestas, porque no vimos ni una sola que no tuviera pendiente. Incluso le llevamos a unos columpios muy chulos. El pequeñajo se lo pasó muy bien con sus primitos. La familia me animaba a mantener al bebé despierto hasta altas horas de la noche, pero Daniel me exigía cuna cuando el reloj ya pasaba de las nueve. No está acostumbrado a trasnochar. La verdad es que yo estaba también agotada y no tardaba en seguir al chiquitín al mundo de Morfeo. Así que nos perdimos la entrega de regalos de Papa Noel e incluso el pistoletazo de salida del cumpleaños de mi marido cuando sonaron las doce campañadas del día 25. El 26 de diciembre nació el hombre de mi vida.

El problema de perdernos la llegada de Papa Noel (aunque en esta ocasión fue su esposa la que nos visitó, según me contaron), fue que luego no había manera de juntar a la familia para que Daniel abriera sus regalos. Así que se los fueron dando por cuentas gotas, e incluso alguno lo abrió por su cuenta ya que estaban amontonados en un rincón. Yo lo prefiero porque así juega tranquilamente con una cosa sin sentirse abrumado.

Las noches fueron un poco problemáticas porque la familia de Raúl es muy ruidosa y montaron un escándalo considerable, pero tuve suerte y Daniel no se despertó muchas más veces de lo normal. Los gritos de los familiares también alejaron a nuestro pequeño del jacuzzi ya que había eco y le daba terror. Pudimos meterlo un par de veces que no había mucha gente, pero de todas formas creo que se lo pasaba mejor corriendo por las calles. Los jacuzzis no se han hecho para los bebés.

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