martes, 22 de agosto de 2017

Historias roleras

Alucino con la capacidad de mis hijos de montarte una partida de rol sólo con la imaginación. No necesitan ni dados.

Daniel lleva desde los cinco años masterizando aventuras exprés que surgen en cualquier ocasión: un viaje en coche, la consulta del médico... Incluso en una tarde de parque en la que no se lo estuviera pasando especialmente bien.

Iván ha comenzado este año aunque antes ya hacía sus pinitos, pero no llegaba al nivel del hermano. Ahora ha aprendido del maestro y son dos cracks de las aventuras cuento interactivas.

Lo mejor de todo es que pueden jugar todos los que quieran y lo peor es que las disputas y desaveniencias suelen surgir desde el minuto uno si muchos de los jugadores son niños. Un consejo: nunca enfades al máster o acabarás abrasado en un bola de fuego... o algo peor.

En una de esas aventuras, Iván me propuso ser una guerrera en busca de tesoros (estilo Conan supongo). Iba por un camino y encontraba una puerta en un muro. "¿Qué haces?". Pues entrar, ¿qué iba a hacer? Y estuvo bien porque me encontré un jardín muy bonito con una espada escondida en las raíces de un árbol, un pico entre las ramas de un arbusto y un arco en un agujero. Investigar y buscar es muy productivo. Excepto si te encuentras una estatua con un botón. Nunca lo pulses.

Lo pulsé.

La estatua cobró vida y empezó a machacarme. De nada me servían los mandobles que le asestaba con la espada. Para el bicho de piedra eran cosquillitas. Me quitó dos de los tres puntos de vida que tenía, así que Iván se vio en la obligación de ayudarme. "Veeenga, mamíiii. Recuerda lo que has encontrado en el jardín. Acuérdate. Algo que rompe la piedra" ¡Y yo que sé! Ainss. Que acabo de empezar la aventura y ya voy a morirrrrr.

"El pico", me chivó el mayor. "¡El pico! ¡Saco el pico!" casi grité agonizando. "Síiiii" me contestó alborozado el máster. "Con el pico le machacas en tres golpes y la conviertes en piedritas".

"¡Juego!", se animó Daniel. Su hermano le metió en la aventura, pero nos advirtió que entonces subía el nivel de peligrosidad, pero que nosotros seguíamos con personajes de nivel uno (jaaaarl). Enseguida nos topamos con una mago peligrosísimo que nos las hizo pasar canutas, pero con ayuda de mi primogénito conseguimos escapar con vida y con un aliado.

Debajo de una roca encontramos un libro de magia que no sabíamos leer, de una cárcel liberamos a un mago bueno al que le habían quitado los poderes y que no podía ayudarnos en la lucha, contrarrestamos un hechizo de fuego con el agua de un pozo, vencimos al golem de piedra disparandole flechas a las gemas que hacían de ojos (lo descubrió Daniel desde el minuto cero. ¡Cómo podía saberloooo!) y devolvimos su poder al mago bueno rompiendo una botella sospechosa. Así que pudimos derrotar al malvado por los pelos. Menos mal que había encontrado un elixir curativo que me daba dos vidas antes de la batalla.

Y yo ahí abandoné la aventura porque tenía que volver a centrarme en mis tareas, pero ellos siguieron. Por supuesto, todo acabó en una gran pelea titánica en la que juraron no volver a jugar juntos nunca más. ¡Vamos! Lo de siempre.

Y así andamos todo el día entre bosques épicos, mundos agonizantes, niveles de videojuegos, imperios submarinos... Y he de decir que estos chicos me dan mil vueltas a la hora de proponer y resolver situaciones. Alucino con ellos. Yo a su edad sólo inventaba cuentos.

8 comentarios:

  1. Flipo con la imaginación de tus vástagos... Qué maravilla no necesitar más que eso para entrar en un mundo fascinante. :)
    Muas!

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    1. A mi tambien me flipa. Sobre todo que tengan en cuenta lo que te va pasando para inventar la siguiente aventura. Yo mo seria capaz jajaja

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  2. Son alucinantes tus niños. Que nunca pierdan eso. Besotes!!!

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    1. Yo tambien espero que nunca pierdan su capacidad de imaginar :D

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  3. Veo que estáis disfrutando del verano, rabietas incluidas.
    Me parece un lugar estupendo en las fotos, el camping, el entorno y esas excursiones.
    Seguir pasándolo bien!!!!

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    1. Ha sido un verano intenso!!! Los niños me lo han hecho sufrir mientras hacíamos cosas chulísimas. Muy extraño. Supongo que les hemos agotado. Ahora a meternos de lleno en rutinas para calmar ánimos :D

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    2. poquito a poquito, pero sí. se acerca la ¡vuelta al cole!

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    3. Pobres... Se les acaba lo bueno, pero a mí me viene un respirito para hacer una tarea seguida al menos.

      me encanta estar con ellos, pero no avanzo nada...

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