Todas las madres hemos pasado por ese instante en el que de repente nos llama la atención el sospechoso silencio que nos rodea. A mí, personalmente, cuando llevo un rato sin oir trastear a mi chico mayor, me entran los sudores.
Encima ultimamente sabe que cuando es la hora de comer de Iván y papá no está puede campar a sus anchas. Y aprovecha bien el tiempo este pequeñajo.
Antes nunca estaba demasiado tiempo sin oir a Daniel porque enseguida le buscaba y le paraba lo pies. Nunca ideaba nada bueno, pero con el bebé en casa es más difícil prestar tanta atención al hermano mayor.
Si estoy dándole pecho o cambiando el pañal a Iván y noto ese silencio tan poco tranquilizador, respiro hondo y me preparao para lo peor. Por ahora no han sido cosas muy graves. Normalmente me encuentro cosas fuera de los cajones o armarios. Espero que no le dé por trepar a un sitio muy alto o por tirarse la tele en la cabeza.
ay por favor las fotos son buenisimas; falta una tuya con cara de escandalo !!!
ResponderEliminarPues mi cara era para hacer un cuadro. Después de la trastada y las fotos vinieron los lloros de Daniel. Uf, que edad más agotadora.
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