Encima, uno de nuestros contrincantes, Pak, tenía experiencia de juego sobrada como para darnos la paliza de nuestra vida, pero Paloma, Inés, Raúl y yo no se lo íbamos a poner nada fácil (o sí, porque nosotros sufríamos con cada decisión y para él todo era como un paseito por el templo).Nos colocamos en la línea de salida, la suerte determinó el orden de los turno y Go! a subir escalones sin prisa, pero sin pausa, aunque a veces apretando el paso, pero sin pasarse. Uy, qué emoción, qué tensión, los errores se pagan, párate a pensar que le regalas la partida a Pak (Nota mental: No hacer caso de sus consejos que siempre le benefician).
Y cuando ya lo tienes todo atado y bien atado... aaaarg, te empujan hacia atrás o hacia adelante y te hacen la puñeta bien hecha. Diossss, necesito sandalias, que noooo, que necesito no moverme. Lo que de verdad es vital es colocar carta el último. En realidad, lo que de verdad importa es ¡Todo! Hasta controlar las cartas de tus enemigos, las descartadas, las que están presas en la mesa... procesando, procesando.
Allí estábamos todos, en busca de la jugada perfecta, con las neuronas trabajando a tope, mientras Pak lo tenía todo clarísimo y movía los hilos dejando caer un comentario por aquí, un consejito por allá... ¡Y destrozandote tus magistrales estrategias! Y el resto también. Todos a fastidiarme las jugadas y hacerme avanzar a grandes pasos. ¡Que prisas! Que yo no quería llegar la primera, gracias.Y de tanto frenar me pasé y acabé la última uy uy uy... si es que no te puedes despistar. Otra vez a correr. Dejo esta carta, cojo esta y me aseguro un buen puesto para el siguiente turno... o no.
Entre empujones, zancadillas y adelantamientos nos echamos unas buenas risas. El juego mola un montón y es de esos ganan a mayor número de jugadores. Nosotros, siendo cinco, no lo hemos pasado genial con los piques y desarrollando y pinchando estrategias, con lo que ya con ocho nos imaginamos que será un despiporre y un abarrotamiento de escalones escacharrante.
Ver como los cinco intentábamos arrimarnos al penúltimo escalón, el 32, y buscar la vueltas para no tener que movernos en el siguiente número es todo un espectáculo. La tensión se podía mascar mientras hacíamos nuestras jugadas, que, por cierto, la mía no resultó y fui de los primeros en llegar al templo. Los ganadores indiscutibles, por quedarse los segundos, fueron Paloma y Pak, llevándose la victoria en el último segundo. Hasta ese momento cualquier cosa podía pasar y nadie sabía quién sería el ganador. Excepto Pak, que estaba muy seguro de su éxito.Por cierto, que nos contó un dato muy curioso. Si algún día tenéis la suerte de visitar el camino de los 88 templos de Shikoku podréis encontrar este juego en los puestos de venta de los templos. Eso sí, estará en japonés. Pero aún así, a nosotros nos han entrado unas ganas de locas de ir hasta allí y comprarlo. Queda pendiente ese pedazo de viaje, que encima hemos investigado por google y la zona es una pasada.
Que bien os lo montáis!!
ResponderEliminarSíii jajaja Si no podemos ir a las jornadas, las jornadas vienen a nosotros ;)
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