sábado, 9 de noviembre de 2019

Cuento juego: En una habitación oscura...

"Mamiiii, juega conmigo a un juego de hablar", comenzó Iván...
"Noooo",  protestó Daniel, "Hoy me toca a míiiii".

Buuuuf, me tienen un poco cansada de los juegos de hablar llenos de misterio, aventuras, terror, fantasía y muchas, muchísimas luchas y batallas. Al principio me encantaba, pero no hay día que salgamos a la calle que no se peleen por dirigir una nueva aventura narrada.

Ese día estaban especialmente belicosos, así que tiré por la carretera de enmedio. "¡Se acabó! Lo voy a contar yo y punto". Pensé que protestarían y que seguirían exigiendo su momento de protagonismo como narradores interactivos, pero ¡que va! Ambos se callaron y pusieron sus ojos en mí muy atentos. No me quedó otra que poner las neuronas a trabajar, porque lo había dicho muy rápido, pero no tenía ni idea de qué les iba a contar.

"Eeeer... Empezáis en una habitación oscura", así me daría más tiempo a pensar en algo.
"Pero no es un escape room de esos. ¿Verdad?", me interrumpió Daniel desde el minuto cero.
"Nooooo, no es un escape room. Empezáis en una habitación oscura. Os acabáis de despertar. No recordáis ni quienes sois ni qué hacéis ahí. ¿Qué hacéis?", continué.
"¿Seguro que no es un escape room?", insistió Daniel cabezón.
"Que noooo"
"Yo me muevo un poco, e investigo. Voy con las manos por delante para no pegarme un tortazo", comenzó Iván.
"Muy bien, ves un haz de luz que se cuela por un agujerito..."
"Miro a ver que se ve"
"Yo también, yo también", se unió su hermano mayor.
"Un momento, que tú aún ni te has movido. Iván ve un poco de un pasillo. ¿Tú que haces?"
"Me muevo también"
"Vale, pues tú te encuentras con una rendijita de luz al ras del suelo. ¿Qué crees que puede ser?"
"¡Una puerta!", exclamaron los dos casi al unísono, "La abrimos", decidió el primogénito.
"Palpando, palpando os dáis cuenta de que el pomo está muy alto..."
"Hago una llave de kárate ¡kiaaaaa! y me cargo la puerta, la hago astillitas con una gran explo..."
"¡No!", corté la perorata sin sentido del mayor, "Sólo consigues hacerte daño".
"La empujamos", lo intentó el pequeño.
"No se mueve"
.....
....
....
"¡Venga hombre! ¡Pensad! El pomo está muy alto y sois DOS"
"Me subo sobre Iván", dijo Daniel rápidamente.
"¡No, no! Yo sobre Daniel"
"Nooo, yo lo dije primerooooo"
"¡Vamos a ver! Da igual. Uno se sube sobre el otro, alcanzáis el pomo y abrís la puerta. Fin de la discusión. Cuando os acostumbráis a la luz veis el pasillo del que sólo pudisteis atisbar un poquito desde el agujero de la habitación. Os miráis el uno al otro y os dais cuenta de que sois gatos. Gatos negros...
"¡Gordos!"
"¡Peludos!"
"Kawaiiiis"
"Vale, vale... pues eso gatos negros peluditos, enormes y monisisisisimos. Os llega un olorcito a comida..."
"¡Sardinas!"
"Síiiii, deliciosas sardinas friiitas"
"Bueeeno, pues de sardinas. ¿Vais hacia el olor o investigáis el pasillo?"
"¡Hacia las sardinas!", lo tenían muy claro.
"Llegáis a unas cocinas muy grandes, en las que hay un montón de gente atareada con un montón de sartenes, cazos y demás utensilios de cocina".
"Robamos las sardinas", propuso Daniel entusiasta
"... sigilosamente", completó Iván, que es más cauto.
"Avanzáis con mucho cuidado entre las patas de las mesas para que no os vean. De repente oís un gruñido y veis que un perro corre hacia vosotros con cara de pocos amigos..."

