Mientras estuvo mi madre aquí pude olvidarme de atender a Daniel por las noches porque dormía con él, pero ahora que se ha vuelto a Las Palmas esto es un no parar.
El bebé abre los ojos como platos sobre las diez - once de la noche y no los cierra, con suerte, hasta por lo menos las dos de la madrugada. Me temo que son los famosos cólicos, porque sólo está tranquilo cuando lo coges boca abajo. A veces lo logro dormir en brazos y luego lo tumbo en la cuna para poder coger algo de sueño yo.
Daniel se despierta en el momento más inoportuno, aunque con Iván hay pocos momentos oportunos. Así que dejo al chiquitín protestando en su cunita y voy a ver que quiere el hermano mayor. Intento darme prisa en atender a Daniel, pero tampoco quiero que el pobre note que estoy deseando ir a consolar a Iván que cada vez berrea más llamándome. En cuanto dejo al chiquilllo tumbado y bien tapadito, corro al lado del otro. Asombrosamente Raúl no se despierta con la fiesta que tenemos montada. A veces lo despierto yo porque veo que me faltan manos y el agobio llega a su límite más alto. Anoche pude dormir una horita y media a partir de las cinco de la madrugada, pero el resto de la noche me la pasé acunando a Iván y, ocasionalmente, atendiendo a Daniel.
¿Cuanto tiempo más podré seguir este ritmo sin volverme loca? Es cierto que el ser humano tiene un aguante considerable. ¡Qué me lo digan ami que siempre he sido una marmotilla!
Por el día tampoco toca dormir. Hay que recoger, limpiar, trabajar en el periódico chino, cuidar de Daniel, cuidar de Iván, comer, asearte... Puf, no hay horas suficientes.
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ResponderEliminartú puedes!! mucho ánimo!!
ResponderEliminarIván sale precioso en esta foto!! besos
aissss espero que esto dure poco
ResponderEliminarGracias. Ya estaba concienciada porque Danielito me daba más lata de recién nacido que los dos hermanos ahora. Creo que lo estoy llevando bastante bien. Y si no que se lo pregunten a Raúl que es el que me tiene aguantar jaja
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