miércoles, 1 de agosto de 2018

Luna de sangre

El fenómeno astronómico más mediático de este verano, incluso eclipsando las míticas lágrimas de San Lorenzo, nos ha pillado en Covarrubias. Estoy hablando de la famosa luna de sangre más larga en mucho tiempo. Un momento épico que no nos podíamos perder. Sobre todo porque, como todo el mundo sabe, cuando la luna está blanca el hombre lobo está lejos, cuando está amarilla está cerca y cuando está roja, el hombre lobo está detrás de ti. Así que la noche se presentaba inmejorable para cazar hombres lobo.

Nos acercamos con el coche y un delicioso picnic a la cima de un monte de los que rodean el pueblo y montamos campamento para observar el efecto del eclipse lunar. Raúl y un amigo suyo montaron toda la parafernalia para sus cámaras y así poder captar los mejores momentos, pero por novatos la cosa no fue muy remarcable, por lo menos para Raúl.

Aunque le fue mucho mejor que a mí con el móvil y todas mis negras instantáneas.

Mientras los peques la liaban parda a gusto. Ganas me dieron de que de verdad viniera el hombre lobo y les pegara un buen bocao para que se tranquilizaran. Peleas, juegos a lo bruto, saltos locos sin mirar donde pisamos, palabrotas, historias de miedo (para que nadie duerma esa noche)... No había manera de frenar su entusiasmo infantil.

Al menos, como no se aburrían no pedían ir a casa y allí seguíamos los adultos esperando que anocheciera ya de una vez para avistar la lunita de marras. Cuando por fin lo hizo una nube se nos metió por medio, así seguíamos sin ver nada. Eso sí, sin ver nada pero dándole a la sin hueso y degustando deliciosos bocadillos de lomo con pimientos sentados en las mantitas. Que no se podía estar más a gusto.

De repente, alguien gritó: "¡Ahí está! ¡Ya se ve!". Y yo dejándome los ojos, pero no rastro. Y todos que sí, que sí. Que está ahí. Y yo que nada, que sólo veía todo negro... Cuando, de repente, la avisté. Una pálida, palidísima sombra rojo que asomaba entre las nubes.

Cada minuto que pasaba se definía un òquito más y el cielo se llenaba de estrellas, que eso sí que era digno de ver. Una preciosidad. Le pedí al maridín que fotografiara eso, pero se negó en redondo. No daba con el quid para enfocar la sombra de luna de sangre, se iba a poner a cambiar todos los valores, parámetros y latitudes para sacar el cielo estrellado. "Eso luego", me prometió.

Pero se quedó en promesa, porque de repente el eclipse fue pasando y se nos quedó una luna llena de lo más luminosa. Con lo que eclipsó todas las estrellas. La única que se veía maravillosamente seguía siendo Marte a pesar de lo cerquita que estaba. Que ya sé que no era una estrella, pero se veía como si lo fuera.

El caso es que ahí nos quedamos hasta que se acabó el eclipse y un buen rato más porque los chicos de la excursión acababan de dar con el quid para hacer buenas fotos. ¡A buenas horas mangas verdes! Ya ni eclipse, ni sangre, ni hombres lobo, ni ná. Sólo críos desparramados y tapados hasta las orejas contando chistes escatológicos.

Esa noche caímos todos redondos en nuestras camitas a roncar plácidamente y soñar con lunas rojas de lo más esquivas.

2 comentarios:

  1. Aquí en Madrid se vio paliducha, pero se vio. La verdad es que es algo muy bonito de ver y que vale la pena. A mí me extrañaba que no hubiera más vecinos asomados a las ventanas mirando el eclipse pero el churri dice que es que la gente pasa de todo si no lo echan por la tele. Maybe. Besotes!!!

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    1. Mi madre dice que iba a subir a su terraza a verla, pero que al final se le olvidó y se metió en la cama a dormir jajaja También hay gente despistada ;)

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