martes, 5 de septiembre de 2017

En Covarrubias para descansar

Nada mas volver de Las Palmas de Gran Canaria Raúl estaba más que dispuesto a ponerse al volante para ir a su amado pueblo Covarrubias. Afortunadamente, para mí, tuvo que quedarse en Madrid currando y eso me dio un respiro y tiempo para poner lavadoras.

En cuanto solucionó sus asuntos se acabó mi tiempo para poner orden postviaje y me metió en el coche junto a los niños. No le puse muchas pegas porque los peques se lo pasan genial allí, pero le advertí que no quería coger el coche durante nuestra estancia en el pueblo. Quería descansar por fin.

Y eso hicimos. Hubo muchos juegos, muchas risas, mucho paseo por las calles y... muchas broncas, por supuesto. Mis niños están totalmente descontrolados con el verano. Y eso que han hecho tarea casi todos los días, pero la falta de rutina hace estragos en sus comportamientos (tengo dolor crónico de garganta de tanto gritar porque con el por favor no consigo nada, así lo repita mil veces).

El gasto desmesurado de paciencia en los días anteriores también ha hecho mella en mí y reconozco que este hecho contribuyó a que no fueran los días más pacíficos de nuestra existencia. Pero, descansamos. Eso sí. Los niños se lo pasaron genial . Y nosotros también tuvimos nuestros momentos.

Al río fuimos poco esta vez. No sé si por cansancio de los peques o porque daba un poco de pena verlo tan vacío. Raúl dice que en todos los veranos que ha ido a Covarrubias es el que menos agua llevaba con diferencia. La sequía se ha notado en toda España.

Iván casi no quería ni salir de casa. Le tuvimos que convencer con muchísima paciencia la mayoría de la veces y siempre acababa enfadado y pensando que le habíamos engañado. Muchas veces salieron el padre y el primogénito y el resto nos quedamos disfrutando de la tranquilidad de la casa.

Lo único que le convencía, y no siempre, era ir al encuentro de otros niños para jugar libremente. Allí se lo pasan genial inventando juegos.

También tuvimos tiempo de pasarnos a visitar de nuevo al antigua botica, en la que han hecho algunos cambios y han incrementado su colección.  Es un testimonio único de la historia y en él se encuentran elementos realmente curiosos. En esta ocasión, además, albergaba una exposición de un artista polifacético del pueblo, Juan Galache.

Entre todo lo ya contado y alguna que otro paseo por el campo se nos pasaron los días casi sin sentirlos. En uno de esos, uno señor le regaló unas uvas a los peques porque les hizo gracia. Se enrollan más que las persianas estos pillos, sobre todo el mayor. Estaban buenísimas.






4 comentarios:

  1. ¡Qué bien sienta eso de hacer el vago! Me encanta la foto del gato en la ventana ¿Es vuestro? Besotes!!!

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    1. LO cierto es que sí. Y lo necesitábamos de verdad. Yo acabé baldada del tute de Gran Canaria.
      El gato no es nuestro, ni la ventana tampoco, pero es que estaba taaaan gracioso. No pude resistirme a hacerle la foto :D

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  2. Q bien! esos últimos días antes de la rutina descansando en el medio rural ¡están genial!

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    1. ¡Y tanto! Nos ha venido de maravilla para empezar con más energía :D

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