miércoles, 11 de marzo de 2020

17 Muestra SYFY

En este post voy a cambiar el registro porque voy a hablar de tiempo de mayores y dejar de lado el ocio infantil. El sábado pasado me di el salto a la Muestra SYFY y me lo pasé genial. Eso si, sin niños porque las películas que fui a ver no eran aptas para peques. Sí, ya sé que la muestra tiene espacio para el público infantil, pero me apetecía un plan adulto, así que los deje con su abuela.

Empecé la jornada yéndome a comer con Sonia y Josu, de Facesonthebox. ¡Que ganas tenía de conocerlos en persona! Sobre todo a Sonia. Perdona Josu si ves esto, pero es que teníamos esta quedada pendiente desde hace un montón de años. ¡Pues por fin nos hemos visto! Épico total.

La verdad es que lo pasamos los tres muy bien charlando de cine y de nuestras cosas delante de unas tapas y unas bebidas. Una pena que Josu no pudiera acompañarnos a la primera película de la tarde de la Muestra SYFY, Cleansing Hour.

Nos metimos en la sala del jaleo a posta porque nos pareció que la película, que iba sobre posesiones infernales, iba a dar mucho juego a la concurrencia, bastante exaltada por cierto. Y así fue. O a mí me lo pareció porque Sonia me contó que la tarde anterior habían estado incluso más bulliciosos.

La película superó mis expectativas. Me esperaba una tipicona del terror gore y me encontré con una parodia de las redes sociales y de sus usuarios muy irónica y cachonda. La historia se centra en dos youtubers que se dedican a subir vídeos fake de posesiones cada vez más espectaculares con el fin de aumentar la audiencia y dar salida a su merchandising, pero, ¡oh fatalidad!, la novia de uno de ellos acaba poseída de verdad y la lía parda, pardísima. Ahí sí que empiezan las confesiones y las cafrerías a mansalva. Buenísimos los seguidores del canal que sacan en el metraje, especial mención al niño que es un actorazo. Lo hace genial. El guión tiene muchos clichés del género, pero lleva la historia de una forma tan divertida que no importa. La verdad es que me reí muchísimo. Eso sí, oírla, lo que es oírla, no la oí con tanto grito de los allí presentes. Menos mal que estaban los subtítulos.

Cuando finalizó, Sonia se metió a ver Rabid y yo me encaminé hacia la Fnac para rememorar viejos tiempos. Cuando era una jovenzuela pasaba horas y horas allí leyendo cómics nonstop. Pero está visto que esos tiempos pasaron para no volver porque han quitado todos los asientos y ya no es lo que era. Como tenía que esperar a Raúl que venía a cenar conmigo, me di una vuelta a ver que tenían y me pareció que se paraba el tiempo: Watchmen, reeditados de Marvel, Sandman, Maus, Blacksad, Predicador... Ostras, ¡¡si son los que me encontraba en los lineales hace 20 años!! Si es que lo bueno permanece y aquí está la prueba (Aunque Predicador psi psa. No lo recomiendo. Cansa tanta irreverencia gore y escatológica).

Inmersa en un cómic sobre un padre pato que me hacía reír a carcajadas me encontró Raúl.

Nos dimos una vuelta por la zona buscando un sitio para cenar y acabamos entrando en un restaurante peruano que no estaba tan petado como el resto que habíamos encontrado por el camino. Tuvimos una cena agradable probando recetas que nunca habíamos comido antes y estuvimos charlando intentado anticipar lo que nos encontraríamos en la segunda peli para la que había comprado entradas: Colour out space.

Antes de volver al cine visité el baño del restaurante y viví una experiencia digna de una peli de horror. El cubículo del váter tenía dos puertas: la de acceso normal y otra cerrada con una cadena y un candado que no ajustaba del todo. En vez de cerradura tenía un agujero por el que sólo se veía oscuridad. Por ahí y por la rendija que quedaba para que cerrara del todo se colaba una aire gélido que me puso los pelos de punta. Llego a oír un ruido al otro lado de la puerta y la cosa acaba con el Samur. ¡Os lo aseguro! Si es que no se puede ir a un baño así después de ver Cleansing Hour.

El caso es que nos plantamos casi una hora antes en la puerta del cine y ya había un poco de cola. Seguimos la charla mientras esperábamos, pero dieron las diez y ahí no pasaba nada. Y  pasaron de las diez y nadie parecía moverse. Estaba claro que la película se iba a retrasar, ¡pero no nos esperábamos que fuera una hora! En fin, todo lo bueno se hace esperar, así que nos armamos de paciencia y en cuanto entramos salimos volando a la sala silenciosa, que estaba subiendo unas escaleras. Esta vez quería oír la película.

Colour out space acabó decepcionándonos, pero es que hay que admitir que Lovecraft apela mucho a la imaginación de cada uno para sembrar un terror de pesadilla y eso es muy difícil plasmarlo en la gran pantalla. Como película de terror está bien. Tiene sus puntos. Pero la adaptación al relato es muy libre y no me aporta mucho. El relato es excelente, una pasada. Te pone la piel de gallina con cada nuevo paso. Habla de un terror intangible que avanza inexorablemente sin que nadie pueda hacer nada por evitarlo y que sume a sus víctimas en una apatía y demencia inquietante. En cambio la película ha tirado por la carretera de los sustos y los monstruos, simplificando un relato de tan sólo 26 páginas y rellenando huecos con detalles que no vienen a cuento o desvirtúan la esencia del mismo.

Tampoco vi la necesidad de cambiar tanto a los protagonistas de la historia. Eso sí, lo amantes de lo políticamente correcto están de suerte porque sale una chica con mucho protagonismo y un chico negro. Por su parte, la interpretación de Nicolas Cage se carga al personaje original de un millón de estúpidas formas, pero no es culpa suya, ya que él sólo sigue un guión lleno de sinsentidos. Como lo de las alpacas. De verdad que no lo pillo. Y el personaje que se han inventado que vive en la cabaña en las tierras de la familia, lo veo de lo más prescindible.

Perdonad que sea tan crítica pero es que esta versión se ha cargado de un plumazo las dos escenas magistrales del relato, que son tremendas, intercambiándolas por un magnetofón y un espectáculo de fuegos artificiales. Casi me dieron ganas de llorar, si no fuera porque daba risa lo surrealista que resultaba todo. A ver, que como película de miedo está bien, pero sólo tiene relación con el relato de Lovecraft en que hay un color alienígena.

Cuando acabó salimos pitando para que no nos cerraran el metro a medio camino de casa. Durante el trayecto fuimos comentando nuestras impresiones y los dos coincidimos en que el relato es mil veces más terrorífico e inquietante que la película por muchas razones.

2 comentarios:

  1. ¿No se te ocurrió hacer una foto con el móvil a través del agujero? a veces es mejor no ir a los aseos de los restaurantes, porque empiezas a pensar en la limpieza...en fin, que yo soy muy asquerosilla.

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    1. Noooooo, me dio miedo. Que muchas pelis de terror empiezan con fotos inquietantes, quita quita.

      Los aseos de los restaurantes no son la mejor opción, pero cuando hay una necesidad urgente, hay una necesidad urgente jajajaja

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