Lo que más le gusta es la comida normal de adultos. Nada de papillas. Para él que sea cordero, pescado, salchichas, filetes...
Y el biberón sólo se lo toma con deleite las madrugadas que se despierta con un ataque de hambre. Si no es así, lo aparta con la mano después de un par de sorbos. Por la noche está demasiado lleno para bebérselo y por la mañana espera que le demos algo mas consistente como pan, galletas, magdalenas, bollitos...
En el parque se tira a la merienda de los demás niños, a pesar de que él tiene la suya. Le dan fruta en la guardería y después yo le llevo un cargamento de galletas y palitos de pan. A veces le llevo un sandwich o embutido variado. Aun así no desaprovecha cualquier oportunidad para abrir la boca a ver si cae una golosina extra Cómo es tan mono las mamás suelen darle siempre algo (sí, se me cae la baba).
Entre eso y las galletas que me pide no sé cómo cena luego en casa. Ha perfeccionado una técnica para comer mientras juega. Se mete la galleta en la boca, la deshace con la saliva y la va empujando hacia dentro con el antebrazo, así tiene las manos libres para agarrar el juguete de turno, aferrarse a los columpios o parar sus continuas caídas. Si es que va como un loco.
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