miércoles, 11 de enero de 2017

Museo Elder de Ciencia y Tecnología en Gran Canaria

Este verano se nos quedó pendiente ir a ver la película en 3D "Caminando entre dinosaurios". Nos quedamos con las ganas y estas Navidades decidimos darnos un salto al Museo Elder para verla. Como fue justo el día 5 de enero, cerraban a las tres de la tarde. Lógico. Fuimos con mi hermano y mi sobrina Natalia, a los que enganchamos en el último minuto. Pensamos que nos daría tiempo de sobra para volver a visitar este extraordinario Museo, pero nos equivocamos.

Resulta que encerraba muchas sorpresas nuevas. Empezando por la impresionante exposición de clics que habían montado en la planta de acceso. Fue lo primero que vimos y ya ahí invertimos buena parte del tiempo. Mientras, el tío Fernando y su hija corrían para ver la sesión del planetario antes de entrar al cine, pero como no les dio tiempo se subieron a ver la exposición temporal del último piso.

Las maquetas eran una chulada, llenas de mil detalles y sorpresas. Nos podíamos haber pegado allí toda la mañana, pero no nos olvidábamos del objetivo y subimos a por el resto del grupo para meternos en el cine 3D.

Íbamos con tiempo, pero resulta que al llegar a ese piso nos encontramos que la temporal era fuera de serie y casi llegamos tarde a la peli de los dinosaurios.

Habían recreado diferentes espacios en la actualidad y en el pasado. Así encontrábamos dos cocinas de lo más curiosas, dos clases que no podían se más diferentes (una con pizarrines y la otra con tablets) y dos tiendas en las que daban ganas perderse, una porque contaba como, antiguamente solían tener una antesala con bar en la que los hombres se quedaban jugando, bebiendo y tomando algo, mientras las mujeres hacían la compra, y la otra porque era una reproducción bastante fiel de un Hiperdino en la que los niños podían jugar y tocar todo, menos las botellas de cristal (por motivos más que evidentes). Los chiquillos se volvieron locos jugando como descosidos. Y los mayores también. Para qué vamos a mentir.

Es que molaba mucho con su mecanismo para elevar el carrito y poner la compra en la cinta con comodidad, el botón para pasar el turno en la pantalla, los panes reales barnizados... Por cierto, en la tienda antigua, mi hermano descubrió que los arenques desecados eran de verdad.

Con tanta emoción llegamos al cine muy justos. Fue impresionante, pero, personalmente me gustó más la de los animalitos que vimos la otra vez. A lo mejor porque, supongo, que la grabación de los bichillos era real y la de los dinosaurios recreaban a los enormes animales prehistóricos con animación. El caso es que mis chicos salieron de allí impresionados y con una frase que no paran de repetir: "Estamos programados para matar juas juas juas". Anda que...

Salimos justo para ponernos en la cola del Robocoaster, un impresionante robot industrial, o brazo mecánico, que te agita como una coctelera. Y eso que nosotros pedimos el modo Slow y no el divertido para no asustar a mis, no tan intrépidos como ellos se pintan, niños. Aún así, nos pareció una pasada la de vueltas que nos dio.

Pensábamos que pasaría como siempre, que los niños se perderían entre los experimentos de la segunda planta, pero no paraban de nombrar el supermercado de la última. Les dimos el gusto, pero antes repitieron en casi todo los experimentos expuestos.

Esta vez pudimos probar como la electricidad estática hace estragos en los pelos gracias a un monitor. Y repetimos en la bola que se gira según te muevas tu mismo.

Nos encanta esa sala, pero la obsesión de los peques nos llevó de nuevo al supermercado ficticio. Con tan buena suerte que justo acababan de llegar sus majestades los Reyes de Oriente en barco a la isla y la comitiva iba a pasar justo por delante del museo. Una de las vigilantes invitó a todos los niños de la sala a salir a la terraza a verlos pasar. Fue un momento muy emocionante. Como un adelanto de la cabalgata.

La chica era majísima y nos estuvo contando curiosidades de la exposición que albergará el Museo durante un año. Es tan chula que es una pena que sea temporal. Los niños no se cansaban de jugar allí, así que, al final, se nos hizo muy tarde y nos dejamos muchas cosas en el tintero. Dio tiempo a pasarse por el avión de Iberia y el caza, porque si no les da algo. Incluso por la zona del croma en la que desaparecen partes del cuerpo cuando te pones las capas de invisibilidad verdes y te miras en la pantalla, pero poco más...

Me dio pena no poder visitar la nueva zona infantil en la que hacen los talleres, pero así sabemos que volveremos la próxima vez que nos demos el salto a la isla. Es un Museo alucinante.










11 comentarios:

  1. Madre del amor hermoso, me acabas de crear una necesidad!!!!! Mira que hemos estado en Gran Canaria más de una vez y no sabía que existía esta maravilla! Si tengo la suerte de poder volver, fijo que nos pasamos un día entero en este museo. Fijoooo!
    Muas!

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  2. Me han dado unas ganas locas de ir!! Me lo apunto para cuando vaya por fin a Canarias. Un besote!!!

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  3. que buena pinta tiene este museo, lástima que nos pille un poquito lejos, pero queda apuntado por si algún día vamos a las islas :)

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    1. Síiii. Queda muy lejos. Que pena. Yo porque tengo familia allí y puedo repetir, que si no...

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  4. q de cositas :) voy a enseñar a "papi" esos aviones ¡le van a encantar!

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    1. Seguro que también le encantaría la bola en la que puedes dar vueltas y más vueltas. Te sientes astronauta de la NASA jajaja

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  5. Jolín! Si es que te leo y no veas las ganas que me entran de ir a ese museo, mola mucho mucho.
    Las próximas navidades me las pido en Gran canaria, no se hable más.
    Besos

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    1. Pues seguro que las ibas a disfrutar a tope. No veas lo que relaja irse para allá :D

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