"Le destrozo la cara con mis uñas" "Yo le ataco con mi conocimiento de kungfu"
"No sabes kungfu. eres un gato"
"Sí, que sé. Le meto una lluvia de patadas y puñetazos".
"El perro sale corriendo con el rabo entre las patas. Los cocineros os han visto y notáis que os miran con miedo y comienzan a gritar. El perro ha vuelto con tres amigos caninos e intentan rodearos.
"Les curtimos", "Les arranco las entrañas con mis garras", "Les muerdo los ojos hasta llegar al cerebro"
"Eeeeeh, chicos, por favor. Que vamos en el metro, la gente empieza a mirarnos raro y me está dando mucha vergüenza".
"Pues que acabamos con ellos y ya está"
"Antes de que eso suceda llegan unos guardias y os atrapan. Os llevan de nuevo a la primera habitación y os encierran"
"Pues volvemos a abrir la puerta como antes".
"Está cerrada. Los guardias no son tontos".
"Yo voy al agujerito de antes, rasco con mis uñas y me doy cuenta de que hay algo", improvisa Daniel.
"Muy bien. Habéis encontrado la entrada a un tubo de ventilación. Os metéis y salís al pasillo del inicio. Volvéis a oler las sardinas y oís ladrar a los perros ¿Exploráis el pasillo o volvéis a las cocinas?"
"Exploramos. ¿Verdad?"
"Sí, sí. Exploramos"
"Veis que un poco más adelante hay una rampa que va hacia abajo y unas escaleras que suben"
"Vamos por las escaleras", me sorprende que nunca se peleen sobre hacia dónde tienen que ir.

"Subís las escaleras con cuidado y llegáis a una especie de biblioteca llena de todo tipo de libros, organizados en estanterías que llegan hasta un techo altísimo. En el centro de la estancia hay una libro enorme. Abierto y colocado en un atril..."
"Prendo fuego a los libros" decidió el mayor con los ojitos brillantes.
"No tienes con qué hacer el fuego"
"¡¡Pues tiro las estanterías!! ¡¡Y los libros!! ¡¡¡¡TODOOOO!!!! ¡¡¡Lo destruyoooo!!!"
"Ante de que Daniel haga eso, yo cojo el libro", me dijo Iván un poco ansioso.
"Vale, Iván coge el libro y empezáis a oír ruidos metálicos por las escaleras"
"Yo me escondo", respondió el pequeño muy rápido.
"Yo me preparo para la lucha muahahaha", siguió delirando el mayor.
"De repente aparecen un montón de guardias que cogen a Daniel por el pescuezo y lo vuelven a encerrar. ¿Que haces Iván? ¿Intentas liberar a tu hermano o dejas que se pudra en su prisión por intentar trolear el juego de su madre?"
"Eeeeeh, bueno. Eeeeh... Lo libero. Apilo muebles para llegar al pomo de la puerta y la abro para que salga Daniel"
"Buuuf, bueeeeno. Esta bien"
"Y ahora bajamos por la rampa", dijo el mayor, libre de nuevo.
"¡Espera! Primero vemos el libro", si es que Iván sigue mejor las reglas de estos juegos.
"Veis que es una especie de listado de brujos, hechiceros, magos... ¿Lo has cerrado?"
"Sí, pero me acuerdo de la página"
"Pues lo abres y te das cuenta de que falta una página y que en la siguiente hay una foto vuestra que pone: cuidado. Gatos mágicos muy peligrosos."
"Intento hacer magia", aventura Iván.
"No puedes. Bajáis por la rampa y de repente todo está muy oscuro. Pero vosotros veis bastante bien con vuestros ojos de gatos y os dais cuenta de que estáis en una mazmorra. En una de las celdas se mueve algo. Parece una persona pequeña. ¿Qué hacéis?"
"Nos acercamos con cuidado"
"La prisionera os ve y os llama por vuestros nombres. Es una niña. Muchu, Puchu", ya no me daba la imaginación para más, "Habéis escapado, que bien. Rápido, liberadme con vuestra magia... ¡Oh! Si os han quitado vuestros collares. Ni siquiera podéis hablar ya. Sólo maulláis. Seguro que ha sido esa reina malvada. ¿Dónde los habrá escondido? Tenéis que recuperarlos".
"Subimos la rampa para buscar los collares"
"Aún tenéis una dirección del pasillo por la que no habéis ido".
"Investigamos eso"
"Pues llegáis a un salón inmenso en el que hay un montón de gente celebrando un banquete. Oís que de vez en cuando gritan cosas como: Por fin los tenemos a todos entre rejas, Ahora todo se solucionará y Bravo por la reina. Están tan entretenidos y hacen tanto ruido que no se percatan de vuestra presencia. Al final de la sala veis cuatro puertas. Una tiene el dibujo de un orinal, otra de una cama, otra de un vestido y la última de una flor. ¿Qué hacéis?"
"Yo voy por la puerta del baño, que fijo que es la del orinal, para ver al rey cagando", suelta Daniel, muy fino él.
"Te asomas por la puerta y ves que no hay nadie. ¿Entras?"
"No, mejor me voy a la habitación de la cama, que seguro que están los collares"
"¿Vas con él Iván?"
"No, yo voy a la puerta de la flor".
"Vale, pues Daniel entra en lo que parece ser el dormitorio de la reina. Hay una cama enorme pegada a una de las paredes con mesitas de noche a ambos lados. También ves un enorme escritorio con tres cajones".
"Miro en los cajones"
"Sólo puedes abrir los dos primeros. El tercero está cerrado con llave. En el primero hay material de escritura como papel, tinta, plumas... En el segundo cartas, mapas, notas..."
"Me las leo"
"Pues descubres que una terrible niebla mágica ha inundado el reino y que le echan la culpa a los magos y hechiceros. Por eso mismo los han apresados a todos. Sobre todo se sospecha de un par de gatos muy mágicos y muy traviesos a los que les han quitado los collares para quitarles sus poderes".
"Intento romper el último cajón"
"No lo consigues. Ahora vamos con Iván, que se ha asomado a la puerta de la flor y ve que da a un jardín. Desde dónde estás puedes ver unos setos preciosos, llenos de flores. Y un poco más allá un montón de plantas amenazadoras".
"¿Carnivoras?"
"Puede ser. ¿Qué haces? ¿Te acercas a ellas?"
"No, me voy con Daniel"
"Pues si son plantas carnívoras, no hay problema", interviene el mayor, "Porque sólo comen bichillos y eso".
"Bueno, el caso es que va contigo a la habitación. ¿Qué haces Iván?"
"Yo hago ¡chin! saco una garrita y fuerzo la cerradura del cajón".
"Muy bien. Logras abrirlo y encuentras la página que había sido arrancada del libro. En ella ves un dibujo de los collares y una anotación que pone que para anular su magia hay que meterlos en agua.

