miércoles, 6 de agosto de 2014

De museos por Vegueta

Uno de los días que el tiempo no acompañaba decidimos acercarnos al Museo de Colón y disfrutar de las calles de la parte antigua de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, que son preciosas. La promesa de ver barcos y loros enganchó enseguida a nuestros retoños que pusieron rumbo al lugar elegido muy emocionados.

Por supuesto, hubo que hacer una parada en los perros de la plaza de Santa Ana para que jugaran un buen rato subidos a sus lomos, como viene siendo tradición. No hay niño que pase por ahí y resista la tentación.

Por fin, llegamos al museo y nos encontramos con una sorpresa un poco desagradable. De repente, había pasado de ser gratuito a cobrarte cuatro euros por persona. Si hubiera llevado la demanda de desempleado encima hubiera sido gratis, pero no es algo que suela llevar en el bolsillo, así que nos tocó desembolsar ocho eurillos así, sin anestesia. Un poco rascados entramos en las instalaciones, pero es que cualquiera les dice a los niños que no después de haberles prometidos maravillas.

Como siempre, el museo les encantó. no es para menos con su habitación de barco a tamaño real, los cañones, las increíbles maquetas de barcos, los mapas, el pozo... Y otras mil maravillas. ¡Ah! y los loros. Con su cartel de "Se aconseja no acercarse por el bien de su seguridad". Sólo leerlo ya imponía respeto.

A la salida, recordamos otro museo que podía interesar a los pequeños. Sobre todo a Daniel. El mayor llevaba mucho tiempo pidiéndonos que le llevásemos a ver momias y en el Museo Canario recordaba haber visto alguna hace mucho tiempo. Esta vez nos informamos bien y fuimos la tarde que se podía entrar gratis.

Iván se enganchó muy pronto a los dioramas de las cuevas y a las cabras disecadas, pero mi primogénito vivía en un sin vivir esperando  que aparecieran de una vez las prometidas momias. Y vaya si aparecieron. Aunque más que momias eran mortajas con su esqueleto, pero a él le valieron igual. Incluso pudo ver una representación de una tumba común primitiva que le tuvo encandilado un buen rato. Lo malo es que, para verla bien, había que dar a un interruptor que hacía que se apagaran las luces de la sala y se encendieran las de la tumba común. Con lo que el que estuviera disfrutando de la colección en esa habitación se quedaba de repente a oscuras. Así que había que cortarse con el tema, aunque todos los chiquillos estaban ansiosos por darle al interruptor una y otra vez.

El museo era muy pequeño, pero entre las cabras disecadas que le parecían "una monada" al más pequeño y la enorme colección de calaveras y huesos que maravillaban al mayor nos pasamos allí más de una hora recorriendo las salas una y otra vez. Llegado un momento, Daniel se volvió hacia nosotros y nos pidió ver una sala nueva, pero fue imposible contentarle porque no nos la podíamos inventar.

Salimos del lugar y nos dimos otra vuelta por el barrio de Vegueta. ¡Sin olvidarnos de visitar a los perros de Santa Ana!









4 comentarios:

  1. Maaaadre mía de 0 a 4 euros lo q cambia la cosa.
    A mí tb me daría coraje... pero luego a ver quién es la graciosa q le fastidia el plan a los peques !!! q están de vacaciones y de eso no entienden !!!

    Además, q en un mes y algo estarán ya en sus rutinas y colegios y ... que disfruten :)

    besos enormes

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    1. Eso fue lo malo. Que ya los habíamos ilusionado, que si no ni entramos. No está la vida para estas sorpresas.

      Lo bueno es que mereció la pena, porque lo pasamos muy bien :D

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  2. Qué rabia da ver la cantidad de cosas que eran gratis y ahora se cobran... En fin, por lo menos el dinerillo estuvo bien invertido porque tus churumbeles lo disfrutaron de lo lindo. Un besote!!!

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