domingo, 8 de septiembre de 2013

Rapaces, tiro al arco y música medieval en Buitrago de Lozoya

Una amiga, voluntaria de Cruz Roja, nos animó a pasarnos por el mercadillo medieval de Buitrago de Lozoya. Viendo el éxito que tales eventos tienen en mis hijos no me lo pensé ni un instante y allí nos plantamos el sábado.

La hija de mi amiga nos hizo de cicerone y nos guió por las calles y plazas. El entorno era ideal y el mercadillo muy animado. A mis retoños se les salían los ojos con cada nuevo descubrimiento. Iván se enganchó a la zona donde descansaban las aves rapaces entre espectáculo y espectáculo y a Daniel era imposible separarlo de la exposición de armas. Uno de los caballeros fue extremadamente amable con los chiquillos y les dejó tocar, las armas, los cascos... Incluso le cubrió la cabeza al mayor con una reluciente cota de mallas.

El carrusel también hizo las delicias de los pequeños. Me encantan estos trastos hechos de madera y que funcionan sin electricidad. Por andar en el tío vivo casi llegamos tarde a la función de las aves rapaces. Los pájaros estuvieron impresionantes, sobre todo, teniendo en cuenta la muchedumbre que se había reunido allí. De vez en cuando el ave se desorientaba y aterrizaba donde le daba la gana en vez de en el guante de su instructor, causando agradables sorpresas y pequeños sustos entre el público.

Para Daniel, el momento culmen fue cuando le dejaron disparar el arco, con ayuda de un caballero. El pequeño estaba feliz porque había acertado las tres veces en el blanco. Ahora dice que quiere que le apuntemos a clases de tiro al arco. Menos mal que se olvidará en unos días...

Pero hubieron muchos más momentos destacables, como cuando nos encontramos a un bufón que montó en un segundo un espectáculo improvisado en el que los niños se partían de risa o cuando la abuelita Chari les compró un xilófono a Daniel y una armónica a Iván y el mayor se empeñó en tocar a un lado del camino como si fueran artistas ambulantes...

Comimos costillas, chorizo frito y salchichas con las manos, totalmente metidos en nuestro papel medieval. A los niños les encantó chuparse los dedos sin reprimendas por parte de sus papis.

Tras una última vuelta, decidimos cambiar de escenario y pasar el resto de la tarde visitando Patones. Así que allí que nos dirigimos. Me pareció un pueblo mágico. Iván pasó un ratito dormitando en su sillita (no era fácil empujar el carrito por esos caminos de piedras), pero en cuanto se despertó se unió a los brincos de su hermano. En más de una ocasión me dejaron al borde del infarto por encaramarse a lugares peligrosos.

Al final la lluvia hizo que nos planteáramos poner rumbo a casa. Los chiquillos estaban tan emocionados con la jornada que no pegaron ojo durante el viaje de vuelta.











4 comentarios:

  1. Que divertido!!!!! me encantan los mercadillos medievales, en Leganes hay no en octubre si te animas aquí te espero.

    Un besete

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    1. Sería genial vernos ahí. Investigo fecha, consulto la agenda del maridín y te cuento. Besos

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  2. Perdona si te molesta, pero es que como no sueles poner fotos vuestras, solo de los niños o los niños con alguno de vosotros, ver la ultima foto me he encantado, hacéis una pareja maravillosa.
    Y bueno, que el mercadillo espectacular jejeje. Un besazo.

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    1. Al contrario, me has sacado un sonrisa. A veces la familia pesa tanto que se pierde la pareja :D

      Muchas gracias

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