Uf, cómo está Daniel ultimamente. No sé si es por lo del hermanito o por los de los terribles dos años, pero ahora tiene la lágrima fácil y por menos de nada se pone a berrear a voz en grito. Si le dices que no a algo se le cae el mundo a los pies. A mi me da mucha pena, pero no puedo darle gusto en todo. Sería el primer paso para fomentar su faceta tiránica.
Si le dices que se siente en el orinal lanza desgarradores lamentos "Pis no, pis nooooooo". Que ya es la hora de dormir, solloza "mir no, mir nooooo". Que le dices que suelte unas tijeras, que en un despiste mío han caído en su poder, se desgarra las vestiduras. Y así todo el día.
Me temo que pasa más tiempo llorando que riendo. Y yo me amargo porque, cómo a cualquier madre, me toca la fibra sensible sus lagrimones, aunque sé que los derrocha por tonterías.
Espero que se le pase pronto y vuelva a ser el niño risueño de siempre.
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