viernes, 8 de junio de 2018

Lucha titánica

"Daniel, ¿dónde vas?"
"A leer al estudio"
"¿Por qué no lees en tu habitación o en el salón?"
"Noooo, que en la mesa de mami estoy muy cómodo"

La hierba siempre crece más verde en el patio del vecino. En fin. Que se sentó tan a gusto en mi silla. Pero poco le duró el relax porque pronto oyó mis gritos desde el salón como un jarro de agua fría, supongo.

"¡¡¡Daniel!!! ¡¿Qué hacen las playeras tiradas en el salón?! ¡¡Llévalas ahora mismo a tu habitación!!"
"Jooo, mami ¿No lo puedes hacer tú?"
"GRUUUUARL"
"Vaaale, vaaaale. Ya vooooy"

Total que de mala gana se dejó caer por el salón agarró las playeras, las estampó contra el suelo de su habitación y regresó al estudio. ¡Por fin podría estar tranquilo!... pero ¡oh problema! Hay alguien más que adora mi silla. Y más si se la han calentado previamente.

Fantasma ni se inmutó cuando el chiquillo irrumpió en la habitación. Pero Daniel no se desanimó y comenzó a empujar con mucha delicadeza al minino que le contestó con unos movimientos de cola que no presagiaban nada bueno.

"Cuidado a ver si te va a arañar o a morder", le advertí mientras cogía algo de la estantería.

Pero el mayor no se dio por vencido. Se sentó en el mínimo espacio que le había dejado su querida mascota y comenzó a empujar disimuladamente.

"Meoooow, meowwwwmiaurrrr", se quejó el gatazo mientras el niño ganaba terreno poco a poco.

Al menos no le echó, el bichillo peludo se aferró con uñas y dientes a su merecido lugar (ainss mi pobre silla dstripadita). Eso de compartir no le hacía ni pizca de gracia a Fantasma. Se conformó, pero echándome miraditas de auxilio de vez en cuando y haciendo fuerza con sus patitas en el respaldo. De nada le sirvió. Había ganado Daniel. O habían quedado en tablas, según se mire. Incluso, hasta podemos concluir que ganó el gato, porque así estaba más calentito. En fin, ¡quien sabe!

2 comentarios:

  1. Pues curioso que la cosa haya quedado en tablas. En estas cosas suelen ganar los gatos. Jajajaja. Besotes!!!

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