lunes, 15 de julio de 2019

El juego de las piedras de Iván

Uno de los días que nos acercamos al río Arlanza para aliviar el calor, Iván se cansó antes del agua que su padre y su hermano y vino a hacerme compañía a la toalla. Yo leía un libro tranquilamente a la sombra y al principio no me hizo ninguna gracia la ducha de agua fría que vino con el chiquillo. Literalmente, porque, sin ningún cuidado, se arrimó a mí completamente empapado.

De suerte que salvé las páginas de mi libro de gotitas destructivas. No pasó igual con mi ropa, pero eso tiene mejor arreglo. El chiquillo me preguntó si había traído juguetes y tuve que negar con cara de circunstancias. Últimamente me estoy volviendo una vaguetona con eso de cargar con trastos de más que a lo mejor luego ni miran y los cubos y palas han sido los primeros en abandonar mi bolsa de playa.

El peque se quedó pensativo por un segundo y luego tuvo la idea de siempre: recoger piedras. ¡Luego ya veremos para qué las usamos. A veces hacemos una torre o un castillo, o una montaña, o un jardín zen... Ya sabemos que la imaginación no tiene límites.

Nada más encontrar la piedra mediana y redondita se le encendió la bombilla. ¡Ya sabía lo que íbamos a hacer con las piedras! un pedazo de juego.

El peque colocó una piedra plana en el centro como si fuera dolmen clavado en la arena, puso otra piedra plana clavada detrás y rodeó la primera con otras piedras, reservando la redondita. El juego consistía en tirar las que tenían forma plana. Dependiendo de tus logros conseguías un nivel u otro. Si no llegabas al cículo eras nivel Nub; si tocabas alguna de las piedras del círculo, nivel Pro, que tirabas la plana de atrás, Hacker; y la caña era si tirabas la del centro que ya eras nivel God. Si la tirabas varias veces seguidas ibas subiendo a God God, God Max, El hombre de silla (¿¿¿???), Herobrine... Yo no pasé de Pro, he de confesar, pero Iván pasaba de nivel en nivel con una facilidad pasmosa, aunque a veces la pifiaba pero bien.

Vaya risas nos echamos. Estuvimos un buen rato tirando la piedra, con mucho cuidado para que no hubiera ni la más mínima posibilidad de dar a alguien. Al rato se nos unieron Raúl y Daniel, a los que les hizo muchísima gracia el juego, pero ya no pudieron estar mucho tiempo más afinando sus punterías porque se nos hacía tarde para ir comer.

Así que ya veis, si no traemos juegos, pues habrá que inventarlos.

2 comentarios:

  1. Q juego mas diver y sencillo de montar! Creo que lo adaptaremos pero gracias a Ivan por la súper idea

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    1. Sí, aunque un poco peligroso, que a este a veces se le iba la olla y la piedra iba directa a mi toalla. Ainss que peligro que pasado!!!! Me alegro de que te haya gustado :D

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