lunes, 20 de diciembre de 2021

Yebernalia, un 10 en organización

El sábado nos dimos el salto a Yebes, en Guadalajara, para disfrutar de Yebernalia, unas jornadas jugonas chulísimas. La verdad es que las cogíamos con muchas ganas porque eran las primeras jornadas grandes a las que íbamos en más de una año y medio. 

Así que las disfrutamos tanto. La verdad es que tenían un montón de actividades geniales para los peques, pero las fieras prefirieron jugar a tope. Tampoco teníamos mucho tiempo, sólo íbamos por la mañana porque por la tarde teníamos otro plan.

La organización del evento fue impresionante. Sobre todo, en cuanto a seguridad COVID. Tenían todo muy calculado. A los asistentes nos repartieron mascarillas sanitarias, cada vez que cogías un juego tenías que que limpiarte las manos con gel hidro alcohólico, estaba prohibido beber o comer dentro del recinto, las mesas estaban a la distancia de seguridad requerida... No les faltó detalle.

Ni tampoco les faltó detalle en cuanto a diversión. Como ya dije al principio se curraron partidas de rol, rol en vivo, talleres de manualidades, de pintar minis, de decorar cupcakes... Incluso pusieron en marcha un pasaporte lúdico para los protos que enseñaban. 

Pero nosotros no nos movimos de nuestras mesa, la más cercana a la amplísima ludoteca. Aprovechamos para pillar juegos a los que no habíamos jugado nunca para probarlos. Daniel nos lo puso un poco difícil con su actitud de adolescente inaguantable, pero no logró aguarnos la fiesta, incluso a veces se unía a la diversión, aunque con cara de "me lo estoy pasando bien, pero que no se me note". Nunca entenderé esto. En fin, espero que sólo sea pubertad y se le pase pronto.

El primer juego que sacamos triunfó tanto que ya está encargado para Papa Noel, Sonar family, que es la versión infantil de Capitán sonar, y es una locura divertidísima. 

Se juegan uno contra uno o por equipos de dos. En ésta última modalidad, uno es el capitán y el otro el técnico del sónar. El primero maneja el submarino y va diciendo en voz alta la dirección que toma, el técnico del equipo contrario va dibujando en su plano las indicaciones que escucha para intentar encontrarlo y torpedearlo. 

A esto se le suman un montón de reglas buenísimas como el deslizamiento silencioso, el uso del sonar, quedarte encerrado y tener que subir revelando tu posición, que sólo puedes disparar a un punto que esté en la zona en la que te encuentras. Encima, cada escenario tiene reglas propias. ¡Demencial! Pero divertidísimo.




El segundo lo eligió Iván y se guió sólo por la foto de portada. Está loco con los gatos. Se llama Kittin y te echas unas buenas risas con él. 

Es el típico de que se saca una carta y todos los jugadores tienen que construir lo que sale en esa carta. El más rápido exclama ¡miau! Se comprueba que todas las orejas, bigotes, patas y colas estén en el sitio en el que deben estar y se lleva esa carta para el bote. El que consiga tres gana. Rápido, fácil y divertido.

El siguiente fue todo un descubrimiento, ideal para hacer el payaso un rato y liarla. Se llama El suelo es lava y la mecánica es sencillísima. Tenemos unos trozos de gomaeva de diferentes colores y tamaños que tenemos que repartir en el suelo de forma aleatoria. 

El director del juego se encarga de darle a la ruleta que decidirá el color hacia el que deberán saltar los participantes. Cuando saltas a una loseta, la que abandonas desaparece (las tiene que ir retirando el director del juego). Algunas losetas tienen una interrogación, lo que significa que los que las pisen tienen que hacer unas pruebas chorris que ponen a prueba el equilibrio. Porque el que pise fuera de la loseta, pisa la lava y pierde. 

Lo único que no le gustó a Iván de este juego es que no estaba permitido empujar (que me quería lanzar a la lava a los bruto). Daniel se retiró discretamente en plan "Esa no es mi familia, no les conozco de nada...". Una pena porque si se le quitara un poco la tontería se lo hubiera pasado genial.



El siguiente que paró en nuestra mesa fue Dragondraft, uno muy chulo en el que los jugadores tienen que organizar un espectáculo que atraiga al mayor número de espectadores. Tienes varias formas para llamar su atención: contratando dragones, con fuegos artificiales, comprando tribunas para que estén más cómodos... 

El juego mola un montón, pero yo acabé mosqueadísima porque me quitaban todos MIS dragones... A MALA LECHE.


Menos mal que luego se me pasó el enfado con Calico, un juego que me ha flipado. Tienes que romperte las neuronas para cuadrar los colores y los estampados, hacer combos, atraer lindos gatitos a tu colcha y colocar los botones de cada color. Encima tiene una montón de retos para que cada partida sea muy distinta. 

Y acabamos la partida justo cuando ya iban a dar las 14, hora en la que se cerrada el recinto para que la gente se fuera a comer. Luego por la tarde volvían a abrir y había mucha más diversión, pero nosotros nos fuimos a comer a casa.


En definitiva, lo pasamos genial y felicitamos a la organización una y mil veces porque además de divertirnos nos sentimos muy seguros en todo momento.

QUEREMOS MÁS JORNADAS COMO ÉSTA.

2 comentarios:

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