"El baño" Exclama Iván.
"El lago", exclama Daniel.
"Exácto", digo yo.
"¿Qué lago? Si no hay ningún lago", protestó Iván
"Seguro que hay uno en el jardín", se entusiasma Daniel.
"Pero yo ya he estado allí y no he visto ningún lago", asegura el benjamín.
"Eso es porque te has quedado en la puerta al ver las plantas amenazadoras"

El peque me mira mal, pero consiente en darme la razón. Es que él pensaba que no había nada más.

"Bueno, el caso es que yo me voy al baño", concluye.
"Entras en el baño y te acercas a la bañera. Ves que está llena de agua y notas un ligero fulgor rojo, pero cuando miras dentro no ves que haya nada".
"Tocó el fondo con las manos"
"No encuentras nada. ¿Metes la cabeza?"
"Sí"
"De repente ves un aro rojo que se acerca muy rápido hacia ti, pasa por tu cabeza y se te ajusta en el cuello"
"No es justooooo", protesta Daniel, "Yo también quiero el mío"
"Pues vete al jardín. Si ya sabes dónde está"
"Voy al jardín y paso delante de las plantas carnívoras tan tranquilo porque, como ya he diiiicho, sólo comen bichos".
"Vale, vale. Lo acepto porque ya vamos a llegar a casa. Pues encuentras un lago bastante grande y notas un ligero fulgor azul..."
"Me tiro de bombaaaaa"
"Eeeeh, vale. Pues ves que un aro azul se acerca rápidamente a tu cabeza y se ajusta en el cuello. ¡Ya tenéis los dos los collares".
"Pero YO lo conseguí primero"
"Ivannnnnn"
"¿Ya podemos hablar?"
"Sí"
"¿Y ya podemos hacer magia?"
"Sí"
"¿Y qué magia podemos hacer?"
"Pues aún no lo sé. Eso lo dejamos para la próxima ocasión que ya hemos llegado a casa, vosotros os tenéis que duchar y yo tengo que hacer la cena"
"Joooooooo"
"Nooooooo"
"Pero no hay que lavarse la cabeza. ¿No?"
"Y vas a pensar los poderes esta noche ¿Verdad?"
Buf

La historia continúa en Dos gatitos muy salvajes.

2 comentarios:

  1. Que envidia la imaginación q tienes😂😉 me encanta😘

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    1. Muchas gracias!!! Aunque Daniel me lo puso difícil a veces gruaaarl

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Me encanta saber lo que piensas.