Por fin tengo a mi niño conmigo de nuevo. Cuando entró por la puerta se quedó mirándome sorprendido y luego se echó en mis brazos con un sentido "maa... ma...". Estuvo un buen rato dándome abrazos y besitos. Me contaron que mientras estuvo en el pueblo había veces que señalaba el teléfono con su dedito mientras me nombraba. Parece que me ha echado tanto de menos como yo a él.
El primer día que le fui a recoger a la guardería y le llevé al parque me costó un poco. Porque Daniel no para de correr y caerse entre los columpios y es muy cansado perseguirle en todo momento, pero ya me he vuelto a hacer con la rutina.
Al peque no le ha costado nada volver al cole. Se lo debe pasar muy bien con sus profesoras y el montón de juguetes que tienen desparramado por el aula. Después de una semana de vacaciones pensé que lloraría, pero me dijo su padre que las profesoras estaban recibiendo a los bebés en la puerta y que no le dio tiempo a reaccionar cuando ya estaba siendo abrazado y besado por una de ellas. Momento que Raúl aprovechó para escabullirse sin espectáculos dramáticos.
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