lunes, 4 de diciembre de 2017

Game on Madrid 2017 con niños

Este fin de semana se han celebrado unas jornadas jugonas que estábamos esperando con mucha expectación. Game on Madrid venía avalada por la gran distribuidora Asmodee y eso son palabras mayores, pero no nos hacíamos a la idea de lo que nos íbamos a encontrar allí. Lo que vimos fue espectacular.  A mis peques se les salían los ojos nada más traspasar el umbral de La Nave, en Villaverde, y encontrarse con tantas posibilidades de diversión infinita.

Lo primero que hicieron fue meterse en una zona llena de divertidos juegos, algunos en su versión gigante. Una pasada.

Una pena que localizaran las tablets tan pronto y se engancharan hasta que les arrancamos de allí como pudimos para seguir la aventura ludópata. Nos costó. Nos costó mucho. Son muy gamers las nuevas generaciones. Menos mal que también son auténticos jugones de cartas, dados y tableros.

En estas jornadas se encontraron con mucha ambientación, teatralización de juegos y buen rollo. Los voluntarios se merecen una ola por tener tanta paciencia y currarselo hasta el extremo para que la experiencia fuera la caña.

Estos son los juegos a los que jugamos:

Ocachess: Esta mezcla entre La Oca y el Ajedrez nos ha parecido la caña. Jugué con Daniel porque Iván se me escapó hacia las tablets en un momento de despiste y no me apeteció perder más tiempo en sacarle de allí. El juego consiste en avanzar en un tablero a golpe de dado y cumplir con lo que te indique la casilla en la que caes. Ya sea un reto, una pregunta o avanzar o retroceder casillas.

Los retos te presentan un problema matemático a resolver relacionado con el ajedrez y las preguntas versan sobre conceptos del mismo juego. Hay que darle a las neuronas para conseguir llegar el primero a la meta. Confieso que Daniel me pegó una buena paliza y que estoy un poco oxidada en mates. Al peque se le daba  bastante mejor que a mí. A nuestro primogènito le moló mucho, así que apuntado para Navidades. Recomendado para seis años o más. De dos a cuatro jugadores.

Abalone les llamó muchísimo la atención y allí que se sentaron a jugar, hasta que Iván le tomó la delantera a su hermano y éste abandonó muy enfadado alegando que le había hecho trampas (mentira y gorda). Como no quería problemas nada más empezar, no insistí en el tema y terminé yo la partida con el benjamín, que era realmente bueno moviendo las canicas y echándome del tablero, que es básicamente en lo que consiste el juego. Las reglas dicen que puedes mover hasta tres canicas juntas un puesto y que puedes empujar al contrario si tiene menos canicas que tú hasta tres. A partir de ese número es inamovible. Engancha, engancha... Recomendado a mayores de siete años. Dos jugadores.


Masmorra: Daniel se enamoró de Masmorra, Dugeons of Arcadia, al primer vistazo y nos hizo ojitos para jugar aunque no fuera lo que yo entiendo como un juego para niños. El voluntario que nos ayudó con las reglas nos aseguró que era fácilmente adaptables para niños.

Para simplificarlo pasamos de las cartas porque lo de la lectura comprensiva les lleva su tiempo a estos dos y eso le restó mucha jugabilidad al juego, pero, aún así, las fieras se lo pasaron pipa recorriendo la mazmorra llena de monstruos.

El juego consiste en ir desvelando partes de la mazmorra en cada turno y colocando monstruos de diferentes niveles más dañinos o menos según unos dados. En tu turno puedes moverte y tirar los dados, que sólo valen para esa habitación.

Según los dados puedes hacer una serie de acciones y combos para atacar, defenderte, coger tesoros o irte. A mí también me gustó mucho. De uno a cinco jugadores de más de trece años.



El monstruo final tiene una estética de videojuego que hace que triunfe entre mis fieras, pero la mecánica es un pelín complicada para sus edades. En un principio, intentamos jugar siguiendo las normas, que indicaban que, con las cartas de tu mano, podías ir construyéndote una mazmorra con cartas básicas y otras más avanzadas que sólo podías poner encima de las básicas para proteger a tu monstruo final. Cada jugador escoge el monstruo que más le guste, aunque a mí me lo escogió Daniel porque le hacía mucha ilusión.

