martes, 8 de agosto de 2017

Pintacaras familiar

Estos niños son incombustibles. Estas vacaciones están jugando mucho, saliendo mucho, leyendo muchos cuentos, viendo la tele mucho, bañándose mucho y aburriéndose mucho. Parece que un día no dé para tantas cosas, pero con ellos sí. Son puros torbellinos.

Cuando se aburren tiemblo porque su mejor baza es acudir a mamá. Y mamá no puede estar tooodo el día a su disposición. Ya le gustaría tener tanto tiempo libre. Menos mal que, algunas veces, sólo me buscan para preguntarme dónde está un juguete u alguna cosa con la que se les ha ocurrido un divertido juego.

"¿Mamiiiii, dónde está el barreño?", "¿Para qué lo quieres?", "Para hacer un superexperimento con agua, jabón... unos juguetillos...", "Nooooooo", "Jo, mamá. Que exagerada eres". Lo siento, pero esos experimentos sólo se pueden hacer con la supervisión de un adulto, que me los conozco.

Y en el mejor de los casos: "Mami, ¿dónde están las pinturas de cara?". Puf, ahora quieren las pinturas, se van a poner finos, ainss, pero el caso es que tengo la casa empantaná y esto me asegura un ratillo de tranquilidad. Mmmm... puf... bueh... "Toma cielo, aquí las tienes. Tened cuidado no me pintéis otra cosa que no sea vuestra piel. ¿Eeeeeh?", "Jo mami, que exagerada eres". Si, si...

Dos minutos después, "Mami, ¿nos das un espejito? Es que nos queremos pintar cada uno su cara y así es más fácil".

Cinco minutos después, "¿Mami, ¿nos das algo para limpiarnos? Es que la cicatriz sangrante no me ha salido muy bien. ¡¡Toallitas!! Perfecto. Gracias mami.

Otros cinco minutos después, "Mami, te puedo pintar a ti? Aaaaaarg.

"Bueno. Está bien. Me siento con vosotros diez minutos, pero luego os entreteneis solitos que tengo mucho que hacer", "Yupiiiii".

Una hora después... "Iván, te estas metiendo en mi media cara de mamá", "¡¡No es verdad!!", "Joooo. Es que yo quería pintar a mami yo soooolo", "No es justooooo".

Total, que mami puso la cara para uno, se la limpió, para el otro, se la limpió. Y luego se pintaron entre ellos muertos de risa un rato más. Conclusión: cuando se cansaron de las pinturas les puse la tele y pude acabar de limpiar el baño más feliz que una perdiz.


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