jueves, 16 de agosto de 2012

La paz del campo

El campo es un lugar ideal para relajarse... si vas sin niños. La casa es viejísima, pero está rodeada de un jardín magnífico. A la sombra de los pinos se está genial. Los peques estaban encantados con tanto espacio por explorar y descubrir. Antiguamente estábamos en pleno campo de verdad, pero hoy en día estamos rodeados de urbanizaciones de adosados. Somos como una pequeño reducto galo en medio de la modernización y el diseño.

Allí nos reunimos con mis hermanos. Silvia y Jose estuvieron una semana entera, pero de Fernando y Natalia sólo estuvieron tres cortos días. Desafortunadamente, Marian no pudo ir ni un sólo día. La echamos de menos. Daniel estaba emocionado de poder jugar con su prima y de tener a casi todos sus tíos de canarias para mimarle. Iván tiene una mamitis horrorosa que le impidió disfrutar tanto como su hermano, pero también tuvo sus momentos.

A pesar del ritmo que hemos llevado estas vacaciones de no parar, también encontramos momentos para disfrutar de la casona. Un par de días les pusimos la piscinita inflable a los chiquitines en el patio. Fue el lugar elegido porque tiene un trocito de suelo de hormigón. El resto es de pidrecitas y se puede pinchar la goma. Les llenamos globos con agua y se lo pasaron en grande. Sobre todo, el más pequeño. Tiraba los globos al aire y daba grititos de satisfacción. El mayor los pescaba con el escurridor de pasta, los ponía en un balde y los volvía a tirar a la piscinita.

También hicimos un par de visitas nocturnas al jardín con una linterna. A Daniel le encantaban estas excusiones a la luz de la luna, la linterna... y las farolas de la calle.

Las piedrecitas del jardín también dieron mucho de sí para jugar con los camiones al juego de la construcción... o para agarrarlas a puñados y tirarlas bien lejos, en el caso del benjamín. Teníamos que tener mucho cuidado para que no se las tragara. Daniel y Raúl organizaron divertidas luchas con las pistolas de agua que les compró mi madre. No sé cual de los dos disfrutaba más con el juego. La tía Silvia aprovechó para llevar a sus sobrinos a coger almendras, cascarlas y comérselas...

La verdad es que lo pasamos muy bien allí.


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