En cada carta hay símbolos que atraen a los héroes a tu mazmorra según sean ladrones, guerreros, monjes, etc. Así que hay que construir teniendo en cuenta lo que nos interesa atraer de los héroes que vamos sacando en cada turno. Si estos héroes llegan hasta el monstruo te hacen una herida y si le matas antes te quedas con su alma. Gana el que consiga diez almas antes de que los maten. El problema es que los textos de las cartas son muy complicados para que los peques los entendieran así que los ignoramos y sin esas acciones el juego pierde muchísimo. Es para mayores de 13 años. De dos a cuatro jugadores.

Al terminar la partida, el mayor se inventó unas nuevas reglas de luchas entre héroes y monstruos y se lo pasaron pipa con las batallas campales.

El voluntario le dio unos tapetes y unas expansiones a los niños con los que no paran de jugar, así que me estoy planteando pillar el juego aunque no sea para sus edades.



La zona zombi tuvo un gran éxito entre mis fieras, como era de esperar en estos gran fans de los no muertos. Allí nos sentamos entre el cementerio, las ratas y los cuervos a que un zombi sangriento nos explicara cómo jugar al Zombies Junior.

Le tenía muchas ganas a este juego porque a mis hijos le flipa la temática y han jugado al Zombis de forma muy simplificada. En realidad, la mecánica de ambos es muy parecida. Empezamos todos en una loseta cruce de caminos, lo primero que hacemos en nuestro turno es colocar donde queramos una loseta escogida al azar y colocar lo que la loseta indique en número de zombis, pows y cerebros. Los zombis van a comerte, los pows los puedes usar en las luchas para llegar a la puntuación mínima y los cerebros para volver a tirar los dados.

Nos movemos sin dirección fija tantas casillas como indique el dado mandando a los bichos malos al rincón de pensar (¿einn?) hasta que... sale el helipuerto. Entonces tu misión es llegar allí con prisa y sin pausa porque el primero gana. Durante el turno podemos usar cartas para jorobar a tu adversario o beneficiarte tú mismo, pero de tanto pasar de las cartas en otros juegos, mis hijos decidieron también ignorarlas en éste con lo que el juego quedó algo sosete. No me gustó mucho que quitarán la opción de ganar también si mat... eeeeh... mandas a veinte zombis al rincón de pensar. De dos a cuatro jugadores mayores de 12 años.

Nos quedamos con las ganas de probar Humanos. Tiene muy buena pinta.



Mysterium es otro de los juegos que nos moló un montón, sobre todo al más pequeño, que se empeñó en ser fantasma cuando acabamos la partida y se lo pasó pipa dando golpes en la mesa bajo las indicaciones de su padre.

Llegamos a una casa en la que se han cometido tantos asesinatos como jugadores participan. Tenemos siete horas para resolver quien es nuestro asesino, dónde cometió el crimen y con qué arma (rollo El Cluedo). Los turnos se van marcando en un reloj roto (la ambientación y puesta en escena mola mil).

En la mansión hay un fantasma (otro jugador), que nos presenta varios candidatos u opciones y, por medio de cartas de dibujos muy chulos, nos da pistas para que descubramos nuestro crimen. Elegimos la opción que más nos cuadre con el dibujo y votamos sobre si nos parece que las elecciones de nuestros compañeros de juego son acertadas o erróneas. Si acertamos estos último nos llevamos  puntos. Si acertamos con lo primero pasamos al siguiente enigma (el lugar del crimen o el arma que se usó), así hasta llegar casi a las puertas, en las que tendremos que averiguar cual de todos los crímenes ha sucedido hace poco, también por medio de cartas con dibujos.

Cada vez que tomemos una decisión el fantasma nos indicará con un golpe en la mesa si hemos acertado y con dos si no hemos equivocado. Encima, en el evento habían ambientado el juego con cuervos, bolas de adivinación... La ambientación era de diez. De dos a siete jugadores para más de diez años.



Mars Attacks. The dice game: A mis hijos les gustó la estética de este juego, aunque no han visto la peli (ni creo que la vean. A mí me pareció bastante malilla). Es muy simple. Nada más empezar tu turno tienes que decidir el objetivo a atacar (una carta llena de huecos con uno u otro símbolo repetidos más o menos veces).

Tiras los dados y rellenas primero las casillas de círculos nucleares, luego pones todos los dados con ese símbolo que te hayan salido. Si no logras rellenar todos los huecos puedes decidir seguir tirando dados, pero con cuidado porque si cubres todos los huecos con los círculos nucleares pierdes todo. Si te plantas pones tu ficha para marcar el número de casillas que has rellenado e intentarlo de nuevo en tu siguiente turno. Cuando las rellenas te llevas la carta. Cada uno tiene unos puntos diferentes. Al final gana el que más puntos tenga. Es de tres a seis jugadores y para más de diez años.

