martes, 12 de junio de 2018

¡De nuevo montamos el campamento!

Cuando comienza el verano y da la casualidad de que el papi se va de viaje montamos un campamento en el salón. Esto tiene su explicación. El armazón principal es la mesa del comedor y cuando Raúl está en casa pretende comer cómodamente en esa mesa. Si se convierte en el techo de un refugio de campamento el tema se pone difícil, así que aprovechamos que no está para montarnos nuestras aventuras más salvajes.

Este año mis hijos llevaban ya dándome la brasa con el tema unos cuantos días y eso que aún tiene clases y todo, pero casi puedo decir que soñaban con ese querido campamento en el salón. En cuanto Raúl nos dio el beso de despedida hacia el aeropuerto, esos ataques se recrudecieron. Aún así resistí un poco antes de ponerme a buscar todos los elementos mágicos.

Los peques se pusieron tan contentos que no se escaquearon ni una vez. Y eso que ellos son unos cracks en hacerse los locos. Ahí que estuvimos montando la cabaña, el fuego, las camitas, el lago... Pero esta vez nos encontramos con una problemilla. ¡Daniel ha crecido una barbaridad! Y ya se da con la cabeza en el techo. El pobre estaba desconsolado. Menos mal que encontramos una cutre solución calzando las patas de la mesa con piezas de madera de un juego de construcción. Además se me ocurrió alejar las sillas de la mesa por un ladito y dejar un techo sólo de colcha para que el mayor pudiera moverse más cómodamente por esa parte. Éxito total.

Hasta el gato estaba encantado de participar. Husmeaba todo con curiosidad y se metía en la caseta en cuanto la veía solitaria. Con los niños no se atrevía porque eran la mar de ruidoso.

Daniel llenó la cabaña de juegos de mesa e Iván de libros para que el aburrimiento fuera algo imposible. Se pasaron todo el día pescando, asando pelusas en el fuego con palos de brochetas, cazando globos con mantas a modo de red... ¡Incluso habituaron la casita plegable para meter ahí los globos que atrapaban! Tranquilos que al final del juego los volvieron a soltar. Para desgracia mía que al final tuve que perseguirles para que los metieran conmigo en una bolsa y no se quedaran por ahí sueltos.

Ese día cenamos en el suelo en un hule. ¡Como si estuviéramos en el campo de verdad! Y encima pizza. Eso sí que fue bordar el día. Después de la cena, yo me dediqué a recoger un poco el tinglado mientras ellos se metían con un flexo en la caseta a jugar a juegos de mesa y leer.

Lo cierto es que me costó muuucho sacarles de allí para meterlos finalmente en la cama de una vez por todas. Ellos clamaban por dormir malamente allí encima de cojines, pero al día siguiente tenían cole y yo me negaba a que perdieran sueño con la tontería.

Al final hicimos un trato. Ese día se ibana la cama sin protestar (más de lo que ya lo habían hecho) y al día siguiente les dejaba esperar a su padre durmiendo en la caseta y luego les pasábamos a su cama.

La tarde siguiente también lo pasaron fenomenal. No hubo niños. Esta vez comimos en las mesitas que para mí es más cómodo que tirada en en salón. Para qué os voy a mentir. Y pecadito y verdura, para contrarrestar la pizza de la noche anterior.

Como la noche anterior, les dejé un ratito de esparcimiento y luego les dije que si no apagaban ya la luz no les daría tiempo a dormir nada antes de que llegara papá. Allí estaban los dos tan felices, más bien de charlita que intentando dormir. Y el tiempo pasaba y el papá no venía. Un Whatsapp me avisaba de que su vuelo se había retrasado. Se lo dije a los niños pero insistieron en esperarle durmiendo en el campamento. Media hora después vinieron a buscarme cansados de hacer el ganso y deseando meterse en sus cómodas camitas. Si es que no es lo mismo con cole que en vacaciones. Si ya se lo decía yo. Y encima ese día habían tenido la gran carrera de la semana deportiva y venían baldados.

Cuando el padre por fin asomó la nariz, los peques roncaban apaciblemente y el campamento estaba medianamente recogido.

Los peques están deseando volver a montarlo, con o sin papá.






6 comentarios:

  1. jajajajaja ¡cómo lo montáis! ¡a lo grande! me encanta!!! cena en el suelo, tienda, actividades y Fantasma ¡que majo!Huele a verano!!!!! (aunque solo huele, al menos aquí en el norte, no pasamos de 20º dias grises y lluvia, lluvia y más lluvíaaaaa :( ¡q desastre! igual me monto yo tb un campamento en casa :D

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    1. Ya no tiene que tardar el buen tiempo y las cervecitas en terrazas. ya verás!! Muy pronto estamos en la piscina. Síiiii

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    2. esperemooooossssss!!!!
      Cómo nos conoces :D cervecita, terraza y pisci :D

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    3. Ay sí!!! Si es que blogueando de tanto tiempo ya nos conocemos jajaja

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  2. De pequeña yo montaba un refugio bajo la mesa del comedor también. Qué bien me lo pasaba. Yo me imaginaba que era una cueva de ladrones y ahí iba yo guardando todo lo que robaba (que en realidad no robaba nada; todo era mío pero era divertido sentirse al margen de la ley). Creo que ya te lo conté. Estoy como una abuela cebolleta. Jajajaja. Besotes!!!

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    1. Jajajajja me encanta eso de que te robabas a tu misma. Es genial!!! No se lo voy a contar a las fieras porque estos son capaces de dejarme sin cazuelas o algo por el estilo!!!

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