Dobble: Jugamos a la versión gigante porque a mis churumbeles les encantaron los enormes guantes y se sentaron para hacer el tonto con ellos en la mesa. Una cosa llevó a otra y nos pusimos a buscar el dibujo igual en cada ficha circular. Ganó Iván de paliza. Se le da genial. De dos a ocho jugadores de más de siete años.



Jungle Speed safari: A este juego se pusieron a jugar mi hijos de motu propio mientras el padre y yo buscábamos dónde se iba a desarrollar la partida de rol para familias en la que les habíamos apuntado, así que no me enteré mucho de la dinámica. Debe ser algo parecido al Jungle Speed en el que si salen dos cartas iguales tienes que ser el primero en coger el totem o te llevas todas las cartas del mazo de en medio, pero en esta ocasión vi que habían cuatro totems más y que mis hijos hacía gestos y ruidos de animales, así que parece incluso más divertido que el original.




Los hombres lobo de Castronegro: Pasamos por delante del montaje que habían preparado para jugar a los hombres lobo de Castronegro un par de veces antes de lograr por fin llegar al comienzo de una partida. ¡Justo a la última! Y menos mal porque mis hijos estaban deseando sentarse alrededor del fuego a cazar lobos. La monitora, para dulcificar un poco el tema en vistas de que había mayoría infantil, cambió hombres lobos por lobitos peludos a los que había que echar del pueblo. Enseguida mis dos energúmenos exigieron quemar a sus presas echando por tierra todo intento por suavizar la temática.

Este juego es muy parecido al Asesino de toda la vida. Dependiendo del número de jugadores se meten unas u otras cartas. En esta partida metió tres lobos que mataban aldeanos, un cupido que enamoraba a los participantes para que compartieran destino, una pitonisa que cada noche exigía que se enseñara la carta de aquel al que señalaba y cinco aldeanos. Se repartieron las cartas y comenzó el juego. La chica se lo curraba mucho para dar ambientación teatral a la trama. hasta tenía garras de lobo con la que nos tocaba de vez en cuando por la noche para dar más miedo.

Cuando llegaban los lobos todos nos poníamos a aullar y a la hora de despertar hacíamos kiiiikirikiiiii. Yo fui la primera en caer. Me mató mi primogénito. ¡Que valor! Encima también contribuyó a que echaran del pueblo a su hermano pequeño, que resultó ser el mismísimo Cupido. Pero en venganza el pueblo le pilló a él. A partir de entonces fingió su muerte de mil maneras mientras continuaba la historia. Iván y yo nos partíamos mirando cómo evolucionaba el tema. Lo pasamos genial y al final los expulsados volvieron, los muertos resucitamos y adoptamos a los lobitos que no eran tan malos. Estuvo genial. De ocho a 18 jugadores de más de diez años.



Cuando sólo faltaban quince minutos para que las Game On cerrara sus puertas por ese día, mis chicos se empeñaron en jugar al juego de Atrapa la luna. No me extraña porque esas torres de escaleras son muy visuales y prometen mucha diversión. El tema consiste en tirar un dado y colocar tu escalera según lo que te salga: que toque sólo dos escaleras, que toque una o que sobresalga sobre la escalera más alta. la verdad es que lo jugamos un poco mal y con prisas, pero lo suficiente para decidir que nos había gustado mucho. De dos a seis jugadores mayores de seis años.



Y hasta ahí nuestro sábado en las Game on. Al día siguiente volvimos sólo los padres y jugamos a más juegos todavía. También nos merecemos disfrutar la parte adulta de las jornadas. ¿No? Pues lo pasamos genial (aunque yo les eché de menos ainsss).

En el siguente post os cuento la partida de rol de Ryuutama. ¡Fue de lo más emocionante!




2 comentarios:

  1. q gran afición tenéis!!! me encanta q los peques vayan encantados y q tengáis esa actividad que os apasiona a toda la familia!!! grandes planes y aquí sí ¡DIVERSIÓN PARA TODA LA FAMILIA!

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    1. Menos mal que compartimos el mismo hobby jajaja que si no vaya problema para tener a todos contentos!!! Las jornadas fueron impresionantes. Se curraron un montón los detalles y eso se nota :D

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